Capítulo 1

Xander Cohen

—¡Xander! —Chilla mi madre en conjunto a mi preciosa hermana cuando me ven bajar del avión privado. Estando al fin cerca de ellas abro mis brazos y se lanzan sobre mí como niñas pequeñas.

Le devuelvo el afectuoso abrazo con una amplia sonrisa, ya que tengo mucho tiempo sin sentirlas.

—Las extrañé mucho, —murmuro dejando un beso en la mejilla de mi madre y hermana, observo detrás de ellas para comprobar si mi padre a venido, pero no lo veo por ningún lado—¿Y papá? —Pregunto y al mismo tiempo frunzo mi ceño confundido.

—Tuvo que ir a la empresa de urgencia… sabes que esta no ha estado muy bien. Por lo que tu padre no puede con todo eso y los cargos de la manada al mismo tiempo… —comenta mi madre.

Dejo salir un suspiro de frustración.

—Ya estoy aquí para darle una mano y resolver todo este problema que se ha forjado por mi ausencia.

Todo este problema de la empresa inició cuando decide buscar a mi luna, ya que antes mi padre se ocupaba de ella mientras que yo manejaba todos los asuntos de la manada tomando el control como alfa rey.

—Lamentamos que aún no encuentres a tu mate Xadri, —murmura mi hermana tocando mi hombro y diciéndome ese tonto apodo que me puso cuando éramos niños. —Pero… solo la diosa sabrá el momento indicado para que ella aparezca, —me reconforta mi pequeña Mimy.

—Así es hijo, nada más la diosa de la luna sabrá el momento indicado, —secunda mi madre mirándome con cariño y una sonrisa reconfortante en sus labios.

Suspiro.

—Espero y la diosa no se tarde, —anuncio para entrar al coche, ya que he escuchado historia de alfas que duran antes siglos para encontrarla.

(...)

Una hora de camino y el auto se detiene en la entrada de la mansión, el chofer baja y nos abre la puerta del coche, como todo un caballero ayudo a mi hermana y madre abajar del auto mientras el conductor se encarga de bajar mis maletas para luego llevarla a mi habitación con ayuda del personal de la casa.

—¡Xander! —Grita mi mejor amigo desde la infancia cuando me ve ingresar a la mansión.

—¡Parker!—Grito igual y nos damos un abrazo con los típicos golpecitos en la espalda.

Parker es más que mi amigo, es mi compañero de fiesta en la adolescencia y adultez, mi confidente, mi hermano y también mi beta y cuñado, porque es el mate de mi hermana, lo quería matar cuando me lo dijo, pero luego me di cuenta de que Mimy estaba en buenas manos.

—Qué bueno que llegas, ya estaba a punto de tomar un avión e irte a buscar a los Estados Unidos—, anuncia con tono dramático.

 Pongo los ojos en blanco.

—No es para tanto, solo fueron cinco años. —Le recuerdo encogiéndome de hombros.

—Cinco años y te observo más delgado, —regaña mi nana saliendo de la cocina con un trapo en mano, rápido me acerco y le doy un abrazo alzándola en vuelo—¡Por la diosa, niño! —Grita a lo que dejo salir una carcajada.

—No sabes cuánto extrañe tus postres nana, —le expreso cuando la dejo en el suelo a lo que ella me mira indignada—También a ti desde luego… —añado enseguida antes de que me jale de las orejas.

Puedo ser el hijo de rey, pero mi nana es como mi segunda madre y tiene todo el derecho de regañarme y jalarme las orejas cuando hago algo malo, no me molesta.

—Más te vale, —farfulla apuntándome con el dedo y achicando los ojos provocando que se formen arrugas en ellos—Te prepare tu postre favorito, —me menciona a lo que yo aplaudo como niño pequeño provocando las carcajadas de todos.

Me siento feliz de estar en casa nuevamente, extrañe tanto este calor tan especial y el amor que me brinda mi familia.

(...)

Salgo del baño con solo un pantalón deportivo corto y después tomó camino hacia el despacho de mi padre, el cual escuche llegar mientras toma una ducha.

Cuando estoy en la puerta escucho que dice pase sin que llegara a tocar.

— ¿Sabes que está prohibido utilizar nuestros sentidos lobunos en casa? —Pregunto cuando estoy dentro de su oficina a lo que él levanta la vista de sus papeles para luego levantarse de su asiento y acercarse a mí.

—Soy el rey alfa, —expresa arrogante para luego soltar una carcajada, no puedo evitar carcajearme con este y nos damos un afectuoso abrazo. —Qué bueno que ya estás aquí, siento que envejecí cien años con todo estos trabajos, —añade soltando un suspiro frustrado cuando se separa de mí.

Lo observo detenidamente y puedo apreciar las marcas negras debajo de sus ojos celestes, mi padre es un hombre lobo de trescientos treinta y cuatro años muy bien conservado, ya que a la vista de los humanos tiene una edad de cincuenta y cinco, pero hasta podría llegar a decir que tiene menos por su cuerpo bien formado, su cabello negro solo lleva algunas canas.

—Mañana mismo si quieres me encargo de la manada, —le propongo tomando asiento delante de este quien se sienta en su lugar detrás de su escritorio.

—No hijo mañana quiero que estés en la empresa y te ponga al tanto del déficit que tienen allá, —pide entregándome una carpeta—Creo que alguien nos ha estado robando y quiero que descubras quienes son los responsables. —Añade mientras cierras sus manos en puños y sus ojos ponen rojo por la ira que siente.

—Tranquilo, —murmuro tomando su mano y observándolo directo a los ojos, si fuera otra persona la que lo estuviera viendo de esta manera, ya estuviera arrodillado en el piso con su cabeza agachada en señal de sumisión, pero como soy un alfa rey al igual que él o un poco más poderoso, no surte efecto en mí su poder. —Descubriré quien o quienes son los traidores y los fundiremos en la cárcel, —añado.

Este pasa una mano por su rostro deja salir un suspiro, observo como sus ojos toman su color habitual y asiente con la cabeza. Logro desde aquí oler el olor de mi madre acercarse y el sonido de sus tacones por el pasillo. De seguro sintió el enojo momentáneo de mi padre, me levantó de mi asiento en el mismo instante en el que se abre la puerta con el rostro preocupado mi mamá.

—¿Qué pasa? —Pregunta preocupada acercándose a mi padre y mirándonos a los dos.

—Nada… solo problemas que pronto me encargaré de resolver, —anuncio.

 Depósito un beso en la frente de mi madre para luego tomar el informe que necesito para estar más informado de lo que pasa en la empresa.

»Que tengan una feliz noche —Añado.

—Descansa hijo, —murmuran mis padres a lo que yo asiento y salgo del despacho para dirigirme a mi habitación a dejar el informe y colocarme un polo sin mangas, uno tenis deportivos para poder caminar por la manada, siempre me ha gustado andar por las noches por el centro de esta, ya que todo está en silencio.

Cuando estoy listo salgo de la casa y comienzo a caminar directo a la entrada de la mansión, saludo a Gregori el encargado de la guardia de la casa quién hace una reverencia y abre las puertas para que salga a mi recorrido nocturno.

(...)

Después de llevar más de treinta minutos recorriendo la manada decido volver a casa, pero no sin antes hacer una parada especial donde una amiga. Cuando estoy parado frente a la puerta levanto mi mano para pinchar el timbre, pero esta se abre antes de que pueda tocarlo, observo a Angélica quien está vestida con un conjunto de lencería negro cubierto por una simple bata de seda rosa.

—Sabía que vendrías, —ronronea a lo que yo sonreí de lado y entró a su casa como si fuera mía propia.

—Es bueno saberlo, —le digo con voz ronca mientras cierro la puerta y la acorraló contra esta, ella rápidamente se restriega contra mi entrepierna y quito la bata de seda quedando esta con un sujetador de encaje negro.

No necesitamos hablar mucho porque ella sabe lo que busco cada vez que vengo a su casa o la llamo para pasar algunas noches con ella. Total no tengo mate y ella tampoco lo tiene.

¿Cómo sé que no tiene mate si dure cinco años fuera de la manada?

Pues es simple, sí ella tuviera mate no estaría tocándome, restregándose contra mi entrepierna y sobre todo, no me esperaría con una lencería.

—No sabes cuánto me alegra que estés devuelta, ya estaba aburrida, —murmura mientras saca mi polo y pasa sus uñas pintadas de rosa por mi pecho—Estaba necesitada de un hombre que sepa lo que me gusta en la cama, —ronronea introduciendo su mano en mi pantalón deportivo hasta tener mi pene en su mano y comenzar acariciarla con deseo.

Sus palabras solo me confirman que se estuvo acostando con más hombre y eso me importa muy poco, total ella no es nada mío.

 Nada más es una mujer a la cual le echo algunos polvos cuando estoy frustrado o deseoso de follar como estoy ahora mismo, cansado por el viaje y esta es una de las mejores formas para sacar estrés y pensar con claridad.

—Silencio... deberías usar esa boca para otras cosas, como comerte lo que tocas en vez de estar hablando asuntos sin importancia, —sugiero cansado de su parloteo al cual ni atención le estoy poniendo. Nada más quiero follarla e irme a dormir a mi casa, relajado y poder aguantar un día de m****a que tendré mañana.

—Como ordene, príncipe.

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