La mimada del alfa
La mimada del alfa
Por: Yerimil Perez
Preludio

Dejo salir a mi inquieto lobo el cual me tiene con jaqueca por no haberlo dejado salir hace más de una semana por problemas que todavía no resuelvo con la empresa familiar.

Te dejo todo el control Bruno, —murmuro por el enlace para luego sentir como todos mis huesos empiezan a romperse y colocarse de otra manera menos humana.

Cuando estoy en cuatros patas Bruno deja salir un feroz aullido de felicidad para comenzar a correr por el extenso bosque que tiene mi territorio.

(...)

Una hora después ya Bruno está agotado de tanto correr, cazar, saltar en charcos y revolcarse en las hojas y barro. Para luego terminar desplomándose cerca de una pequeña laguna que está a unos kilómetros del límite de mi manada y territorio de nadie.

Estiro mi cabeza lobuna y bebo un poco del agua cristalina de la laguna, respiro profundo pero rápido arrugo mi nariz porque un olor a podrido invade todo mi sentido del olfato y esto solo me avisa de que hay vampiros muy cerca.

Me levanto y comienzo a buscar a los dueños del asqueroso olor, agudizó todos mis sentidos, más el auditivo para escuchar todo lo que se pueda mover a mi alrededor para estar prevenido de cualquier ataque.

—Por... favor... no la lastimen, —escucho que ruega una voz de mujer, me acerco sigilosamente hasta ver la atroz escena frente a mí.

Una mujer humana de uno treinta y seis años, cabello castaño casi rubio la cual se encuentra en el suelo con el corazón fuera de su pecho tirado a su lado mientras que los dos asquerosos vampiros tienen rodeado a una pequeña niña de unos cuatro o cinco años de edad.

Salgo de donde estoy y les gruño en forma de advertencia para que se alejen, pero ellos se asustan y dejan de tocar a la pequeña, se ve que está inconsciente en el suelo, miserables. 

—Será mejor que te largues, perro, —manifiesta el pelirrojo mirándome con odio y asco. Observo al que está a su lado, el cual me observa con miedo.

—Mierda, Erick ¿No vez que es un maldito alfa? —cuestiona en un susurro a su acompañante.

Sonrió internamente cuando la cara del pelirrojo se transforma en una de miedo y antes de que se atreva a escapar, salto sobre él lanzando mi mordida a su cuello arrancado así su cabeza utilizando mis caninos y patas trasera para poder tomar la fuerza necesaria.

Su acompañante aprovecho que estaba decapitando a su amigo para escapar «Maldito cobarde» pienso para luego mirar a la pequeña la cual esta como dormida «Pobre niña» me acerco a ella y sintiendo un olor a manzana, chocolate y fresas emanar desde ella.

Es un olor tan adictivo que no me doy cuenta de cuando ya estoy en mi forma humana con la niña entre mis brazos susurrando mi lobo y yo al mismo tiempo:

Mate...

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