Chapter 2 - The Girl Who Cried Wolf.

Luego de explicarles todo lo sucedido, ambas chicas quisieron pruebas, les parecía una historia absurda y ridícula, pero eso es normal, desde hace años que a los humanos se les enseño que todo lo referente a nuestra cultura eran solo cuentos de hadas. Así que lo primero que se me ocurrió fue mostrarles nuestra sangre… Me corté un poco la mano con el cuchillo que tenía en mi amarrado a mi cinturón, y comenzó a salir de mi piel el líquido color dorado que es el icor, la sangre de los Dioses.

-Verán, a diferencia de los humanos, nosotros los dioses sangramos icor y no sangre.- Dije Eliot mientras mostraba nuevamente mi mano desde un ángulo donde ambas pudieran verla más claramente.

-¡Wow! No puedo creer que sea cierto… ¿Qué deberíamos hacer ahora? ¿Qué significa esto para nosotras?- Decía Isabella mientras colocaba su mano en su boca sin poder creer que todo lo que habíamos dicho fuera cierto.

-Esto ciertamente cambia la perspectiva que tenía acerca del mundo… Entonces si eres hijo de Apolo ¿Realmente es el Dios del Sol? ¿Cómo es eso siquiera posible? Se supone que el sol es una esfera de helio llena de gases combustibles que explotan y generan lo que conocemos nosotros como el sol, no se que pensar al respecto.- Stelle intentaba encontrar un sentido lógico a todo lo que estaba escuchando.

-Ustedes no se preocupen, vivirán su vida exactamente igual a como la hubieran vivido si no se enteraban, ahora que lo saben, también pueden darse cuenta de que todo es real, pero siempre vivieron sus vidas con tranquilidad. Y con respecto a lo del Sol, es una larga historia, verás el sol si es lo que tú dijiste, pero mi padre también lo es, sin mi padre el sol no podría existir, y él es quien le proporciona de su combustible, también fue quien lo creo, si él quisiera podría hacer que el sol deja de salir hasta las 7:00pm. Pero se asegura de cumplir con sus horarios adecuadamente, una de las pocas cosas que hace bien.- Expliqué, me molestaba mucho el simple hecho de hablar de mi padre.

-Bueno, como ya sabéis, en estos momentos estamos desterrados del Olimpo. No os molestará que nos quedemos en su casa un tiempo ¿Cierto?- Preguntó Zoe inocentemente.

-Para nada, quédense el tiempo que deseen.- Respondió Stelle, pude notar que Isabella se sorprendió ante su respuesta, pero no dijo nada.

-Opino lo mismo, pero tengo una pregunta. ¿Qué harán después? ¿Y a donde irán?- Preguntó Isabella preocupada por nosotros.

-Oh Dioses… Supongo que no habíamos pensado en eso.- Respondió Zoe colocando su dedo índice en su barbilla, solía hacer eso cuando pensaba las cosas.

-Yo creo que si sé que debemos hacer, debemos regresar al Olimpo, y detener a nuestros padres, debemos darle un nuevo orden a los Dioses, cambiaremos nuestro mundo, y también ayudaremos a este.- Dije lleno de esperanza.

-Es lo más inteligente que te he oído decir primo, y vivimos juntos desde hace varios milenios. Cuenta conmigo.- Me dijo Zoe mientras apretaba mi mano con fuerza.

En el Olimpo…

-Desobedecen la única y simple regla que les damos, aún así somos piadoso y no nos deshacemos de ellos en el instante. ¿Y ahora piensan derrocar nuestro imperio? Están muy equivocados, esto no terminará jamás. Poseidón, serías tan amable de llamar a nuestro querido hermano Hades, y pedirle un favor…- Dijo Zeus de manera macabra.

-Claro, haría lo que sea por detener a esos ingratos, incluso ayudarte en algo, hermano.- Poseidón dijo la palabra «Hermano» con un claro tono de burla.

-La muerte es lo único que conseguirán si continúan por ese camino…- Dijo Apolo observan lo que su hijo y su sobrina hacían en la Tierra.

Devuelta en la Tierra…

-Agradecemos mucho su hospitalidad, es muy grato saber que hay personas en la Tierra que todavía merecen ser salvada. Vosotras son unas damiselas muy hermosas y bondadosas.- Dije elogiando a nuestras nuevas amigas.

-Oh… Ehmm… Gracias.- Isabella rápidamente desvío la mirada para evitar que yo viera el evidente tono rojo que habían adquirido sus mejillas, aunque no lo logró.

-Si, gracias.- Respondió Stelle más que todo por amabilidad, no me prestó mucha atención.

-Uhm, son unas personas extraordinarias, sería todo un placer para mí llegar a  conocerlas más a fondo.- Vi como Zoe lanzaba una pequeña mirada a Stelle al decir esas palabras.

-Yo… Opino lo mismo.- Dijo Stelle nuevamente de manera amable, pero esta vez pude notar un poco de nervios en su voz.

Todos escuchamos un ruido afuera así que decidimos acercarnos a la ventana para ver de qué se trataba, cuando todo empezó a temblar, y pudimos observar como la calle se agrietada para posteriormente abrirse en dos frente a nosotros, dejando ver a muchas almas muertas intentando salir con rapidez, se veía el fuego del inframundo inundando la enorme grieta, una sombra de 30 metros de altura saltó fuera de la misma, para luego cerrarse nuevamente y evitar que más almas en pena escaparan. Por fin pude tener una vista clara de la criatura, se paraba sobre 4 patas de manera imponente, y nos miraba con ojos llenos de rabia.

-Ese es…- Me comentó Zoe a punto de decirme lo que yo ya sabía.

-Estoy muy seguro de que si.

-Nunca lo había visto en persona, pensaba que era…

-¿Un mito? Yo igual.

-¿Qué quieren decir? ¿Qué es esa cosa?- Nos preguntó Isabella con mucha intriga, me era un poco difícil concentrarme al ver sus hermosos ojos color miel, pero no había tiempo para eso.

-Que yo sepa no es ninguna criatura de la mitología griega.- Aclaró Stelle, y tenía razón.

-Eso es, mí querida Stelle, porque incluso para nosotros los Dioses era un mito, no creíamos en su existencia…- Dije, pude ver cómo ambas quedaban perplejas antes mi afirmación.

-¿O sea que esa cosa es…?- Preguntó nuevamente Isabella.

-Ese es Leontion, el lobo de las praderas del inframundo.- Respondió finalmente mi prima.

La bestia al escuchar su nombre, vio directamente hacia la ventana del departamento en el que nos encontrábamos, verlo a los ojos fue una experiencia verdaderamente horrible. Era un lobo de 30m de altura, su pelaje era negro azabache, tenía protuberancias saliendo por toda su espalda, parecían ser grandes picos conformados por roca, su cola era larga y tenía un gran pedazo de roca envuelta en llamas al final de ella, sus ojos eran completamente negros con fuego emanando de ellos, sus dientes eran tan grandes que sobresalían de su boca, y su saliva era lava hirviendo.

-¿Estas lista para esto?- Dije mientras miré a Zoe.

-Siempre estoy lista para la batalla.- Dijo ella mientras me sonreía, hace un tiempo que no luchamos codo a codo.

-Lo sé. Acabemos con esa cosa de una vez por todas.

Ambos saltamos por la ventana y aterrizamos en medio de la calle, al igual que en cada combate, nuestros cuerpos comenzaron a brillar invocando así nuestras armaduras para la batalla. Mi armadura es de oro, y brilla con los rayos del sol resplandeciendo a cualquiera que la viera, la de Zoe era una armadura plateada, y reflejaba un brillo opaco.

-Brilla tanto como el sol cuando se levanta al amanecer.- Dijo Isabella mientras usaba su mano para evitar que toda la luz llegara a sus ojos.

-Ella brilla como el polvo estelar de todas las estrellas juntas.- Expresó Stelle con asombro.

-¡Vamos! ¡A la batalla!- Grité con fuerza.

Fuimos corriendo directo hacia el gran lobo que estaba enfrente de nosotros, quién en respuesta corrió hacia nuestra dirección, con unos ojos que sólo querían una cosa, vernos a mi prima y a mi muertos. Eso no nos detuvo, rápidamente puse mis manos en posición, y materialice un arco de oro en mis manos, tensé la cuerda y una flecha de luz ardiente como la del Sol se disparó cuando solté la cuerda, seguí disparando flechas mientras nos acercábamos a él, aunque no parecían afectarle mucho, mi prima al ver que eso no funcionaba, decidió llamar a su espíritu salvaje y atacar directamente con un cuchillo de caza, pequeño pero mortal, la plata de la hoja brillaba e irradiaba mis ojos, ella clavó el cuchillo con mucha agilidad, rápida y repetidamente en diferentes partes del cuerpo de Leontion, yo desmaterialice mi arco y desenfundé mi espada, la cual al instante empezó a incendiarse espontáneamente, exceptuando el mango, que es por donde yo la agarraba. Fui hacia él con mi espada en mano, y realice varios mandobles con los cuales logré herir a la bestia, pero el no demostraba señales de que estuviera cansándose, mi prima, que todavía seguía en su lomo, le clavaba su cuchillo una y otra vez, su daga estaba hecha con plata celestial, lo cual debía de hacerle mucho daño a la bestia. Leontion, ya harto de tanto sinsentido, se sacudió a Zoe de encima, y ella cayó en el pavimento, luego intentó pisarla con su pata, pero ella fue lo suficientemente rápida como para esquivarlo, yo en cambio no me fijé cuando movió su larga cola y me golpeó con ella, se sintió como si una montaña te atropellara, hizo que quedara un poco aturdido, así que Zoe vino a mi rescate, pero ella fue detenida por las garras de Leontion, así que materializó su arco de plata y le lanzó flechas de luz mientras yo me levantaba y recuperaba la consciencia.

Pude ver como era golpeada por una de las patas de la bestia, yo me levanté muy enojado por ello y fui hacia Leontion con mi espada, se la clavé justo entre los ojos, la bestia gritó de pura agonía, y Zoe vino junto a mi, sacó su confiable cuchillo, y lo clavó una y otra vez en su cabeza, había luchado tantas veces a su lado, pero aún creía que era increíble la rapidez con la que era capaz de apuñalar objetos. El lobo se retorcía con dolor, pero ya no quedaba nada que hacer, logró sacudirnos de encima de él, pero sólo para caerse con un fuerte golpe al suelo, al hacerlo, de su boca salió mucha lava que casi logra alcanzarnos, pero se detuvo.

Una vez que confirmamos que el lobo había sido derrotado, debajo de él empezó a abrirse una grieta, Leontion cayó en ella, pero no se cerró instantáneamente después, sino que salió un demonio gigante, tenía el cuerpo y la cara como la de un hombre común, pero con unas alas negras como las de murciélago saliendo de su espalda, era pálido, demasiado pálido, con ojos y pelo de color negro azabache, largo hasta los hombros, con un imponente aire dominante a su alrededor, y una mirada que hacía temblar a cualquiera.

-¿Quien eres?- Pregunté confundido.

-¿Tanto tiempo en el Olimpo y no reconoces a tu propio tío?- Dijo el demonio como su fuera algo obvio.

-¿¡Señor Hades!?- Se adelantó Zoe con asombro al ver al Dios del inframundo en persona.

-En carne y hueso, mi hermano me ha pedido el favor de que los mate, y con gusto acepté hacerlo, aunque ustedes me llaman mucho la atención. Desafiar al Olimpo ¡La estupidez más grande que he oído! Pero también lo más interesante que ha sucedido en milenios, así que tengan en cuenta que los dejaré vivir, nunca he estado a favor de lo que hacen mis hermanos. Suerte con su tarea jóvenes Dioses.- Hades entró en la grieta, la cuál se cerró detrás de él, como si nunca hubiese estado abierta.

-Gracias…- Dije un poco confundido… Si que estaba confundido.

-Tal vez nos equivocamos, tal vez no todos son malos.- Me dijo Zoe con la misma confusión en su voz.

-Es Hades, no sabría si confiar en él sería lo correcto, tiene fama de traicionar a la gente. Pero creo que al menos es bueno saber que ya no tenemos que preocuparnos por él.

-Pero hay muchas otras amenazas que nos esperan de ahora en adelante.

-Me temo que así será.- Stelle e Isabella nos tomaron por sorpresa cuando las vimos corriendo hacia nosotros.

-Me preocupaste un montón, pensé que morirían contra esa cosa, me asustaron.- Dijo Isabella mientras me abrazaba más tranquila por saber que estaba bien.

-Pero estamos bien, tranquila, además me insulta que penséis que no puedo enfrentarme a algo como eso.- Dije para aligerar un poco el ambiente mientras le devolvía el abrazo.

-Igual nos alegra que estén bien, ambos.- Dijo Stelle mientras abrazaba a Zoe, pude ver cómo se sonrojaba por el acto de la chica.

-A nosotros también nos alegra, pero me temo que vendrán cosas peores.- Aclaró Zoe.

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