Keep The Goddess To Your Side
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Por: The Ghost Of Our Souls
Chapter 1 - Rejects.

Muy bien, para que tengan un buen punto de vista, primero debo explicarles algo, puede que ustedes sean personas susceptibles, o puede que sean creyentes, quizá pensarán que todo es un cuento de hadas pero no es así. El Olimpo, lugar donde viven los antiguos dioses griegos, como lo son Zeus, Hera, Poseidón, Dionisio, Hermes, Ares, Hefesto, Deméter, Atenea, Afrodita, y los gemelos Apolo y Artemisa, Dioses que representan los elementos de la naturaleza y los sentimientos humanos, quienes son divinidades todopoderosas, capaces de lograr cosas que los humanos apenas serían capaces de soñar, todo esto, que se considera mitología griega, es una realidad.

Todos ellos son muy reales, sólo que no son exactamente los amistosos y preocupados dioses que se retratan en los libros de historia, son seres malignos que no se preocupan por nadie más que por ellos mismos y por su satisfacción, son capaces de hacer atrocidades impensables solo para su meta diversión, son seres egoístas y orgullosos.

Ahora que entramos en contexto, puedo empezar a contarles mi historia, mi nombre es Eliot, hijo de Apolo, Dios del sol, de la cacería y de la medicina, yo soy un Dios menor, nunca podría enfrentar a mi padre, o a cualquier otro olímpico, sería una muerte segura para mi, pero yo no nunca he apoyado sus ideales, en las historias te hablan de lo malo que fueron Cronos y todos sus titanes, pero la realidad es que los titanes no fueron creados para sembrar el mal, ellos cumplen un equilibrio, para que la vida pueda prosperar y seguir adelante, la profecía que le dieron a Cronos lo asustó, no porque unos de sus hijos fuese a derrocarlo, sino porque él sabía lo que llegarían a ser sus hijos cuando crecieran, seres malignos, con un gran poder. Él hizo todo lo que estuvo en sus manos para detenerlos pero no funcionó, ellos se convirtieron en lo que la profecía predijo, Cronos no pudo evitarlo y todos los titanes creados alguna vez para mantener el equilibrio, ahora eran esclavos de los Dioses, usados únicamente para sembrar el caos en la humanidad.

En fin, mi prima Zoe, hija de Artemisa diosa de la caza, de la luna, de la virginidad y de los animales salvajes, es mi mayor confidente, ella es una de las pocas que comparte mi mentalidad, somos muy unidos, a pesar de que sea mi prima la siento más como una hermana. Y decidimos hablar con nuestros padres y con los demás olímpicos para desafiar su manera de pensar.

Habíamos estado planeando, junto a otros dioses menores, hacer eso por varios años, pero nunca nos habíamos atrevido a hacerlo. Las cosas cambiaron cuando me pareció que los dioses ya habían ido muy lejos, y decidí llevar a cabo el plan con, o sin ellos, todos se echaron para atrás, excepto mi prima, fue la única que me acompañó mientras estaba caminando directo por el pasillo, a punto de cruzar por las puertas del gran salón de los Olímpicos…

-¡Esto es suficiente! ¡Ya no lo soportamos mas! Vosotros sois seres egoístas y malignos, no se merecen el poder que tenéis, y ya no estamos de acuerdo con los que hacen. ¡Padre! ¿Realmente cree que esta es la manera en la que debe hacer las cosas? ¿Cree que así deben comportarse? Mientras los humanos los veneraban, vosotros sólo los mataban por diversión, los dejaban morir de hambre, destruían sus hogares, y se reían de sus desgracias ¿Qué ganan con todo eso? ¿No sois capaces de ver el mal que estáis haciendo?- Cuestionó Eliot con mucha ira en sus palabras.

-¡Madre! ¡Olímpicos! Todos cometemos errores. Pero los suyos han llegado demasiado lejos, debéis detenerse ahora. Vosotros podéis ser las figuras que los hombres tanto veneraron en algún tiempo.- Rogaba Zoe a sus familiares, ella mantenía la esperanza de que aún podían cambiar.

-¡Apolo! ¡Artemisa! ¿Qué significa esto?- Exclamó Zeus con furia sus hijos mientras los truenos retumbaban en el cielo.

-¿Qué clase de Dioses se consideran a ustedes mismos? ¡Ni siquiera son capaces de mantener a sus hijos a raya! No son más que una vergüenza.- Decía Poseidón despectivamente refiriéndose a los gemelos.

-¿Quienes creen que son ustedes para hablarnos de esa manera?- Preguntaba Hera, quien de veía muy alterada por la osadía que tenían los chicos.

-Tan sólo un par de  insignificantes dioses menores, no merecen que los escuchemos.- Dijo Hefesto prestándole a muy poca atención, estaba ocupado construyendo una nueva pieza.

-A ninguno de nosotros le interesa en lo más mínimo lo que ustedes, seres inferiores, opinan sobre nuestro métodos.- Expresó Ares con una voz muy grave, restándole importancia a los Dioses menores.

-Esta me parece una falta de respeto imperdonable. ¿Cuestionarnos? ¿A nosotros? Somos Dioses, no cometemos errores.- Dijo Atenea, quien ya estaba pensando en el que sería el castigo más adecuado para su insolencia.

-No merecen ni la muestra más mínima de misericordia.- Dijo Dionisio mientras bebía un poco de vino.

-Vosotros no pueden ser considerados nuestros hijos, no lo merecen. ¡Serán exiliados del Olimpo! ¡Ambos! ¡Y agradezcan que no obtienen un futuro aún peor!- Exclamó Artemisa con mucha decepción.

-¡Y si llegan a hacer otra cosa en contra del Olimpo, su destino no será ningún otro más que la muerte!- Sentenció Apolo.

-No lo pude haber dicho mejor.- En ese momento, Zeus nos lanzó un rayo a mi prima y a mi, el cual nos envió hacia la tierra.

Como castigo, nos hicieron vivir entre los mortales, nos habían dejado allí, sin poder acceder a toda nuestra fuerza, para cuándo nos dimos cuenta, estábamos parados en medio de un tipo de camino negro, rodeado por autómatas que llevaban a las personas rodando por los caminos, no sabíamos donde estábamos, o a donde iríamos, veíamos alrededor y sólo habían edificios y casas, podías notar la contaminación en el aire, el mundo había cambiado mucho.

-¡Por todos los Dioses! ¡Esto es horrible! Los hombres han destruido este planeta de una manera que jamás podría haber imaginado.- Observó Eliot aterrorizado.

-Es cierto, pero eso no justifica el trato de los Dioses hacia ellos, todos comentemos errores, y si los Dioses hubieran estado allí para apoyar a los humanos, nunca habrían llegado a esto. Vamos, no sabemos donde estamos, pero debemos movernos, no queremos que nos maten.- Expresó Zoe mientras comenzaba a caminar. Cuando un carro casi los atropella, y de él salen dos chicas enfurecidas.

-¡Que les sucede! ¡Quieren que los maten idio…! Hola ¿Quienes son? ¿Y qué hacen en medio de la calle?- Preguntó una de las chicas, quien aunque al principio había tenido una actitud bastante prepotente, al detenerse y observarlos de cerca, le interesaron los dos extraños.

-Si, es peligroso estar allí, los pudimos haber atropellado.- Dijo muy preocupada una chica un poco apenada.

-Mi nombre es Eliot, soy hijo de Apolo, Dios del Sol, de la caza y de la medicina.- De presentó el chico mientras sonreía ampliamente.

-Yo soy Zoe, hija de Artemisa, Diosa de la luna, de la caza y de la virginidad.- Dijo ahora presentándose la chica

-Bueno... ¿Esta bien? ¿Hijos de dioses del Olimpo? Podría creerles, si que tienen unas caras que parecen talladas por Dioses.- Dijo una de las chicas de manera pícara.

-Espera. ¿Cómo es posible que seas hija de Artemisa si ella es una doncella?- Preguntó la otra chica con mucha confusión.

-Mi madre no tuvo relaciones con ningún hombre, eso sería asqueroso. Ese es probablemente el único pensamiento que comparto con ella, ella me creó a partir de un pensamiento, al igual que algunos hijos de Atenea, lo llamamos parto cerebral. ¿Y ustedes quienes sois doncellas?- Preguntó Zoe con curiosidad.

-Mi nombre es Stelle Parrington.- Se presentó la chica extendiendo la mano.

-Yo soy Isabella Wingston.- Dijo la otra chica mientras acomodaba su cabello.

-Interesante. ¿Y podrías vosotras mostrarnos estos lugares? Son desconocidos para nosotros, y nos vendría muy bien de su ayuda.- Dije estrechando la mano de Isabella.

Una vez que las cosas estaban más calmadas, comencé a detallar a las chicas que estaban frente a mí, Isabella era una chica que se veía bastante delicada, muy linda, de piel blanca, pelo castaño claro y largo, y de baja estatura, con ojos de color miel. En cambio Stelle era una chica alta, con pelo corto y rapado por un lado, color azul oscuro, ella era incluso más alta que Zoe, con ojos color negro. A diferencia de ellas, mi prima era una chica de piel blanca como la nieve, cabello realmente largo y suelto, de color plateado, con un brillo como si estuvieras observando la mismísima luna, que relucía con el viento, unos ojos colores gris claro y muy brillantes, y era más alta que Isabella pero más pequeña que Stelle.

Yo era el único chico… Tengo el pelo y rizado, color amarillo intenso, ojos de color azul y piel bronceada, yo soy el más alto de todos.

-Pueden montarse en el carro y podemos ir a nuestro departamento, desde allí nos pueden explicar todo lo que pasó.- Ofreció muy amablemente Isabella.

-¡Isabella! ¿Podemos hablar? ¿A solas?- Dijo Stelle llevando a la chica a un lado, en intentando disimular su preocupación.

Ellas se alejaron un poco y vi que Stelle subía la voz, era comprensible que pensara que no era cuerdo llevar a desconocidos a su casa, pero en serio necesitábamos ayuda. Pasado cierto tiempo, ambas se volvieron a acercarse un poco más calmadas.

-Esta bien, pueden venir con nosotras.- Declaró Stelle, quien se veía derrotada.

-Muchas gracias, seréis recompensadas por su humilde hospitalidad.- Dije muy alegre por la decisión que habían tomado.

-¿Qué tal si se suben y comienzan a contarnos la historia completa? ¿Les parece?- Preguntó Isabella dedicándole una pequeña sonrisa a ambos.

-Muy bien, todo comenzó cuando…- Y Zoe les explico toda la historia de cómo habíamos llegado allí, luego de eso fue que se empezaron a salir de control las cosas...

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