C I R C L E S
C I R C L E S
Por: Myfreezingnight
Prologo + Capitulo 1

A su alrededor, todo había comenzado a verse estúpido. Le parecía increíble que antes haya visto todo lo que ve ahora como algo divertido, era tan solo una niña y estar rodeada de mucha gente que usualmente la hacían reír con comentarios estúpidos, ahora mismo todo había cambiado. Se dio cuenta que en realidad no daban risa, sus comentarios estúpidos hacia su padre eran repugnantes, y no comprende porque los demás continuaban riéndose cuando Adam Asher aún seguía con el rostro serio, apunto de ignorar a la mujer repugnante y que por cierto ya la había en muchas ocasiones. La misma mujer que suele perseguirlo a donde sea que vaya con tan de tener algo en contra de la familia Asher, y de paso, conseguir una forma de comunicación directa con él. Se había vuelto "normal" que todos se murieran por tener una Hola de él, se había vuelto "normal" que las persona compraran mansiones a lado del hogar de él y de alguna forma tenerlo cerca. Se había vuelto "normal" verle el trasero al hombre atractivo, ¿Porque? Bueno, todos decían que él estaba bueno y no mirar era imposible. "Los ojos se hicieron para mirar" 

—¿Julien, como te va en tus estudios? 

La adolescente se inclinó hacia adelante para responder.  

—Igual de mal.  

—¿Y eso de alguna forma te enorgullece? Por algo lo dices libremente.  

—Solo respondo lo que quieren escuchar, aunque eso no quiere decir que todo lo que diga es mentira... o verdad. 

—Siento que nos estas vacilando. Para tu edad, eso es muy maleducado.  

"Adam estando sentado a su lado, con el cabello castaño bien peinado y ese atuendo azul elegante, no se veía como el padre con hijos maleducados e irresponsables. Esto era sorprende." anoto uno de los periodistas e su libreta.  

—Ustedes sexualizan a mi padre todo el tiempo, lanzando comentarios inapropiados hacia su persona ¿Y quién se queja al respecto? ¿No se supone que con la edad que tienen ya deberían madurar? 

El silencio inundo la sala, la mujer no sabía que responder, tan solo cerro la boca y se quedó a escuchar.  

El tema se quedó atrás, y continuaron haciendo preguntas de trabajo al hombre de buen porte. El respondía tranquilamente sin darle mucha emoción. Y su hija, Julien Asher, tenía mirando el celular debajo de la mesa, tocando las teclas y enviándole mensajes a un amigo, quien los estaba viendo por la tele. Se paso la mano por su rubio cabello, desde arriba de la nuca hasta llegar a la punta del pelo, sonríe leyendo el mensaje, un pequeño hoyuelo se forma en su mejilla derecha, su piel se veía tan suave y acendrado. Y tal vez no era para nada normal que ningún detalle se le escapara de los ojos, no era para nada normal no querer parpadear. Estando atrás de la multitud, tenía una vista de padre e hija, y se sorprendía del parecido que tenía la menor hacia su madre y eso continuaba causándole cierto escalofrió. 

No era la primera vez que venía a verlos ¿Se sentía con suerte al estar tan cerca de ellos? No, en lo absoluto. No era bueno, él estaba seguro que tampoco iba a ser sano.  

Se encontraba ahí para causar un terrible daño y lo peor es que tampoco podía dar marcha atrás, Adam y Julien Asher trataban de verse como la familia feliz y perfecta. Ella lo tenía todo, y aunque él había perdido a su esposa años atrás, se veía tranquilo a lado de su hija.  

Pero las cosas no eran como los demás creían, nada era como los demás creían.  

Dio un paso atrás, se acomodó la bufanda roja y metió sus manos en los bolsillos de su gigante campera. La entrevista terminaría en menos de media hora pero él no podía seguir ahí viéndolos, pidió permiso entre la gente y salió de ahí. Lo sintió como estar ahogándose y al salir pudo respirar bien.  

Se lleno de melancolía, y el tétrico cielo gris apoyaba su nuevos sentimientos. El auto negro de vidrio polarizado lo esperaba a una cuadra de ahí. Dudo en caminar, se había arrepentido pero a la vez no tenía otro lugar más a donde ir.  

Al final de cuentas, terminarían encontrándolo.  

(...)

Capitulo 1: Alas negras del atardecer

Un jueves totalmente frío, el invierno azotaba Derrion como siempre suele hacerlo, Julien levantó la mirada hacia el tétrico cielo. Detesta verlo gris, te hace creer que la lluvia estaba cerca, y al final del día no cae ninguna gota. Las tardes en esta parte de Derrion son así, solo algunas veces sale el sol. Para ella esos días son hermosos, porque el calor no era demasiado fuerte a pesar de vivir cerca del mar. Derrion siempre trató de mantenerse fresco y ama ese ambiente porque eso hacía que sus manos estuvieran frías. Prefería eso que tenerlas sudando. Levanta la mano y observa sus dedos, están rosados.

Derrion tenía buenos restaurantes, aquellos que mucha gente aprovecha en llegar temprano antes de que se llenen las mesas. Son elegantes, carísimos pero la comida valía la pena, y normalmente las personas que van a esos lugares son aquellas de poder y fama. Incluyendo a su padre, quien es un arquitecto muy conocido en la ciudad. En su juventud trabajaba modelaje y estudiaba en la universidad arquitectura. No perdió el tiempo, aún si no lograra nada él podía sobrevivir, su suegro le dejó la mayoría de sus bienes raíces y herencia cuando este se casó con su hija, quien lastimosamente falleció al dar a luz.

Esta parte de lugar que se encuentra dentro de Derrion, se llama Greenfield. Un pueblo mediano cerca a la ciudad, pero muy distinta a ella. Las veces que Julien fue a la ciudad, que fueron en muchas oportunidades, era para acompañar a su padre en las entrevistas y reuniones que suelen hacer con empresarios y arquitectos, también en entrevistas que le hacían a su padre por ser considerado uno de los mejores arquitectos del mundo. ¿Ella que tenía que hacer ahí? Dar una buena imagen y nada más. Los hijos de los amigos de su padre también asisten para hacer lo mismo, y aunque su padre le exigió formar una amistad con los hijos de esos empresarios, a Julien nunca le ha interesado, y no le hace caso. Se muestran muy egocéntricos y ella no puede evitar que sus gestos aparezcan en su rostro cada vez que los escucha hablar, siempre presumiendo quién tiene más cosas modernas que el otro. Cual es el celular o el reloj más caro, que uno estaba hecho de oro, que el otro tiene diamantes. Es aburrido y una completa estupidez. Esta parte de Derrion es más tranquila, por unas vacaciones mucha gente elige este lugar. Para Julien en el centro todo le parece un caos y muy ruidoso, tal vez sea por no estar acostumbrada al ruido que este siempre tiene. Prefiere el silencio que le da Greenfield.

Dejó de caminar una vez llegó a las escalerillas del instituto, a pesar de haber llegado cinco minutos tarde, las puertas aún seguían abiertas. No sería la primera vez que anoten sus tardanzas en el cuadernillo de comunicados. Pero ella no se sintió mal por eso, al final de cuentas no tenía pensado entrar. Tenía pensado hacerlo hace media hora, porque asistir a clase es lo correcto, claro que nunca puede faltar ese otro lado malo el cual le hacía recordar: No siempre lo correcto es bueno.

Ayer asistió a clases, hoy puede descansar. Fue lo que pensó.

Cuando se giró queriendo ir a dirección contraria, una mujer la miraba desde el otro lado de la calle. Sostenía su celular en la oreja y sus labios se movían al hablar. Pero la mirada no la apartaba de ella. De repente, negó con la cabeza al entender lo que Julien estaba haciendo: Evitando las clases. Lo sabe, señora. Sabe que es una irresponsable. ¿Pero que le importa? Tiene sus razones.

Del bolsillo de sus pantalones saca una cajetilla de cigarrillos, y prende uno con el encendedor que tenía guardado en el bolsillo de su mochila. Expulsa el humo de su boca mientras cruza la calle. La mujer la perdió de vista cuando Julien dobló en la esquina. Y también lo sabe, ¿Una adolescente fumando? ¿Qué necesidad de hacer eso? ¿Porqué arruinarse los pulmones de esa manera a tan corta edad? ¿Acaso sus padres no la educaron bien? Sabe que algo así pudo haber pasado por la mente de esa mujer. Y se preguntó <<¿Las personas no tienen mejores cosas que hacer que estar fisgoneando lo que hacen o dejan de hacer los demás? Si, estoy dañando mis pulmones con esto y no me detengo por el simple hecho de que no quiero. Cada vez somos más idiotas, lo sé, no pueden negármelo.>>

No regresará a su casa, no está lista para volver a tener otra discusión con su padre. El hombre suele estar muy estresado y no por el trabajo que tiene, se convirtió en una persona totalmente diferente desde el fallecimiento de su esposa. Que sucedió hace diecisiete años. Su muerte hizo que la relación de padre e hija no existiera entre ellos, a pesar de vivir en la misma casa, él fue muy lejano y distante con ella. Pocas fueron las veces que Julien recibió el cariño que necesitaba de un padre. Pero luego él volvía a ser el mismo, un hombre que le encanta hundirse dos noches a la semana en alcohol, un hombre desinteresado por su hija pero a la vez muy sobreprotector cuando se tratara de amigos. Un fastidioso padre que suele aprovechar cualquier oportunidad para desquitarse con ella de forma verbal, diciéndole cosas hirientes que nunca podrá olvidar. Y honestamente se había cansado de esperar un "Te quiero, hija." o al menos un "Buenas noches." por parte de él. Fue criada por una nana, Amelia. Una señora de edad avanzada, trabaja en la limpieza y la cocina desde que ella nació. Es como una figura materna para ella, es como la madre o abuela que Julien nunca va a poder tener.

Sabe a donde irá, el mismo lugar a donde va cada vez que no quiere estar en otro lado. Cuando solo quiere estar sola. Desde donde se encuentra tardaría veinte minutos en llegar. Se trataba de un misterioso lugar que se encuentra pasando un pequeño bosque, y cuando llegó ahí pudo guiarse a su destino gracias a las marcas que se encontraban en los arboles. Marcas grandes y llamativas, como si alguien hubiese tomado una navaja y marcado un gran circulo en ellos. Para regresar era lo mismo, y le servía para no perderse. Curiosamente, el bosque está cubriendo algo bello. Después de pasar los árboles y arbustos, una gigante roca te evitaba ver más allá, a menos que lo rodees. Una ves que ella lo rodeó pudo verlo. Se trata de un enorme acantilado, el suelo estaba cubierto de césped pero cada vez que te acerques a la orilla, solo sentirás piedras fuertes que sostenían ese lugar. Y después eso, el mar. La altura es demasiada, y eso ayuda a ver lo gigante que es el mar. Uno que parece no tener final.

Siempre pensaba que tenía mucha suerte de saber de tal lugar. Es demasiado hermoso para ser real. Dejó caer su mochila en el pasto y se sentó apoyando la espalda en la roca gigante. Todo lo visto hasta ahora era increíble, pero eso no le daba el toque misterioso. Lo misterioso era el pequeño poste de luz que había a un lado de la roca. Un viejo y extraño poste de luz que tenía un horario para prenderse por sí solo. Los postes de luz del parque Derrion conectaban con este, a las 6 pm es cuando las luces se encienden. Pero ¿A quién se le ocurre poner uno acá? ¿Acaso este lugar antes era muy visitado? ¿Sabrá alguien de este lugar aparte de ella?

Le dio una ultima calada al cigarrillo y lo lanzó con mucha fuerza al mar. Su padre no sabía que ella visitaba este lugar, mucho menos que fumaba. Sabe que la matará si se entera. Buscó dentro de su mochila sus auriculares, lo conectó a su celular y se colocó cada uno en los oídos. Reprodujo la música.

El pacífico lugar era realmente agradable, ama esto, el viento acariciando su rostro y jugando con su cabello. La tranquilidad que hay, sin que nadie pudiera molestarla, con la música a alto volumen. Para ella algo mejor que esto no existe. No lo utilizaba para pensar en lo desgraciada que a veces puede llegar a ser la vida, estaba acá para disfrutar de la soledad. Su cuerpo tembló ante el frío, y se abrigó con la campera gris que guardaba dentro de su mochila. Se colocó la capucha y cerró los ojos.

Esto es lo único que Julien necesita, estar realmente relajada. No pudo contenerse al sueño, y cuando despertó por el graznido de un cuervo, no supo cuanto tiempo había pasado. La batería de su celular se había acabado. Estiró los brazos y las piernas, y miró expectante al ave. Se encontraba parado sobre sus dos patas en la orilla del acantilado. Picaba el poco pasto que quedaba en esa parte, y levantó la cabeza quedándose quieto. Había sentido su movimiento al quitarse los auriculares, el animal la estaba observando. Hasta que cuidadosamente comenzó a acercarse. Nunca vio uno tan cerca, todo en él es negro, las plumas de sus alas parecen estar bien peinadas hacia abajo, sus ojos negros brillan con intensidad. No tenía idea de que tan peligroso podría ser estar cerca de uno, se preguntó si debía salir rápido de ahí. Tal vez no debía hacerlo, capaz y el animal solo quería un poco de compañía. Quizás solo quería acompañarla y fumar un rato.

Sonríe al imaginarlo.

Pero esa sonrisa desvanece cuando ve al ave estirar sus alas y salir volando. Algo le había espantado, algo que ella no había notado. Volvió a acomodarse y continuar durmiendo, estaba por no darle importancia al sonido crujiente de las ramas. Creyendo que podría tratarse de otro ave. Pero el cuerpo de alguien realmente apresurado por llegar al final del acantilado la sobresaltó. El chico se detuvo una vez que llegó a la orilla, su mente maquinaba sobre si hacerlo o no. El miedo recorría por sus venas, pero su desesperación era más. Cerró los ojos y se susurró: Quiero hacerlo.

—¿Qué estás haciendo? —Julien le preguntó de la nada. Al principio creyó que lo había imaginado, pero luego tuvo el miedo de haber sido encontrado que miró hacia atrás.

Cuando la vio por encima de su hombro, ella no pudo verle del todo el rostro. Su cabello ondulado teñido en azul le cubría un poco los ojos. Se encontraba despeinado y agitado, ella lo veía con terror y aún así no se levantó. No por que alguien haya encontrado el lugar supuestamente secreto, sino porque aquél chico hace un segundo estaba decidido a saltar. Una caída desde la altura en la que se encontraban podría matarlo. Su cuerpo impactaría con las rocas que están debajo, él lo sabía y de tan solo pensar si sentirá el dolor o morirá a penas llegue le aterraba. Por que ya no quería sentir nada más que la supuesta paz que podría darle la muerte.

Él era la cosa que había espantado al cuervo.

—¿Qué crees que haces? —volvió a preguntar ante su silencio. Sonando preocupada. —¿Sabes que te puedes morir si saltas?

—¿en serio? —finalmente habló. Sonando sarcástico.

—Esto no es un juego, aléjate de ahí.

Pero él seguía quieto, en un estado de shock al ver que alguien lo había descubierto. No pensó que alguien más supiera del lugar, quería que esto fuera rápido, silencioso y más que nada secreto. Claramente, lo habían estropeado. Pero eso no era lo único que lo había dejado medio sorprendido, conocía a la chica.

—¡No! —dijo con la voz temblorosa. Pasó el brazo por su cara queriendo quitar con la tela de su camisa sus lagrimas y de paso haciendo a un lado el cabello de su rostro. Fue ahí cuando Julien se dio cuenta que él estaba llorando. Luego bajó la mirada hasta las manos de él, las notó temblorosas mostrando el miedo que estaba sintiendo en ese momento, estuvo decidido e iba a hacerlo a pesar de tener miedo. Entonces se acomodó en su lugar, y apoyó la nuca en la roca, cambiando de semblante a uno despreocupado.

—¿Qué crees que pasará una vez que saltes? —preguntó. Pensando en lo siguiente que podría decir, que podría inventarse para detenerlo.

—Nada.

—¿Estás seguro? —Él le dio una mirada confusa, sin entender. —Así que eres el tercero que sabe de este lugar. Yo soy la segunda. —se señaló.

—¿Eh?

—El primero también quiso suicidarse, ¿Quieres saber que pasó? —Él no respondió, pero por dentro estaba lleno de curiosidad. —Saltó y se arruinó la columna, más otros huesos. Pero no murió, y no sé si eso sea buena o mala suerte. Quedó paralitico, vive escuchando y viendo todo pero sin mover un hueso. ¿Qué crees que te suceda a ti cuando saltes?

El chico miró hacia el mar, sintió el vértigo apoderarse de él que rápidamente tuvo que apartar la mirada. Ella lo estaba logrando.

—¿Quieres que te de un empujón y lo averigüemos? No quiero ser cruel pero supongo que si no soportas esta vida como para querer acabarla, tal vez y paralítico te guste más. ¿Tú que dices? —fingió una sonrisa cálida. Él la observó indignado. —Solo imagínalo, estar todo el tiempo en una cama, que no puedas ni comer por tu propia cuenta, que no puedas hacer nada por tu propia cuenta. Ser un cargo más para tus padres, suena cruel el como lo digo pero aunque no queramos verlo, es así. ¿Te gustará?

—¿Que clase de persona alienta al suicidio a otra? Y encima de esa forma. —se quejó.

—¿Porqué? ¿Acaso te estoy cambiando de parecer?

—¿Eso es lo que quieres, verdad? —Si, no quiere presenciar un suicidio. El trauma no la dejará dormir por días, tal vez semanas o meses. Julien es de esas personas que tienen problemas con su Yo interior, si tienen la oportunidad de hacer algo y no lo hacen. Su mente no la dejará en paz. Por fuera muestra tranquilidad, pero por dentro rezaba que el chico no hiciera lo que tenía pensado hacer.

—No te conozco, lo que hagas no me interesa. Solo quise darte ese dato sobre ese chico que tuvo buena o... ¿Mala suerte? Aún no sé cual de las dos puede ser. Pero no te distraeré más, adelante. —se cruzó de brazos y cerró los ojos fingiendo dormir. Lo único en que él pudo pensar en ese momento, viéndola dormir ante un próximo acto suicida fue que es la loca más loca de todos los locos que ha conocido.

Mientras que él se rendía cada vez más, ella rezaba a que al final recapacitara y no lo hiciera. De todas formas no quería terminar igual a ese chico, sería el colmo, pensó que no quería ser otra carga molesta para su familia, familia que era capaz de quejarse con él por tener que cuidarlo si o sí de alguna forma aunque no tuvieran el dinero suficiente para hacerlo. Más importante para él, sería demasiado para su madre.

Julien entreabrió un ojo para poder mirarlo, pero luego abrió ambos cuando él comenzó a alejarse de la orilla.

—Oye. —se detiene al escucharla. Esta vez estaba lo suficiente cerca como para notar que sus mejillas estaban mojadas y sus ojos hinchados de tanto llorar. Se sintió mal por él, no imaginaba lo que ha de estar sintiendo ahora mismo, ni la grave razón por la que quiere acabar con su vida. —Hay muchas formas de sobrellevar lo que sea que estés pasando. —le dijo sonando amable y comprensiva.

—Claro que no. -respondió seguro. —No quiero que le hables sobre esto a nadie.

—¿Cómo sabrás si lo haré o no?

—Porque sé quien eres y quién es tu padre, sé que la prensa pagaría demasiado por tener algo de ti. Y si hablas sobre esto, no mejorarás mi vida en lo absoluto. Lo empeorarás.

—No hago, ni haré una entrevista. Puedes estar tranquilo. —Aún así él la miraba con desconfianza. Julien suspiró. —mira, no tengo porqué hablar sobre esto. No es mi asunto.

Asintió no muy convencido, y quiso seguir su camino pensando en no volver más al lugar que también creyó secreto. Ya no tenía el mismo significado si alguien más lo ocupaba. Ella volvió a llamarlo.

—¿No vas a decirme tu nombre al menos? —Él volvió a verla por encima del hombro.

—¿Porqué debería hacerlo? No nos vamos a volver a ver otra vez.

—Entonces, con más razón necesito saber el nombre de la persona que decidió tomar la decisión de seguir, a pesar de estar hundiéndose. —él lo pensó por unos minutos, mientras que Julien aprovechó a mirarlo de pies a cabeza. Llevaba jeans negros y desgastados que hacia juego con una camisa gris de cuadros negros. Dentro llevaba una musculosa. Y sus zapatillas viejas estaban llenas de lodo. Se sintió avergonzado que ella lo examinara de esa forma, cuando Julien vestía de una campera que podría valer más que su casa. Lo mismo va con su mochila negra, sus pantalones y sus zapatillas blancas que posiblemente eran nuevas. Retrocede incómodo creyendo que seguramente ella ya no iba a querer saber nada de él. Ambos venían de familias y economías muy distintas. Julien lo notó. —¿Me dirás tu nombre o no? —insistió.

¿Porqué insistía en querer saber el nombre de alguien como él? Se preguntó. No tenía sentido, sabiendo como es su padre pensó que ella sería igual. Pero parece que no lo son del todo, porque el señor Asher ni siquiera se tomaría el tiempo de mirarlo.

Soy Evan.

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