Te cuidaré

Llegué a casa con mis emociones a mil, no pensaba volver a ver a Damián en toda mi vida, se sentía raro todo esto.

—¿Qué te sucede ahora? —me preguntó Caroline sentada en la parte baja de la escalera al verme entrar y quedarme recostada en la puerta viendo a la nada ni siquiera me había dado cuenta que estaba ahí.

—¿Eh?

—Estás ahí como tonta, como si estuvieras en otro universo.

—Es solo... No me acostumbro a este lugar —mentí y me acerqué a ella.

—Llegamos hace muy poco, nadie de nosotros lo ha hecho.

Asentí —¿Sabes para dónde va papá en la noche?

—¿Papá? Ni siquiera lo sabía, no me dijo nada.

—Tampoco a mí, lo escuché hablando junto a mamá sobre que hoy saldría o algo así.

—Que metiche eres.

—¡Oye! —ella rió —los escuché por casualidad.

—Aunque... Creo que se verá con un señor que vive por aquí.

—¿Cómo sabes eso?

—Mmh, no estoy muy segura. Pero hace unos meses mamá me dijo que él hablaría con un señor en cuanto nos tocará venirnos para acá, creo que para la venta de la otra cosa.

—Eso tiene un poco de sentido.

—¡Ujum!.. ¿Cómo te fue en la universidad?¿Es linda?

—Es... Diferente.

—Es la primera vez que estás en una universidad pública.

—Lo sé, aunque... No es muy diferente a las privadas, de hecho hay gente más simpática... Bueno, algunas —dije al recordar al tal Nick.

—Vaya, ¿Nina Smith diciendo que hay gente simpática? Eso sí que es raro.

—¿De qué hablas?

—Las otras veces que te he preguntado sobre la gente siempre me dices que son insoportables, llegas molesta y te vas directamente a tu habitación.

—Ay, eso es mentira —dije aunque sabía que era verdad —Solo... Que la gente no pone de su parte para caerme bien, es solo eso.

—¿Y tú sí?

—¡Claro que sí! Soy súper simpática.

—Sí, cómo no —ironizó.

—¡Pero mira quién habla! La que ni siquiera le hablaba a Josh aunque siempre estaba en la casa.

—Él no me hablaba, siempre tartamudeaba cuando lo hacía y me ponía incómoda, no sé por qué no buscas otro mejor amigo.

La miré mal —Es porque le gustas.

Rodó los ojos y se levantó sin decir más, yo la seguí para ir a mí habitación. Hice lo que tenía que hacer por la tarde y esperé a que dieran las 6:40pm, a esa hora saldría a buscar a Damián.

Llegó la noche, eran las 6:35, salí de casa en busca del lugar donde quedé con Damián, mi ex. Cuando llegué enfrente de la tienda musical lo busqué con la vista y no lo encontré por ninguna parte "tal vez le dió miedo" pensé. Pero bueno, a quién no le daría miedo una situación así, a estas horas de la noche.

Estaba lista para regresar a casa después de esperar unos 20 minutos, pero alguien tocó mi hombro tras de mí, lo cual me asustó un poco y dí un respingo.

—¡Ah! Damián, no hagas eso —le dije al verlo con dificultad, ya que solo se iluminaba la mitad de su rostro por los pocos faroles de la calle. 

Después de varios segundos viéndonos fijamente, sin decir palabra, él habló por fin.

—¿Está todo bien, Nina? ¿Por qué me citaste a esta hora de la noche?

—Dijiste que querías saber lo que pasó.

—Sí, efectivamente eso dije.

—Entonces acompáñame —dije pero me quedé viendo su playera naranja muy llamativa.

—¿Por qué me ves así?

—¿Por qué te vistes así? —frunció el ceño.

—Vamos a hablar de algo muy importante ¿Y te pones a juzgar cómo me visto?

—¿Qué?... No es eso —negué con la cabeza.

Definitivamente no era el motivo, pero si papá andaba cerca lo podría ver más fácil con un color así.

Me quité mi sudadera negra que por suerte me quedaba grande y se la dí.

—¿Te convertiste en feminista? Pensé que los hombres hacían eso y ni siquiera hace frío.

—Solo póntelo.

—¿Para qué?

—Haces muchas preguntas, Grilly —reí por lo último que dije, ni siquiera sé por qué dije eso, solo salió  de mi boca, hace mucho tiempo que no lo decía. 

—¡Ah! Con que no te has olvidado de nuestros apodos eh, mentita —dijo riendo

No pude evitar sonrojarme, pero por suerte en la oscuridad no se notó mucho, o por lo menos eso espero, aunque me alegró que aún no olvidara esos apodos tan estúpidos.

—Ya vámonos —dije comenzando a caminar mientras él me seguía el paso.

—Esta bien, mentita, ¿A dónde vamos?

—A mi casa.

—¿A tu casa?

—Es lo que dije.

—¿Y por qué tan misteriosamente?

—Ya lo sabrás.

Llegamos a mi casa y mamá se encontraba en la sala de estar.

—¿¡Damián!? —dijo en cuanto entramos.

—Buenas noches señora Smith —dijo el castaño con un tono de vergüenza y tragó saliva incómodo.

—Hijo ¿Cómo has estado? Hace mucho que no te veo. ¿Ha ocurrido algo con tu familia? —mi mamá bombardeada con preguntas a Damián bastante alterada.

—Mamá, ya basta, Damián está bien, el no sabe nada.

Damián se ponía más expectante con la conversación entre mamá y yo, se veía nervioso.

—Mamá, le contaré hoy. Tiene derecho a saber, y ahora que vivimos en la misma ciudad deberá cuidarse más.

—Entonces regresaré en un rato —dijo mamá levantándose para ir a su habitación —esto solo es entre ustedes, pero por favor que se vaya en cuanto venga Ulises.

—Sí, no te preocupes, papá ni siquiera sabrá que estuvo aquí.

—Nina, ya dime qué sucede — dijo el chico quitándose la sudadera y poniéndola en el sillón.

—Mejor siéntate, esto podría asustarte un poco —

Él obedeció y se sentó a escuchar todo de principio a fin.

—¿Recuerdas cuando teníamos 16 años? Cuando denuncié a Eduard por violación y secuestro y todo valiera mierda porque él y yo éramos "pareja" y la policía no hizo nada... ¿Lo recuerdas?

—¿Cómo lo voy a olvidar? Eduard era un imbesil ¿Difundir que tú y él eran pareja?! Solo para salirse con la suya y que pensara que tuvieron relaciones con tu consentimiento ¡Por Dios! Y que la policía lo creyera fue lo más estúpido del mundo. Es... Es... Ahg, ni siquiera tiene sentido —dijo golpeando el sillón

Suspiré —Tranquilo... Lo sé... Un año después de eso tú y yo nos hicimos novios ¿Cierto?

—Sí.

—Fuimos novios por 1 año. Pero hay algo que no te conté.

—¿De qué hablas?

—Eduard no solo inventó que éramos pareja él y yo, sino que él también lo creía, se obsesionó con migo, ese imbécil me siguió acosando mientras tú y yo éramos novios. Decía que lo había cambiado por ti y todo eso.

—¿¡Por qué no me dijiste nada!?

—No quería preocuparte... Pero eso no es lo peor. Una semana antes de que cumpliríamos nuestro primer año de noviazgo, él me buscó. Me amenazó y me hizo esta herida, mira —dije levantando mi camisa mostrando mi torso moreno claro con una gran cicatriz. Damián me veía anonadado y confuso —me dijo que si no me alejaba de ti, él te iba a matar y le creí... corrí a casa y le conté a mi familia, me dijeron que lo mejor era irnos,  preparamos todo y un día antes de cumplir nuestro aniversario yo partí sin avisarte. Tenía las esperanzas que Eduard ya no me siguiera, poder ser feliz y que tú estuvieras a salvo también. Pero no fue así.

Es la cuarta vez que nos mudamos porque siempre nos llegan las amenazas de Eduard, esta vez nos vinimos a un lugar más lejano, tal vez así no da con nosotros, pero que estés aquí complica un poco las cosas.

—¿¡Qué mierdas estás diciendo,  Nina!? —dijo cuando terminé.

—Y es por eso que me mudé sin despedirme de ti, pensé que Eduard también te dejaría en paz y se solucionarían los problemas.

—¡Oh por Dios, Nina! — Damián caminaba de un lugar a otro con las manos en su cabello con mucha desesperación.

—Tienes que cuidarte — le dije.

—Nina, por Dios, me importa una mierda si me busca o me mata. Tenemos que cuidarte a ti y a tu familia.

Esto me desconsertó, ¿Acaso dijo que no le importa que lo maten? ¿Me está poniendo a mí y mi familia en primer lugar?

—¿Qué? —pregunté confundida.

—Te cuidaré, Nina, yo lo haré — dijo mientras me daba un abrazo con toda la fuerza del mundo y unas lágrimas rebeldes querían salir de sus oscuros ojos —Fuí un imbesil, ni quisiera me dí cuenta de lo que secedía, soy un idiota, ¡un completo idiota!

—¿¡DAMIÁN!? —preguntó mi padre entrando con no menos euforia que mi madre hace un momento.

—Señor Smith, ya lo sé todo.

—Nina, ¿Qué hace él aquí? —mi papá hablaba como si de un enemigo se tratara.

—Vive cerca de aquí, papá. Le conté todo y...

—¡Pero Nina! —dijo muy enojado —¿Tú por qué sigues aquí? Vete de mi casa Damián, tú también tienes culpa de lo que nos está pasando.

—Señor Smith yo le juro...

—No me jures nada y largo de mi casa. Ya le hiciste mucho daño a mi pobre hija, ¡vete ahora mismo!

No esperaba esa reacción de mi papá.

—Papá tranquilo —dije viéndolo con mucha confusión —Damián, creo que es mejor que te vayas.

—No...

—Damián, por favor, no le hagas ésto a papá, él está mal.

—Volveré Nina —dijo y salió rápidamente mientras mi papá me miraba con molestia y mi mamá venía bajando las escaleras asustada por los gritos de la planta baja.

—¿¡Estás enloqueciendo, Nina!? No quiero que vuelva nunca más.

—Papá, el es el bueno de la historia.

—Ya sabes que en nuestra historia no existen los "buenos".  Estamos nosotros cuatro nada y ya, no necesitamos a nadie más.

—¿¡Por Dios papá luchamos contra Eduard no contra todo el mundo!?

—No me arriesgaré a confiar en nadie más, nunca, Nina. Y tú tampoco lo harás. Y no me importa que nos tengamos que mudar ahora mismo otra vez.

Ya no soportaba a mi papá enojado así que subí a la que ahora sería mi habitación, sin decirle una palabra más.

Era tarde, así que después de una ducha me preparé para intentar dormir, pero como siempre el insomnio se declara mi peor enemigo. Sin embargo después de muchas vueltas en la cama pude cerrar los ojos un par de horas.

Al día siguiente me levanté sin muchos ánimos, me preparé para salir a la universidad y salí de casa.

—Querida vecina ¿A dónde tan de prisa? —escuché tras de mí mientras caminaba por la acera. Así que volteé, más por reflejo que por curiosidad.

«Bendita suerte la mía" pensé cuando vi quién era.

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