05.

La espera había terminado, hoy finalmente después de esperar meses, entraría a la universidad. Mi amado sueño de ser una artista profesional comenzaba. Me desperté con energía y tomé una larga ducha, cantaba mis canciones favoritas, mientras pensaba que ponerme. Al salir del baño enrolle mi cuerpo en una toalla suave y camine hasta el armario, busque entre los colgadores, me detuve al mirar la chaqueta de cuero color rojo que me había obsequiado Abby en mi cumpleaños el año anterior. No sabia nada de ellos desde el lunes que sucedió todo en las bodegas de Lui. ¿Por qué me traicionaron? Jamás hubiese hecho algo así, no a ellos. Con algo de nostalgia la tome en manos y la saque, también tome una camiseta sin mangas de unas de mis bandas favoritas de rock en color blanco, termine colocándome un vaquero azul celeste, la camiseta, la chaqueta de cuero roja y mis tenis blancos. Deje mi cabello suelto y me maquille un poco, tome mi bolso con algunos libros que indicaban y las llaves de mi ducati, el casco, mi teléfono y baje a la cocina a desayunar con la familia feliz. Al llegar vi a Mia sirviendo un plato enorme con una torre de panqueques, mientras que Rosa servía café, mermeladas, fruta picada y jugo de naranja.

—Buenos días—salude sentándome en el asiento de siempre, no había rastro de Alessandro. Y al parecer tampoco de Archie, le di un sorbo a mi café y me serví dos panqueques.

—Buendía, cielo—saludo mi tía alegre—, ¿Contenta por tu inicio de clases? —pregunto y asentí en silencio.

—Buenos días, familia—saludo Alessandro y rodee los ojos cuando le dio un fogoso beso a mi tía en los labios.

—¿Y se consiguen una habitación? —pregunte con sarcasmo y ambos se rieron con complicidad.

—Buenos días, para todos—saludo entrando al comedor, Archie. Volví a rodar los ojos, ¿Por qué todos teníamos que desayunar a la misma hora? Era irritante.

—Cielo, puedes irte con Archie, así no manejas esa máquina del demonio—pide mi tía refiriéndose a mi moto y casi escupo el jugo de la impresión.

—¿Enloqueciste? No pienso irme con él, mucho menos dejar mi ducati—respondo, cruzándome de brazos.

—Annie—reta Alessandro y ruedo mis ojos. —, No le hables de esa manera a tu tía, ya sabes que se pone se sensible cuando está en sus días…—advierte y suspiro.

—¡Que no estoy en mis días! —responde y ahogo una risita. —, ¡Te vas con Archie y es todo! —replica y ruedo los ojos por decima vez.

—Oblígame—respondo desafiante y tomo mi mochila de la silla, salgo a paso rápido de la enorme casa y busco mi ducati.

Subo en ella y sin pensarlo dos veces, me pongo mi casco y hago rugir el motor, ese sonido que me renueva. Conduzco con tranquilidad hasta la universidad, al llegar aparco en un puesto libre y mi corazón late con fuerza al ver a la lejanía en la entrada a los chicos, Hunter y Abby están sentados en la escalera grisácea. Le pongo la alarma y me saco el casco, camino con nerviosismo hasta ellos.

—Hola, Ann—saluda Hunter, Abby me da una mirada cargada de emociones.

—¿Qué hay? ¿Qué hacen aquí? —pregunto, pasando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

 —Ann, la cague, lo sé, ¿vale? Pero…no puedo vivir sin ti—responde Abby, la miro con diversión. Sabe que odio los romanticismos y esa frase es salida de una película cursi que no nos gusta—, ¡Golpéame si te hace sentir mejor! —exclama y la miro mal.

—¿Por qué lo hiciste, Ab? Yo nunca te traicionaría, ni a ti ni a Hunter—respondo cruzándome de brazos—, ¡Somos familia! ¿Acaso sabes lo que eso significa?

—¡Mierda, lo se! Soy un asco, pero joder, estaba tan asustada. ¡Creí que de verdad me lanzaría a Franky! —responde desesperada y la miro con tristeza.

—Lo siento chicos, tengo clases…—alargo y doy un paso para continuar y subir las escaleras. Hunter me detiene del brazo.

—¿Estamos bien? —pregunta generalizando, pero niego con mi cabeza.

—No puedo volver a confiar en ustedes, ¿Cómo se que no me traicionaran cada que estén en aprietos? —pregunte triste, ellos me miraron con su boca entreabierta, pero asintieron, dándome la razón. Una vez se pierde la confianza, es muy difícil recuperarla por no decir imposible.

Los vi marcharse en la lejanía y sentí doler mi corazón, pero por mucho que quisiera no podía volver a confiar ciegamente en ellos, al menos no como antes. Suspirando sostuve mi mochila con fuerza y camine hasta mi casillero, guarde mis libros y mi casco. Cuando cerré la puerta, casi me da un infarto al ver el rostro de una chica.

—¡Por dios, eres una loba! —exclama con emoción y la miro con los ojos como platos. ¿Cómo lo supo? Aun no tengo la mayoría de edad, para convertirme y mucho menos tengo el olor.

—¿Quieres que te preste un megáfono y así lo puedes decir mas fuerte? —respondo rodando los ojos.

—¡Lo siento, lo siento! —se disculpa avergonzada—, Soy Margaret, un hada de los elementos—se presenta y me rio.

—¿En serio? ¿un hada? —pregunto y ella me mira mal, pero eleva su mentón.

—¿Qué tiene? —refuta, lo medito un poco.

—¿Qué no existen quizá? —respondo y ella abre mucho su boca, está indignada.

—¿Acaso crees que solo existen los lobos? —me pregunta con una risita burlona y se cruza de brazos, encojo mis hombros con indiferencia. —, Pues deberías salir de tu burbuja, existimos muchas mas especies.

—Como digas, hadita—respondo con burla y susurra algo dejándome paralizada en mi lugar.

Intento moverme, pero es imposible. Ella se ríe y asiente con suficiencia, la miro mal. Hago gestos para intentar moverme y ella se ríe aún más fuerte. Se está burlando de mí, no puedo creerlo. Vuelve a susurrar algo y recupero la libertad de mi cuerpo. La fulmino con la mirada y amenaza con su dedo.

—Eres rara, me caes bien—respondo y ella sonríe. —, Pero no por eso seremos amigas. —completo y su sonrisa se desvanece.

—Es una pena, porque llevo un año aquí y conozco todas las instalaciones…—responde y me hace dudar un poco. No me vendría mal un poco de ayuda para encontrar mi salón de clases.

—Bien, hadita. Seremos amigas—respondo rodando mis ojos nuevamente y ella asiente contenta.

—Deberías tener mas respeto por las demás especies, este lugar está lleno de todo tipo de criaturas…—responde y me encojo de hombros. Rueda sus ojos y enlaza su brazo al mío, guiándome por los pasillos. —, Mira, ella es Ester, una sirena, él es Patrick un hombre lobo también, ella es Morgana, una bruja de un linaje muy poderoso, ella es Violet un hada como yo…—comenta parlanchina y yo ruedo mis ojos por lo cotilla que es. Mi vista se cruza con la de un chico de tez muy pálida y cabello castaño, su camiseta blanca deja ver la cantidad exuberante de tatuajes que tiene por todo su cuerpo.

—¿Y él? ¿Quién es? —pregunto con intriga. Me cautivo su aire de chico malo.

—Ni te emociones, es Dante Liberi. Un vampiro muy cruel…—menciona y me da una especie de escalofríos.

—¿Y por que es cruel? —pregunte con curiosidad.

—No quieres saberlo, créeme—responde y se detiene en seco—, Bien, aquí es tu salón. Nos vemos luego—se despide y la pierdo de vista entre tantos estudiantes.

Estaba por entrar a mi salón, pero todo paso muy rápido. En un momento estaba en el pasillo lleno de estudiantes y en otro estaba en un salón abandonado en el ala este de la universidad. Aterrada, busque al o la causante de ello. Pero me tope con unos ojos tan rojos como la sangre, el chico guapo del pasillo, el que era un…vampiro me miraba expectante. Trague saliva y alce mi rostro con frialdad.

—¿Quién eres y por qué me trajiste a este lugar? —pregunte con seriedad, manteniéndome serena y cruzando mis piernas.

—Ya sabes quien soy, esa cotilla de Margaret te lo ha dicho—responde con seguridad, su aire de superioridad me agrada—, Te traje aquí porque me estabas enloqueciendo con tu olor.

—¿Eso es bueno o malo? No te comprendo—respondo confundida, su sonrisa se ensancha.

—Adorable, aparte de exquisita—responde y con una mega velocidad se acerca mucho a mí.

—No soy adorable, ¿Qué sucede contigo? —respondo apartándolo de mi con fuerza. —, ¡Devuélveme a mi salón de clases! —exijo y se ríe con burla.

—¿Cómo es tu nombre? —pregunta con curiosidad evitando mi exigencia, ruedo mis ojos y bufo. Comienzo a sentirme incomoda y atacada.

—¿Por qué debería decírtelo? —respondo en su dirección y achico mis ojos.

—Porque necesito saber el nombre de mi tua cantante. —responde con una sonrisa escalofriante.

—¿Tu qué? —pregunto confundida.

—Para ser una loba, no estas muy enterada de tu mundo, ¿no? —divierte y me mira con atención, lame sus labios y cierra los ojos, su nariz se mueve. ¿Me esta olfateando? ¿enserio?

—¿Qué m****a hablas? —respondo perdiendo mi paciencia—, ¡No puedes traerme a un salón abandonado, decirme esas cosas extrañas y luego no responder!

—¡Que borde resultaste ser, gatita! —responde maravillado y yo resoplo.

—¿Gatita? ¿En serio te parezco un maldito gato? —pregunto hecha una furia.

—Si, por lo adorable, además mueves tu nariz cuando estas enojada como uno—responde y quiero golpearlo.

—Vete a la m****a, como sea que te llames—respondo y me pongo de pie, comienzo a caminar hacia la puerta y usa su estúpida velocidad inhumana para interceptarme. Poniéndome entre la puerta y mi cuerpo, ruedo los ojos y golpeo sus rodillas. —, ¿Puedes dejarme en paz?

—Me temo que no, por alguna razón, estas destinada para ser mi compañera para toda la eternidad, Annie—responde con seriedad sin ningún atisbo de diversión. Lo miro sorprendida, ¿Cómo es que sabe mi nombre? ¿Por algo lo pregunto no? ¿Acaso puede leer mi mente? ¡Como en las películas!

—¿Cómo carajo sabes mi nombre? ¡Hace poco me lo preguntaste! —respondo enfadada.

—Quise ser cortes, pero, claro que ya lo sabía—responde con una sonrisa cínica. Ruedo mis ojos—, No puedo leer tus pensamientos Annie, por alguna razón, puedo oír los de todos, menos los tuyos.

—Bah, no me interesa, déjame ir o gritare—amenazo y su risa inunda mis oídos.

—Nadie podría escucharte, estamos en el ala abandonada, cariño—responde—, Aquí no viene nadie desde hace años.

Trago saliva y busco una alternativa, la ventana queda muy alta por lo que saltar me haría fracturarme algunos huesos. Suspiro derrotada, no puedo creer que todo me suceda a mí. Y en mi primer jodida día de clases.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto dándome por vencida.

—Nada, disfruto molestarte. —responde encogiéndose de hombros—, Además, disfruto de tu olor, cariño.

—Lamento arruinar tus planes, pero necesito ir a mis clases—respondo, fulminándolo con mis ojos.

—Como ordene, principessa—responde guiñándome su ojo. Y tal como llegamos a este frio lugar, me regreso a mi salón de clases. Las cuales habían empezado y el profesor ni siquiera noto como fue que entre, mire por la ventana y el estúpido vampiro me miraba con una sonrisa triunfal.

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