Capítulo 2

Capítulo 2: Humo de colores

– ¡Por favor todos los estudiantes salgan en una fila de manera ordenada con las manos sobre la nariz! vocifera el director alarmado viendo como la nube de color verde se agranda cada vez más.

Tomo de la mano a Joselyn y la halo hacia la salida me quedo viendo si no hay nadie dentro y espero a que todos salgan. Mi despistadez como siempre. Cuando todo el colegio está evacuado los murmullos sobre lo que pasó se hacen presentes y, yo sé muy bien lo que pasó. Es más yo soy el responsable. En mi defensa a todos nos ha pasado que vemos algo muy lindo y no podemos dejar de verlo, como por ejemplo, gatitos durmiendo.

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Siento un cosquilleo al entrar por la puerta del colegio y es que hoy es día de química. Una vez a la semana recibimos química en un laboratorio donde experimentamos con los elementos.

Entro al salón de clases y tomo mi asiento habitual cerca de la ventana, me pongo la bata y acaricio los tubos de ensayo y matraces. Los demás alumnos entran de a pocos y entre ellos Charlotte, que toma asiento frente a mí.

Buen día Landon me saluda con una sonrisa. Proceso un poco y luego le respondo.

Buen día Charlotte me quedo pasmado un rato porque hoy se ve más hermosa que otros días. El pelo lo lleva en una coleta alta, lleva puesto un vestido azul. Parece una chica de portada de revista. Regreso a la realidad cuando siento un golpe en el brazo, volteo a ver al responsable y es Joselyn, linda manera de saludar.

Hola Landy.

Hola Yoshi.

Landon no soy un dinosaurio verde que lleva a cuestas a un fontanero llamado Mario ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? sonrío ante su enojo mi nombre es Joselyn, no Yoshi.

Buenos días jóvenes, espero que estén listos para la sesión de química de hoy he esperado esta sesión desde hace mucho tiempo. Al fin después de tanta espera probaremos reacciones químicas. 

Empezamos con la clase, pero no tengo toda la atención puesta en la explicación del profesor, el perfume que tiene Charlotte me distrae y su cabello cuando le da la luz del sol cambia de color, pasa de ser aparentemente negro a un castaño claro, un tono chocolate muy hermoso.

Entonces chicos deben poner el nitrato de potasio en el matraz, calentarlo a una temperatura de 46°C y luego poner tres gotas de oxígeno líquido, para que esta solución genere espuma manipulable lo esperado es que salga espuma, pero yo, no tengo idea de cuál tubo he tomado y se lo he puesto al matraz, sin mencionar que la temperatura no es la indicada.

Resumiendo todo el asunto, el compuesto contenido en el matraz reacciona de otra manera generando humo de color verde, una nube de humo comienza a arremolinarse en mi mesa y luego se comienza a expandir por todo el techo del laboratorio. El profesor alarmado comienza a evacuar a todos en la sala.

Me quedo petrificado viendo como la nube crece cada vez más, Joselyn me toma de la mano y me jala hacia la salida del salón, reacciono y me asusto un poco todos los estudiantes salen en fuga de la gran nube de color verde. Busco con la mirada a Charlotte y no la veo por ningún lado, temo que no haya salido a tiempo y haya respirado el humo. Las personas siempre pensando en lo peor.

Ya está afuera Landon, vamos me tranquiliza Joselyn. ¿Cómo supo que estaba pensando en ella? ¿Tanto se me nota?

Fin flashback

Y esto nos lleva al presente. El profesor de química corre en dirección de la bodega del conserje y trae consigo una aspiradora se pasa los tirantes por los hombros y se la pone cuál mochila y, comienza a aspirar el humo que sale del salón. Parece un cazafantasmas, portando una espiroqueta cuántica.

Luego de todo el incidente, me llaman a la oficina del director, (Como diría mi mamá) tengo el corazón en la garganta, porque tengo miedo, tengo miedo. Paso por la puerta, es la primera vez que vengo aquí, y al entrar veo al director, al coordinador y al maestro de química.

– Casi cometes una masacre, Landon – habla el director muy serio. Yo ni siquiera puedo verlo a los ojos, vamos, que es cierto, casi mato a todos en el colegio. Espero lo peor.

– Esto es algo que amerita la expulsión del colegio – me quedo sin aire, ya me lo esperaba, pero escucharlo me deja pasmado y no encuentro mi voz, siento como todo se me derrumba de a pocos.

– ¿No dirás algo para defenderte? – pregunta el maestro ante mi silencio. Decir algo sería totalmente inútil, no se puede cambiar el pensamiento de las personas, con unas simples palabras. Sin embargo, hay algo que sí puedo decir.

– Lo siento, no fue mi intención – digo sin levantar la mirada, con un tono bajo.

– Ok, estás perdonado – me dice el director, y mi sorpresa es tanta que tengo que levantar la cabeza y, al hacerlo veo a los tres hombres sonriendo.

– Landon, los compuestos que usamos en el laboratorio son inofensivos, se podrían volver nocivos si se hacen en triadas, pero jamás los hacemos así – me dice el coordinador, negando lentamente con un poco de diversión – estos accidentes pasan, pero siempre se debe tener cuidado con lo que se hace.

– Y debes prestar atención a lo que haces – el profesor sonríe – las chicas pueden quitarte la atención de lo que haces, más si están frente a tí – dice esto último sonriendo y comprendo a qué se refiere, a Charlotte y, no sé cómo reaccionar, así que, hago lo mismo de siempre callar. Espero que no empiece con ese chiste en todas las clases, aún no estoy del todo listo para decirle a Charlotte que me gusta desde siempre, creo que nunca lo estaré.

Luego de unas cuantas risas de parte de ellos y mi seriedad abrumadora salgo de la oficina, sin preocupaciones. Afuera me espera James, al verme me pasa un brazo sobre los hombros.

– Landivar casi matas a todos.

– James no me llames Landivar, mi nombre es Landon – sé que esto es algo hipócrita, yo llamo a Joselyn Yoshi, pero James no sabe que le digo así.

– No seas amargado Landivar, tienes que aprender a disfrutar la vida.

– Creo que tenemos maneras diferentes de disfrutar la vida.

– ¿De qué hablas? Si nos divertimos pasando el tiempo juntos – ¿estará borracho?

– Sí lo que tú digas – camino hacia la cafetería tengo dos horas porque el profesor de Ciencias no se presentó. Lo curioso del asunto es que James me sigue los pasos, digo él jamás come en la cafetería, ni siquiera entra a la cafetería por irse a entrenar – ¿No tienes que entrenar?

– Hoy quiero pasar tiempo con mis amigos – sólo lo veo y no digo nada.

Llego hasta mi mesa de siempre y tomo asiento, frente a mí se sienta James viendo a todos lados.

– Se llaman personas, James y con ellas se socializa.

– ¿Y por qué no socializas con ellas? – Touché.

– No es lo mio socializar – intento defenderme, aunque es inútil.

– Sí es por eso que no tienes muchos amigos.

– ¿Tienes algo en mi contra? – el muy desgraciado sonríe.

– No, nada, sólo digo la verdad.

– Linda manera de pasar tiempo con tus amigos – saco un libro de mi bolso y lo abro en la página que me he quedado.

– ¿En serio te vas a poner a leer? – asiento lentamente sin dejar de ver las letras del libro. Me mantengo un rato leyendo en completo silencio, un silencio muy incómodo para James porque no sabe qué hacer. 

Me pregunto dónde estará Joselyn, mi mente llena de ideas muy locas piensa en ella y Diego, que este último la tenga retenida, pero luego recuerdo que Joselyn no es como las demás chicas, sabe defenderse, así que no me preocupo mucho ¿Qué clase de amigo hace eso?

– ¿Tienes novia? – niego lentamente ante la pregunta. Sigo en lo mío de leer. Nuestras pláticas no siempre son así, pero aclaro que no estoy enojado. James tamborilea los dedos en la mesa – ¿Irás a la fiesta de Halloween en casa de Loreta? – niego lentamente – vamos amigo, no te aisles.

– James sabes que no me gustan los lugares con mucha gente. Me pongo muy nervioso.

– No es necesario que hables con nadie.

– Entonces me quedo en casa.

– No puedo contigo. Pero deberías considerar ir. Así cuando tengas hijos les contarás que no te gustaban las fiestas, pero por no dejar de lado a tus amigos siempre ibas – lo veo con una ceja levantada, eso es lo más absurdo que he escuchado.

– Pero qué conmovedora historia – le digo sin mucho ánimo, y es que, lo mío no es estar rodeado de gente, la gente me pone de nervios y no puedo socializar con ellos. Es más, si me ponen en una sala con desconocidos no hablo con ellos hasta que ellos hagan el intento de dialogar conmigo, que triste es mi caso.

– Deberías ir, quién sabe, tal vez consigues novia, descuida no es burla.

– Tranquilo ya estoy acostumbrado – James no sabe que me gusta Charlotte, de ser así viviría atormentado por sus insistencias para que le hable de una vez por todas, pero de esa presión es de la que todos huimos y por eso mantenemos nuestro gusto por alguien en secreto, claro dejando de lado que si eso se divulga significa la muerte social de la persona.

– ¿Landon te gusta alguien? – la pregunta, la cuestión es: mentir o decir la verdad. James es mi amigo desde hace dos años, pero repito, miedo a que se sepa todo ¿Se imaginan que Charlotte no sienta nada más que amistad por mí? Eso sí que da miedo, sin embargo hago uso del pensamiento lateral y asiento lentamente – ¿En serio? ¿Quien? – como obra divina Joselyn se acerca rápidamente, así que me he librado de responder quién.

– Hola chicos ¿Cómo van? – se sienta al lado de James.

– Charlando con Landivar, cosas de chicos.

– Saben que no pueden dejarme de lado así que hablen – y es cierto, Joselyn es de mente flexible que no se molesta del todo cuando dos chicos hablan de cosas de chicos, cabe aclarar que nosotros, o yo por lo menos, no hablamos cosas obscenas, eso no va conmigo.

– Pues le estaba preguntando a Landon sobre si le gusta alguien – de nuevo James vuelve al tema. Y cuando pensaba que ya me había salvado.

– Pero ese tema puede esperar, Landy dime ayer que te fuiste solo ¿No pasó algo interesante? – el chico interrumpido la ve con una mirada suspicaz, pero cuando termina de hablar la chica su mirada cambia y ahora tiene curiosidad. 

Ahora esto, sí le quería contar a Joselyn de mi charla con Charlotte, pero sólo a ella. Aparte de no querer divulgar mi gusto por Charlotte, está la esperanza que ellos podrían tener por mí en que llegaría a tener algo con ella y que de un día a otro dejemos de hablar sería algo decepcionante. Pero hoy es un día diferente y tengo de esos arranques que pueden llegar a tener a las personas de mucha valentía o mucha estupidez. 

Hoy a estas horas tengo uno de esos arranques.

– Pues, ayer caminé junto a Charlotte.

– ¿Hablas en serio? – pregunta la chica asombrada. Asiento lentamente – ¿Sobre qué hablaron?

– Hablamos sobre que las personas calladas en su mayoría se convierten en asesinos cuando crecen – la chica me ve con desconcierto, pero luego recompone su rostro.

– Bueno al menos hablaron, no todo es perfecto

– Espera, espera ¿Te gusta Charlotte? – pregunta James, asiento ante su pregunta – tienes buenos gustos, Landy. Descuida mantendré a los chicos del equipo lejos de ella – no es eso lo que me preocupa.

– James no tienes que decir una sola palabra de lo que hablamos – le amenaza Joselyn – o te las veras conmigo y, no es algo que quieras – el chico levanta las manos – y nada de estar presionando al niño, ya ha dado sus primeros pasos, poco a poco irá mejorando.

– Pero esperamos que no tarde mucho.

***

De camino a casa, me pongo mis auriculares y le doy play a la playlist, meto mis manos en mis bolsillos, el clima en la ciudad siempre se mantiene, fresco para mí, para algunos frío. Hasta se podría decir que “mi personalidad” (según las demás personas, que no me conocen) es igual o peor que el clima, nada nuevo.

Luego de una charla motivacional de mis amigos sobre tener iniciativa y no tener miedo a perder, voy comiendo chocolate. Algunos dirán “te llenarás de barros”, pero no, en mi corta vida, jamás he tenido un barro, y me da miedo, porque quiere decir que todo el cebo se queda dentro de mi piel, o que mis poros están cerrados y no dejan que nada salga. Suena asqueroso, de hecho ahora veo el chocolate con asco. Estas pláticas internas conmigo mismo a veces no son muy satisfactorias.

La música logra que todos los sonidos de afuera se hagan mudos, haciendo todo más bonito. Está demás agregar que me encanta el frío, el frío es vida. Cuando exhalo aire por la boca el vapor se nota. Según mis cálculos en pasos, son aproximadamente unos 894 pasos hasta mi casa. Mis pasos todo el tiempo son muy largos, son relativos al tamaño de mis piernas y la costumbre de dar este tipo de pasos.

Cuando era pequeño mi papá en algunas ocasiones pasaba a recogerme al colegio cuando mamá no podía y, a esto le debo mi andado rápido, papá era militar tenía un paso decidido y firme y, solía usarlo conmigo todo el tiempo, así que, si quería estar caminando junto a papá tenía que andar a su paso. A esa edad era como andar corriendo. El paso era tan rápido que cuando me compraba un helado, éste no se derretía en el camino y cuando llegaba a casa todavía tenía helado para un rato. Cuando recién había partido no quería siquiera caminar porque me recordaba a él, con el tiempo pasó lo que tenía que pasar, el dolor es menos, el recuerdo ya no es triste.

Siento como alguien se coloca a mi lado y al ver de soslayo, entro en pánico. Es Charlotte, me quito los auriculares y volteo a verla.

– Llevo rato siguiéndote, caminas demasiado rápido – dice con pausas. Vaya, el primer día que uso mis auriculares y Charlotte me estaba siguiendo. Demonios.

– Lo siento.

– ¿Tienes miedo de que algo te pase? – la veo sin entender – es que caminas demasiado rápido – sonrío ante su comentario y ella agrega – vaya, sonríes – al instante se borra. Ella descompone su rostro de feliz a ¿preocupada? Se queda callada por un rato – ¿Por qué caminas tan rápido?

– Mi papá solía caminar así – ella me mira y luego comprende.

– Lo siento.

– Está bien.

– Imagino que caminar a su lado era como andar corriendo ¿no?

– Sí – el silencio vuelve a reinar. Quiero seguir hablando con ella, estas oportunidades no se presentan siempre.

– ¿Irás a la fiesta de Halloween en casa de Loreta?

– No.

– Ay, que seco.

– No me gusta estar rodeado de gente – al terminar de decir la frase lo que he dicho se proyecta en mi mente y quiero darle cabezazos a la pared. Ella voltea a verme y yo abro la boca y la cierro, demonios Mejor dedicate a la pesca, zopenco – Quiero decir mucha gente, rodeado de mucha gente.

– Buen punto, yo voy por la comida – la veo y sonrío, bien no malinterpretó nada. Llegamos hasta su casa, cuando paramos quedamos frente a frente, demonios, *preparándome para morir* – Nos vemos mañana Landon – y se va. Vaya, soy algo exagerado.

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