Capitulo 3

Terminamos las clases, salimos de la universidad y Ana nos estaba esperando afuera recostada de un carro.

—Mira ahí esta Ana —me dice Marcos.

—Ey chicos —nos hace señas Ana, nos acercamos hasta ella.

—¿Y este carro? —pregunta Marcos observando el vehículo.

—Es mío, no es de último modelo, pero algo es algo, peor es nada, vamos a ir a comer algo.

—Ah, no sé —le digo dudando— después no encontraré como irme a mi departamento, no conozco esta ciudad.

—Tranquila yo te llevo, yo soy de aquí y me sé esta ciudad de memoria.

Acepté y nos fuimos a un pequeño café, pedimos pizza, estábamos esperando nuestra orden cuando el chico antipático entro al establecimiento.

—Oh no —intenté taparme con la cartilla del menú.

—¿Qué pasa? —me pregunta Ana acercándose a mí.

—Ese chico, lo vi esta mañana y es muy antipático —le digo.

—¿Y? ¿Que tiene que un chico te vea? —me pregunta Ana.

—El problema no es que me haya visto, sino que se atrevió a llamarme fea sin conocerme y para colmo me tocó ver dos materias con él.

—Oh, no lo había visto bien, pero ese es el chico más guapo de la uni.

—¿Y qué? A mí no me importa eso.

—¿El más guapo? —dice Marcos— ¿y yo donde quedo? Soy muy guapo.

—Ay Marcos, tú eres como el quinto de la lista —le dice Ana burlándose de él.

—¿El quinto? ¿Cómo que el quinto? Yo soy muy guapo —dice Marcos poniéndose una mano en el pecho— además mira este cuerpazo, espera ¿hay una lista?

—Que loco eres hablas y no sabes nada —le dice Ana riéndose.

—Pero ¿quién hace una lista de los chicos guapos?, ustedes las mujeres son un caso serio.

—Vas a decir que ustedes no tienen una lista —le dice Ana.

—Pues no —dice Marcos dudando.

—Ya ves que sí, dudaste en responder, así que no te puedes quejar si ustedes hacen lo mismo.

—Pero el quinto, ¿tan lejos estoy?

—Eso no es tan lejos —le digo a Marcos— yo debo ser la última en su lista.

—Si es lejos, y pues tú acabas de llegar así que todavía no te han tomado en cuenta en la lista.

—Ay ya, a quien le importa esas listas, olvidémonos de eso, seamos felices como somos sin prestar a atención a lo que dicen los demás.

—Claro tú lo dices porque no te importa tu imagen, a mí si me importa y mucho, para eso voy al gym seguido, ¿de donde crees que salen estos chicos? —dice Marcos mostrando los músculos de sus brazos.

—Sí, si claro, y no te metas con mi imagen que a mi si me importa, solo que pienso que no es necesario usar tanto maquillaje.

—Es cierto lo que Ana dice —le digo a Marcos— yo tampoco uso tanto maquillaje.

Llego nuestra pizza y nos pusimos a comer, de pronto alguien se acerco y se paró a mi lado.

—Miren quien está aquí, es la chica fea del taxi de nuevo —esa voz ya sé de quién es, es el chico antipático.

—¿Qué quieres?, ahora parece que el que esta siguiéndome es otro —le digo.

—No cariño, no te ilusiones, yo siempre vengo a esta cafetería a comer.

—Bueno es solo casualidad entonces, yo ni siquiera sé tu nombre, mucho menos a dónde vas.

—O como te dije antes, es el destino —me susurra en mi oído, esas palabras hicieron que un escalofríos recorriera mi espina dorsal— adiós fea.

Se fue hacia el mostrador, retiro una pizza y salió del lugar.

—De verdad que es antipático —dice Ana.

—La verdad que esta chica me sorprende, no se le queda callada a nadie —dice Marcos.

—Yo soy así, me gusta decir en la cara lo que pienso —les digo.

—Y esa es la actitud —me dice Marcos levantando una mano para chocarla con la mía a lo que yo lo hice.

—Como me gustaría ser como tú —dice Ana— pero soy muy cobarde.

Terminamos de comer la pizza y Ana me lleva a mi departamento, salgo del carro y me despido de ellos, Ana tenía que llevar a Marcos, subí por las escaleras hasta mi piso, entre a mi departamento, me di un baño y me acosté en mi cama, sonó mi celular y veo que se trata de Clara.

—Hola amiga, ¿cómo te fue en tu día? —me escribió en un mensaje.

—Hola amiga, me fue bien, como ya te había dicho durante el día —le respondo.

—Ay es que te extraño, no es lo mismo sin ti, temo que me hagan bullyng de nuevo.

—Yo te dije que no tienes que dejarte hacer eso, ya somos jóvenes, tienes que saber defenderte, así como yo lo hice hoy.

—¿Que te paso? No me habías dicho nada de eso.

—Una chica aquí intento meterse conmigo, pero ya lo solucione tu sabes que yo no me quedo callada.

—En cada casa de estudio como que hay personas así, solo espero que no me vuelva a pasar a mí.

—Solo haz lo que te dije y veras que te irá bien amiga.

—Ok seguiré tu consejo, te dejo voy a dormir mañana tengo que levantarme temprano y tu sabes muy bien que me cuesta mucho.

—Sí, lo sé, eres de sueño pesado. Ok amiga, hablamos, chao.

Me despedí de Clara y me quede dormida, al día siguiente seguí con mi rutina al levantarme, salí de mi departamento y baje por las escaleras, cuando iba por el piso que queda debajo del mío vi que alguien salió de su departamento y no podía creer que se tratara del chico antipático, para mi mala suerte, intente apresurarme en seguir bajando por las escaleras para que no me viera pero fue imposible.

—Pero miren que casualidad —dice acercándose a mí— pero si es la fea de nuevo.

—¿Que haces aquí? —le pregunto.

—No es obvio —me dice— vivo aquí en ese depa, ¿o que crees que voy a entrar a un edificio a tomar un tour? ¿Y además de meterme en las habitaciones para saludar a todos?

—Pues claro que no, eso es algo tonto e incoherente.

—Tú misma lo estás diciendo, ¿y tú en que piso vives?

—En el de arriba, en el apartamento 3D, además ¿porque te estoy diciendo donde vivo? si no es de tu incumbencia

—Pues ya me dijiste, tal vez pase algún día por allí.

—¿Y como a que o que?, si no me conoces.

–Claro que te conozco, eres la chica fea del taxi —me dice sonriendo.

—Ay ni siquiera sé que hago aquí hablando contigo —sigo bajando por las escaleras.

—Espera fea, ya que vamos a la misma universidad, vámonos en mi carro.

¿Este chico me estaba invitando a irme con él? ¿Que le pasa? ¿me dice fea y quiere que me vaya así como así en su carro como si nada? Veo la hora en mi reloj y noto que ya es tarde, tomar un taxi era difícil, así que no tuve más remedio que aceptar, pues no quería llegar tarde en mi segundo día de clases.

—Sí, ya que tú tienes la culpa de que se me haya hecho tarde —le digo.

—¿Ah yo tengo la culpa? —me dice— ah claro, acepto el ser culpable de ser irresistible —me dice con una sonrisa, yo solo me hice la de los oídos sordos.

Llegamos hasta el estacionamiento del edificio y entramos en el carro del chico, y apenas salimos del edificio salimos a toda velocidad.

—¿Por qué conduces tan rápido? —le pregunto— yo no me quiero morir.

—Ay pero que dramática eres, ya es tarde así que debemos irnos rápido si no queremos que nos agarre el trafico.

—Sí pero por favor conduce con cuidado soy muy joven para morir.

—Sí, si, por cierto fea ¿y cómo te llamas?

—¿Por qué quieres saber mi nombre?

—Ah bueno si prefieres que te llame fea para toda la vida está bien por mí.

—Me llamo Amy —le digo viendo por la ventana.

—Soy Cristian, ¿y qué te trajo por aquí? Porque no eres de esta ciudad.

—Para estudiar, donde yo vivo no dan la carrera, por eso me tuve que venir para acá.

Llegamos a la universidad, cuando Cristián estaciona el carro se baja y para mi sorpresa me abrió la puerta como todo un caballero, todos los que estaban allí nos quedaron viendo sorprendidos al verme salir del carro de Cristián.

—Gracias —le digo con una sonrisa— y no era necesario que hicieras eso yo podía abrir la puerta.

—Yo soy un caballero, cualquier chica que se suba en mi carro le abro la puerta, no creas que eres especial.

—Antipático —le digo y me dirijo hacia la entrada de la universidad.

—¿Y así me lo agradeces? —me pregunta acercándose a mí.

—Ya te agradecí, y ¿te ofende que te digan la verdad?

—No, porque sé que no es la verdad —me dice sonriendo.

Lo ignoré y seguí hasta adentro de la universidad, me dirigí hacia los casilleros y allí estaban Marcos y Ana.

—Hola chicos —los saludo con una sonrisa.

—Ey tremenda —me dice Ana— ¿cómo es eso que llegaste con Cristián?

—Wao, vaya que corren las noticias rápido aquí —le digo.

—Pues sí, aquí todas las noticias corren rápido, es como si siempre nos estuvieran vigilando —dice Marcos.

—¿Y? —me pregunta Ana.

—Ah...

En eso sonó el timbre  y no pude seguir hablando, pues teníamos que ir a clase y aquí no se podía llegar tarde porque sino no dejaban pasar, esta universidad era muy estricta con la puntualidad.

—Más tarde te cuento lo que paso ¿sí? Nos vemos, debo ir a mi clase.

Los deje allí y me dirigí hacia mi salón, llegué justo a tiempo, el profesor no había llegado aún, y para mi sorpresa, que ya se me estaba haciendo costumbre, allí estaba otra vez Cristián, ¿es en serio?, ¿es que acaso estoy en todas las clases con este chico?

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