Capítulo 3

― Ya está despertando―escucho una voz masculina a mi lado―debemos darle algo para que siga inconsciente.

Tengo un dolor punzante en mi sien y la boca seca. Mis ojos siguen cerrados. Me siento asustada. No recuerdo muy bien cómo llegué aquí o dónde estoy o quién es esta gente.

―No podemos darle más droga, lo que se tomó era suficiente para dormir a un caballo―dice una chica―pero ella se lo bebió todo como agua, tiene demasiada resistencia al licor o al licor más la droga en todo caso.

― ¿Qué esperabas de ella, Astrid? ―le dice otra chica, cuya voz reconozco―su hígado debe procesar lo que le pongan, alcohol, drogas, lo que sea. Cualquiera amaría un hígado como ese―se burla.

―Les dije que la había encontrado―dice otra vez el hombre. Ahora estoy segura de quién es. Velkan.

―Me di cuenta en cuanto la vi, cariño―dice la otra chica―es igual a ella. No tengo la menor duda.

Ya comienzo a recordar. Estos son los amigos de Kayra y me drogaron. Velkan está involucrado, también, es más, vino a la casa de Richard por mí. Eso de ir al club fue solo una trampa para secuestrarme.

¡Dios, en qué lío estoy metida!

― ¿En dónde estoy? ―digo en voz alta, tratando de soltarme de los brazos que me rodean, pero me aprietan mucho más.

―Tranquila, cariño―habla nuevamente la chica―ya pronto llegaremos a un lugar para que descanses.

― ¡Suéltame! ―grito― ¿Quiénes realmente son ustedes?

Comienzo a dar patadas y puñetazos como una loca, a pesar de que siento como si me moviera en cámara lenta. Todavía estoy mareada y la cabeza me quiere estallar. Unas manos toman mis muñecas y me inmovilizan.

―Tranquila, Bianca, soy Velkan―me dice, al tiempo que toma mis muñecas y las inmoviliza, pero logro acertarle una patada― ¡auch! ―se queja y toma mis piernas y las atrapa para que no vuelva a patearlo―ya pronto llegaremos, ten calma, no te vamos a hacer daño.

― ¡Suéltenme! ―les grito, pero no me hacen caso. Parece que puedo gritar, patalear y golpearlos, eso no me va a servir de nada.

― ¿Cuánto falta para que lleguemos? ―espeta Kayra, que está en el asiento del copiloto.

― ¡Son unos malditos traidores! ― les digo a ambos― ¡cómo pudieron hacerme esto!

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que estos desgraciados me secuestraron?

Seguro que Richard debe estar preocupado por mí, aunque creo que debe estar mucho más decepcionado porque traicioné su confianza.

Cómo estarán Matt y Meg.

¿Qué estarán pensando hacerme estos tipos?

No creo que vayan a pedir rescate por mí, ni siquiera tengo padres, mucho menos familiares con dinero.

El corazón me late a mil por hora.

He oído que existe un comercio de personas que las secuestran para hacerles toda clase de cosas, a algunas les extraen los riñones y el corazón y se los venden a gente rica.

A lo mejor me llevan a un lugar para cortarme y empacarme por órganos, para luego venderme por partes. Intento zafarme nuevamente de las manos de Velkan, pero este aprieta más su agarre.

―Tranquila, hermanita, te prometo que no te vamos a hacer daño, ¿me crees?

¡Por supuesto que no le creo!

Si no me iban a hacer daño, por qué drogaron mi bebida para llevarme a la fuerza.

Pero Velkan es más fuerte que yo y luchar con él solo me hará más daño, así que abro las manos en señal de rendición y asiento con la cabeza. Poco a poco me suelta y yo bajo las manos y me acomodo en mi asiento.

― ¿A dónde me llevan? ―le pregunto con más calma y me mira dubitativo.

―A casa, tu verdadera casa, Bianca―me responde tranquilamente, pero su cabeza se dirige hacia el retrovisor del conductor, como si buscara aprobación. Cuando este asiente con la cabeza, Velkan prosigue―por cierto, ese no es tu verdadero nombre. Te llamas Alanna.

―Sí, claro, y mis padres son poderosos súper millonarios y me secuestraron al nacer―me burlo.

―Algo parecido―me responde y yo lo miro directamente a la cara para ver cómo se ríe, pero no es así. Sus ojos muestran una total sinceridad―tu padre es una especie de rey, si le podemos llamar así, a ti te alejaron al nacer, pero no era un secuestro, no al principio.

― ¿Qué pasó? ―me sigo burlando, apenas si puedo escucharlo sin partirme de la risa, de no ser porque estoy apretujada en una miniván con un montón de gente― ¿mi cuidador me perdió y terminé en el sistema de protección a menores o qué?

―No exactamente―me responde―en realidad tu cuidador se convirtió en tu secuestrador y te desapareció en el sistema de protección a menores para que no pudiéramos encontrarte.

― ¿Qué? ―le espeto―ahora resulta que el buen Richard es un secuestrador, que me ha tenido alejada de mi verdadera familia desde que nací―me río―vaya, Velkan, si tienes algo en contra de Richard, no tienes por qué desquitarte conmigo―le reclamo―se nota que no sabes qué es no tener padres, Velkan. En mi mundo, un hombre como él que se preocupa por ti, que pone comida delante de ti y que está pendiente de tu futuro es apreciado. Te quedas con él porque otros podrían tratarte mal o abusar de ti

―No hables de mí como si me conocieras, Bianca―resopla y creo que dije algo que le dolió―Hablas porque has tenido un techo y comida, pero no sabes nada de las calles. Así que no trates de decirme cómo ha sido mi vida―espeta, pero mira instintivamente adelante.

―Te lo advierto, Velkan―dice el conductor, que resulta ser Kieran. Siento que el corazón se me hace pedacitos, solo de pensar que él está involucrado en toda esta b****a de secuestro―no te lo voy a advertir otra vez.

―Lo siento, mi alfa―se disculpa Velkan y yo lo miro cuando menciona la palabra “alfa”, como si fuera una especie de rey. Velkan me vuelve a mirar―no tengo nada en contra de él, te lo aseguro―me responde más calmado, pero sé que sus palabras son puras mentiras ―parece ser un buen hombre, pero parece que solo es una fachada, que tiene otros planes.

― ¿Crees que mi padre miente? ―dice Kieran.

―No, mi alfa―responde Velkan―es solo que estuve viviendo con él cuatro meses y jamás vi señales de traición, pero creo que podemos hablarlo luego, si usted me lo permite.

―Te aseguro que él será juzgado en su momento―le responde Kieran más calmado―por lo pronto, haremos nuestra primera parada, vamos a necesitar un baño caliente y descansar―nos anuncia al momento que detiene el auto. Atrás hay otro en donde viajan Derrick y Frans, que se detienen en el estacionamiento de al lado.

Los dos enormes hombres me flanquean. Velkan y Kayra van detrás de mí y delante se encuentran Astrid y Kieran. Para no ser su prisionera, me cuidan demasiado bien.

El lugar está en medio de la nada, solo tiene una gasolinera, un restaurante y el hotel, el resto es solo bosque. No hay ni una casa alrededor ni un establecimiento.

Si muero aquí y entierran mi cuerpo, nadie sabrá nunca a dónde está.

Caminamos hasta la entrada del hotel y Kieran habla con el dependiente.

―Tres habitaciones, por favor, dos habitaciones para dos personas y una tercera para tres―le dice.

―Por supuesto, señor―le responde el recepcionista y busca en su computador las habitaciones que tiene disponibles, supongo. Me pongo a mirar alrededor de la recepción del hotel. El lugar es muy tranquilo, por no decir que está casi vacío. Hacia la mano izquierda se ve una puerta que conecta el restaurante con mesas y apartados. A mi derecha hay un pasillo largo que da a las habitaciones.

Luego de un rato, el dependiente le da unas tarjetas a Kieran que le da una a Astrid y otra a Frans.

―Trae las maletas por favor, Derrick, te esperaremos en las habitaciones―le dice a este y asiente con la cabeza a manera de reverencia.

¿En serio este tipo es una especie de rey?

Frans es el primero en abrir la puerta de su habitación, luego Astrid abre la puerta contigua, en la cual estaremos Kayra, ella y yo. Kieran es el último en abrir su puerta.

Un rato más tarde, Derrick se aparece con tres maletas y me pregunto en qué momento esta gente tomó mis cosas y las metió en una maleta. Parece que tardaremos uno o dos días en llegar a nuestro destino, juzgando por la cantidad de ropa que está metida.

Astrid es la primera en meterse en el baño.

―Tú y yo somos familia, ¿sabes? ―me dice Kayra, lo cual me sorprende―si no te diste cuenta, nos parecemos mucho.

―Matty acaba de salir de una fiebre muy alta, necesita de mí―le respondo, sin hacer ningún comentario a lo que me dice porque no le creo nada―la pequeña Meg estaba feliz de tenerte como hermana, ¿sabes?

Kayra se queda callada, mirándome fijamente. Entonces Astrid sale del baño y es el turno de Kayra de asearse.

― ¿Qué? ―le espeto a Astrid cuando estamos a solas― ¿también me vas a confesar que eres de mi familia?

―No―me dice con sorna y una mueca en la cara como si fuera algo que se le pegó en el zapato―pero ahora soy la futura exnovia del siguiente alfa, gracias a ti.

― ¿Qué significa que eres la futura exnovia? ―le digo mientras se me escapa una ligera sonrisa― ¿que todavía no se decide a dejarte? ¿que ya sacó lo mejor de ti y ya no le sirves? ―me burlo.

―Significa que acaba de encontrar a su pareja, pero ella todavía no se ha transformado―me dice con una mirada de suficiencia―ella no se merece ese honor. Nos desprecia, piensa que somos un chiste.

― ¿Transformarse en qué? ―contraataco.

― ¡Astrid, basta! ―grita Kayra cuando va saliendo del baño―si Kieran se entera, no te va a ir muy bien.

La interpelada se queda callada y es mi turno de usar el baño. Cuando salgo, todas nos dirigimos al restaurante, donde ya nos esperan los otros.

―Bien―dice Kieran al teléfono de espalda a mí―lo vamos a necesitar, no nos la está haciendo fácil… tienes razón… él debe estar presente… sí… los veo luego―cierra la llamada y se da vuelta para mirarme, entonces sus ojos me recorren de pie a cabeza y me desnuda con la mirada, pero yo lo ignoro. Llama al camarero y nos trae el menú que ignoro deliberadamente. Al rato regresa el camarero y toma el pedido de todos.

― ¿Qué va a tomar usted? ―me pregunta directamente.

―Nada―le respondo, tratando de que no se note mi rabia.

―Ella va a tomar una hamburguesa―responde Kieran por mí y yo lo fulmino con la mirada―y se la comerá toda―añade, desafiándome a que diga lo contrario.

―Ella tiene un nombre y es un individuo que hace lo que quiere cuando quiere y si no le da la maldita gana de pedir una maldita hamburguesa, no lo hará, porque nadie le dice qué hacer o qué pedir y está malditamente cabreada de todo esto y quiere volver a su casa y mandarlos a todos al demonio―le grito y me levanto de la mesa―así que puedes tomar tu hamburguesa y metértela donde te dé la gana.

Entonces Kieran se levanta de la mesa y se acerca a mí, como si me estuviera examinándome detenidamente y sí, me está intimidando, pero no me da la gana de que lo note.

―Te vas a comer la maldita hamburguesa porque yo lo digo―me dice tan cerca del oído que siento cómo la rabia sale de él―y no quiero otra pataleta más.

― ¿O qué? ―lo reto― ¿me vas a matar? ―le espeto―no soy parte de tu maldito culto y no haré lo que quieras cuando chasqueas los dedos. Dile a Velkan o a Kayra, ellos te obedecerán y hasta harán volteretas en el aire si se los pides. No eres mi dueño.

El camarero se va de inmediato, al ver que la situación está tan tensa en nuestra mesa.

―Ya lo verás―me dice y se ríe de mí―eres bastante valiente para ser una cosita tan menuda.

No le respondo esta vez, en cambio me quedo en silencio en mi puesto, pero si él piensa que me voy a comer la maldita hamburguesa está muy equivocado. No soy parte de su culto y no voy a dejar de luchar por volver a mi casa.

Cuando llega la comida, todos devoran como si fueran unos sin techo, mientras mis tripas rugen, pero me niego a comer. La última cosa que me dieron en este grupo me dejó inconsciente por quién sabe cuánto tiempo.

Todos terminan de comer y mi hamburguesa sigue igual.

―Agregue la cuenta a mi habitación―le dice Kieran al camarero cuando este retira los platos―y empaque la hamburguesa para llevar―agrega. El camarero hace lo propio y trae una bolsa con mi comida dentro.

Todos nos levantamos de la mesa y nos dirigimos a las habitaciones, pero Kieran nos detiene, cuando llegamos a mi puerta.

―Cambio de planes―dice―Velkan, tú iras a dormir con las chicas y Alanna dormirá en mi habitación.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo