Una "casi" propuesta

Salimos a toda velocidad en el Avenger, mientras nos carcajeábamos a más no poder. 

A Aitor se le salían las lágrimas de tanto reírse y hacía todo un esfuerzo por mantener en línea recta el auto. Yo me agarraba con fuerza el estómago, tratando de controlar el dolor que sentía en el abdomen.

—¡No puedo creer que hicieras eso! Todavía no puedo…no puedo superarlo —hablé entre risas.

—Se me ocurrió en el último instante, pero ¡viste la cara que puso! Creo que quería llorar —rió nuevamente con mayor furor.

—Lo vi por unos segundos. Me dio tanto asco, que dejé

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