¿Qué haces aquí?

Observé cómo Aitor comía el postre preparado por Chloe, sí le gustaba. Ese era otro punto a favor.

—Mmm... Vaya, está delicioso. ¿Quién lo hizo? —preguntó con una sonrisa satisfecha. Reí y antes de que pudiera contestar, alguien abrió la puerta de improviso.

—¿Por qué te comes mi chocoflan? —cuestionó Chloe curiosa y molesta a la vez. Aitor nos miró a ambas y optó por un semblante más serio, cambiando drásticamente el humor que tenía.

—Hola, a mí también me da gusto verte —habló sarcástico, mientras metía otra media cucharada a su boca.

—Es en serio… Ese es mi chocoflan —caminó lentamente Chloe, avanzando hacia él.

¿Qué quería que Chloe que hiciera Aitor? ¿Que lo escupiera para dárselo? Me pareció algo extraño que ella no se controlara, comúnmente era muy amable con las visitas… Bueno, ésta no era cualquier visita. Podía sentir mucha tensión entre ellos dos y empecé a tener miedo.

—Pues lo siento. Tus amigas fueron muy amables en ofrecérmelo —contestó sin prestarle mucha atención, sus ojos pasaron hacia el postre.

Chloe cerró por un momento sus ojos verdes y tomó aire, suspiró y caminó hacia el refrigerador. Oh no… Me tensé repentinamente, ahora sí tenía miedo por mi cabeza. Ella buscó, pero no encontró nada. Se volteó y miró inquisitivamente a Aitor.

—Ese es el último pedazo… —su voz me dio un escalofrío. Intercambié miradas con Amanda y ella estaba igual de tensa por la situación, ambas estábamos totalmente calladas, esperando la reacción de Aitor.  

En vez de que él le dijera algo inteligente como “entonces a compartirlo” o “Toma, de todas formas ya comí” no sabía, pero algo más sensato en vez de lo que vi.

Aitor tomó todo el gran trozo que le quedaba y se lo metió a la boca sin dejar ni una sola migaja. Lo tragó con cierta dificultad y sonrió arrogantemente.

Chloe apretó sus manos y gruñó con ira. Me alejé rápidamente de ella y esperé su grito.

—¡¿Qué rayos haces aquí?! —en ese momento, supe que si las miradas pudieran matar, Aitor ya se hubiera muerto unas seis veces.

Me resigné a esperar que ambos se trataran con amabilidad. No funcionaría.

—¿No puedo venir a visitar? —preguntó, alzando la ceja.

—Tú y yo bien sabemos que no somos nada, ni siquiera amigos para que vengas a visitarme —inquirió mi mejor amiga, tranquilizándose un poco.

—¿Y quién dijo que venía por ti? Vine a ver a Katrina —me miró y me puse nerviosa inconscientemente. Chloe me miró curiosa, pero pude sentir su molestia.

—Bien... espero que se diviertan —susurró indignada, avanzando hacia su habitación.

No quería que esto quedara así, Chloe había salido perdiendo y sabía que estaría muy enojada. Al menos debía emparejar un poco la situación.

—¡Espera! —le llamé y ella volteó despacio— ¿Quién te trajo? Creí que nos llamarías —le pregunté esperando su respuesta. Sabía que alguien la había traído.

—Me trajo Owen, salimos un poco más temprano —dijo, mientras se escuchaba como se encerraba de un portazo.

—¿Owen? —preguntó Aitor, tratando de mantenerse indiferente. Sonreí internamente. Eso era justo lo que quería, crear una duda.

—Sí, es gran amigo de Chloe —enfatice “gran” y susurré el amigo.

Aitor arrugó la frente. Miré a Amanda y le di una señal que también lo hiciera, lo comprendió con eficacia.

—Cierto, él y Chloe no pueden estar mucho tiempo separados —agregó gustosa, y no estábamos mintiendo, ellos se llevaban bastante bien para dejarse de ver. Aunque era obvio que nunca pasaría nada entre ellos, era amigos y nada más… No podría haber algo más serio, por motivos de gran peso.

—Bueno chicas, creo que ya me tengo que ir. Muchas gracias por todo y espero verlas luego —se levantó muy serio, dispuesto a irse. Al parecer, funcionó mi intento de ponerlo celoso. Al menos así lucía, además de algo incómodo.

—¡Oye! Habrá un concierto cerca del centro, ¿te gustaría acompañarnos? —hablé antes de que saliera. Tenía que acercarlos más, aunque sea obligándolos.

—Claro, está bien. ¿Cuándo es?

—Es el sábado a las ocho —siguió Amanda, levantándose de su sitio.

—Perfecto, nos vemos entonces —se despidió con la mano y caminó hacia la salida.

—¡Adiós! —gritamos las dos al unísono.

Después de unos segundos, mi amiga habló:

—Chloe es una mentirosa —agregó Amanda con un suspiro y con la mirada perdida.

—¿Por qué lo dices? —pregunté curiosa.

—¡Porque sí es lindo! —gritó demasiado alto, dando saltitos.

—¡Te escuché! —el sonido de nuestra amiga encerrada llegó a nuestros oídos. Reímos algo nerviosas y nos miramos fijamente.

—Se va a morir si se entera que lo invitamos al concierto —susurré, mientras nos sentábamos de nuevo en el sillón.

—Entonces no le diremos hasta que sea el día. Así no se podrá rehusar —ambas reímos macabramente, sobándonos las manos como el señor Burns.

—Vamos a animarla con unos almohadazos —sugerí, tomando un cojín.

—¡Vamos! —gritó mientras íbamos de cacería por Cloe. Enseguida se escuchó un grito de su parte.

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Sábado, 21 de Noviembre de 2019

Chloe POV

—¡Es genial que sea fin de semana! —gritó Amanda, brincando en los sillones como una pequeña niña. Si mi memoria no me fallaba, llevaba diciendo eso unas doce veces durante todo el día.

—Sería mucho más genial si no lo repitieras tanto. —dije, tomando un vaso de agua.

—Aun así no le quita lo genial —continuó con una simpática sonrisa. Le correspondí y dejé el vaso vacío en el lavaplatos.

—También me alegra poder salir a divertirme —murmuré, mirando a Katrina.

—¡Es grandioso! El concierto nos espera —agregó, más emocionada de lo acostumbrado.

—Oh, es cierto. Casi lo olvido, el concierto… Tengo la esperanza de que alguien olvide la letra de la canción para poder reírme —hablé, riendo maliciosamente.

—¡Eres malvada! Pero yo también lo espero —siguió Katrina y reímos juntas como dos locas desquiciadas.

—Falta poco para que sea la hora.

—¡Me bañaré yo primero! Amanda siempre tarda más de una hora para bañarse y no quiero llegar al final con los peores grupos —hablé mientras corría.

—¡Yo en el otro! —contestó Amanda. Katrina se quedó mirándonos con los brazos cruzados.

—Espero que no se tarden. Por cierto, Chloe… elige un atuendo lindo —me sugirió, evitando mi mirada. Era algo extraño su comportamiento.

—¿Para qué? Es un concierto, no un desfile de modas.

Ella alzó la vista, notablemente nerviosa.

—Por eso digo, ve como quieras —rió, mientras se acercaba a Amanda y ella le decía algo que no alcancé a escuchar.

—¿Por qué murmuran como si me escondieran algo? —pregunté con suspicacia.

 —¡No! Cómo crees, para nada —ambas negaron todo tan rápido como pudieron. Suspiré y decidí irme a bañar.

Me vestí casualmente, con unos ajustados jeans deslavados y una blusa gris claro, junto con una delgada chaqueta negra. Cepillé mi cabello y lo dejé suelto, luciendo mis suaves ondas rubias.

Caminé hasta la sala y me encontré con dos miradas nerviosas. Me dirigí hacia la cocina para tomar un trozo de manzana.

—Chloe, amiga… —sus palabras sonaron demasiado amables y dulces.

Me giré alarmada.

—¿Qué hicieron? —pregunté deprisa.

—Díselo —murmuró Amanda a Katrina.

—No, díselo tú. A ti no te matará —contestó ella, jugando con sus manos pero sin sostener la mirada.

—¿Qué quieren decirme? —cuestioné inquieta.

—¡Hazlo! —siguió Amanda, arrugando la frente.

—¡Uy! ¡Está bien! —gruño Katrina y me miró fijamente, su labio temblaba y tragó saliva. ¿Qué tenía que decirme que la ponía así? No era nada bueno—. ¡Amanda quiere decirte algo! —se calló y la señaló.

—¡¿Qué?! Yo no… —la miré impaciente, quería que lo dijeran—. ¡Argh! ¡Traicionera! —rugió a la de cabellos cortos—. Mira, Chloe, es que… —de nuevo paró y bajó la mirada.

—¿Qué pasó? Díganlo de una vez —tomé el cuchillo y partí una manzana en dos. Tomé con la otra mano el trozo y le di una pequeña mordida.

—Es que…

—¡Espera! Deja que suelte el cuchillo —inquirió Katrina, mirando mi mano con horror. Se acercó a mí y me lo quitó para ponerlo en su lugar. La miré interrogante y muy, muy confusa.

—No las mataré, pueden decirme ahora —dije de manera tranquila para que se atrevieran.

—Bien… —comenzó Amanda, para luego gritar—: ¡Katherine invitó a Aitor al concierto! ¡Y vendrá por nosotras a las ocho! —la apuntó y ésta protestó de inmediato por haberla delatado, mientras que yo escupía la manzana que tenía en mi boca.

—¡¿Qué?! ¡Cómo pudieron invitarlo! ¡Están conviviendo con mi peor enemigo! ¡Primero lo invitan a entrar a nuestro departamento, le dan mi último pedazo de mi postre y luego esto! —solté alterada y tomé aire para seguir—. Si pretenden causarme un paro cardiaco, ¡bien! Están así de cerca —levanté mi mano y casi junté dos de mis dedos para demostrar lo cerca que estaban.

—No queremos eso —murmuró tímidamente Katrina, resguardándose detrás del sillón.

—Yo te quiero. ¡Katrina me obligó a cooperar, yo no quería! —alzó la voz Amanda, fingiendo tristeza para ser perdonada más rápido.

—¡¿Qué?! —protestó Katrina.

—¿Por qué lo hacen? Katrina, si tanto te gusta, sal con él pero a solas sin llevarme contigo, porque no me controlaré —tranquilicé mi tono.

Si acaso le gustaba, muy bien, pero era inevitable estar junto a él sin pensar que sería mejor que un perro se lo comiera.

—¡No me gusta! —me contestó, haciendo una mueca.

—¿Entonces?

—Sólo quería que pudieran llevarse mejor. Si eres feliz, todos seremos aún más felices —su voz salió muy sincera y se acercó a mí.

—Gracias por el intento, pero no funcionará —murmuré mientras tomaba el otro pedazo de manzana.

—Puedes tan siquiera intentarlo… por favor. Aitor será amable si tú también lo eres. No nos gusta verte enojada —siguió poniendo una cara de gatito a medio morir.

—No lo sé. Será mejor que no salga esta noc…

—¡No! Tienes que ir, por favor —me interrumpió el grito de Amanda, la miré y estaba juntando sus manos como si fuera a rezar. 

Antes de que contestara, el timbre de la entrada sonó. Me tensé y no respiré.

—Ya llegó, así que tienes que acompañarnos. No nos dejes solas con el chico lindo, no querrás que nos maté a besos, ¿cierto? —me guiñó el ojo Katrina y sonrió.

—Bien, iré. Espero no arrepentirme.

Saltaron y me abrazaron con fuerza. Trataría de contenerme y tratarlo amablemente. Sólo espero que pueda y él también…

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