Las tres princesas

Los tres príncipes fueron llamados por su padre, el rey y fueron a ver que sucedía para ver a tres chicas hablando con el rey.

Como tres valientes caballeros y príncipes hicieron lo más sensato posible al recibir la visita de sus posibles prometidas.

-Muy bien hermanos, a ponernos vestidos y a buscar un dragón para que nos llevé.

Iris, ¿nos presta vestidos que nos quedé de peluche?- habló Jax, siendo asentido por sus dos hermanos menores mientras veían a su hermana quien los veía con cara indescriptible.

-¡No sean payasos y salgan!

De un empujón, la chica dejó a la vista a los tres chicos quienes se espantaron y nuevamente se iban a ocultar pero su padre los vio.

-Chicos, por fín aparecieron.

Vengan a presentarse ante las princesas del reino Fénix que se tomaron las molestias de venir a verlos.- ordenó el rey.

Los tres chicos miraron en dirección de donde su hermana seguía escondida.

-Sólo actúen natural pero caballerosos.

Ahora vayan que dejan mal al reino.- susurro la rubia.

Los hermanos se miraron entre sí con algo de miedo pero pronto Jax y Arturo sonrieron y se acercaron a las princesas para hacer una reverencia como caballeros.

-Mucho gusto, hermosas princesas del reino Fénix.

Nos honra su visita a nuestro humilde reino.

Yo soy el mayor de los príncipes, Jax.- se presentó el mayor.

-Mis ojos y seguramente los de todos en el reino se deleitan con su belleza.

Humildemete me presento como el tercer príncipe, Arturo.- se presentó el menor de los tres hermanos.

Iris al oír a sus hermanos, gruño.

Ésos tipos literalmente dijeron lo que ella les dio de ejemplo de presentación.

¡¿En verdad se lo memorizaron?!

Fue un ejemplo y en broma, ¡¿qué clase de persona no se daría cuenta de que fue una broma?!

Tanto el rey como los dos hermanos miraron en dirección del único que no se presentó ni se acercó.

El rey aclaró su garganta y Samuel reaccionó.

-Ho... hola, soy la princesa Sa... ¡Príncipe! Príncipe Samuel.

Gustó en conocerlos.- se presentó el hermano del medio.

El rey dio un suspiro derrotado mientras que Iris, quien seguía escondida, golpeaba levemente su cabeza contra la pared.

Tres horas practicando un saludó para nada.

-Mucho gusto, soy la primer princesa del reino Fénix, Andrea.

Disculpen nuestro descaro de venir sin darles un avisó previamen... ¡cjh!... te.

Se presentó la mayor de las hermanas quien tenía un largo cabello rubio, ojos azules y vestido rosa.

La princesa "ideal".

-Sihshco.

La que parecía ser la menor, que tenía cabello castaño con ligeros rulos, ojos marrones, pecas y un vestido amarillo, susurro algo que no fue entendido por nadie y la rubia le dio un leve codazo.

La chica se tocó las costillas e hizo una reverencia con su rostro algo rojo.

-Soy... soy la princesa Candy... gracias por recibirnos pasé a no anunciarnos antes... lo siento, necesitó un minuto.- dijo con dificultad mientras se ponía de cuclillas y todos sintieron algo de lástima.

Al parecer, ése codazo no fue muy leve.

La rubia se sonrojo por el comportamiento de su hermana y señaló a la tercer chica.

-Ella es Luz, la persona que vive con el llamado caballero negro, es nuestra amiga y nos acompañó en está ocasión.

La chica que fue presentada tenía un raro cabello plateado, ojos azul claro, era algo bajita y llevaba un raro vestido rojo, saludó con su mano y una gran sonrisa, haciendo que Andrea se sienta aún más avergonzada.

¡¿Qué era la única que se podía presentar de manera decente?!

Samuel, parpadeo confundido al darse cuenta de que su aspirante a prometida, la segunda princesa, no se encontraba.

La rubia al darse cuenta de éso, sonrió levemente.

-La segunda princesa tenía cosas que hacer, nos dijo que vendría luego pero no es nada seguro.- explicó.

El chico se sintió aliviado mientras el rey daba un gran suspiro.

-Bueno, éste viejo rey no tiene nada que hacer aquí, así que me retiró para que se conozcan un poco.

Y tras el rey irse, Jax y Arturo se pusieron a hablar con la princesa que debían cortejar.

Samuel, al sentirse mal tercio y no queriendo interrumpir a la otra chica que estaba entretenida comiendo, decidió alejarse.

Estaba aliviado pero a la vez algo triste.

¿Será qué la segunda princesa sabía quien era él y prefería ni verlo?

No era como sus hermanos y no lo negaba, él era inservible.

-¿Hoy no llevas vestido?

El chico salió de sus pensamientos y levantó la mirada para ver como el caballero que lo salvó se hacía presente.

El vestido no se iba a olvidar jamás, ¿verdad?

-Y tú si llevas armadura.- dijo mientras se acercaba a la entrada de la habitación donde el caballero debía quedar a esperar.

Al menos ahora tendría alguien con quien hablar.

El ojiverde miró en dirección de sus hermanos y sonrió al verlos charlar alegremente con las princesas.

-Mis hermanos estan felices.- dijo.

El caballero no dijo nada por unos segundos, sólo miró al chico en un silencio hasta algo incómodo.

-¿Esperas a la segunda princesa?- preguntó el caballero.

El chico sólo agachó la mirada con una sonrisa resignada.

-Sus hermanas dijeron que quizas no venga.- susurro.

-¿La querias ver?- volvió a hacer una pregunta el caballero.

Samuel al oír ésa pregunta se sintió en un pequeño conflicto.

En verdad sentía aliviado que la segunda princesa no se presentó ya que no creía estar preparado para hablar con ella pero a la vez se sentía olvidado e inferior a sus hermanos.

-Es mi posible prometida así que sí la quería ver.- respondió, intentando sonar sincero.

-¿No sabes nada de nuestra princesa Stephanie?- preguntó el caballero.

El chico al oír el nombre se sorprendió un poco.

No era muy común que un caballero hablé como lo hacía él pero quizás es por que cada reinó es distinto.

-Bueno... mi hermana me dijo que ellas se la pasaban encerradas en el palacio ya que su padre, el rey, es muy... sobreprotector.- exclamó algo incómodo.

Ahora que se daba cuenta, pedirle ayuda con chicas a su hermana pequeña es algo vergonzoso.

-Sí, y como el rey no se encuentra en este momento, las princesas hicieron de la suya para que príncipes se casen con ellas y la saquen al mundo real.- explicó el caballero.

El ojiverde lo miró con sorpresa por tal aclaración.

Debía ser feo no poder conocer el mundo por que tu padre lo prohíbe.

-¿El rey no se enojara contigo por obedecer a las princesas?- le preguntó a su salvador.

El caballero como sí le valiese poco, se cruzó de brazos.

En verdad, sí su padre ve a un caballero de brazos cruzados le da un terrible castigo pero como es caballero de un reinó distinto, quizás sea algo normal.

-Seguramente, pero como es beneficioso que nuestros reinos se junten, se le pasara luego de un rato.- respondió el caballero.

-La princesa no vendra, ¿verdad?- preguntó con voz algo deprimente.

-No te preocupes, de igual modo deben ir al reino Fénix a pedir las manos de las princesas así que se van a conocer.- respondió el caballero de manera tranquila.

El chico, al darse cuenta de éso palidecio.

-¿El rey... me va a matar?- preguntó.

Definitivamente ése rey sobreprotector le echaría la culpa de todo y pasé a que en parte es verdad, le asustaba.

-Probablemente lo hará pero no te preocupes, estaré a tu lado para volver a salvarte.

Dijo el caballero mientras le mostraba su puño al príncipe quien se relajó y sonrió.

-Gracias.

Agradeció el chico antes de chocar el puño con ése caballero tan particular.

Y así, las princesas hicieron su aparición, faltando la segunda princesa.

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