Capítulo 9

Extrañamente han pasado unos, ¿qué? ¿cuatro meses?...  Sí, creo que eso, y ha sido realmente genial.

Me veo con mi Capitán pocos días a la semana y disfrutamos mucho de la compañía del otro cuando el tiempo y nuestras obligaciones nos lo permiten. A veces llega pasada la medianoche luego de su duro día de trabajo, pero lo recibo encantada, como él lo merece. Un hombre que se esmera por la seguridad de su ciudad merece recibir la mejor de las atenciones.

Estoy feliz y dispuesta a dárselo. Aunque los últimos tres días no ha estado disponible y nos hemos limitados a algunas tardías llamadas calientes.

La pequeña Lucy ya tiene una enorme panza de siete meses y se ve muy hermosa, aunque no más feliz que el sexy policía, quien muere por tener a su niño en brazos, además de que los cambios de humor de su mujer se detengan. Los ojos verdes de mi morena brillan con tanta fuerza y Mark está más que ilusionado con su pequeña y bella familia.

Georgi... pues no sé qué decir de esa niña. Me preocupa que siga viviendo en ese doloroso pasado que tan duro la ha marcado. Espero que algún día esté dispuesta a sanar ese bello corazón que tiene y se decida a actuar, en vez de esperar a que las cosas lleguen a ella. Sé que la presiono para que salga a conocer chicos de su edad y a divertirse, ya que no lo quiere hacer conmigo, pero es porque sé que necesita a alguien que le entusiasme y le devuelva esa sonrisa a mi inocente chica. Y con las recurrentes miradas de Walker hacia mi rubia, cosa que ella niega, no creo que tenga ninguna oportunidad.

Por su lado, Sarah ha estado un tanto extraña y esquiva conmigo. Creo que tendré que hablar con ella para saber lo que le está sucediendo y qué es lo que le preocupa tanto. Espero que todo esté bien con John y sus preciosos niños. Ella tiende a ser algo reservada y toca sacarle las palabras casi a los golpes.

Y por último... Mi jefe.

Oh. Ese delicioso pedazo de carne prohibida.

No hemos vuelto a hablar más que para lo laboral y es algo muy incómodo a pesar de que lo prefiero de esa manera. Ya no le coqueteo. Creo que eso sería algo cruel de mi parte. Además, con mi Capitán, tengo más que suficiente y es realmente bueno. Él sigue con la pesadilla de su novia y cada día parece estarle siendo más insoportable.

Hoy el día de trabajo ha sido algo extenuante y es gracias a todo lo que adelanta mi jefe en cuanto a campañas y promociones, teniéndonos a todos corriendo por ser merecedor de su puesto. Walker está feliz con el trabajo de Hudson, pero parece que últimamente, nada le puede sacar una sonrisa a mi jefe.

Pobre hombre.

Mi teléfono suena sacándome de mi extraña ensoñación y contesto con una gran sonrisa al ver de quién se trata mientras camino hacia los baños del piso.

—Hola, capitán.

—Me enciendes con tan solo escuchar tu voz, pelirroja. —Río y escucho la suya—. Siento tenerte olvidada, cariño. ¿Cena y un par de tragos?

—Tendrás que soportar mis demandas toda la noche. Eso incluye a tus esposas y mucho aceite.

Es algo que me tiene rondando la cabeza desde que me contó de ese sueño donde yo lo tenía esposado a su cama. Creo que es hora de cumplir fantasías.

—Me matas, mujer. Ahora voy a estar ansioso todo el día.

—No más que yo, créeme. Sabes que me fascina probarte —digo y noto lo ronca que se ha puesto mi voz, porque realmente me encanta jugar con este hombre.

—Joder, nena... —Río cuando se queda mudo—. Nunca me sentiré más feliz de ser utilizado.

—No te vas a arrepentir.

—¿Nos vemos en el bar?

—Perfecto. Que pase buen día, mi Capitán.

Corto la llamada y me quedo con una tonta sonrisa mirándome al espejo. Lo nuestro no va a más de esto y ambos estamos cómodos con ello. Sexo, algunas citas, más sexo, muchas llamadas y mucho más sexo. Es perfecto de esa manera.

Suelto mi cabello y me quejo al notarlo tan largo, casi hasta mi trasero. No me desagrada del todo, pero mantenerlo perfecto todo el día me lleva mucho tiempo y con Jim cerca, eso no es suficiente. Doy un respingo al escuchar una de las puertas detrás de mí abrirse y suspiro, aliviada, al ver a Leila con las mejillas sonrojadas.

—Que me matas de un susto, niña. —Sonríe apenada.

—Siento haber escuchado tu conversación.

Río despreocupada y acicalo mi cabello y mi labial. Ya es hora de bajar a almorzar.

—No es nada que tú no hagas, cariño.

Ríe y me da la razón. Salgo del baño y camino a mi escritorio para ir por mi bolso y luego por mis chicas.

  —Paula —llama mi jefe.

Me mira desde la puerta de su oficina y me hace señas para que lo siga.

—Dígame, señor —digo cuando se sienta en su escritorio y me detengo frente a él.

Levanta una ceja con aparente incredulidad, pero me niego a avergonzarme. Lo hecho, hecho está, y me parece una tontería tener que volverme a disculpar por ese comentario que hice meses atrás.

—Estamos teniendo problemas con la grabación del comercial en Miami, necesitamos viajar allí mañana temprano.

—Ya le organizo todo...

—Nos. Tú vas conmigo.

Lo miro extrañada y él sonríe como si supiera algo que yo no. Viajar con el jefe no es nada del otro mundo, Jimmy solía llevarme con mucha frecuencia, como si así esperara poder llegar a más conmigo.

—¿Por qué?

—Necesito algo de ayuda, eso es todo. ¿Es eso un problema para usted? —Niego con cierta sospecha y asiente sin quitar esa extraña expresión que no logro descifrar—. Puedes salir temprano para que te prepares.

—Bien —digo, aún conmocionada. La verdad es que, con nuestro trato limitado de los últimos meses, no creí que me llevara a algún viaje—. Podré ir a comprar algunos bikinis.

Sonríe con sorna y me da el resto de información que necesito para preparar el viaje de última hora.

—Asegúrate de que alguno sea rojo.

Río y le guiño un ojo antes de salir. Esta actitud es nueva y me gusta. Es relajante jugar. Me gusta más de esta manera.

Tomo mi bolso y bajo a la cafetería.

—¿Y esa sonrisa? —pregunta Sarah.

Me encojo de hombros y ella rueda los ojos. Aún no sé qué me emociona más, si atar y utilizar a mi Capitán o irme de playa por una semana… Con mi delicioso jefe.

Les cuento el suceso de la última hora y ambas mujeres ríen, pero Sarah no puede esconder su lado mamá oso, cuando me empieza a advertir sobre involucrarme con jueguitos extraños con mi jefe.

Como si no me conociera.

Pero vamos, fue muy divertido ver a mi sexy jefe en ese plan coqueto. Ver sus lindos ojos azules con esa chispa divertida que nunca había visto. Es realmente sexy.

—Tú te ves cansada —le digo a Sarah, y ella suspira.

Más que cansada, diría.  Se ve muy preocupada y parece como si no hubiera pegado un ojo en días. Lo entendía cuando los niños estaban más pequeños, pero Amy cumplirá diez años dentro de pocos meses y Jake, a pesar de ser un adolescente de quince años, es un chico tranquilo como su padre.

—Hoy tengo que volver a hacer una nueva convocatoria. Las secretarias de presidencia no duran ni una semana.

—¿Qué le estará pasando a Walker? —digo—. Esta semana ha estado algo irritante, incluso más que Collins.

Las dos chicas ríen, pero es verdad, aunque parezca imposible.

—Tal parece que el señor Collins quiere hacer ciertos cambios —dice Sarah.

—¿Qué tipo de cambios?

La rubia se encoje de hombros ante mi pregunta y eso me preocupa. Los cambios nunca traen nada bueno.

Terminamos nuestro almuerzo en completo silencio, las tres preocupadas por los supuestos cambios. Collins es un hombre de negocios y para nadie es un secreto que, si él invierte dinero en algo y no le funciona, simplemente lo desecha. Espero que no nos tome por b****a.

Salgo de mi trabajo una vez termino mi almuerzo y no vuelvo a ver a mi jefe. Voy rápidamente de compras a conseguir lo necesario para una semana de playa, sol y arena.

Al llegar a casa, me siento en el sofá y observo todo el lugar, sintiéndolo de repente un poco grande. Luego de p***r tanto tiempo con mi Capitán, con todas esas noches compartiendo juntos, por primera vez en cinco años, no me gusta el silencio que se percibe.

Con un suspiro melancólico, decido preparar mis maletas para llegar a tiempo a mi cita con Jim. Creo que es muy pronto para pensar en compartir mi espacio con una persona. Igual, no compartimos más que sexo y una que otra salida a cenar o a alguna salida diurna esporádica.

Me coloco un vestido corto negro, aprovechando la primavera, con unos zapatos de tacón negros y mi gabán negro. Maquillaje sencillo resaltando mis labios con rojo y mis ojos con un suave delineado en negro. Subo a un taxi y tomo camino al bar donde suelo citarme con mi capitán. Es un buen lugar para cenar y platicar.

Me siento en la barra y pido un cóctel mientras espero.

Yo: He llegado.

James: No demoro. Surgió algo de última hora.

Ruedo los ojos y sonrío. Siempre es lo mismo con él y más le vale no tardar o me encontrará ebria.

—¿Paula?

Doy vuelta al escuchar mi nombre y río.

—¿Todavía estás por aquí? —Ethan sonríe y me abraza.

—Problemas en la fábrica y he tenido que regresar. —Se sienta a mi lado y toma mi mano—. ¿Cómo estás? Te ves hermosa.

—Hago lo mejor que puedo.

—No necesitas esforzarte mucho en ello.

Sonrío y aprieto su mano. Teníamos una muy buena convivencia y una relación que creí perfecta, pero todo se arruinó. Sé que lo sabe por la manera en cómo me mira fijamente, parece que estuviera pensando lo mismo que yo.

—Llega Paula y todo a tu alrededor desaparece —grita una voz a nuestro lado y ambos giramos.

—Simon —saludo al hombre y lo abrazo con efusividad.

Es el abogado y mejor amigo de Ethan. Creo que han sido amigos desde que estaban en pañales. Un gran hombre, pero nunca se casó a pesar de tener un hijo al que conoció cuando el chico era un adolescente.

—Mi hermosa pelirroja. —Me estruja y ríe cuando me quejo.

—¿Cómo sigues? —le pregunto refiriéndome a su enfermedad.

Le diagnosticaron cáncer de colon, pero no ha querido decirle a su familia y asiste a sus tratamientos solo. Es un testarudo. Nadie debería p***r solo por algo semejante, pero él no entiende.

—Mejor —dice encogiéndose de hombros—. ¿Esperas a alguien? Ven y te sientas con nosotros, así te presento a mi hijo.

—De hecho, sí espero a alguien.

La mirada de Ethan fija en mí me hace levantar la cabeza. Sabe que lo estoy retando a decir algo, a dar su inútil opinión. No oculta su desagrado, pero mantiene su posición tranquila, como la de alguien que ha comprendido que no hay nada por lo qué luchar. Él fue el primer hombre en mi vida. Fue el primero en todo en mi vida, y fue maravilloso.

Pero él decidió perderse de esto, y yo no pretendía seguir viviendo una vida que ya no quería así sintiera que me moría por abandonarlo. No hizo nada para retenerme, ni siquiera intentar cambiar su posición en jamás tener hijos.

Y cada uno de mis pensamientos los veo en su mirada. Niega, cabizbajo, y toma mi mano para llevarme con ellos. Me abraza, y me permito relajarme en sus brazos.

—Por lo menos hasta que llegue tu amigo —murmura, quedo.

—Y de paso lo conocen —me quejo.

—Entonces —dice Simon—, no te resistas.

Ruedo los ojos y camino envuelta entre los brazos de mi exesposo hasta la mesa de los dos hombres.

—Te presento a mi hijo Jhonny y a mi sobrino, Bradley.

Sonrío al posar mis ojos en mi jefe. Él me mira por unos largos segundos. Debo decir que también ha sido una sorpresa para mí. El mundo es un pequeño pañuelo. Baja la mirada a mi mano entrelazada a la de Ethan y frunce el ceño profundamente, confundido. Mi ex me jala para que me siente junto a él, frente a los chicos.

—Señor Hudson —digo y rueda los ojos.

—No estamos en la oficina, Paula.

Los otros tres hombres nos miran pasando sus ojos de uno al otro y mi jefe les empieza a explicar de dónde nos conocemos.

—Siempre llamando la atención por donde quiera que pasas, ¿eh? —susurra Ethan a mi oído, y lo miro cuando besa mi mano—. Le gustas a ese muchachito.

—Aún conservo mi toque. Tal y como te gustaba, ¿lo recuerdas?

Ríe, pero sé que no le agrada mucho mi comentario. Solía no gustarle mi madre por la manera como nos crio, buscando que mi hermana y yo fuéramos unas esposas de trofeo para hombres adinerados que sólo deseaban una mujer para mostrar. Mujeres que sólo se preocupan por su apariencia, por aparentar una vida perfecta, una familia perfecta. Tal y como lo fue ella para mi padre.

—Me enamoré de todo lo que eres, Paula. —Sujeta mi cara y busca mi mirada—. Mi pequeña esposa que sólo deseaba devorarse el mundo.

—Volviste todos mis sueños realidad. —Sé que estamos muy cerca el uno del otro, sé que todos nos miran expectantes, y también sé que Ethan no espera nada más de mí—. Gracias.

—No. Gracias a ti, mi vida. Siempre has sido y serás mi vida. Sé que lo sabes. Y merezco tu desamor.

—No seas tan duro contigo mismo. Fuiste el mejor esposo, el mejor hombre, el mejor amante por mucho.

Suelta una larga risa que calienta mi pecho, porque no es mentira. Quizás se pueda creer que era por mi inexperiencia de entonces, pero él me enseñó todo y es cierto que, hasta este momento, nadie jamás ha sido tan grandioso como él.

—Sabes cómo subirle el ego a un hombre.

—Tu punto más sensible.

Simon finge toser. Sonrío y beso la mejilla de mi exesposo antes de alejarme. Ethan besa mi mano y me mantiene junto a él.

Muerdo mi labio al ver cómo Ethan toma su vaso de licor en su mano y la levanta hacia mi jefa, brindando para él. Él es malvado, la experiencia lo precede.

Sé que Ethan aparenta entereza al dejarme ir de la manera como no lo hizo cuando nos divorciamos, cuando lo abandoné acusándolo de cerdo manipulador. Pero ya no vivo para complacer ni agradar, vivo porque quiero vivir. Esto lo descubrí una noche en california, mientras mis lágrimas se secaban y la luna, reflejada en el mar, me invitaba a seguir adelante. A ser fuerte. No le debo nada a nadie más que a mis amigas, y ni de ellas me importa lo que piensen de mí.

—Buenas noches —dice una fuerte voz detrás de mí.

Giro con una gran sonrisa al verlo y aliviada de no tener que p***r más de estos diez minutos en esta mesa. La mirada posesiva de mi exesposo, la mirada desdeñosa de mi jefe y la mirada burlona de Simon, me tienen muy incómoda. El único que apenas sí me determina, es el hijo del Simon.

—Llegaste. —Me levanto y toma mi cintura para unir nuestros labios.

Hombres.

—Siento la demora —susurra y me vuelve a besar.

—Me la voy a cobrar.

—No pareces estar aburriéndote sin mí.

—¿Celoso?

—Solo un poco.

Sonrío y me da un rápido beso para que le prestemos algo de atención a los hombres a nuestro lado. Vuelvo a mirar a los hombres en la mesa y muerdo mi labio al ver los cuatro pares de ojos que me observan con diferentes intereses. El único que saluda a James es Simon, demostrándose conocimiento mutuo.

Le presento a los otros tres, pero la fuerza que James ejerce sobre mí al mirar a mi jefe, llama mucho mi atención. James es otro quien cree que le gusto a mi jefe. Sé que es cierto, él mismo me lo ha expresado abiertamente, pero no hay nada que pueda hacer y no es la primera vez que algo así sucede.

—Ethan, su exesposo —se presenta.

—James, su novio. —Sonrío, casi río, y Simon lo hace por mí, con real burla.

Trato de sacar de mi mente la imagen de estos dos midiendo quien la tiene más grande.

Tontos machistas.

Río y me disculpo cuando todos me miran con extrañeza, pero ha sido inevitable disfrutar a este par. Brad me mira y también lo hago, hace un extraño gesto que me hace sonreír. Es fácil hacerlo con él así sea con una simple mirada cargada con esa especial dulzura que a veces me muestra o ese atrevimiento que hace hervir mi sangre con fuerza. Como lo hace justo ahora, con esos ojos azules tan brillantes que desean desvestirme sin ningún pudor. Sin ninguna vergüenza de estar rodeados de tantas personas, sobre todo con mi exesposo y mi “novio”, presentes, ambos a cada lado mío, ignorantes del escrutinio de mi jefe.

El hijo de Simon se levanta de repente, y tanto Brad como yo parpadeamos.

Doy un paso atrás.

—Fue un gusto verlos —digo a modo de despedida—. Que pasen buena noche.

—No llegues tarde mañana —dice mi jefe levantándose de la mesa y se aleja.

Todos lo observan irse por unos segundos y Ethan levanta ambas cejas, lo que solo provoca que ruedo los ojos.

—¿Nos vamos o te quieres quedar un rato? —pregunta James una vez nos alejamos.

—Me siento algo ansiosa luego de cierta conversación que tuve hoy. Quizás unas esposas puedan aliviarme. —Ríe y besa mis labios.

Abraza mis hombros y salimos del lugar. Me siento emocionada y no aguanto las ganas de desnudarlo y jugar toda la noche. Sobre todo, si así logro hacer dejar que cierta mirada caliente deje de hacerme arder.

—Creí que hace mucho no veías a tu ex —dice una vez estamos en su auto.

—Fue casualidad. No es mi culpa que seas impuntual.

—¿Cuál será mi castigo?

Sonrío por su certero cambio de tema, totalmente agradecida de que sea tan maduro y comprensivo. Ambos tenemos personas en nuestro pasado.

No hay nada más que agregar.

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