Aventura De Una Mujer Libre (Aventura 2)
Aventura De Una Mujer Libre (Aventura 2)
Por: Marcia E. Cabrero
Capítulo 1

Cierro la puerta de mi auto con un duro golpe y camino afanada hacia la cafetería de los señores Clark donde, cada sábado sin falta, me reúno con mis tres mejores amigas. Por no decir las únicas. En un principio sólo éramos Sarah y yo, empezamos a trabajar en la misma empresa de publicidad como secretarias, casi al mismo tiempo hace ocho años atrás, siendo ella la única mujer que no se ofendía por mis comentarios abiertos ni se dejaba intimidar al estar a mi lado. Y se convirtió en la mejor parte de mi vida luego de mi divorcio, así aborrezca esa ropa que usa tan grande y que la hace ver como una bolsa de algo mal empacado. Detesto que se menosprecie escudándose en deudas que me he ofrecido en cubrir para que no la pasen tan mal. Pero ella es una cabeza dura que quiere salir adelante por sus propios medios y esfuerzos. No puedo creer que a sus 32 años aún crea que puede librarse del sistema con sólo trabajo duro. Es tan crédula para tantas cosas que me provoca patear su bonito trasero exgordo. Es tan dulce como la miel. Así de empalagosa, suave y brillante.

Luego se nos unió Georgina hace año y medio, con sus bonitos e inocentes ojos café. Debo reconocer que me preocupa mucho su vida cerrada, casi hermética incluso con nosotras. Si no fuera por los sábados que siempre nos reunimos, aún estaría en su cama, o quizás alimentando a sus gatos.

¡Asco!

Y unas pocas semanas después, llegó mi loquita Lucy con su linda piel morena y ojos verdes, tan exótica como ella misma y con su lengua entrometida. Es tan desesperante que me provoca tomarla de sus nuevos risos y usarlos de trapeador. Llegó a nuestras vidas mientras atravesaba por una crisis gracias a un imbécil de m****a, pero eso logró que nuestra amistad se afianzara. No sé qué haría sin sus locuras. Ella es como la Nutella. Cuando no existía, no te importaba, pero ahora que lo has probado, no puedes vivir sin ella.

Ellas lo son todo para mí.

Somos muy diferentes las unas de las otras, pero eso nunca ha sido un impedimento para que nos llevemos tan bien. Siempre nos hemos respetado y eso ha sido suficiente.

Con Lucy, aun diciéndole a su sexy policía que no se quiere casar luego de más de un año. Creo que ya perdí la cuenta de cuántas veces el pobre hombre se lo ha pedido.

Georgina, con su aburrida vida llena de gatos. Y realmente me gustaría que disfrutara su juventud y se arriesgara a conocer a algún hombre. A veces me pregunto si aún será virgen. Ella solo se sonroja cuando le pregunto, pero no dice nada.

Sarah también sigue con su vida aburrida y esa horrible ropa. Ella al menos tiene a su esposo y a sus lindos hijos.

Hijos que yo nunca podré tener. Sólo Dios sabe cuánto lo he intentado, pero creo que ya me he resignado a permanecer sola. Creo.

Mi exesposo prefirió darme el divorcio a tener una familia, aunque asegura que no soy yo, es él. Cuanto detesto esa frase. Así que yo preferí hacerme a un lado antes que vivir con alguien que no es lo que deseas para ti. Esta es la parte horrible del matrimonio. El egoísmo de la persona a la que amas y que se supone te ama, puede llegar a ser tan grande. Fue una gran decepción que, luego de diez años juntos, me hiciera algo como eso. Joder, prácticamente le entregué mi juventud a ese cretino al que tanto amaba.

Sólo tuve que decidir si seguir esa vida, sola, amargándome a su lado, o tratar de ser feliz... sola.

Al final no hubo gran diferencia.

Luego de esa crucial conversación, no volvimos a ser la pareja de siempre. No deseaba serlo.

Lo que me alegra, es que este ha sido un buen año y bastante tranquilo para todas nosotras y nuestras familias. Debería decir mejor, sus familias. Georgina y yo, somos las únicas solteras.

Mi familia no vale la pena, excepto mi padre al que adoro. Para ellos soy una vergüenza desde que me divorcié, y debo reconocer que me siento más a gusto de esta manera. No teniendo que soportar críticas sobre mi estilo de vida. Mi madre puede irse a la m****a con su idea de vida y familia perfecta.

Mis amigas me critican, sí, pero me aceptan tal cual soy, y eso es suficiente para mí. Ellas alegran mis días y yo disfruto jodiendo las de ellas.

Sé que las chicas nunca se molestan por mis usuales llegadas tarde, pero es inevitable. La belleza requiere tiempo.

Sacudo levemente mi cabeza y tomo un profundo respiro antes de entrar a encontrarme con las mujeres de mi vida. No me gusta que nadie me vea triste, y mucho menos, por cosas que no se pueden cambiar y que no valen la pena.

Ethan, a pesar de que nos llevamos bien así no nos veamos muy seguido, no lo vale.

Atravieso la puerta escuchando el tan común tintineo de la campana sobre la puerta y sonrío al verlas en nuestra mesa de siempre junto a la ventana. Tan sonrientes, que alegran el día a cualquiera. Saludo a la señora Clark y suspiro al sentir el olor del café. No sé por qué me gusta el aroma, pero no el sabor de ese grano.

—Llegué —suelto, animada.

Me siento y sonrío aún más al ver sus sonrisas. Con ellas es inevitable.

—Llegas temprano —dice Sarah, impresionada, y las chicas ríen bajo.

Miro la hora en mi reloj de pulso de Cartier y río al darme cuenta de que he llegado dos minutos antes de lo usual. Siempre llego diez minutos después que ellas. Ya es una tonta costumbre de mi parte.

—Debí quedarme en el auto un par de minutos más retocando mi labial. No quiero que se mal acostumbren. No volverá a p***r.

—Nunca lo haríamos —murmura Lucy, con expresión de zombi.

¿Cómo no amarlas?

—¿Qué haremos para navidad? —pregunta Georgi—. La casa de Sarah es lo suficientemente grande.

—Estoy con Georgi —concuerdo mientras levanto la mano para que nos atiendan. Ellas nunca piden hasta que no he llegado. En definitiva, este lugar no será lo mismo sin Lucy atendiendo las mesas. Eso me recuerda...—. ¿Por qué has dejado de trabajar? Dijiste que nos contarías hoy.

Odio que hayan dejado el grupo de W******p, con la estúpida excusa de que nos quedaríamos sin temas para hablar los sábados. Como si no me conocieran. Siempre les daré algo para hablar.

La campanilla suena y, como si supiéramos de quienes se trata, las cuatro miramos hacia la puerta. Nuestro jefe, Adam Walker, entra con su desagradable socio, Alexander Collins. Ambos, vestidos sensualmente informales, caminan hacia nosotras como siempre.

—Buenos días, señoras y señoritas —dice el señor Walker, con la misma sonrisa encantadora de siempre, repasándonos una a una.

Es muy guapo. Siempre con su cabello negro alborotado, incluso cuando lleva esos trajes hechos a la medida que se le ciñen a ese pecho ancho, sus ojos oscuros, negros, pero con un brillo divertido y atrayente.

Sí, es una lástima.

Es una lástima que no me guste involucrarme con personas de mi trabajo y menos luego de Jazz hace un año. Aunque creo que eso decepcionaría también a la siempre inocente, y siempre ilusionada Georgi. Le falta poco para ser la acosadora oficial de Walker.

El señor Collins, por su parte, es todo un ardiente amargado. Su brillante cabello castaño y esos lindos, pero fríos, ojos grises o ese cuerpo tan grande y firme, no evitan que se vea como un misántropo. Lucy nos ha dicho que le gusta una mujer, pero ella no le corresponde.

Que idiota.

¿Acaso no cree que ya es hora de superarlo y dejar de escupir malas vibras a su paso?

Que madure, por favor. No parece que tuviera treinta y tres años.

—Hola, chicos. ¿Cómo están? —dice Lucy, con alegría, y ruedo los ojos.

—Hola, Lucy. Señoras —susurra Collins, con su usual tono monótono, y sigue su camino hacia su mesa de siempre al fondo de la cafetería.

Walker se encoge de hombros y ríe mirando a su amigo. Se despide también y no puedo evitar admirar ese trasero y sus piernas musculosas. Rio cuando Sarah me codea y le guiño un ojo a Georgina. Los hombres nunca se dan cuenta de nada y si no se decide a conquistar al jefe, otra lo hará.

 —No soporto verle la cara a ese sujeto —digo desesperada—. Es tan pedante y serio, como si fuera el ser más importante del planeta.

—Él no es así. Es muy buena persona —se queja Lucy, y bufo.

—Ya basta, Paula —me corta Sarah, como siempre—. Deja al hombre en paz. Tiene sus motivos para ser como es y no nos incumbe.

—Bien. Tú, habla. —Señalo a Lucy, dando por terminado el tema de Collins, y la aludida se encoge de hombros.

Baja la cabeza, como hace siempre que está nerviosa, y eso me empieza a preocupar. Finalmente llegan nuestras bebidas y tomo un sorbo de mi té. Muero de hambre y estas chicas nuevas se demoran demasiado.

—No me digas que te vas de la ciudad —dice Georgi.

—Claro que no. Es sólo que... —susurra algo al final demasiado rápido y tan bajo que quedamos confundidas.

—No escuchamos nada, cariño —dice mi rubia, y asiento confirmando.

Toma aire y nos mira.

—Habla ya, mujer —digo en un casi grito desesperado, consumida por la incertidumbre.

Odio las sorpresas.

—¡Estoy embarazada! —sisea, exaltada.

Y, como si todo alrededor se hubiera detenido, mi corazón se ralentiza y mis ojos escuecen. Pero sonrío. Sin poder evitarlo, me levanto y la abrazo con fuerza.

—Tengo miedo, Paula.

—No tienes por qué. Eres una mujer fuerte, valiente, dulce y llena de amor. Además, nos tienes a nosotras para cuidarte.

Sé que es por lo que pasó aquella vez con ese cerdo loco. Perdió a su primer bebé y tuvo que atravesar su cuota de tiempo para superarlo y sentirse digna de estar con su policía otra vez.

—Siempre estaremos contigo —dice Sarah, sujetando su mano con firmeza—. Sabes que puedes contar conmigo para ayudarte con cualquier duda.

Cosa que no puedo decir yo.

—Yo no tengo experiencia —expresa Georgi, con la voz quebrada, confundiéndome un poco—, pero aquí estoy. Somos familia ¿No?

Lucy se calma poco a poco y asiente ante las palabras de las chicas. No sabe cuanta suerte tiene. Será una madre grandiosa, estoy segura.

—¿Cuánto tiempo tienes? —pregunto, emocionada.

Levanta tres dedos y chillamos de alegría. Ya no nos importa lo que piensen los demás clientes de la cafetería, los que frecuentan este lugar saben que gritamos y tienen que soportarnos o irse. La mayoría son asiduos del lugar y no se sorprenden. Al menos no mucho.

—Si no estoy mal —digo, haciendo memoria—, fue aquella vez que compraste aquella batola…

Chilla y tapa mi boca, confirmando mis palabras.

—Es tan perturbador que conozcas la vida sexual de todas —se queja Georgina.

No es que me importe o que esté al pendiente de ellas en ese ámbito, pero no es algo difícil de deducir. Yo acompañé a esta morena y escogí esa batola negra con transparencias para que impresionara a su hombre cuando cumplían un año juntos. En el caso de Sarah, el estar casada no le garantiza sexo, su sonrisa condescendiente lo dice, y de Georgina no tengo nada que decir, seguro ni sabrá masturbarse.

—¿Cómo se lo tomó Mark? —pregunta la rubia mostrando todos sus dientes.

—Eso no se pregunta —digo con risa—. Ese hombre le ha propuesto matrimonio, ¿Cuantas veces, Lucy? ¿Unas tres veces?

Asiente apenada y más le vale que lo esté. Pobre hombre enamorado.

—Ese es el problema. Me ha dicho que nos tenemos que casar y no le importa lo que yo diga. Que, si no estamos casados antes de navidad, se irá de la casa.

Todas reímos al ver el desespero de esta loca y obstinada mujer. Baja la cabeza y notamos que llora.

Es momento de apiadarse de ella. Aburrida.

—Aquí es donde tienes que decidir. —Empieza Sarah, y entrecierro la mirada al notar algo de evidente satisfacción en su voz. Sarah es tan transparente que me parece gracioso que Lucy no lo note.—. O le dejas el miedo al matrimonio o pierdes a un gran hombre criando sola a tu bebé. No es él quien se estaría yendo, tú lo estarías sacando de tu vida por tonta. Te quiere dar todo y tú lo rechazas. Ya ha pasado más de un año desde lo que pasó con ese tal Chase y debes dar un paso adelante. Sabes que Mark no es como él. Te ama y está dispuesto a todo por ti, pero creo que ha llegado a su límite y se ha cansado de esperar.

Miro a Sarah impresionada por sus certeras palabras y choco mi mano con la suya haciéndola reír.

—Yo me encargo de organizar todo —digo algo pensativa ignorando la mirada de reproche de la morena—. Hoy mismo empiezo a buscar lugares, creo que eso es lo primordial. Con tan pocas semanas y en época de fiestas, va a ser complicado. Pero te voy a organizar una boda maravillosa.

—Paula...

Levanto mi mano para que Lucy calle y sigo.

—Debemos buscar el vestido de novia perfecto.

—Yo te ayudo con eso —dice Georgi, aplaudiendo y Sarah ríe.

—No te niegues a esto. Ya es un hecho y Paula no te va a dejar meter las manos en ninguna decisión. Te vas a casar con Mark, quieras o no. Te llevaremos a rastras si es necesario.

Lucy se cruza de brazos cuando Sarah termina de hablar, pero noto un atisbo de sonrisa formándose en sus carnosos labios. Sé que está loca por ese sexy policía, pero el miedo a lo desconocido es mucho más grande que ella. Estoy segura de que antes de lo que sucedió con aquel demente solía ser una mujer valiente. Es una pena, pero sé que desea enfrentar esos miedos y ser feliz con su familia.

No sabe cómo me alegro por su nueva vida y me encargaré de que su boda sea hermosa. No tenemos mucho tiempo para algo grande, pero no por eso será menos especial. Sólo hace falta que Georgina se suelte y deje entrar a algún hombre en su vida. Una vida llena de gatos, no es buena para nadie.

Espero que sea pronto.

Terminamos nuestro desayuno mientras hablamos de las cosas que se pueden incluir y los colores adecuados. En ningún momento pedimos la opinión de Lucy y eso parece no gustarle. Es obvio, pero ella se lo ha ganado.

Mientras caminamos a nuestros autos, recibo un mensaje de Ben. Niego y guardo mi teléfono.

No me gusta volver con alguien con quien tuve una relación una vez he decidido terminar. Quería que fuera su pareja en la boda de su hermana. Eso para mí es un equivalente a una relación. Conocer a la familia de un hombre que sólo significa sexo para mí, es demasiado compromiso. No soy una adolescente y no me interesan las relaciones complicadas. Cualquier cosa que implique hablar para lo que no sea pedir sexo, es una completa complicación. Me gusta mi soledad y las únicas personas que tienen cabida en mi vida, son mis chicas. Ni siquiera mi hermana menor, a la que no veo desde que me divorcié, tiene espacio en mi vida.

La hipocresía no va conmigo.

No he estado con un hombre desde que terminé con Ben hace dos meses. Creo que luego de tres meses de "relación", me merezco un respiro. Quizás el próximo fin de semana salga para buscar algo de diversión, pero será cuando tenga adelantado los preparativos de la boda.

—Mark habló contigo, ¿cierto? —acuso a Sarah.

Ella ríe y asiente. El hombre es inteligente, porque la casaremos así tengamos que llevarla a rastras al altar.

—Tres veces intentó hacerlo a su modo y no lo logró. Creía que embarazarla haría que Lucy al fin sentara cabeza y pensara con claridad.

Rio a carcajadas. Ese policía me agrada cada vez más.

Si no supiéramos que ese hombre adora a Lucy y que él moriría por ella, ya lo hubiéramos sacado de su vida. Se merecen el uno al otro.

Una loca para un enamorado.

Así dicen que es el amor.

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