Capítulo 4

Estaciono la camioneta en un spot libre y amplio frente a un hotel con el nombre SAINT AMOUR en la fachada, el edificio es un mero lujo y me recuerda a algo, me parece un edifico conocido se parece a un edificio que yo diseñe pero... mmmm. No, no puede ser.

En fin, sinceramente no conocía este lugar e imagino que se debe a mis constantes cambios de domicilio, he estado un largo tiempo en Corea así que imagino y fue construido en ese tiempo. Pero insisto que me parece conocido.

Cuando me acerco al lugar uno de los vigilantes me sorprende diciendo que el edificio aún se encuentra en construcción y que será inaugurado aproximadamente en un mes, la sorpresa es más cuando veo un camión con el nombre LÜNEBURG estacionado.

—En realidad me gustaría hablar con el señor... —reviso mi móvil y hago un mohín. – Dametrio Saint Amour. – creo que no pronuncie bien el nombre.

—El señor no se encuentra en este momento pero si quiere dejar un recado yo con gusto se lo entrego. —me dice con tono amable.

—En realidad me gustaría hablar personalmente con el señor Dametrio. —resoplo, no quiero que Horus me siga molestando con esto.

—Demetrio, su nombre es Demetrio Saint Amour ¿Quién eres y por qué lo buscas? – dicen a mi lado y el vigilante saluda con rapidez.

—Señorita Fox, buenas tardes. – saluda y yo quedo en plano tres.

La mujer ignora el saludo del vigilante y se dirige hacia mí. Es una mujer pelirroja muy alta, es mucho más alta que yo y es sorprendente porque yo me considero una persona con estatura reveladora. La mujer medirá un metro ochenta, es demasiado alta. No puedo juzgar pero si es alta, muy alta.

—Buenas tardes, mi nombre es... —la mujer me interrumpe.

—Demetrio no puede atender a nadie en este momento y menos a la beneficencia. —se burla de mí, o eso creo. Es muy alta.

—No, yo tengo una cita con el señor Saint Amour esta noche pero lamentablemente tengo que viajar en un par de horas así que me gustaría adelantar nuestra reunión. Mi nombre es Nefertiti Lüneburg. —explico pero la mujer solo rueda los ojos.

—Demetrio no tiene tiempo para citas con alguien de tu calaña, por favor retírate. —dice y yo respiro profundo. Me doy la vuelta y me dirijo hacia el vigilante.

—Por favor dígale al señor Saint Amour que estuve aquí, que lamento los inconvenientes pero que la propuesta esta complemente fuera de mi agenda. No solamente yo como su arquitecta sino mi empresa. – le aclaro y él toma nota.

—Espera... ¿de qué hablas? —me pregunta la mujer y yo solo me dirijo a ella.

—Me tengo que ir ahora, tengo un vuelo de quince horas. Muchas gracias. —le digo al vigilante y rápidamente me retiro.

—¡No! ¡Espera! ¡¿Cómo es que te llamas?! —grita la mujer que se apresura a seguirme.

¡Mi Dios! ¡Está siguiéndome!

Me cruzo la calle directamente a la camioneta, me subo hecha una turba y arranco en cuanto veo a la mujer correr hasta mí. Vale, eso lo considero acoso así que mejor me largo. No quiero que después me estén secuestrando o incluso robando.

Me retiro de la escena pero mi suerte no está a favor, en cuanto cruzo en una calle me doy cuanto que voy en sentido contrario y termino golpeando un coche de frente. Maldición.

El sonido de ambos coches frenando es fuerte, el la camioneta tiene protección delantera así que el coche se detiene en el. Demonios.

"¿Desea que llame a Emergencias?"

Me pregunta una voz y resulta ser la camioneta hablándome, una luz roja que me avisa lo idiota que fui yendo en sentido contrario.

—No, muchas gracias, y gracias por advertirme que iba en camino contrario. Muchas gracias auto futurista. —gruño y solo por esta vez agradezco no profesar la religión de mis abuelos porque me puedo dar el lujo de maldecir.

¡Maldita sea!

Joder. Horus me matara, me obligara a ir a esa cena, me obligara a quedarme y yo no lo puedo permitir. Arreglare esto.

Me bajo de la camioneta y vuelvo a ver hacia el coche que desgraciadamente si está un poquito afectado. Es un auto lujoso, me he metido con un riquillo y solo espero que no me quiera estafar. El coche es un BMW lujoso que seguramente tendrá un dueño que me matara.

La puerta se abre y sale... Uau. Un impresionante hombre alto y con un aspecto de querer matar a todos... o a mí especialmente. Sin volver a verme dirige la mirada hacia la parte delantera de su coche y me mata, en cuanto me vea me matara puedo asegurarlo.

—Buenas tardes señor, em, mil disculpas yo cruce mal y no sabía que era sentido contrario y no sabía que usted venia, y no sabía que chocaría. Perdón es que... —me quedo callada en cuanto me vuelve a ver.

Dios bendito.

Un dios.

Es un hombre tremendamente atractivo, su mirada es intensa. Muy intensa, sobre todo porque me está viendo como si quiera matarme. Es guapisimo.

—¿No sabias? ¿Acaso no ha visto la señalización? ¿Esta ciega? —gruñe furioso pero en inglés, su acento y demás me permite pensar que no es alemán.

Y es muy atractivo.

—No señor es que yo, no conozco estos lados de Berlín. —le respondo en inglés y mi acento es también muy pronunciado.

Me quedo callada y doy unos pasos más. El hombre me mira con el ceño fruncido y yo respiro profundo, vale esto es mi culpa así que no puedo ponerme a la defensiva. Tengo que pensar exactamente en lo que tengo que decir, y hacer porque si no arreglo esto algo malo sucederá, puedo saberlo.

—Discúlpeme, voy a pagar los daños y la ofensa, por favor, discúlpenme. —le digo con voz serena y tranquila.

El hombre me mira fijamente. Demasiado intenso, demasiado molesto me analiza a cuerpo momento y seguido asiente, sin decir nada se da la vuelta y se dirige a su coche; espero pacientemente porque tenemos que llegar a un arreglo ¿o no? Es un hombre muy intenso, su mirada es exquisita pero su humor dice todo lo contrario.

¡Nefertiti chocaste su coche obviamente está furioso!

—Yo... emmm, no soy de aquí... o bueno, si soy de aquí pero no vivo aquí solo tengo unos meses aquí... me refiero aquí en Berlín, yo vivía en Múnich y por eso no conocía aquí, porque solo conocía allí, no conozco las calles de aquí porque no vivía aquí y... —sale del coche y me mira con una mirada si matara, yo ya estaría muerto.

—Escribe tu número telefónico, tu nombre y el lugar donde puedo encontrarte. —comienza a decir mientras camina hasta mí. —Mis abogados te contactaran para que respondas por los gastos, ¿hay alguna persona mayor en tu familia? —me pregunta y mi boca se abre con toda la sorpresa.

Su mirada es de "no estoy jugando" pero la mía es de "no me mires que me matas".

—Eh, no, yo... soy mayor de edad, tengo veinticuatro años y puedo responder a usted en este mismo momento mire lleguemos a un trato. —ahora yo me dirijo hacia mi camioneta y saco mi móvil. —Dígame su número de cuenta y en este momento voy a depositar el dinero en su cuenta. —el hombre me mira sin expresión alguna, se acerca más a mí y la altura es sorprendente.

¡Es muy alto!

Parece un hombre increíblemente alto pero lo sorprende son los músculos que se le marcan con esa camisa, lleva ropa formal pero no lleva su chaqueta aunque si lleva una corbata. Sus ojos son muy bonitos así con un color profundo, es fascinante pero muy intimidante.

—No. Escribe tu número y tu dirección. —me tutea de la nada y yo niego. Dios. Que tipo, me mira de una forma que no cederá.

—Señor no puedo reunirme con usted por favor acepte el dinero, ¿dos mil euros le parece una cifra correcta? —insisto pero él no dice nada, me mira fijamente, me está diciendo que haga lo que me está pidiendo y sinceramente, sí, me intimida un poquito porque es como si me estuviera apuntando con un arma.

—Por favor solo acepte el dinero. —le pido y el aprieta la mandíbula.

—No lo repetiré, escribe tu número telefónico y tu dirección. —me advierte con voz profunda y yo respiro profundo.

Vale. Lo haré.

Sujeto el móvil y comienzo a escribir mi número que resulta ser muy largo, escribo la dirección de mi casa y después se lo entrego. Él lo revisa.

—¿Ese es tu número? —asiento.

—Es un número internacional, esa es mi dirección pero en un par de horas viajare a Corea así que por favor dígale a sus abogados que es preferible esperen a llamarme en dos días. —le digo con una mirada frágil.

—No lo creo señorita. —dice con voz gélida. —Adiós. —se da la vuelta y comienza a caminar a su coche.

Me quedo de pie observándolo y él me hace una seña, una que no entiendo hasta que enciende el motor y yo me aparto. Me recuerdo que mi camioneta está allí y solo me alegro de que no haya nadie más, oh, y también que no puedo retroceder.

Observo la camioneta y después el coche.

—Estupendo Nefertiti, eres la motorista del año. —me riño a mí misma caminando hacia la camioneta.

Me pongo nuevamente el cinturón, si esto no es un castigo divino por todo lo sagrado del mundo... no sé qué sea. Pongo la reversa y despacito voy moviéndome hacia atrás, sin embargo cuando trato de dar la vuelta no puedo. Vale, la conducción no es para todos, por lo menos parquearse en lugares amplios es fácil. No me gustan los coches, puedo manejar pero irónicamente solo camionetas porque los autos pequeños no se me dan para nada y mucho menos los deportivos.

—¡Dios ayúdame! —pido al cielo.

Me detengo y me quedo allí, observando hacia adelante y no es mucho lo que tengo que esperar para que el hombre frente a mi baje de su deportivo y se dirija hacia mí. Vale. Sujeto el volante con fuerza, me muerdo el labio y me preparo mentalmente para otra riña. Se acerca a la puerta de la camioneta y sin pedir permiso ni nada la abre.

—Bájate. —dice en tono de mandato.

—¿Yo? No, ¿para qué? Aquí estoy bien estacionada. —le bromeo sin volver a verlo. Un vistazo de reojo y nada, no le ha dado gracia.

—Bájate. —repite. Le vuelvo a ver para encontrarme con una mirada azul penetrante y cabreada. —No lo repetiré. —gruñe.

—Vale, ya, voy, ya voy. —me desabrocho el cinturón y me bajo de la camioneta obediente. —Algo está mal con la camioneta. —le digo.

—Sí, tiene una motorista inútil. —gruñe sin mediar palabra.

Vale. Este tipo no es para nada una buena persona.

—Señor usted tiene un muy mal carácter. —le respondo con un tono de voz dulzoso.

—Y usted, señorita, es muy mala conduciendo así que le invito a tomar un par de clases. —dice lo último para dar un portazo y conducir en reversa como todo un supuesto experto.

La verdad es que si lo hace muy bien, da un acelerón hacia atrás que me hace sobre saltar porque en el mismo hace girar la camioneta que casi roza un auto estacionado. La camioneta ni siquiera es mía.

En cuanto gira la camioneta para el sentido que es, el hombre baja de la camioneta hecho furia y se encamina hacia mí. No, en realidad me pasa de largo y yo solo le extiendo la mano.

—Oh, muchas gracias. Un placer señor, espero que podamos llegar a un arreglo y lamento mucho lo de su coche. Dios lo bendiga buen señor. —le digo con voz cantarina.

El inmediatamente se detiene y me vuelve a ver. La sonrisa en mi rostro desaparece y sin que nadie me lo pida, salgo corriendo hasta la camioneta y me subo. Me quedo allí y decido esperarme a que el señor se retire, no obstante en cuanto pasa por mi lado se detiene, le vuelvo a ver y en cuanto me muestra una sonrisa fanfarrona dice:

—Nos veremos pronto, señorita Lüneburg. —pronuncia con un acento sensual para después poner en marcha el coche y se va a toda velocidad.

Qué demonios...

Él dijo... ¿Lüneburg? un momento ¿el me conoce? ¿Quién es él? Dios... ¿lo conozco? ¿Es un acosador? ¿Violador? ¿Un enfermo psicópata que me quiere secuestrar? Dios no... no puede ser, yo no lo conozco y puedo estar segura.

Vale. Nefertiti, lo mejor es que subas a ese avión y regreses a Corea con tu hijo. Solo espero que ese hombre no me llame, no me busque y mucho menos que me vaya a acosar, es guapísimo, sí, pero es un tipo de mal carácter que no estoy dispuesta a tolerar.

Solo sé que espero no volver a verlo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo