Capítulo 1

No se trataba de esto.

No se trataba de aquello.

No se trataba de perder mi valioso tiempo aquí.

No... por supuesto que no.

No se trataba de venir a Alemania y quedarme estancada en el aeropuerto porque a mi responsable y adorado hermano se le olvido recogerme en el aeropuerto a sabiendas de que soy la persona más tímida del mundo. No puedo hablar con nadie porque me ruborizo y eso ya lo hace un problema ¡Los hombres piensan que estoy coqueteando con ellos!

Camino por los pasillos con el nerviosismo matándome, no es que le tenga miedo a la gente pero mi hermano sabe bien que no es la mejor época para mí y mi soledad. Maldición. Voy a matar a ese cabezón.

Me arreglo el cabello en una coleta, me pongo las gafas need y hago caso omiso de las miradas furtivas que me obsequian. No me voy a poner nerviosa.

Venir a Alemania supone un problema, sobre todo cuando el maldito de mi ex prometido está viviendo aquí gracias a sus malditos negocios... no se si tiene el derecho a llamarse ex prometido porque nunca estuve de acuerdo con ese compromiso.

—Tranquila Nefertiti si ese tipo se aparece te tiras al suelo y comienzas a convulsionar. —me digo a mi misma. Esa sería la única manera de pasar desapercibida.

Saco mi móvil y llamo nuevamente a Horus, ese hermano mío seguramente esta con alguna de sus mujeres y eso ya lo hace un problema ¿Cómo es que él puede ser un libertino no y yo tengo que ocultarme? No, bueno no es que no tenga mis líos pero en este caso todos tienen que ser estrictamente secretos o podría ser el fin del mundo.

Solo de pensarlo me dan calosfríos...

En cuanto recupero mis maletas soy capaz de caminar hasta la salida del aeropuerto para esperar un taxi. Espero varios minutos pero los taxistas parecen haber desaparecido de Berlín, no entiendo esta ironía de la vida y mucho menos mi móvil que no logra encontrar señal. Vale. Hoy no es mi día.

Desearía volver a estar en Seúl con mi hijo y con mis amigos, pero sinceramente es por él que estoy aquí. Jupiter merece esto y yo también después de tanto tiempo de lucha.

Sonrío para mi misma, una sonrisa tan amplía que no puedo ocultar. Pese a las dificultades mi hijo es todo lo que importa.

Alguien a mi lado se aclara la garganta y me quedo petrificada porque el sonido lo siento casi en mi oreja... mis paranoias y yo.

No sé en qué momento un hombre se ha parado a mi lado y lo sé porque es gigante, no entiendo como los hombres pueden ser tan altos y las mujeres tenemos que ser tan pequeñas. Mmm. Por supuesto que si fuera al revés todo sería muy extraño, no me veo al lado de un hombre de baja estatura... un minion, aunque sería tierno de todas maneras.

Me río yo sola.

De reojo puedo ver al monumental hombre, viste un impresionante traje que le sienta muy bien. Evito volver a verle aunque me siento tentada pues me gustaría ver su rostro. Llevo la mirada a mi móvil y le bajo todo el brillo así el hombre podrá reflejarse sobre la pantalla y así es, puedo ver al impresionante hombre que lastimosamente lleva gafas pero sé que es guapo. Tiene una mandíbula bien marcada que está cubierta por una oscura barba, no tiene plante del típico hombre alemán y quizás sea extranjero. Su cabello creo que es oscuro, largo y peinado hacia atrás.

Dios. Quiero ver su rostro.

Vuelvo a guardar mi móvil y disimuladamente vuelvo la mirada hacia el cielo, luego muevo la cabeza como si estuviera dándome un auto masaje y le miro por un lapso de dos segundos; casi nada porque él me vuelve a ver y frunce el ceño. Me ruborizo de inmediato pues siento como las mejillas se me calientan.

¡Es guapísimo!

Es guapísimo y me está viendo, siento su mirada sobre mi y aunque me digan ridícula se que está tratando de intimidarme. Un punto a su favor, detesto que me miren fijamente.

¡Nefertiti tírate el suelo y comienza a convulsionar!

—¡Dichosos los ojos que te ven!

Gritan desde un auto y como si me hubieran dado una bofetada para que reaccionara, vuelvo la mirada hacia el coche y mi rubor se ve reemplazado por la sorpresa y la alegría.

—¡Pepe! —le digo emocionada.

¡De todos los hombres de la Tierra!

Mi estimado amigo José se baja del auto, un maravilloso Lamborghini Huracán, y con una amplia sonrisa se acerca a mí para abrazarme y levantarme.

—¡Preciosidad que eres! Jodeeeer, que felicidad. —grita con emoción que a mi me hace reír. —Venga, dale un buen beso a tu amante que te ha echado de menos. —me da un suave pico y yo me río.

No me sorprendo del acto pues sé que él es así y se que tenemos una intensa historia detrás, una que nadie sabe pero que nos conservamos para ambos.

—Moriría por que tus abuelos vieran esto. —me dice bajando.

—No seas malo, mis abuelos me exiliarían otra vez. —me rio y él también. Me mira de arriba abajo y me hace dar una vuelta.

—¡Maldición! Mi amor estas preciosa. —me vuele a ver completa y se muerde el labio. —Apresúrate que nos vamos a mi apartamento. —me dice y yo asiento.

Recoge mis maletas y las mete en la cajuela, después me abre la puerta y como un rayo entro. Vuelvo la mirada hacia el hombre alto y algo aterrador que me observa también, me vuelvo a ruborizar pero en cuanto Pepe entra al coche y lo pone en marcha me relajo. Por el espejo puedo ver al hombre que observa el coche, dios, seguramente piensa que soy una rara.

—¡Nefertiti no puedo creer que hayas regresado! Le he dicho a Ellie que estas aquí y está contenta, esta noche nos vamos de fiesta. Por cierto, estas guapísima, mi amor cogería contigo en este momento. —abro la boca.

¡No se guarda nada!

—¡Pepe! —le riño.

—¡Joder que me pongo caliente! le sube a la música y yo no me sorprendo para nada de la actitud de mi amigo.

Pepe es así. Un hombre alto, no más de un metro ochenta y dos, piel preciosa  y una mirada clara que es la atracción para toda mujer. Pepe tiene un aspecto de chico malo que  acompaña con este auto de lujo que ama más que a su propia vida. Cualquier mujer se enamoraría de Pepe.

Pepe es un hombre espectacular, le gusta la fiesta, las mujeres pero aunque tiene ese plante de chico malo es todo un hombre de familia. Tiene una pequeña hija de cinco años que adora con su alma y la cual es el motivo por el cual me enamore de los niños.

Sonrío.

Pronto tendré a mi hijo a mi lado, sé que todo ha sido difícil pero pronto mi hijo estará a mi lado y compartiremos todo el mundo.

—Horus me ha pedido que te lleve a la empresa, te pongas al día y después te escolte a un almuerzo en el Hotel Plaza para una reunión con un tipo que quiere contratarte... o algo así... o no sé si ustedes quieren contratarlo... —se rasca la cabeza. Frunzo el ceño. —En fin, la cuestión es que tienes una reunión con un tipo que viene de Mono... Mon... Mon algo. —se encoge de hombros.

—¿Un tipo de Mónaco? —pregunto y él asiente feliz.

—¡Ese mismo! ¿Ya lo conoces? Horus dijo que no lo conocías. —masculle con diversión.

Horus dice muchas cosas.

—No me reuniré con esa persona puedes dejarme en casa, tengo otras cosas que hacer porque regreso a Corea mañana por la mañana. – frena de golpe y me vuelve a ver.

Ruedo los ojos.

¿Horus piensa que haré lo que me pide?

—¡¿Qué?! No puedes irte, haré una fiesta mañana ¿recuerdas? —entrecierro los ojos.

—Dijiste que la fiesta es hoy. – se ríe y asiente.

—¡Todos los días es una puta fiesta! —grita acelerando nuevamente y tengo que sostenerme de algo porque algo que le gusta a Pepe es la velocidad.

Pepe comienza a contarme sus planes para la fiesta y no es nada bonito, la idea de tener alcohol por todos lados y tener que viajar mañana no me convence para nada. No es por nada pero el alcohol me causa ¿sensaciones extrañas? Podría cometer una locura y olvidarla por completo al día siguiente. Soy todo un numerito ya alcoholizada

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