Capítulo 4

Liam

Después de mi transformación, mis instintos y mis sentidos se magnificaron, el olor y el bullicio de los jóvenes del campamento era demasiado tentador, así que decidí probarme a mí mismo que podía controlarme y acercarme sin hacerles daño.

Cacé un ciervo y me alimenté antes de acercarme, de alguna manera creí que, estando satisfecho, no sentiría la necesidad de atacar a un humano, y así fue, caminé en rededor del campamento sentía cada aroma, miedo, ansiedad, sexo, drogas, parecía que mi olfato era un detector de sustancias, y podía reconocerlas, aunque no las hubiera olido nunca.

Me sentí satisfecho al darme cuenta, que mi lobo interior, no era un lobo salvaje y sediento de sangre o de carne humana, mi mente seguía controlando cada uno de mis movimientos, seguía siendo yo, dentro de él, yo tenía el poder de dejarlo hacer, o de reprimir su instinto salvaje.

Sin proponérmelo, vi a dos jovencitas orinando, esperé a que se subieran los pantalones para acercarme a ellas, se paralizaron cuando me vieron, eran hermosas, sobre todo la rubia, era una auténtica muñequita, sus labios rojos y sus ojos marrones eran lo más hermoso que yo hubiera visto jamás, no pude resistir la tentación de acorralarla contra un árbol, podía oler su miedo, estaba totalmente paralizada.

—No temas, no voy a hacerte daño— le hablé y pareció entenderme, su amiga gritó y yo me alejé a toda velocidad, a lo lejos pude escuchar que no les creyeron haberme visto.

Me alejé y corrí durante un rato para dejar salir toda esa energía que irradiaba de mi cuerpo, me llevé el rostro de esa chica en la mente, sin duda era hermosa.

Había logrado dominar a la bestia salvaje, al grado de volver a la cabaña y despertar sobre mis pieles, solo las primeras veces despertaba acurrucado en algún rincón del bosque desnudo, ahora podía volver a casa.

Tal vez no sería necesario esperar dos lunas más, ya estaba listo para regresar a la civilización y ese campamento era una buena oportunidad para hacerme de ropa y zapatos decentes, y quizá de algo de dinero para moverme en la ciudad y tratar de conseguir un empleo.

Apenas amaneció, los estudiantes salieron de excursión, iban rumbo a la cascada, aproveché para buscar en su campamento, rápidamente encontré lo que necesitaba, esta vez pude elegir ropa que sí era de mi talla, ya que eran aproximadamente cuarenta estudiantes, y al menos uno tenía mi estatura, ya que era bastante alto, los seguí a cierta distancia durante un rato, quería volver a ver a la rubia, realmente me había impactado su belleza, recordé  las historias sobre lobos y los mates, yo creo que es solo un mito, como tantos otros, o quizá algún día conocería a alguien que lo fuera para mí, por lo pronto, esa chica me había impresionado, era hermosa, pero definitivamente, no sentí, ese olor irresistible que dicen los libros.

Desde mi escondite, pude ver media docena de estudiantes trepando al risco, parecía que fuera una competencia para ver quien llegaba más rápido a la cima, la rubia iba en segundo lugar, era bastante hábil para trepar, todos comenzaron a festejar cuando estuvieron en lo más alto, el que parecía ser el atleta del instituto fue quien llegó primero, tomó a la rubia por la cintura y la besó en los labios, típico, los chicos populares del colegio, eran la pareja perfecta.

Me di la vuelta para regresar a mi cabaña, cuando mi agudo oído escuchó el ruido de una roca desprenderse, mi instinto me dijo inmediatamente que algo grave había pasado, —¡¡¡Rebeca!!!—gritaron todos los estudiantes, y vi caer a la rubia desde lo más alto, golpeó fuertemente contra una roca, para luego caer hacia la cascada, corrí lo más rápido que pude y llegué hasta la orilla del río, nadie iba a poder llegar más rápido que yo, conocía el lugar y desde donde ellos se encontraban, era imposible llegar hasta el cauce sin equipo especial.

Gracias a mis nuevos sentidos desarrollados la ubiqué rápidamente, mientras la corriente del río la arrastraba, totalmente inconsciente, debía sacarla rápido, o no sobreviviría, incluso podía ya estar muerta, por el golpe o por el agua en sus pulmones.

Me lancé contra la corriente y la saqué del agua, tenía una herida en la cabeza que sangraba y no respiraba, la coloqué en posición horizontal e incliné su cuello, ese era el momento, el libro de primero auxilios que había leído hacía ya algunos años, me iba a demostrar que lo que allí decía era cierto, le di respiración cardiopulmonar, y en unos minutos, comenzó a toser y a sacar agua por la boca, afortunadamente la maniobra resultó ¡Estaba viva!

La tomé en mis brazos y pasé por su campamento para tomar un botiquín que había visto en una tienda, que seguramente era de los guías, sin pensarlo dos veces, la llevé hasta mi cabaña, curé la herida de su cabeza y entablillé una pierna y un brazo fracturados, afortunadamente, no había sufrido lesiones muy severas o que comprometieran su vida, si no la hubiera sacado pronto del agua, habría muerto, pero por ahogamiento.

En el botiquín encontré analgésicos para el dolor y un antibiótico, tenía que hacer que se lo tomara.

—Rebeca, despierta — abrió los ojos y se asustó cuando me vio.

—¡Quién eres tú? ¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó? —intentó ponerse de pie, pero el dolor en la fractura se lo impidió.

—Tranquila, estás a salvo, no voy a hacerte daño.

Me miró de arriba abajo y seguramente mi apariencia de indigente, la asustó mucho más que el accidente, tanto que me empezó a insultar, confundiéndome con un delincuente.

—¡Por favor no me violes! Mi padre tiene mucho dinero, te dará lo que le pidas, pero no me hagas daño.

—No te preocupes niña, no me interesa violarte, no eres mi tipo, no me gustan las rubias y tampoco me interesa el dinero de tu padre, solo te traje aquí para salvarte la vida, pero no te preocupes, no me lo agradezcas.

Salí de la cabaña molesto e indignado, estuvo a punto de perder la vida, si no hubiera sido por mí, en ese momento estaría muerta. ¿Y lo único en lo que pensó es en que un hombre como yo lo único que podría hacer al acercarse a ella era violarla o pedir dinero por su rescate?

Sí, mi ropa estaba desgarrada y los dedos de mis pies salían del zapato deportivo, era obvio que era un indigente, pero… ¿Ese era motivo suficiente para juzgar a una persona y llamarla violador y secuestrador?

Corrí al campamento para informar que yo había rescatado a la chica, era necesario que subieran por ella en una camilla, para evitar que sus fracturas se movieran, pero cuando llegué habían levantado el campamento, seguramente habían regresado a dar parte a las autoridades, debían enviar equipo especial para buscar el cuerpo, ya que era probable, que pensaran que era imposible, que siguiera con vida.

—¡Maldición! ¿Qué carajos voy a hacer con ella? —

Tenía que llevarla a la civilización, antes de que el equipo de búsqueda y rescate, encontrara mi cabaña, pero no podía llevarla cargando, era muy importante para su recuperación que la tablilla en su pierna no se moviera, porque además de doloroso, corría el riesgo de que el hueso quedara desviado y entonces ella quizá tendría que usar un bastón para caminar o someterse a una dolorosa cirugía.

Regresé a la cabaña, encendí el fuego y asé un poco de carne de conejo para alimentarla.

Entré y le di un muslo bien asado colocado en una ramita de nogal.

—Come princesa, disculpa que no tenga platos ni cubiertos — Me miró con recelo, pero seguramente tenía mucha hambre, porque aceptó lo que le daba sin pronunciar palabra.

—¡Mierda! ¡Qué asco! ¿Qué es esto? ¿Intentas matarme?

Respiré profundamente, definitivamente esta niña, era hermosa, pero era insoportable.

—Mira princesa, ese es un muslo de liebre, perdona por no haberlo aliñado con hierbas finas y vino blanco, si no lo quieres, no te lo comas, pero morirás de hambre antes de que el equipo de rescate te encuentre.

Me senté cerca de ella y comencé a comer una ración de carne, estaba demasiado cocido para mi gusto, pero lo había hecho así para ella, yo me lo comí porque no pretendía desperdiciarlo y además sabía que con el hambre que tenía, ella iba a lamentar, haberlo rechazado.

Tenía nueces y arándanos de sobra, pero no pensaba  darle nada, tampoco la iba a llevar a la civilización, esperaría a que el equipo de rescate nos encontrara, esa niña necesitaba una lección y yo iba a dársela […]

Rebeca

Cuando recobré el sentido, me di cuenta de que me había desmayado por el esfuerzo de subir al risco, y eso me había hecho caer al río, el golpe que me di, me provocó una fractura en una pierna y en un brazo, también un fuerte golpe en la cabeza, no supe cuánto tiempo estuve inconsciente, miré a mi alrededor y estaba en lo que parecía ser un granero, tenía la pierna y el brazo inmovilizados y estaba recostada sobre la suave piel de algún animal.

Cuando escuché que alguien se acercaba, cerré los ojos para simular que todavía estaba inconsciente, tenía mucho miedo, podría tratarse de un violador, o de un secuestrador, algún delincuente que se refugiaba en la montaña huyendo de la justicia.

Abrí los ojos y me sorprendí al ver que se trataba de un chico, parecía de mi edad o tal vez uno o dos años mayor, pero no más de eso.

Era un joven de color oscuro, su ropa estaba rota y desgastada, sus dedos salían por un agujero de los que alguna vez fueron unos zapatos deportivos, le supliqué que no me matara y que no me violara, sé que mi padre daría su fortuna entera para rescatarme, pero su actitud me sorprendió, dijo no ser un secuestrador, ni un violador, el muy arrogante se atrevió a decir que yo no le gustaba por ser rubia, se indignó y se fue, intenté moverme para ponerme de pie y escapar, pero no pude hacerlo, apenas intenté moverme un terrible dolor se apoderó de mi pierna, desde la punta de mis dedos, hasta la cadera, lo único que me quedaba era esperar a que me rescataran, le rogaba a dios que estuviera diciendo la verdad y que no quisiera lastimarme.

Lo escuché regresar y unos minutos después el olor a carne asada llegó hasta el interior de la choza, me moría de hambre, en la mañana en el campamento solo había comido unas cuantas nueces y unos arándanos, no me gustaban los huevos y no comía panqueques porque los carbohidratos no estaban en mi dieta, seguramente eso fue lo que provocó que me desmayara.

Entró con una brocheta improvisada con la rama de algún árbol, en la que colocó la carne, se veía exquisita, pero cuando la probé, estaba insípida, no tenía sal, ni ningún tipo de aliño, así que la rechacé, sabía espantoso, él se burló de mí y se sentó a disfrutar su comida, yo esperaba que me rescataran pronto, seguramente, mi padre movería cielo, mar y tierra para encontrarme y seguramente el equipo de rescate llegarían en cualquier momento, lo miré comer como si estuviera degustando el más delicioso de los majares, me estaba muriendo de hambre, mi estómago gruñía, pero por nada del mundo iba a suplicarle[…]

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