Capítulo 5

Sábado 10 noviembre 2018, 8:00 am.

Los rayos del sol entraban por la ventana del departamento de Kiya, llegando justo a la cara de ambas que se encontraban dormidas en el piso de la sala.

Después de un trasnocho y un plan maquiavélico, estaba claro que la guerra estaba por empezar y todo por una carrera de coches que a simple vista no era relevante, pero para los involucrados era como el mayor de los insultos.

-¡Ay! mi cabeza, dios, dios quién me golpeó tan feo- dijo Melody

-Cállate, no grites tan fuerte, aquí estoy, ¡¡¡ah!!! Mi cabeza duele – se quejó Kiya.

-Definitivamente en noches como ésta, me dejo guiar por el lema: “Lo que pasa en tu mente se queda en tu mente” digo, por mi propio bien, no lo vuelvo hacer- gritó Melody cuando corría directo al baño.

Mientras Kiya se acostaba de nuevo en el frío piso por el insoportable dolor de cabeza, había oído que la cruda del vino era terrible y la estaba comprobando.

Luego de una cruda realidad se pusieron en marcha, no podían desperdiciar ni un segundo, el tiempo es valioso cuando se sabe emplear. Melody salió del departamento de Kiya con muchas dudas, tenía mucho que no sabía nada de la familia Waas y su hermano era un enigma, por lo que pondría todo el empeño en esta investigación, no sólo por ayudar a su mejor amiga, sino porque obtendría información muy valiosa de ella misma al conocer sobre Bruces. 

Decidieron desayunar juntas en el paradero que estaba cerca de los departamentos, dado que ninguna sabía cocinar era lo ideal para no prenderle fuego a todo el edificio. La única vez que lo intentaron llegaron los bomberos a controlar la situación, Kiya en lugar de poner agua, roció la botella de aceite y aquello se volvió un caos, evacuaron el edificio, para seguridad, el Sr. Kurt mandó poner aspersores en cada piso, así cuando su hija intentara volver a cocinar, nadie saldría afectado.

Sentadas en una mesa de la esquina del paradero, se ajustaban las gafas y tomaban sus pastillas para el dolor de cabeza. Se acercó el gerente a darles la bienvenida y tomar sus pedidos, toda la ciudad sabía quiénes eran ellas, no podían ofenderlas. Después de ordenar se pusieron manos a la obra, haciendo algunas llamadas.

En las oficinas de tráfico ese día estaba en auditoría, si querían la información debían presentarse directamente, curiosamente fueron llamados todos a primera hora a trabajar por una denuncia de malversación de fondos. No tenían alternativa, si querían la información su próxima parada eran las oficinas de tráfico. 

-Melody, ¿qué tan difícil es dar una información en estos momentos?, ¿Estás segura que tienes al mejor personal contigo?– se quejó Kiya al saber que tendría que manejar hasta el centro de la ciudad.

Melody solo puso los ojos en blanco, quedándose callada. Algo no estaba bien, era sábado, nadie laboraba en las oficinas de tránsito, en todos los años que llevaba laborando nunca había pasado tal situación. Los datos que proporcionó su contacto no estaban claros, una denuncia no procedía en solo algunas horas, por lo que se atrevió a pensar que las personas que estaban investigando no eran nada fácil.

Kiya se dio cuenta que su amiga estaba perdida y la ignoraba por completo, se levantó levemente y le dio un zape a Melody en la frente, haciendo que esta última brincara del susto, pero sobre todo del dolor de cabeza que no cedía.

-Aquella vez que te dije que siempre estaría ahí para ti, no sabía que eras una persona tan dependiente y jodidamente necesitada- dijo Melody tallándose la cabeza.

Alzando los hombros y pasando el dedo pulgar por su garganta en señal de muerte, Kiya argumento

-Seremos mejores amigas para siempre, porque ya sabes demasiado-

Ambas empezaron a reír, su humor negro las mantenía unidas.

Después de los sagrados alimentos, se dirigieron al centro de la ciudad, si querían saber sobre las matrículas de los coches, era momento de actuar. En el camino sonó el celular de Melody, quien esbozó una sonrisa enorme al ver de quien se trataba, se olvidó que estaba acompañada, activando, el manos libre del coche, que le permitiera seguir manejando.

-Hola princesa, ¿Me extrañas? - dijo una voz varonil suavemente.

Al escuchar aquella voz Melody se puso roja como un tomate, quedándose sin palabras. Por su parte Kiya, se quedó en shock, no sabía si lo que escuchaba era real o un sueño, por lo que se atrevió a decir.

 -¿¡¡Kevin!!?-

-¿¡¡Kiya!!?

-¿Qué haces con el celular de Melody?-

-¿Dónde está ella?-

-¿Le pasó algo?-

-¿Está en el hospital?- Dijo Kevin en un tono desesperado.

Ahora fue ella la que no supo que responder, se conocían desde hace muchos años y nunca escucho tal desesperación en su amigo como hasta hoy. Su radar se activó en segundos, su mirada iba de Melody al tablero del coche donde marcaba el nombre de “Chiquito My Love” una y otra vez.

Casi 20 años de conocerse, nunca presto atención a como estaban registradas las personas en el teléfono de su mejor amiga. Como nadie respondía, Kevin se desesperó y su tono de voz era fuerte.

-Hola, hola-

-¿Siguen ahí?-

-¿Están bien?-

-Princesa, ¿Estas bien?-

-Princesa, responde por favor-

-Kiya, Kiya-

Melody apretó el volante hasta que sus nudillos se pusieron blancos, Kiya estaba sin palabras por primera vez en su vida. Esto de seguro era un sueño, sus mejores amigos se hablaban con tanto amor que daba asquito.

-Hola Kevin– dijo Melody con voz poco audible.

-Estamos bien, vamos a las oficinas de tránsito-

-¿Qué pasó princesa? ¿Tuviste algún percance? ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas que vaya?- dijo Kevin, olvidando que Kiya estaba con ella.

Con este gesto Melody no sabía dónde esconderse. Conocía también a su amiga, que después de la llamada vendría el ataque de preguntas, Kiya, era peor que el FBI interrogando.

-Sí, estamos bien, solo vamos por una información que necesita Kiya- respondió Melody.

Haciendo hincapié en ésta para recordarle que no se encontraba sola. Pusieron a Kevin al día de la situación que pasaba, de lo que planearon anoche, por su parte él les dio alguna información que conocía de Bruce, por la descripción supo que se trataba de sus amigos de la infancia.

Describió a cada uno de los chicos para ver si eran los mismos que recordaba, al parecer la información concordaba, aunque Kevin tenía 10 años sin verlos, no tenía duda de que las personas con las que se topó Kiya anoche, era el famoso Club de Toby.

Kevin las puso al tanto, principalmente conocía el nombre de cada uno, lo que ayudaría a agilizar la investigación. Les pidió que tuvieran cuidado, no eran chicos fáciles, sobre todo Andrew Holmberg, de quien se decía era un desalmado abogado en el mundo empresarial. Las chicas estaban sorprendidas, pero más intrigadas y dispuestas a conocer sobre ellos. 

Después de colgar la llamada, se encontraban frente a las oficinas de tránsito. Teniendo claro que no sería una tarea fácil, Melody pidió a Kiya paciencia y que no se atreviera amenazar a los demás como siempre. Mejor dicho, le estaba pidiendo que no abriera la boca para nada, a lo que Kiya solo alzó las cejas.

Como se esperaba, la oficina de tránsito era un verdadero caos esa mañana. Boni quien era el encargado de controlar el tráfico en la Cuidad, se acercó a ellas y las dirigió a la oficina principal para que pudieran hablar tranquilos, sin que nadie los escuchara. Mientras caminaban a la oficina sintieron la preocupación del personal.

-No se quienes sean las personas que ocasionaron esto, lo que si les aseguro es que a partir de hoy tienen un enemigo más en todo Grecia- dijo Boni al cerrar la puerta de su oficina muy enojado.

-¿Todo esto es por la carrera de anoche?- Pregunto Kiya con duda

-¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Ustedes saben algo que yo no? – expreso Boni, sorprendido por lo que había escuchado.

-No sabes mantener la boca cerrada Kiya- dijo Melody

-Lo siento, no es mi naturaleza seguir órdenes- rezongó Kiya, caminando a donde se encontraba el ordenador de Boni, para entrar a los sistemas de tráfico.

-Por lo que puedo ver se avecinan grandes problemas que podemos enfrentar juntos si colaboras con nosotras- dijo Kiya haciendo alarde de su posición en la ciudad.

-Todos tenemos problemas, la forma en que los solucionamos es lo que nos hace diferentes- dijo Melody para tranquilizar a Boni, quien seguía sin relacionar la carrera con el caos que enfrentaba en la oficina. Al ver sus dudas, lo puso al tanto de la situación. Explico el motivo de su visita y lo importante que era obtener el dato de los coches. Sin reparo, aceptó contribuir a la causa, nadie escapaba en su territorio, ni ponía en problemas la Plataforma y su puesto.

Como pez en el agua Kiya revisaba los sistemas de tráfico, si quería tener información ésta era la principal fuente, logró identificar las placas de cada coche, recorrió las rutas que seguía cada uno por lo menos el último mes, saco los videos de momentos comprometedores, verifico los pagos vehiculares, obtuvo las licencias de cada uno de los chicos.

Mientras tanto Melody y Boni hicieron frente a la auditoria, lograron tranquilizar al personal, quienes gustosos aceptaron las indicaciones de Melody, ejecutando cada paso mencionado, con ellos no dejaban cabo suelto por lo que fueron acusados. Ante tal situación el personal de la federación de Auditorias de la Ciudad no tuvo más pretextos para seguir investigando.

Por los cargos mencionados en la oficina de tránsito, no existía antecedente alguno, la supuesta demanda presentaba una pequeña laguna que solo un excelente abogado como Melody pudo descubrir. Permitiendo con ello que la federación de Auditorias no tomara posición de los sistemas de tráfico e impidiendo la verdadera razón de la diligencia. Lo que no sabían era que Kiya bloqueo los accesos, si alguien forzaba la entrada, llegarían notificaciones revelando la ubicación de las personas.

Pasada la tarde, el personal se retiró a sus casas satisfechos por la gran labor desarrollada en unas cuantas horas, lo que creyeron imposible fue una realidad. Boni no tenía más que agradecimiento para Melody, a quien conocía de la Plataforma, por lo que su admiración estaba al tope y también su cuerpo.

-Creo que deberías usar pantalones menos ajustados- dijo Melody, mirando la entrepierna de Boni.

-No tengo la culpa que sea un caballero y quiera salir a darte las gracias personalmente- dijo Boni sonriendo.

-Después de lo que me has dicho deberías ir a confesarte-, dijo Melody gruñendo, mientras caminaba a la oficina donde se encontraba Kiya.

-Yo no le cuento a nadie mis cosas. Dios ya sabe de qué pie cojeo- dijo Boni, caminando detrás de ella.

-Eso es cierto. Dios lo sabe todo, por eso estas en el banquillo de los despechados- dijo Melody giñando el ojo y sentándose frente a Kiya, que los miraba intrigada por aquel intercambio de palabras. Cada día su amiga la sorprendía más. Desde cuando era tan osada con las personas.

Recordó que no tuvo la oportunidad de indagar más sobre la llamada de Kevin esta mañana. Eso significaba que esta noche llevaría a cabo un interrogatorio muy serio a sus amigos. Por lo pronto necesitaban ocuparse de la situación en la oficina de tránsito.

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