Capítulo 3

Daniel

No podía creer lo que estaba pasando, estaba verde del enojo me confié en una carrera tan sencilla. Una carrera callejera.  ¿Así espero remontar mi carrera?

-El Audi está arreglado– mencionó Andrew, mientras se acercaba a mí con su típico caminar de pasarela, -su dueño es todo un profesional, no la tenías fácil Bro, recuerda que todavía estás en recuperación-

-Baaahh!- fue todo lo que logré decir en ese momento, el coraje me tenía verde, estaba a punto de convertirme en Hulk. Tenía que conocer a mi oponente y destruirle la cara personalmente aunque fuera sólo en mi mente, tenía que grabarme su rostro para destruirlo, aquello sería algo personal a partir de ese momento, no tendría paz hasta regresarle la humillación que me hizo pasar, eso lo juro por el osito bimbo y todos los panecitos. 

El club de Toby estaba en shock, sus caras eran todo un poema, mis antenitas de vinil me indicaba que algo andaba mal, solo esperaba que mi padre no estuviera ahí. En la meta los presentes corrieron a esperar la salida de “K” del coche, no esperaban que diera esa pelea con su coche, gozaba sorprendiendo a todos, no niego también quería conocerlo.

Me acerque a ellos con cara de pocos amigos, apenas iba articular palabra cuando una hermosa silueta se aproximaba, parpadeé muchas veces, talle mis ojos, me estaba jugando una mala pasada, no era un chico era una chica, “K” era mujer, una hermosa y bella chica que me daba la bienvenida a la ciudad, era ella quien me hizo ver mi negra suerte.

-¿Alguien tiene un plan malvado para conquistar al mundo? los de Daniel no funcionan- pregunto Bruce con cara burlona, sacándome de mis pensamientos.

Todos se miraban intrigados, el Club de Toby se giró a mirarme, iban de “K” a mí una y otra vez, sin entender qué pasaba. No podía esperar ser atacado por ella, suficiente tenía con saber que un Audi pudo igualarme en una carrera, sin pensarlo argumenté

-Qué no se diga que no soy un caballero, y le gano a las damas débiles, aunque las mujeres son para estar en la cocina o cuidando a los niños, ya no son horas de estar en la calle, mucho menos en cosas de hombres–

La plataforma quedo en total silencio ante mi estúpido comentario, yo mismo quería darme unos zapes por hocicón, mi primera carrera y ya los tenía en mi contra, nadie podría ayudarme a salir de esto.

De reojo pude ver las expresiones de mis amigos, querían matarme, prenderme fuego, si algo odiaban de mi era mi arrogancia hasta en los peores momentos, pero las palabras no se regresan, tenía que asumir mi estupidez. Para rescatar el momento Andrew como todo un negociador se hizo cargo de la situación, mientras mis amigos me llevaban a rastras al coche dándome el sermón del día y esta vez lo merecía.

-¡Espera!-  dijo una voz en tono firme y sensual, transmitiéndome una corriente por todo el cuerpo. ¡Rayos! esa voz me dejó en las nubes por completo, me hizo estremecerme, me hizo pensar en ella debajo mío y yo recorriendo cada centímetro de su cuerpo, comien… ¿pero qué rayos estaba pensando?  No tenía idea de nada y yo estaba pensando en llevarme a la dueña de esa voz a la cama, ¿Cómo podía pensar de esa forma?

Me giré sobre mis talones para descubrir de dónde venía la hermosa voz que me puso loco y ahí estaba ella, un precioso ángel con cara de maldita, la culpable de que me sintiera de la patada, nuestras miradas se cruzaron lentamente, todos desaparecieron del radar, solo éramos ella y yo. Su sonrisa de ángel me estaban volviendo loco, me tenía completamente hipnotizado por no decir idotizado, sus preciosos ojos azules como el cielo daban tranquilidad, una tranquilidad que no sentía en absoluto, más bien me sentía en el infierno, cerca de su boca dos lunares que invitaban a pecar, dos malditos lunares completamente sexis y alineados, sus padres sí que le dedicaron tiempo en hacerla.

¡Por dios! esta mujer es perfecta, simplemente perfecta para amarrarla a la cama y darle duro contra el muro.

-Sepa usted, caballero, que de una mujer podrá obtener amor o sexo y en algunas ocasiones hasta las dos cosas; pero dudo mucho que obtenga algo llamado tranquilidad- dijo “K” sin ofuscarse, con las manos en su chaqueta verde de cuero y dando pasos sexis hacia donde me encontraba, contoneando sus caderas en ese pantalón de mezclilla tan ajustado que me estaba atormentando. Acomodo su cabello platinado de un lado, extendió su mano para rozar mi hombro y dejar un guiño que hizo sacar mi lado perverso.

Se escuchó un re chiflido de fondo que me puso a hervir la sangre.

-Esta insolente mujercita me está sacando de quicio y haciendo mala publicidad en solo una noche. ¿Qué, nadie le ha enseñado a respetar a sus superiores?- Pero no podía mostrar aquella molestia delante de ellos, sería mi fin sin haber  empezado.

Mi yo interno me estaba jugando chueco, se puso de su lado, no me estaba ayudando a pensar de manera clara, quería salir corriendo pero a la vez quería callarle la boca a besos.

-Creo que es mejor que nos vayamos, debes descansar-  dijo Caleb.

-Yo voy por el coche- mencionó Said, quien se encontraba sudando frío.

El Club de Toby estaba conflictuado en ese momento, en los últimos años no habíamos enfrentado un problema como éste. Pero mi yo interno, no podía quedarse callado, dejar que una niña hablara por mí no era mi estilo, así que, volví abrir mi terrible bocota.

-Cuidado cariño, te puedes lastimar y no tengo seguro médico por el momento- dije mostrando una sonrisa que no sentía, tratando de quitarle importancia al momento.

-¿En serio, “C A R I Ñ O”? dijo “K”, mencionando letra por letra y haciendo ademán de “comillas” con las manos.

Válgame dios, esta mujer me está volviendo loco, no se puede quedar callada por un segundo, porque tiene una contestación para cada palabra que le digo. Santo Niño de Atocha ayúdame porque me sofoca.

Se podía sentir las respiraciones cortadas de todas las personas en la Plataforma, nadie se movía de su lugar y todo por una simple carrera que terminó en empate entre una chica y un chico que no se conocían hasta hoy.

-Creo que es tiempo de que cada uno regrese a su escondite, no tarda en llegar la policía, se rompieron muchas reglas esta vez– dijo Boni, quien se encargaba de la difusión de las carreras y controlar el tráfico en la ciudad, lo que hacía que la Plataforma fuera exitosa siempre y sin contratiempos.

-Señores, Señoritas el show se terminó- dijo el Príncipe –Gracias por su visita, estén al pendiente de las próximas carreras-

Todos tomaron rumbos diferentes, en cuestión de segundos la Plataforma se encontraba completamente sola. Ni un alma se veía por el rumbo. “K” seguía parada a un costado mío, con un aire de autosuficiencia y frialdad, parecíamos dos gallos de pelea en pleno ruedo, pero tenía que irme, si llegaba la policía y mi padre me descubría, no alcanzaría ni tablita. Sin quitar la mirada de ella dije:

-Tú a mí, no me impresionas con tus carreras nena-

-Mis carreras es lo que menos te impresionarán de mí… guapo-

Soltando un beso en el aire, con pasos firmes camino a su coche, abordándolo sin mirar atrás, dejando el lugar a toda prisa, como alma que lleva el diablo. Estaba completamente aturdido, bendito infierno de mujer, me hizo perder los estribos tan fácilmente, no me lo esperaba.

Tenía que investigar quien era ella, saber de dónde venía, a que se dedicaba, era soltera, casada, divorciada o viuda, tenía que someterla, tenía que tenerla entre mis piernas, hacerla gritar mi nombre hasta que se lo aprendiera de memoria y pidiera piedad mil veces, debía regresarle el recibimiento dado el día de hoy.

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