Capítulo 6 Para comérselo.

   Bernhard dio un trago ya concentrado totalmente en su sobrino. 

   — Pablo ¿Cómo vamos con la construcción? 

   — Vamos bien con las fechas en cuanto a la demolición, pero hasta que no vaya a Margarita no puedo darte fecha de entrega, es un monstruo tío, espero estar a la altura. 

   — Estoy seguro que no tendré queja. Y tú ¿Cómo estás y cómo te trató la ciudad de la luz? 

   — La verdad me emocionó volver, al parecer vivir solo de fiesta terminó aburriéndome. 

   — ¿Sigues con la idea de buscar esposa y enseriarte? —dijo Bernhard con un fingido estremecimiento. 

   — Vine porque me llamaste tío, en realidad no estoy apurado por conseguir esposa, para nada.  

   — Algún día conocerás alguna joven apropiada para ser tu esposa, si resulta que hay amor entre ustedes, sería mucho mejor, es lo que deseó para Sebasthian y para ti —dijo Bernhard más serio. 

   Bernhard se quedó un momento pensando, Pablo vio que estaba observando a Elena que estaba conversando con dos hombres con traje que se retiraban del restaurante, Bernhard continuó.  

   — Ve a tu Papá, más de 30 años con la misma mujer y no se ahorcó, debe tenerle cariño. 

   Pablo pensó ¿Estaría su tío enamorado de Elena? Eso sería toda una novedad ya que para Bernhard las mujeres siempre fueron adornos, quizás está muchacha lo hacía anhelar más, el calculaba que ella tendría unos veinte tantos y Bernhard 54, si entre ellos había una relación estaba lejos de ser por amor, pero él sabía que la ternura en una muchacha dulce podía engañar.  

   Elena regresó sonriente y con actitud profesional.  

   — El chef les recomienda el solomillo Wellington con salsa de vinos, más si desean otro plato he traído la carta. 

   — Por mi está bien, ese chef es un verdadero genio. 

   — El gesto tan cariñoso con su tío despertaba su lado malvado, quería seguir sacando los colores a la dulce jovencita. 

   — Sí está bien el Wellington, será mejor hacerte caso, sorpréndeme Elena.  

   Y muy a su pesar, Elena se volvió a sonrojar como una colegiala, lo atribuyó a que en realidad se debía a que Pablo era un hombre irritante con sus dobles sentidos.  

   — Me gustaría hacer sugerencias en cuanto al diseño del nuevo Restaurante para Margarita —ahora dijo en tono profesional carente de toda dulzura—, si me lo permite Pablo, quizás pueda facilitarme su correo electrónico. 

   — Pues no veo por qué desaprovechar que está Pablo aquí para que se los comentes en persona —sugirió Bernhard. 

   — Oh, pero en este momento están ocupados y además para almorzar, no podría interrumpirlos ahora.  

   — Eso no es problema —dijo Pablo con amabilidad—, me quedaré unos días en Caracas, seguro podremos encontrar un momento para reunirnos,  —esta vez Pablo no utilizó el sarcasmo, al comentar su trabajo recobró la profesionalidad.  

   — Eso estaría bien —dijo Elena y sonrió con dulzura despertando las alarmas en Pablo "esta mujer es peligrosa" pensó. 

   Después de la debacle de Dona, no se fiaba de las mujeres, para él las mujeres dulces eran unas verdaderas serpientes. Ahora Pablo fruncía el ceño y su boca en un rictus, la miraba como si de repente algo le hubiera molestado. Elena cada vez más nerviosa trató de salvar la situación. 

   — Entonces después nos ponemos de acuerdo —Elena sintió la necesidad de aclarar que realmente quería hablar con el arquitecto, que no se trataba de una treta para seducirlo, ni nada por el estilo—. Verá son algunas ideas que se me ocurrieron y cuando las comenté con Berni me dijo que debía hablarlo contigo —pensó que estaba hablando mucho, de verdad tenía que comportarse, este hombre era una aspiradora para sus neuronas—, ahora si los dejo para que disfruten su almuerzo —y se retiró a paso rápido. 

   Pablo la observó, mientras iba a paso rápido, pensó ¿Cómo le decía a su tío? Berni, que ridiculez, ese no era el nombre de un peluche gigante morado, o no ese era Barni. 

   — Tío son ideas mías o esta chica te tiene agarrado de las pelotas, tú que eres un controlador de tus hoteles, que te fías únicamente de tu visión, ahora tomas en consideración sugerencias de una de tus mujeres, de verdad me sorprende. 

   — Porque sé notar una buena idea cuando se me plantea, Elena es licenciada en Publicidad y mercadeo, sabe de lo que habla, a diferencia de mis mujeres tiene cerebro, y hasta los momentos el escuchar a Elena, sólo me ha reportado ganancias, cuándo la conozcas te darás cuenta. 

   — Creó que no me interesa conocerla, eres mi cliente, así que escucharé sus ideas si eso te complace.  

   — ¿Y por qué no querrías conocerla? me acabas de decir que te parecía hermosa. 

   — Porque conozco las de su tipo —dijo con desprecio—, caritas dulces y cuando bajas la guardia ¡zas! La puñalada. 

   — Hijo, Donna no es dulce, es manipuladora, te mostró una careta dulce porqué así te manipulaba mejor. 

  — ¿Y cómo sabes que Elena no muestra también una careta? 

   — Porque la conozco. 

   Pablo prefirió no decir nada más a su tío, aunque le preocupó como esté la defendía, pero Bernhard era un hombre brillante, no debía meterse en su vida ni sus decisiones. Disfrutaron de la comida que era en verdad exquisita, cuando retiraron los platos Elena regresó. 

   — Espero que todo haya sido de su agrado caballeros —dijo mientras ofrecía la carta nuevamente a Pablo, ahora solo dirigiéndose a Bernhard dijo en tono conspirador—, hay volcán de chocolate. 

   — Sabes que no puedo resistirme Elena, pero cuando me levante de aquí seguro un botón sale volando.  

   Riendo Elena tocó a Berni en el hombro y dejó su mano allí en un gesto de familiaridad. 

   — Para nada, tengo que alimentarte cuando te tengo a mano — ahora dirigiéndose a Pablo dijo—, Pablo nuestro restaurante goza de la mejor repostería criolla e internacional del país, te lo garantizo, Berni es un amante del chocolate, pero también puedo recomendarle el pie de limón o la torta milhojas. 

   — El quesillo ¿Qué tal es? 

   — Una delicia —dijo Elena—, hay tradicional, quesillo de chocolate, de ahuyama, de café, de parchita, cualquiera que escoja prometo se derretirá en tu boca —ella lo dijo sin pensarlo con el mismo flirteó que usaba con cualquier cliente, pero Pablo de nuevo fijó su mirada gris, Elena siguió sonriendo, pero con la cara como un tómate, apretó la mano en el hombro de Berni como buscando un ancla, sentía que en cualquier momento se derretiría. 

   — Pediré el quesillo tradicional, supongo que sabe que viví los últimos años en París, extraño los sabores de los postres criollos. 

   — Entonces le sugiero que la próxima vez pruebe el budín de pan.  

   — Con mucho gusto la próxima vez la probaré —pues y como culpar a Bernhard por dejarse manipular por esa mujer, pensó Pablo, cuando te miraba, sus bonitos ojos te desarmaban, era imposible no ser atento y cordial con ella, aunque al fijar la atención en su figura y largas piernas, definitivamente le gustaría ser algo más que solo cordial con la deliciosa Elena.  

   Elena volvió a su oficina y no volvió a la mesa de los Larsson. 

    Elena dio por terminado su día de trabajo a las 7:30 pm y dejó al personal de turno encargándose del cierre del restaurante que era hasta las 11 pm, se cambió rápido y fue directo al gimnasio del hotel,  no era raro que Elena se quedara en el restaurante desde las 6 am hasta medianoche, desde que Berni le diera la oportunidad, se dedicó en cuerpo y alma. Su amiga Brenda le decía que tenía que disfrutar la vida, que tenía un empleo donde tenía la posibilidad de encontrar cualquier hombre y que abriera los ojos a los divertidos. 

   Ya eran las últimas en el gimnasio, Brenda había torturado a Elena. 

   — Ya, comienza los estiramientos, está bien por hoy, estoy cansada, me quiero ir a dormir —dijo Brenda. 

    Brenda estaba acostada en una colchoneta de yoga dirigiendo los ejercicios de Elena, al terminar el estiramiento fue por una toalla y agua. 

   — Hoy Berni llevó a su sobrino al restaurante, el que estaba en Francia, el arquitecto para el hotel de Margarita y está, para comérselo…  

   — ¿Más que Sebasthian? 

   Brenda y Sebasthian habían tenido lo que llaman atracción animal, su relación era muy intensa y los desestabilizaba a ambos, a Brenda no le gustaba hablar del tema, Sebasthian tenía ya varios meses en Estados Unidos, incluso tenía una novia y parecía que era algo serio. 

   — Pues Sebasthian es bello, pero nunca me hizo aflojar las rodillas, bueno nuestro trato siempre fue más fraternal.  

   — Al principio pensaría más en ti como madrastra que como hermana. 

   — Sí, Pablo también pensó que yo era querida de Berni —sonó más triste que lo que pretendía. 

   — Pues se lo hubieses aclarado.  

   — Y qué querías que dijera, por cierto no tengo nada con tu tío estoy libre, ¿Te interesa? 

   — Pues sí, por supuesto de una forma más sutil, pero es que realmente has usado a Berni tantas veces de escudo para que nadie se te acerque, que no sabes cómo desprenderte cuando hay una presa a la vista. 

   — Pues no lo hago a propósito.  

   — Claro que sí, debes dejar de comparar a todo hombre con el perro sarnoso, si es seductor es un mentiroso como Sergio, si ríe así, si pone los ojos así, no te das cuenta Elena, pero es así, decidiste que tu próxima relación tendría que ser para enseriarte y tener hijos, y te aferras a ese molde. 

   — Ay madre mía, si es por molde, como me gustaría que me hicieran uno con el molde de Pablo. 

   — Ve por él, sino por una relación estable para darte un gusto, antes de que te salgan telarañas en tus partes más íntimas. 

   — Muy graciosa, no puedo tener con él una aventura y ya, es familia de Berni, el arquitecto que hará el restaurante del que seré también dueña, me moriría de la vergüenza cuando tuviera que verlo después, y con qué cara vería a Berni, no acepté tener una aventura con él y con el sobrino sí, es imposible. 

   — Apuesto a que Berni apoyaría que disfrutaras un poco.  

   — Claro él es igual a ti, ya vámonos a dormir, y quien sabe a lo mejor te haga caso, tengo que volver a verlo para las sugerencias del nuevo restaurante.

***

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