Extraños

Capítulo 1

Se supone que al correr ayudas a tu cuerpo y logras deshacerte del estrés, no recuerdo aún quien me dijo tal mentira ya que no siento mis pies y la fatiga es inmensa.

— ¿qué te sucedió?, pareciera qué hubieras hecho alguna actividad lo cual no involucre comida o películas

— me desperté a las seis de la mañana para correr por todo el parque, siento que muero.

Entró a la cocina y tomó una botella de agua, solía entrar con toda libertad al apartamento de Sarah no recuerdo si algún día pedí permiso para entrar, la castaña se sienta frente al televisor y come una rebanada de pizza.

— tengo que volver al restaurante.

— te acompaño, te espero hasta que salgas y vamos al concierto — esboza una sonrisa

— ¿planeas acompañarme a mi apartamento para qué pueda quitarme todo el sudor?

— no me quiero topar con Alex, bañate aquí y toma algo de ropa.

— ¿cuándo será el día en qué mi amiga se lleve bien con mi novio? — ruedo los ojos y me dirijo a la ducha

— el día en que cambies de novio.

Avanzo hasta el baño, abro la llave y dejó que el agua fría recorra todo mi cuerpo haciendo que la fatiga y el calor se desvanezca. Mi piel estaba roja y aún quemaba gracias al sol y el calor, tomó una blusa y un pantalón del armario de Sarah junto a unos zapatos.

— estoy lista.

— vamos a un concierto, al menos ponte algo de color  — reniega ella

— voy a trabajar, no a deslumbrar además de nada va a servir cambiarme ya que siempre me ensucio de comida, vamos antes de que sea tarde.

Toma las llaves del auto y nos vamos, no tenía ánimos de seguir caminando o de vivir en estos momentos, solo me dedicó a escuchar el sermón de Sarah del porque no le agrada Alex.

Siempre pensé que se llevarían bien pero a pesar de los años no logra ser de su agrado.

Estacionó el auto enfrente del restaurante, pienso dos veces en bajar pero finalmente lo hago.

— Maggie dime que no vine tarde de nuevo, mamá me va a matar.

Ella se aleja del mostrador y me ofrece el delantal.

— cinco minutos tarde y la jefa quiere hablarte dijo que la llamarás cuando vinieras.

— lo siento — digo en voz baja y con una sornisa.

Tomó el teléfono que está pegado a la pared mientras Sarah se sienta en una de las mesas pegadas a la ventana.

— restaurante Grantchester, si no esta embrujado lo hacemos por usted — digo con voz de locutor

— muy graciosa Jane — murmura mi madre del otro lado del teléfono

— Maggie dijo que querías hablarme ¿sucede algo?

— se que hoy es tú concierto así que puedes cerrar temprano y come algo estas muy delgada.

— gracias mamá te lo compensare la próxima semana limpiaré las mesas.

— se supone que siempre tienes que hacerlo.

— ah... ¿qué dices? Creo que se está cortando, adiós mamá — cortó la llamada y me dirijo a la mesa en donde está Sarah

— ¿quieres ordenar algo? — sacó la libreta y un bolígrafo

— una hamburguesa con papas y malteada de fresa por favor.

— No te preocupes Jane, no te pondré más trabajo — imitó su tono de voz

— por esa actitud nadie te deja propina.

— además por el hecho que lanzo a la calle a todas las personas que me desagradan, abusando del poder otorgado a mi por ser hija de los dueños — esbozo una sonrisa.

Me doy la vuelta y me dirijo nuevamente al mostrador, preparo la comida de Sarah mientras Maggie me habla sobre las mágicas vacaciones que tendrá junto a su perro Clarence.

— ¡ladrona! — chilla al ver que tomó una papa de su plato

— me desperté a las seis de la mañana para correr, ya son las cinco de la tarde y no he comido nada más que está papa no me digas nada.

— ¡mesera! — escuchó un grito que viene de unas dos mesas de donde se encuentra Sarah

— ¡no me digas mesera y si quieren ordenar tienen que levantarse y pedir su comida con Maggie! — señaló el mostrador

— lo siento, ella está algo....

Sarah se levanta para tomarme de los hombros y sentarme en la mesa, no desvía la vista del grupo sentado en la mesa, normalmente tomaría su orden pero lo menos que quiero hacer en estos momentos es dar un paso más.

— ¿qué te sucede? — pregunto confundida

— ¿cómo me miro?

— como una loca que intenta ver su reflejo en una cuchara, ¿qué te sucede?

— ¿recuerdas qué vamos al concierto de stunned hoy en la noche?

— ¿es hoy?, no me lo digas yo iba a cerrar temprano para ir a hacer un ritual — digo con sarcasmo

— son ellos, ellos están aquí y les acabas de gritar — susurra

— perfecto, vamos a hablarles tal vez logres que alguno de ellos se enamoré de ti y no digan nada sobre mi amable forma de atenderlos.

Nos ponemos de pie y nos dirigimos a la mesa, eran tres chicos normales a simple vista, el rubio, el castaño y el pelinegro, nada extraordinario además de sus ojos, el rubio tenía unos grandes ojos azules, los del castaño eran color avellana y del pelinegro eran azules con verde.

— lo siento por la escena, ¿qué desean ordenar? — esbozo una sonrisa

— queremos dos hamburguesas, una vegetariana por favor y una pasta, también cuatro sodas — dice el rubio

— ¿algo más?

— una disculpa — dice el castaño

— ¿disculpa? — digo entre dientes presionando la punta del lapicero contra la libreta haciendo que derrame algo de tinta

— perdonada — esboza una sonrisa

— bueno ya que tuvieron la cortesía de disculparme, mi amiga es una gran fan y..

Me quedo callada al sentir el pie de Sarah contra mi pierna.

— lo que quería decir es que ella es una gran fan y quería saber si podían firmar esto — les da una servilleta

— claro ¿tienes un lapicero?

— no, creo que el mío se ha quedado sin tinta, será a la próxima — intento darme la vuelta pero Sarah me lo impide

— ¿y si tomamos una foto? — dice el pelinegro — ¿quieres también una? — le ofrece a Sarah mientras todos se ponen de pie

— no gracias, no los conozco para ser sincera pero los veremos hoy en el concierto.

— interesante..

— toma la maldita foto ya Sarah — digo entre dientes

Me esfuerzo por sonreír y disimular la incomodidad de que tres extraños me estén abrazando e invadiendo mi espacio personal.

Sarah juro que pagaras esto.

— muchas gracias, de inmediato les traigo su comida, Sarah acompáñame a la cocina por favor.

Entramos al lugar y nos escondemos en la cocina, mi rostro quemaba y suponía que estaba roja, intento tomar aire mientras Sarah da saltos de emoción al ver la fotografía.

— ¿así que no eres gran fan? — cruzó los brazos

— una vez leí que si actuabas desinteresada llamabas más la atención.

— como si esas cosas pasaran, ahora sal tengo que cocinar.

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