CAPITULO 3

—¿Todo bien? —la voz de Donato se escuchó al otro lado de la línea, sabía que era imposible estar alejada más de dos días sin comunicación afortunadamente su comunicación no sería detectada estaba utilizando un Nokia 8210. Sin conexión a internet, ni ninguna aplicación que pudiera delatar su ubicación.

—Todo bien Donato. ¿Cómo estás? —era cordialidad aunque el interpretara su preocupación en términos de interés romántico

—Todo bien cariño, echándote de menos, esperando ansioso que vuelvas por tu dosis —ella sonrió como siempre una mueca de lo que debía ser una bella sonrisa

—Me temó que mi dosis deberá esperar, Jaramillo no es un pez fácil de pescar Donato y no puedo equivocarme, no cuando es mi boleto a la libertad —el silencio se hizo entre los dos, aunque los separaba la distancia podía sentir la  tensión en el silencio, sabía que Donato odiaba escuchar la palabra libertad, pero ella lo añoraba más que cualquier dosis que pudiera ofrecerle. Era su vida la que deseaba recuperar

—Por supuesto querida mía, después de hoy serás libre para quedarte o marchar —sonrió, pero ella lo conocía bien. Sabía que detrás de esas palabras posiblemente había un hombre muerto en estos momentos o en el mejor de los casos únicamente con un tiró en alguna extremidad. Donato era peligroso si se sentía herido o traicionado.

—Gracias —no dijo nada más cerro la llamada, antes de cerrar los ojos. Se acercó al ventanal después de un momento. Justo en el momento en el que Leonardo junto su perro guardián subían al hombre que momentos antes ella les había entregado, tenía la intriga de saber lo que paso, pero sólo sería cuestión de horas si no minutos para saber lo que sucedía.

—Descansa en paz, si es que puedes—musitó antes de alejarse del ventanal. Sabía de sobra que ese hombre no volvería a ver la luz de día jamás.

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—Maldición hasta cuando Jaramillo  dejará de meterse en mi casa —gritó Leonardo furioso. El hombre a quien Ángel había atrapado escabulléndose como las ratas, había sido la causa de haber perdido media tonelada de la fina. Y su nombre estaba en juego por incumplimiento de contrato.

—Sólo estando muerto dejará de ser un problema y lo sabes Leonardo, tu asesina debería estar en ello, en vez de planificar para asistir a una fiesta donde claramente no encajará —Demetrio termino por desaparecer al traidor, nadie sabría de él.

—Ángel tiene sus planes trazados no quiero presionarla, Jaramillo es una molestia de la cual deseo salir limpiamente y para eso dejaré a Ángel, no tengo otra elección —recordó el labio cortado de la mujer, el golpe en el pómulo derecho marcando un morete feo en su bello rostro. Aparto la imagen de la pelinegro negándose a aceptar la pasión peligrosa que nacía desde lo más profundo de sus deseos, era un hombre casado, enamorado de su esposa no podía pensar en otra mujer, no debía pensar en tener a Ángel bajo su cuerpo.

—¿Qué harás ahora? —Demetrio cambio la conversación dándose cuenta que no cambiaría los pensamientos de Leonardo con respecto a esa mujer

—Comunícate con nuestro contacto, busca la manera de recuperar la mercancía a la brevedad, pero no pagues dos veces por el mismo producto —subió a su auto, preguntándose ¿Cuándo sería el día que tuviese un despertar tranquilo?

—Como lo ordenes —Demetrio estaciono el auto para que Leonardo  bajara, él debía ocuparse personalmente de resolver este asunto, podía hacerlo y demostraría que era tan eficaz como Ángel.

Leonardo caminaba hacia su casa, pero se desvío camino al chalet, debía apresurar las cosas con Ángel, de lo contrario Jaramillo estaría fastidiándolo por el resto de su vida eso. Si no conseguía terminar con él antes.

 —Ángel —gritó. Después de llamar a la puerta y no tener respuestas, espero un momento la puerta estaba abierta así que entró, de repente tuvo la impresión de que podía estar en peligro, el traidor bien podía tener secuaces aun dentro de la organización su sorpresa fue grande al toparse con Ángel sin una sola prenda sobre su cuerpo saliendo de la ducha.

—Existen las batas de baño o toallas —dijo sin apartar los ojos de la vista delante de él

—¿Existen? —preguntó divertida, mientras se acercó un poco más a él

—¿Ángel? —susurro

—¿Sí? —sus labios acariciaron el lóbulo de su oído antes de apartarse

—Vístete, esperare fuera —salió. Sus manos temblaban, su cuerpo había reaccionado a Ángel, con una pasión arrolladora, respiró profundamente ¿estaba loco? Esa mujer  era una asesina, una profesional temida incluso por hombres.

Ángel se vistió con su típico pantalón de cuero, una camiseta ajustada para evitar poner sostén, abrochó el cinturón donde reposaba la nueve milímetros, antes de salir al encuentro con Leonardo, su cabello se meció húmedo y enredado dándole un  toque sexy y arrebatador.

—¿En qué puedo ayudarte? —sonrío viendo el paquete marcado en los pantalones de Leonardo

—Ten cuidado con lo que preguntas —respondió dándose cuenta de que los ojos estaban puestos sobre su hombría y no en su rostro

—No tengo ningún problema en el sentido que tomes mis palabras Ferrara, estoy aquí —abrió sus manos como invitándolo a pecar. Su cuerpo se tensó, pero se obligó a mantenerse quieto

— ¿Cómo descubriste al traidor? —opto por hablar de lo ocurrido por la mañana, no confiaba en él para acercarse lo suficiente, aunque la herida y el morete parecían pedirle a gritos hacerse cargo, no parecía que Ángel les diera  mucha importancia.

—Salí a correr, por la mañana, estaba volviendo cuando note que alguien caminaba por el sendero así que fui a investigar y lo cogí con los pies casi fuera de tus terrenos — eso no servía para apartar sus pensamientos pecaminosos

—Incautaron un cargamento, él fue el responsable —Ángel asintió

—Lo sé. Lo he resuelto, esta noche tendrás tu mercancía a las orillas  de la playa, sólo debes tener lanchas rápidas—eso verdaderamente le había sorprendido

—¿Cómo?

—Se dice el pecado, pero no el pecador —sonrió caminando hacia el chalet. Incapaz de mantener las distancias, camino tras sus pasos

—Déjame curarte —no espero respuesta, camino hacía el cuarto de baño por el botiquín, no entendía su molestia al ver el golpe en su rostro y no quiso buscar más, simplemente actuó. O era el hecho de no estar acostumbrado a mirar a una mujer herida, sobre todo sabiendo que era por su causa.

—¿No te duele? —preguntó mientras aplicaba un poco de antiséptico en la herida del labio y un poco de bálsamo al morete

—Estoy acostumbrada Ferrara, no soy como las chicas a las que estas acostumbrada,  no me rompo fácilmente —no era ninguna mentira ¿Por qué? Simple ella estaba rota desde que era una niña.

Leonardo no podía creer, la cercanía que había entre ellos, el calor de su cuerpo junto al suyo, su aliente golpeando su mano mientras  le curaba el labio. Se mordió la parte interna de su mejilla, para recordarse por qué no debía pensar en ella de esa manera.

—¿Por qué te resistes? —preguntó con una sonrisa divertida en el rostro

—No tengo idea de lo que hablas —se alejó lo suficiente para que sus miradas quedaran atrapadas la una en la otra.

—Hablo de esto —colocó su mano sobre su entrepierna, casi gimió ante el toque sobre la tela del pantalón

—¿Qué haces? —trató que su voz no sonara ahogada, había pasado mucho tiempo desde que había estado con Renata, luego la visión de Ángel siendo poseída por Donato, sólo eso debía bastar para enfriarlo sin embargo el recuerdo solo aumento su lujuria y su deseo su amigo salto a la vida sin poder evitarlo arrancando una sonrisa sexy y provocadora en el rostro de Ángel.

Bastó con el roce de sus labios sobre los suyo, para perder por completo el control sobre sus emociones, su cuerpo ardió en llamas cuando la fina lengua delineo el contorno de sus labios. Ángel era un verdadero pecado, capaz de llevarte al cielo o al infierno.

Sin poder contenerse más dejo de luchar, apresó la cabeza de Ángel entre sus manos atrayéndola hacía él, su beso fue rudo, áspero, apasionado. El sonido estridente del móvil los separo, sus respiraciones estaban agitadas

—Esto no volverá a pasar —dijo. Alejándose de Ángel

—No voy a discutirlo, tiempo al tiempo Ferrara —levantándose de su sitio y con una sonrisa se alejó para encerrarse en su habitación.

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—La mercancía ya no está en el muelle. Nuestro contacto asegura que fue una orden superior ¡se llevaron todo! —Demetrio parecía haber perdido la compostura que le  caracterizaba

—Lo sé

—¿Lo sabes? —preguntó

—Ángel recupero la mercancía antes de que el traidor dejara de respirar —Demetrio enarco una ceja, parecía escuchar una nota de orgullo en su voz

—¿Ángel? —al parecer estaría maldito por esa mujer

—No sé lo que hiso. Pero tiene nuestro producto e iremos por el esta noche,  consigue lanchas rápidas, todas las que consideres necesarias para transportar en solo viaje la mercancía no quiero errores —salió de la habitación dejando a Demetrio con más de una pregunta y cero respuestas. Su cuerpo aun temblaba por el acercamiento con Ángel, debía estar loco pero necesitaba liberación, se despojó de su ropa camino a la ducha, complaciéndose así mismo.

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La puerta se abrió bruscamente antes para dejar pasar a Demetrio tal como esperaba, era tan malditamente predecible

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó de manera seca, el casco de su moto estaba en su  mano, iba de salida

—¿Qué demonios crees que haces? —preguntó acercándose peligrosamente

—¿Perdona? —el pareció ignorarla y camino tratando de intimidarla, siempre funcionaba hasta con los mejores hombres que conocía

—Invades mi espacio personal Demetrio —sonó una clara amenaza en su voz

—¿Crees que vas a asustarme?, no sé qué demonios ve en ti Donato para considérate su mejor asesina, no eres más que una simple mujer —sonrió con burla

Ángel giró su cuerpo lo justo para elevar su pierna con potencia impactando  el pecho de Demetrio, el hombre fue lanzado al piso en cuestión de segundos.

—Odio que invadan mi espacio a menos que lo permita —salió antes que pudiera reincorporarse, estaba tentada muy tentada a descargar la tolva en él, pero sería extremista ella  no asesinaba por placer aun…

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—Cuenta el dinero si desconfías de mí —sonrió mientras recargaba la mitad de su cuerpo sobre la moto

—Confió en ti, no estaría arriesgando mi trasero y mi puesto si no lo hiciera —el hombre guardo el fajo de billetes en su mochila, antes de volver su atención sobre la chica

—Tienes cuidarte, ha llego un agente especializado del FBI y me temó que va tras tu cabeza —Ángel sonrió no era la primera vez que agentes internacionales buscaban su cabeza y hasta el día de hoy ninguno había conseguido siquiera un cabello suyo

—Gracias mantenme al tanto y tendrás la recompensa de siempre, traicióname y nadie encontrará tu cadáver—subió a su moto, su rostro no era público y eso era una ventaja para ella.

Condujo hasta el Puerto San José la corrida había sido larga, pero tenía que asegurarse de que todo saliera bien con la recuperación del cargamento. Bajo de la moto había sido una linda adquisición para esta operación nunca jamás expondría a su bebe. Camino con pasos lentos asegurándose que el lugar realmente estuviera libre, desenfundo su arma al notar movimientos en la lejanía, lanchas rápidas estaban acercándose a toda velocidad, sonrió al notar la presencia de Leonardo Ferrara junto a Demetrio su perro fiel.

Camino bajo el amparo de la oscuridad, debía asegurarse de que el hombre volviera a casa sano y salvo no era parte de su trabajo, pero había algo que le impulsaba a buscarlo, era como un imán atrayéndola. Nada de esto estaba bien, debía limitarse a dispararle a Jaramillo y largarse para siempre de la ciudad o inclusive del país. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un movimiento a la distancia llamó su atención maldijo entre dientes, no era uno si no varios agentes que venían en dirección de Ferrara. Corrió tan tapido como su entrenamiento se lo permitió, desenfundo su arma mientras disparaba antes de que la guardia lo hiciera había sido un acto imprudente, pero estaba demasiado lejos para gritar a Leonardo que moviera su gente. Los disparos salieron de varias direcciones, agentes contra contrabandistas desataron una batalla campal. Corrió mientras disparaba para cubrir a Leonardo, Demetrio hacía lo mismo era irónico después del golpe dado ahora estaban unidos con un solo objetivo.

—Nos trajiste a una maldita trampa —Grito el moreno por encima de los disparos

—Estarías muerto si fuera el caso Demetrio protege a Ferrara, me haré cargo de del resto —camino cubriéndose con las rocas rompe olas. Deseaba decir que no pero al parecer su contacto le había tendido una trampa.

—No me dirá que hacer —Demetrio vino en su dirección. Al parecer el hombre era estúpido

—Eres un imbécil —corrió lo suficiente justo para recibir el tiró que venía hacia Leonardo

—¡Ángel! —Leonardo, no había tenido idea de que ella estaba presente hasta que la vio correr en su dirección justo para interponerse entre la bala y él

—¡Arg! —apretó su brazo donde la bala he había rozado

—¡Sube al bote ahora! —no tenía tiempo para discutir o ver la herida, necesitaba salir del lugar

—Demetrio —Leonardo busco a su hombre de confianza sin éxito

—Él conoce el camino a casa —Ángel estaba furiosa con el tipo y no iba a arriesgar su trasero por esperarlo, encendió los motores y aceleró para alcanzar a las otras lanchas que habían salido antes del enfrentamiento.

—¿Estás bien? —Leonardo se acercó, sangre emanaba del brazo de Ángel pero ella parecía imperturbable

—Ha sido sólo un roce, lo atenderé una vez que estemos fuera de peligro —dolía, la herida quemaba, pero no lo aceptaría en voz alta, su entrenamiento no se lo permitía, los recuerdos tampoco iban a entrar a su mente.

—¿Creí que lo tenía resuelto? —dijo luego de un momento con  molestia en su voz

—Lo tenía, resuelto ¿crees que tuve que ver? —preguntó indignada

—Fuimos emboscados que otra cosa puedo pensar —su mirada recorrió las orillas de la playa en busca de Demetrio

—Demonios, como voy a tenderte una maldita trampa. Arriesgue mi vida por salvar la tuya —dijo furiosa, odiaba que dudarán de su palabra, porque fuera trampa o no. No había sido ella quien la orquesto

—Tu contacto

—Está muerto, sólo que aún no lo sabe —dijo fríamente…

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