Capítulo 3.

Elizabeth.

Daniel y yo no lo pensamos demasiado para volver al Ceasars Palace con William, aunque muy en el fondo, yo sabia que quizá si debíamos hacerlo, William me ponía los nervios de punta, no sabía si era alguien en quien podía confiar, o si por el contrario, debía mantenerme al margen. El hombre irradiaba una energía muy extraña, una que a mi me hacia sentir indefensa, como si de alguna forma yo estuviera a su merced.

-¿Listos? - Le pregunte al par de hombres que me acompañaban.

-Esto es para lo que me he preparado toda mi vida - Respondió Daniel a mi lado.

-Yo ni siquiera creo que esto este sucediendo de verdad - Soltó Luis, con una sonrisa que le llenaba todo el rostro.

Los tres llegamos al hotel, y esperamos hasta que William apareciera en la recepción. El hombre, muy puntual, nos abordo a las siete en punto.

-Señor Fitz - Saludo Daniel, extendiéndole la mano.

-Señor Baker, sabía que los vería de nuevo esta noche - Sonrió, una sonrisa que hizo que el lugar se iluminara por completo.

-Pues sí, después de todo fue usted quien insistió en que debíamos presentarnos - Dije yo con diversión, aunque en realidad sabía que él había notado ese dejo de sarcasmo en mis palabras.

-Señora… ¿Ahora si me dirá su nombre? - Pregunto, centrando su atención momentáneamente en mí.

-Elizabeth - Hice una pausa - Elizabeth Baker - Enfaticé a propósito en el apellido de mi esposo.

Yo acepté el estrechón de mano que él me ofreció, y entonces durante algunos escasos segundos, pude jurar haber sentido una caricia de su dedo pulgar sobre mi piel, sin embargo, Daniel y Luis parecían lo suficientemente distraídos como para notarlo.

-Espero que no le importe, señor Fitz - Dijo Daniel - pero he traído a mi amigo Luis, es el vocalista de nuestra agrupación, y sentí que no podía presentarme sin él - Luis se acercó demasiado formal para mi gusto, y se presentó.

-Es un gusto conocerlo, señor - Dijo Luis, a lo que él simplemente asintió y sonrió.

-Bien, entonces creo que es hora de que vayamos, el equipo de sonido del hotel ya ha dispuesto un espacio para ustedes, y dentro de media hora comienza el espectáculo en vivo - Dijo para todos, encausando aquella visita.

Los cuatro caminamos en dirección al restaurante, mientras yo movía las manos nerviosa, había algo en particular en esa noche que me inquietaba en sobre manera.

-Espero que no le moleste, Elizabeth, pero he dispuesto una mesa para nosotros, desde donde tendremos una excelente vista de su esposo - Yo lo miré confundida, y entonces dirigí mi mirada a Daniel.

-Pensé que me quedaría tras bambalinas - Señale con el ceño fruncido.

-No creo que ese sea un buen sitio.

-Si, cariño, si estas en el público será más fácil para mí.

-Su esposo tiene toda la razón - Él lo apoyo.

Yo miré fijamente a William por algunos segundos, y entonces me quedé en silencio, aceptando la propuesta, de inmediato, Daniel y Luis subieron al escenario donde terminaron de organizarse para dar comienzo a la presentación, y William y yo nos quedamos solos en la mesa a la que el mesero nos guio.

-¿Desea tomar algo, señor Fitz? - Le pregunto el joven a William.

-Si, tráigame un Macallan 18, y para la señorita Elizabeth, ¿Un brandy estará bien? – Me preguntó.

-No, estoy bien así - Me removí en el asiento, claramente incomoda.

-Un brandy y una Macallan estarán bien - Ordenó.

Una vez que el mesero se hubo ido, yo me miro de mala gana, y bufé.

-Le dije que no quería nada, mucho menos licor - Aseveré.

-Puede dejarlo sobre la mesa si quiere, no voy a obligarla a que lo beba - Soltó como si nada mientras yo rodaba los ojos.

-¿Siempre es así? ¿Siempre hace lo que quiere? – Pregunté atacándolo, en realidad no sabia porque me sentía de aquella forma tan extraña, quizá era producto de lo nervios, o del hecho de que estaba sentada junto a un hombre que producía sensaciones indebidas dentro de mí.

-Normalmente, si, es una de las ventajas de tener un puesto en la mesa de accionistas - Respondió con tranquilidad.

-¡Por supuesto! - Solté con ironía.

-¿Por qué hace tanto escándalo por una copa de brandy?

-Porque yo no la quería, y aun así usted la ha pedido para mí, no sé si se había dado cuenta, pero soy completamente capaz de decidir si ordenar o no, y que quiero ordenar por demás.

-Bien, ha quedado claro - Él soltó una risa, cosa que no hizo más que desatar mis nervios.

-¿Qué es lo que le hace tanta gracia? - Le pregunté.

-Que usted se ha molestado por una nimiedad, mientras su esposo mantiene cautivos a todos los presentes, parece que a la única que no ha logrado conquistar ha sido a usted - Yo abrí la boca, dispuesta a decir algo más, y entonces la cerré de golpe, por primera vez desde que me había encontrado con William, me había quedado sin saber que decir.

Asi que simplemente dirigí mi atención a Daniel momentáneamente, y entonces le dije muy bajito.

-La próxima vez que se dirija a mí, recuerde que no soy la “Señorita Elizabeth” - Solté de sopetón - Soy casada, y soy la señora Baker.

-Pensé que su esposo y usted no necesitaban de nada que les demostrara que se pertenecían, pensé que usted y él tenían eso claro, sin necesidad de nada más, ¿No es eso lo que me dijo usted ayer? Imagine que los títulos eran parte de esas cosas.

 -Esto no se trata de demostrárnoslo precisamente a nosotros - Dije rápidamente y entonces me levantó del asiento - Tendrá que disculparme un segundo, debo ir al tocador - Me aleje.

Sé que Daniel no se dio cuenta de que me había marchado de la mesa, él estaba tan embelesado con el instrumento que sabia que ese era uno de los pocos momentos en los que yo pasaba a un segundo plano, pero me gustaba que estuviera allí, deleitando a un publico al que yo suponía por completo exigente, esa era una de mis facetas favoritas de Daniel, aquella donde solo era él y su instrumento acompasándose, y haciendo lo que él tanto amaba hacer, sin embargo, y aunque sabia que aquella presentación era importante tanto para Luis como Daniel, yo debía salir del lugar, el aire en el restaurante había comenzado a parecerme sofocante, tenia calor, las manos me estaban sudando y debía volver a respirar con tranquilidad.

Aquella noche significaba demasiado para todos nosotros, era el punto de partida de algo que podía suponer un cambio radical en nuestras vidas, y yo solo esperaba que todo saliera justo a lo planeado, que Daniel lograra conquistar a los presentes, e incluso al mismo William, para poder cumplir con sus sueños por fin, Daniel se lo merecía, ya había hecho demasiado sacrificios por mí, y por nuestra relación, y yo no queria seguir sintiéndome culpable por aplazar eso.

Pero, por otro lado, también salí del restaurante por la manera en la que me sentía justo allí sentada en esa silla en la mesa junto a William, me sentía extraña, como si no fuera dueña de mí, William evocaba sensaciones que yo no era capaz de describir, era extraño, asfixiante y provocante la manera en la que me miraba, la forma en la que había acariciado mi mano, y básicamente todo él lo era.

Encontré el baño con facilidad, y una vez adentro, me mire al espejo e intente respirar con normalidad, mis pulmones se sentían como si tuvieran un gran peso encima que les impidiera funcionar con normalidad, debía calmarme, no solo por Daniel, si no también por William, que nos estaba brindando una de las mejores oportunidades en el mundo y sin embargo yo lo estaba tratando como basura, el no merecía aquel trato, y yo lo sabía. Pero quizá justamente ahí estaba el asunto, algo dentro de mí me decía que era mejor estar a la defensiva, porque si bajaba la guardia entonces… En realidad, no tenia muy claro que era lo que podía pasar si lo hacía.

No queriendo alargar mas todo eso, me lavé las manos con agua fría, puse un poco en mis mejillas, y cuando pude sentirme bajo control, volví al restaurante, en donde vi como un hombre, de estatura mediana y aspecto gracioso, se levantaba de mi silla en la mesa con William y se alejaba sonriendo.

-Lo siento - Dije apenada una vez que me senté nuevamente en la silla que me correspondía.

-No es necesario que lo lamente, entiendo que está nerviosa.

-Si es necesario, usted nos está brindando esta maravillosa oportunidad y yo no me estoy comportando de la manera adecuada - Sentencie levantando la copa de brandy que el mesero me había traído - Agradezco todo esto, de verdad - Susurre tras darle un sorbo al trago.  

-Por supuesto - Yo también levante mi vaso y bebi el trago - Pero si de verdad quieres que te disculpe, entonces deja de tratarme de usted, Elizabeth, considérame un amigo.

Yo lo miré de soslayo y fingí no haberlo oído, aunque por supuesto que si lo había hecho, pero lo que menos queria era confundir las cosas con William, y no por él, si no por mí.

Trascurrieron un par de horas más en que Daniel y Luis entretuvieron al público mientras William y yo bebíamos copa tras copa en nuestra mesa, sin soltar palabra alguna, simplemente estábamos ambos sentados en esa mesa para cuatro que estaba momentáneamente ocupada por los dos.

Durante algunos instantes, cuando lo notaba distraído con la música o con cualquier cosa alrededor, yo aprovechaba para observarlo más detenidamente, para fijarme en su perfil, en su nariz respingada, en sus labios delgados, y en sus extraños ojos, en la forma en la que movía elegantemente la mano, y en todo él, y podía jurar haberlo descubierto a él haciendo lo mismo conmigo, y de alguna forma me gustaba que lo hiciera, que me mirara cuando creía que yo no me daba cuenta, porque eso solo significaba que yo llamaba su atención.

Una vez que Daniel y Luis se bajaron del escenario, y se acercaron extasiados a la mesa uniéndose a nosotros, él me miró detenidamente por lo que parecía una última vez, tanto él como yo sabíamos que él no podía mirarme de aquella forma con Daniel observándonos, yo simplemente bajé el rostro, y sentí mis mejillas calientes, probablemente también estaban sonrosadas, estábamos coqueteando, y quizá era productos de todas las copas que habíamos bebido, pero yo se lo había permitido.

-¡Eso ha estado increíble! - Daniel exclamo en dirección a mí, mientras yo me ponía en pie y lo abrazaba.

-¡Estoy tan agradecido con usted, señor Fitz! No tendremos nunca como pagarle esta oportunidad - Dijo Luis.

-Estoy seguro de que habrá muchas más oportunidades como estas para ustedes dos, pero por ahora, creo que es hora de cenar - Espeto William.

Los tres nos miramos por un segundo, dudando al respecto de su propuesta.

-No pensaran dejarme solo aquí, ¿O sí? Permítanme invitarlos a cenar - Pidió.

Yo fui la primera en aceptar, lo hice, porque una parte de mi aun no queria que esa noche se terminara, a eso me siguieron Daniel, y Luis, que también se sentaron en la mesa, y pidieron el menú.

Luego de mirar detenidamente la carta, los cuatro pedimos nuestra cena, y nos envolvimos en una conversación casual mientras está llegaba.

-Y… Señor Fitz, ¿Puedo preguntar por la señora Fitz?  - Inquirió Daniel mientras yo sentía el calor recorriéndome por las mejillas.

-Como le he dicho a su esposa anteriormente, por favor, díganme William, y dejen de referirse a mi como “Señor” – Soltó con amabilidad - Y en cuanto a la señora Fitz, creo que la respuesta es que no hay una señora Fitz.

-Pero la hubo, ¿Me equivoco? - Pregunté.

-En algún momento existió alguien que fue muy importante para mí, pero ella ha dejado de estar a mi lado desde hace mucho tiempo - Contestó con un dejo de tristeza, lo que incremento mi curiosidad por el hombre.  

-¿Y tiene hijos? - Inquirió Luis tomando la vocería por el grupo.

-No, nunca tuve hijos.

-Pero todavía podría tenerlos si quisiese - Espeto Daniel.

-Supongo que sí, pero no creo que sea lo más prudente - Contestó.

-Un hombre como usted, que ya lo tiene absolutamente todo, ¿No se siente solo? Es decir, tiene todo lo que una persona podría querer, no existe nada para usted que perseguir ¿No es aburrido de vez en cuando? – Inquirí mientras Daniel a mi lado se aclaraba la garganta con aparente incomodidad.

-No tengo todo lo que quiero, Elizabeth, y por supuesto que es aburrido, pero en cuanto a mi concierne, todavía hay algunas cosas que perseguir, que valen la pena hacerlo sin importar el costo o lo que haya que hacer - Anuncio con seriedad, mientras lo miraba fijamente, no sabía porque, pero sentía que esas palabras habían ido dirigidas exclusivamente a mí.  

Después de su declaración, nadie dijo nada más, nos concentramos en la comida, y en su sabor, aunque yo en realidad estaba muy distraída como para que la comida fuera lo que tuviera por completo mi atención.

-Yo creo que es hora de irme, me están esperando en casa - Dijo Luis una vez que terminamos de beber una copa después de la cena.

-Entonces creo que también es momento de que nos marchemos - Me dijo Daniel.

-¿Por qué no se quedan un poco más? - Sugirió William.

-Yo realmente no puedo, como he dicho antes, me están esperando - Luis nos extendió la mano a todos y entonces se alejó de la mesa.

-Quiero invitarlos a que pasen esta noche aquí en mi hotel - Nos dijo Will, como si nada.

-No, creo que nosotros no podríamos aceptar eso - Negue apenada.

-Elizabeth, no significa nada más para mí que una atención, esta noche su esposo ha dado uno de los mejores espectáculos en este restaurante, quiero darles las gracias, quiero que pasen un buen momento.

-Eso es muy generoso de su parte, William, gracias - Acepto Daniel.

Yo sonreí, y entonces me mordí el labio inferior.

Daniel y yo nos quedamos un poco más después de que Luis se fuera, bebiendo al lado de William como si se tratara de un amigo de antaño y no de un hombre que recién conocimos ayer, pero que nos había dado más en las últimas 24 horas de lo que nosotros habíamos podido hacer en toda nuestra vida juntos.

-Daniel, ¿Le importaría tocar un par de canciones más para mí? - Pidió William.

-Por supuesto que no - Daniel sonrió, y se subió al escenario con su saxofón.

William se terminó de beber su copa, y entonces me abordo.

-Disculpe que le haga esta pregunta, Elizabeth, ¿Pero qué edad tiene? - Inquirió con lo que parecía sincera curiosidad.

-24 - Sonreí apenada.

-Es muy joven todavía.

-Si, supongo que sí.

-¿Y cuánto lleva junto a su esposo?

-Nos conocemos desde que somos muy niños, hace 13 años aproximadamente que lo vi por primera vez, pero no fue hasta los 16 que entablamos una relación seria, y tenemos cuatro años de casados.

-Suena a que ha estado toda su vida con él.

-Básicamente, así es - Yo asentí - Es decir, lo recuerdo desde que tiene 11 años.

-Se casaron ustedes muy jóvenes.

-Si, a decir verdad, si - Yo miré a Daniel, y recordé momentáneamente los últimos años de nuestras vidas.

-¿Se arrepiente de eso? - Inquirió William, a lo que yo simplemente lo mire y me quede en silencio.

-Por supuesto que no - Solté después de una larga pausa.

-No parece muy convencida - Él me miro con ese aire de superioridad y arrogancia que lo acompañaba parecía que siempre.

-Estoy muy segura de lo que digo, mis mejores años los he pasado al lado de ese hombre, y no cambiaría eso por nada en el mundo.

-Lo entiendo - William asintió.

-No, yo no creo que lo entienda, solo una persona que ha vivido lo que nosotros hemos vivido podría entendernos, pero por su carácter, forma de ser, evidente soledad, dudo mucho que usted pueda entendernos en este aspecto.

-Créame cuando le digo que entiendo lo que se siente querer a alguien lo suficiente como para no estar dispuesto a alejarse, y hacer lo necesario para tenerla, él que no esté viviendo esa situación ahora no quiere decir que no la entienda.

-Por supuesto - Conteste con la boca momentáneamente seca, William derrochaba arrogancia por donde se le mirara, pero por alguna extraña razón, en él, esas cosas resultaban excitantes.

Ese hombre parecía una completa paradoja, por un lado se mostraba sereno ante cualquier cosa, se mostraba serio, impenetrable, como si estuviera hablando con un hielo sin capacidad de derretirse, sin embargo en cuanto yo decía o preguntaba alguna cosa, parecía que lo desestabilizaba, y entonces mostraba visos de humanidad, sin embargo no era suficiente, yo podía imaginar a William sentado en su lujosa habitación, mirando hacia la chimenea con una copa de whiskey en sus manos, él era intrigante, misterioso…Y no sabia muy bien si esas cosas me agradaban o no.

Una de las cualidades que tanto me gustaba resaltar de Daniel, era su trasparencia, Daniel era capaz de decirme mil cosas simplemente con mirarme a los ojos, como la tarde anterior, cuando me demostró que le daba miedo perderme, sobre todo por el dinero, me estaba diciendo a gritos con su expresión, que el dinero no era lo suficientemente importante como para sepáranos.

Bien, pues William era todo lo contrario, no podía deducir que era lo que estaba pensando, no podía hacer conjeturas, no sabía ni siquiera porque me miraba de la manera en que lo hacía, era por completo un acertijo.

-¿Puedo preguntarle a usted qué edad tiene? - Inquirí, a lo que él me miro divertido.

-Tengo 38 años, Elizabeth - Soltó con una sonrisa en los labios que delataba pequeñas arrugas en su rostro.

Yo no hice ningún comentario al respecto de su edad, solamente me acomode en la silla y me permití escuchar un fragmento de la nueva melodía que había comenzado a tocar Daniel, y pensé en él, en la manera en la que se había emocionado cuando William nos había brindado esta oportunidad, en el éxtasis en su rostro mientras llegábamos al hotel esta noche, pensé en las largas horas que paso ensayando las canciones que tocaría esta noche incluso cuando ambos sabíamos que él no necesitaba en lo absoluto practicar.

Lo de él era innato, era pasión, era sincero, era arrebatado, su relación con el saxofón era muy parecido a la de nosotros, era fuerte, se acoplaban, no hacia falta forzarla, eso era lo que yo pensaba hasta entonces.

-Este hombre va a ser un gran artista - Sentencio William a mi lado.

-¿Eso cree? - Lo mire momentáneamente.

-Por supuesto que sí, lo supe desde el instante en el que usted me llevo a él.

-De hecho, a él y a Luis les han ofrecido dar un par de toques en algunos pequeños restaurantes del país - Me sentí en la libertad de confiarle eso a William, no estaba muy segura de que esperaba obtener, pero lo cierto era que yo anhelaba una oportunidad para el hombre al que amaba.

-¡Tonterías! - Exclamo William - Eso sería como desperdiciar su potencial, ellos dos no están hechos para andar tocando en restaurantes en donde probablemente las personas no van a poder apreciar su arte, eso solo los desmotivará, ellos serán grandes artistas y no será de esa forma en que se convertirán en unos.

-¿Qué es lo que quiere decir?

El hombre a mi lado hizo una larga pausa, soltó un suspiro pesado, y entonces detuvo su mirada en mis ojos, casi que hipnotizándome con ese peculiar color en su iris.

-¿Qué tanto estarías dispuesta a hacer por él? - Pregunto Will inclinándose ligeramente hacia mí.

Yo simplemente lo mire, me fije en el extraño color de sus ojos e incluso detalle en las pequeñas arrugas alrededor de sus cuencas, y entonces centre mi atención nuevamente en Daniel que tocaba animadamente el saxofón frente a nosotros.

-Yo haría lo que fuera por él - Sentencie con seguridad mientras me erguía y seguía disfrutando de la melodía que salía del instrumento.

-Lo que fuera es mucho, ¿No lo crees?

-No cuando realmente se ama a alguien - Sonreí delicadamente de medio lado.

-Dime una cosa, Elizabeth, ¿Cómo sabes que es amor?

Me quede perpleja ante su cuestionamiento, no pudiendo emitir palabra alguna, realmente no sentía que tuviera una respuesta a aquello, había escuchado tanto del amor, pero había experimentado tan poco de él, que no lograba dar con un significado.

La abuela solía decir que el amor era paciencia, papá aseguraba que era sacrifico, y mamá decía creer que, para ella, el amor era bondad.

Bien, pues lo más cerca que yo había estado nunca del término había sido Daniel, él era al único hombre que yo había conocido, con el que me había abierto plenamente, para mí, él era el amor.

-Lamento decirle que no tengo una respuesta - Will se echó a reír, y soltó una carcajada que llamo momentáneamente la atención de Daniel - ¿Qué es lo que le causa tanta gracia?

-Es un poco irónico que digas amar a alguien cuando no sabes ni siquiera a lo que te refieres.

-Creo que hay cosas en la vida para la que no se tiene respuesta, y eso también está bien- Hable con firmeza, no por el hecho de estar en el hotel de uno de los hombres más poderosos de la ciudad me iba a dejar amedrentar o intimidar.

-¿Cuánto estarías dispuesta a hacer para verlo cumplir sus sueños?

-Sus preguntas se tornan repetitivas, ¿No lo cree? - Inquirí con el ceño fruncido.

-Responde- Pidió mientras convertía sus labios en una fina línea.

-Le he dicho ya, que yo haría cualquier cosa por ese hombre.

-¿Y qué tal si yo le dijera ahora mismo, que puedo darle a Daniel todo lo que necesita para cumplir con su sueño de ser uno de los saxofonistas más importantes del mundo?

-¿Por qué haría usted eso? - pregunte tragando en seco, sabía que Will tenía todos los medios para hacer que el destino de Daniel y el mío cambiaran para siempre, Will era poderoso y tenía todo lo que nosotros no, sin embargo aún me quedaba un porque en el tintero que no alcanzaba a entender.

-No porque, si no por quien - El hombre a mi lado desvió la mirada de Daniel, y susurro en mi hombro.

-¿Qué quiere decir con eso?

-Que, así como tu estarías dispuesta a hacer lo que fuera por ver cumplirse los sueños de Daniel, yo estaría dispuesto a hacer y pagar lo que fuera por pasar una noche a tu lado.

-¡Por quién demonios me está tomando! - Exclame en voz baja - Yo no estoy en subasta, ¿Entiende?

-Por supuesto que lo entiendo - Espeto con seriedad - Y lo que menos pretendo es faltarle el respeto.

-Pues está haciendo exactamente eso.

-No lo tome a mal, Elizabeth, es ganar por ganar, Daniel consigue lo que tanto ha querido, yo consigo lo mismo, y usted obtiene el beneplácito de ver al hombre al que ama triunfar en lo que verdaderamente le apasiona.

-Yo no podría hacerle eso a él - Murmure, la conversación se había convertido en algo lo suficientemente inapropiado como para que yo no quisiera que Daniel alcanzara a escuchar un ápice de lo que decíamos.

-Él no tendría por qué enterarse, sería algo entre usted y yo, una noche, después de eso, desapareceré de su vida si es que así lo quiere.

Jamás habría imaginado todo lo que vendría después de esa mirada, de esos ojos atravesándome el alma, de esa noche, y de esa propuesta.

Will me estaba prometiendo el cielo, y yo quería saber que se sentía probarlo.

Solo por una noche.  

-Por supuesto que no - Asevere.

-No quiero que me de una respuesta ahora - La canción que Daniel estaba interpretando se acabó, y entonces él comenzó a acercarse hacia nosotros, la conversación había terminado, y tal y como yo veía las cosas no había manera de reanudarla.

-Véame en el bar del hotel una vez que su esposo se haya dormido - Susurro muy despacio.

Yo no tuve la oportunidad de decir nada más porque Daniel estaba frente a nosotros.

-Cariño, creo que es hora de descansar, ¿No lo crees? - me pregunto.

-Si, opino lo mismo - Yo me puse en pie.

-Vayan a recepción, allí les darán la llave de su habitación, ya está todo arreglado - Dijo William.

-Muchas gracias, y buenas noches - Le dijo Daniel con amabilidad.

-Que tengan una buena noche, Daniel…Elizabeth - Después de aquello ambos nos despedimos y nos alejamos de William Fitz.

Pero yo podía sentir la manera en la que su mirada me atravesaba por la espalda, sus ojos estaban fijos en mí, lo sabía sin siquiera tener que darme la vuelta.

Ya sabía que era lo que William quería de mí, el problema era que yo no estaba muy segura de querer lo mismo, y ahí estaba el quid de toda la cuestión, yo no debía estar titubeando, mi respuesta debía ser no, y dar por zanjado el tema, pero por mas que lo intentaba, no era posible, no podía mentirme a mí misma.

Yo quería ver a William esa noche.

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