*Capítulo 2*

La casa de él era grande y muy hermosa, tenía bonitos muebles, un suave alfombra, había también una larga escalera que llevaba a un segundo piso.

-Arriba están las habitaciones. ¿ Quieres escoger la tuya?- su ronca voz llegó hasta mí, sacándome de mis pensamientos.

-¿La que yo quiera?- le miré con ojos enormes, cargados de emoción.

-Por supuesto. Podrás tener la que más te guste- me dijo y le sonreí ampliamente.

-Muchas gracias, Maestro- le agradecí solemnemente.

Todas las habitaciones se parecían, y terminé escogiendo una que tenía una gran cama cubierta con una colcha color melón. Era realmente grande, más grande que cualquier habitación que pudiera haber visto o soñado alguna vez. Los muebles eran preciosos y un amplio ventanal daba vista al jardín.

-¡Es hermoso!- dije sintiendo que aquello era un sueño.

-Lo es, cariño- me sonrió- y lo mejor, es que es tuya. Aquella puerta es el cuarto de baño y esta otra es el vestidor- dijo señalando a medida que hablaba- por ahora te traeré una de mis camisas para que duermas, el servicio vuelve por la mañana, no me agrada tenerlos cerca. Solo Gloria se queda,  Mañana podremos ir a comprar lo que necesites, y pronto comenzaremos con tus clases.

-Gracias, Maestro- quería llorar, nunca pensé que podría encontrarme con alguien tan bueno.

Después de una larga ducha, peiné mi cabello, hacia tanto que no me sentía tan limpia y con tantas esperanzas. El Maestro cuidaría de mí, me enseñaría todo lo necesario para sobrevivir en este mundo cruel. Mi suerte había cambiado.

<<Junto al Maestro estaré bien>> pensé feliz, me coloqué su grande camisa y sin pensarlo más me metí a la cama. Era tan suave, tan grande, tan cómoda, sentí que esa noche dormiría sobre una nube. Me propuse que aprendería todo del maestro, me convertiría en una nueva chica y nunca más permitiría que nadie me humillara como lo hizo aquel hombre del café. Ya no más pasar hambre, ya no más dormir en el suelo, ya no más pasar frío, ahora tenía al Maestro.

Dormí toda la noche como un tronco, ha sido la mejor noche de mi vida. Me estiré en la cama sintiendo que mi cuerpo había descansado tanto que estaba completamente relajada, recordé todo lo sucedido ayer y agradecí en silencio que el Maestro se hubiese cruzado en mi camino. Me senté en la cama y pude ver que había una indumentaria doblada, quizás era algo para ponerme, y volví a agradecer, sería bueno poder vestirme, no era nada agradable sentir que solo aquella camisa cubría mi cuerpo.

Afortunadamente todo era de mi talla, había también ropa interior y me sentí feliz, todo estaba tan limpio y olía tan bien.

Rápidamente me vestí, fue al cuarto de baño y lave mis dientes, me peiné un poco y luego me miré en el espejo. A pesar de los moretones, el maestro tenía razón, era una chica bonita y al parecer aquello era bueno.

-¡Señorita Susana!- escuché que alguien me llamaba. No era el Maestro, y por un momento tuve miedo, pero me obligué a tranquilizarme, él no permitiría que me hicieran daño y menos en su propia casa, él pensaba que yo era una joya.

-Un. . . Un momento- respondí y luego inhalé y exhalé varias veces para calmarme, salí del cuarto de baño y me encontré con una mujer de unos cuarenta y tantos años.

-Usted debe ser Susana- dijo en tono agrio.

-Si- respondí muy tímida.

-El señor Kaplam te espera para desayunar.

-Muchas gracias.

<<Con que ese es su nombre; Kaplam, aunque quiera que lo llame Maestro, Kaplam es su nombre>>

Seguí a la mujer hasta llegar a una hermosa habitación, que supongo será el desayunador. Allí me esperaba el maestro. Levantó la vista hacia mí y me dedicó una gran sonrisa.

-Buen día, Susana.

-Buen día, Maestro- le sonreí también.

-¿Maestro?- preguntó la mujer.

-Puedes retirarte, Gloria- su tono se endureció cuándo se dirigió a ella, entonces la mujer me miró fijamente, luego giró sobre sus talones y se marchó.

-Creo que le he caído muy mal a la señora.

-No te preocupes, es mujer de mal carácter y para nada amigable- me respondió tranquilo.

-¿Es su esposa?- le pregunté tímida, él me miró y dejó escapar una larga carcajada.

-Yo no tengo esposa Susana, y si deseas ser el tipo de alumna que conversamos, entonces te daré ahora mismo la primera lección; Una seductora, una mujer que se preocupa solo por ella y por el dinero que pueda obtener, nunca le pregunta a un hombre por su esposa. Es la manera más cruel de acabar con la pasión.

-Si, maestro- bajé la mirada, pero él me reprendió inmediatamente.

-¡Susana!- le miré- regla número dos, jamás bajes la mirada ante nadie. Tú eres poderosa, eres bella, y yo te daré todas las herramientas que necesitas para triunfar, así que no vuelvas a bajar la mirada. Ni ante mí, ni ante nadie.

-Si Maestro- quería llorar, sentí que mis ojos comenzarían a arder e intenté concentrarme en él, para evitar llorar- es solo que. . . la señora Gloria me mira muy mal, creo que no le agrado y eso me preocupa.

-Hoy es el primer día y ya debo darte tantas lecciones en la mesa Susana. Regla número tres, te importa muy poco lo que los demás piensen de ti. Tú nunca debes doblegarte ante nadie. ¿ me oyes?- demandó y yo asentí- así que si Gloria o cualquier otra persona no te soporta, es asunto suyo, no tuyo. ¿De acuerdo?

-De acuerdo, Maestro.

-Muy bien. Espero no olvides nunca una lección Susana, harán de ti una mujer fuerte y decidida. ¿Recuerdas cómo te trató aquel hombre del café?

-Si- Respondí queriendo bajar la mirada, pero recordando su lección clavé mis ojos en él- me trato muy mal.

-Y así será siempre si no cambias. Debes hacerte fuerte, debes formarte un duro carácter para sobrevivir en el mundo. Comprende que este mundo es solo de los más fuertes Susana- me miró reflexivo- está bien que seas dulce y tierna, pero eso debe ir acompañado de inteligencia, astucia, determinación y una gran dosis de seducción, eso harán de ti una mujer grande.

-Si, Maestro.

-Solucionaremos hoy mismo lo de tu apellido. Necesitas uno, como todo el mundo. Tengo un amigo que me ayudará a tramitar todos los documentos necesarios, escoge uno Susana.

-¿Un apellido, Maestro?- pregunté nerviosa.

-Si- me sonrió.

-¿El que yo quiera?

-El que más te guste- me sonrió nuevamente- tú puedes tener lo que quieras, Susana. Tu nuevo apellido no es nada comparado, con todo lo que obtendrás.

-Yo. . . no sé cuál elegir. . .

-Te ayudaré un poco. ¿McMillan?, ¿Carson?, ¿Mattws?

-¿Puedo tener el suyo, Maestro?- le pregunté con inocencia.

-No- me respondió firme- no confundas las cosas. No haré de ti una hija, te convertiré en una mujer- sus palabras me dolieron un poco. Entonces recordé que las chicas del instituto siempre hablaban de una modelo muy bonita; Migdalia Mitchell. . .

Sí. Yo quería ese apellido para mí. Quería ser tan importante como ella.

-Mitchell. . . quiero que mi apellido sea Mitchell- declaré firme.

-Concedido, Susana Mitchell. Ese será tu nombre, ahora desayunemos que nos espera un largo día. Visitaremos a mi amigo y luego tiendas. Quiero que tengas mucha ropa hermosa, muchos zapatos.


El día fue realmente agotador. Cuando volví a la casa con el Maestro, íbamos cargados de muchas bolsas. Me compró todo de lo que me enamoré, y conste que me enamoré de mucho. Era como una niña en tienda de golosinas.

Habíamos almorzado en un bonito y sencillo restaurant. Él había ordenado por los dos.

-No te preocupes- me había dicho- dentro de poco comer cómodamente en los restaurantes más elegantes de la ciudad, reconocer excelentes platillos en el menú y diferenciar un buen vino de esas asquerosas bebidas que suelen tomar los menos privilegiados.

-Gracias Maestro.

-¿Sabes cuándo es tu cumpleaños?, ¿ Sabes al menos cuántos años tienes?

-Si- respondí apenada- tengo casi diecisiete Maestro, cumpliré el doce de septiembre.

-Eso es la semana próxima- me sonrió y mi vista se desvió a sus hermosos dientes- podríamos hacer algo especial.¿ no crees?

-Nunca he hecho algo especial, de hecho nunca he celebrado mi cumpleaños, Maestro.

-Eso es solucionable, de ahora en adelante lo celebrarás siempre.

Para mí es muy extraño sentirme tan llena de atenciones. Nunca, nunca me había sentido así, es infrecuente pero a la vez es hermoso. ¡El Maestro se preocupa tanto por mí!, me ha dicho que le encanta mi tímida sonrisa y no sé porque pero eso me hizo sentir extremadamente bien.

Él dice que soy su joya, y yo deseo con todo mi corazón que me vea brillar.

Estoy dispuesta a ser la mejor de las alumnas, a aprender al pie de la letra todo lo que me enseñe. Haré que el Maestro se sienta muy orgulloso de mí. Seré la mejor seductora de todas, aprenderé a defenderme en este mundo, y lograré que cuando me mire se sienta orgulloso de su obra.

Aun no sé por qué me ayuda, ni por qué está tan interesado en que yo sea su alumna, pero estoy dispuesta a esforzarme, no voy a defraudar a mi Maestro.

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