Capítulo |4|


Su lengua juega con la mía, explora con vehemencia mi boca. Sus manos recorren mi cuerpo y yo no me quedo atrás. Toco su espalda por encima de la ropa.

Le hago más espacio para que se acomode entre mis piernas.

Jadeo al sentirlo tan duro contra mi.

Deja mis labios para besar mi mentón, mi cuello, deja un prologado beso en mi omoplato izquierdo.

Sonrío.

Vuelve a besarme, pero más lento, más suave. Chupa de una manera tortuosa mi labio inferior. Nuestras leguas se juntan de nuevo.

Danzando una con la otra.

Sus dedos buscan los botones de mi uniforme y comienzan a quitarlos.

—Marcus... —susurro contra su boca.

—¿Uhm? —su voz suena más ronca por la excitación.

—Aquí no... —le digo.

—Está bien —besa mis labios dulcemente.

—Tengo que volver a trabajar —musito.

—Ajá.

Lo miro con una ceja alzada.

—Quiero que te vayas, necesito estar sola para limpiar. —digo, sonriendo.

—No... —refunfuña—. Me quiero quedar aquí.

Se cruza de brazos y se sienta en una silla.

—Pero Dios mío —me quejo—. Marcus —digo a modo de regaño.

Lo tomo del brazo e intento, óiganme bien, intento levantarlo pero ¡vamos! son mas de 180 kilos de masa, músculos y belleza.

Imposible poder siquiera moverlo.

—Marcus...—hago un puchero—, levántate.

Suspira y sonrío nerviosa.

—Está bien, está bien. Pero me acompañas a la puerta.

Ruedo los ojos, y lo acompaño.

Voy a cerrar la puerta pero él mete el pie.

—¿Ahora qué? Me estás tocando los ovarios, no juegues con mi paciencia —le advierto.

—No te preocupes, solo hay una forma en la que quiero tocarte los ovarios —deja un beso rápido y se va.

Sonrío como tonta y me pongo hacer mi labor.

Marcus

Con la sonrisa más grande que nunca había tenido, me dirijo hasta el ascensor, me encuentro con Anny.

Es la amiga de Gen, muy bien.

La veo salir.

—¡Oye, Anny! —voltea.

—Dígame señor.

—Necesito un favor tuyo —sonríe.

—¿Se trata de Génesis? —pregunta

—Claro que sí.

—Pues soy toda oídos —sonríe con complicidad.

{...}

Un rato después, ya planeado todo con la amiga de Gen, decidí ir al despacho de Brian.

Está de más decir que la amiga de Gen está medio loquita, pero se me hizo muy útil.

Bebo otro trago de coñac, y río con la cara de Brian. Ha visto el vídeo de Génesis unas cinco veces.

—Esa mujer es increíble —dice apagando la computadora—. ¡Demonios! Debí quedarme con ustedes, con lo bueno que soy en el póker tal vez y hubiera ganado.

Al instante se me borra la sonrisa.

—...Y pensar que esa belleza tiene más de un año trabajando aquí.

—Ni lo pienses —le advierto.

—¿Qué? Te gusta la fierecilla.

—Puede, pero eso a ti no te importa —le digo—. Solo mantente lejos de ella.

Me estoy enojando.

Brian es un hombre que le encantan los restos, y si es una mujer hermosa y difícil, se vuelve loco.

—Lo siento mi querido amigo, pero la castaña ha llamado mi atención —me dice con una sonrisa sarcástica.

Me rio, pero no es una sonrisa verdadera.

—Lo siento por ti, Brian. Pero con ella no tienes oportunidad —estoy segurísimo—. Génesis se muere por mi.

Espero que así sea, de lo contrario estoy perdido.

Estoy muy encantado con esa chica de ojos verdes.

—¿Tan seguro estás? —chasquea la lengua—. Mujeres como ella, se venden por cualquier cantidad.

Respira, respira, es tu socio y amigo, lo conoces de hace años.

—Ella no es así —gruño.

—Como digas, pero solo te digo que no te decepciones cuando la tenga bajo mis sábanas.—ordena unos papeles—. Las mujeres son todas iguales.

—¿Tu propósito de hoy es hacerme enojar? —pregunto claramente molesto.

—No. —adopta su característico porte serio, su cara de mafioso—. Solo no quiero que sufras como lo hiciste en Rusia, esa perra no mereció tu dolor.

—Brian, sabes que el tema de Clara  me pone de malhumor —mascullo entre dientes.

—Porque lo sé te lo digo, no confíes en las mujeres, esa creación de Satán es la perdición de los hombres.

—No sé a qué viene tu consejo, no es como si me fuera a casar con ella.

—¿En serio, Marc? Te conozco desde hace años, eres como un hermano para mi, —Junta sus manos sobre el escritorio—, dijiste lo mismo de Clara, y, ¿qué pasó?

Lo miro mal, no dejará el tema hasta que me vea seriamente cabreado.

—“Clara solo es un momento de diversión” —dice, fingiendo mi voz, repitiendo lo que meses atrás había dicho—. “Es bonita pero solo será sexo”... Claro, solo fue eso, pero, no seguiste mi consejo y de idiota te enamoraste de ella.

—Brian, no tienes que repetirme lo que ya sé —espeto molesto.

Todavía me duele la traición de Clara.

—No, ahora me dejas terminar —suspiro— por poco pierdes la vida por esa perra sin corazón. Y así tenga que demostrarte que esa mucama es una más del montón para que dejes esa debilidad que tienes por las mujeres, lo haré. Créeme que lo haré.

—Brian, no me voy a enamor..-

—Shh... —me calla con un gesto de mano—. Ni lo digas, mira lo que pasó la última vez que esas palabras salieron de tu boca.

Niego con la cabeza.

Por más asesino que sea Brian, es un hermano leal para mi, cualquiera que quisiera hacerle daño estaría en el ojo del huracán.

Lo mataría sin contemplaciones.

—Pareces mi padre, medas más órdenes que el viejo gruñón.

—Solo lo hago por ti, sabes que confío en muy pocas personas y tú eres una de ellas.

—Lo sé, ahora hablemos de negocios.

—Hay una reunión en unos días, exactamente el treinta,  tu amigo Ketlan también asistirá. Todavía no me has contado como lo conociste, ni a él ni al Neoyorquino.

Siempre separo mis amigos, no me gusta  hablar de ellos con otras personas.

Y Ketlan y Dominick son muy buenos amigos, los tres con pasados que queremos olvidar.

—Bueno, no es nada del otro mundo. Conocí a Dominick cuándo él duró una temporada en Rusia —Brian me escucha atento— Con Ketlan fue diferente, ¿te acuerdas el negocio qué hicimos con  Antonio Grimaldi? Pues Ketlan y su hermano trabajan con su hijo.

»Los tres nos volvimos amigos sin darnos cuenta, Dominick es mi socio en el único negocio legal que tengo —nos carcajeamos—. Ya estarás enterado que Ketlan es un mafioso Italiano.

—Claro que lo sé, los hermanos D' Agostino son muy reconocidos en Florencia —hace una pausa—. Me enteré qué estuviste con ellos el día que llegaste de Rusia.

—¿Me estás vigilando? —pregunto divertido. Él rueda los ojos—. Creeré qué estás celoso.

Se carcajea.

—Estás loco, es pura curiosidad.

—Sí, estuve con ellos, hacía mucho que no nos juntamos y decidimos recordar viejos tiempos.

—Parecen ancianas recordando su adolescencia. Ahora cambiando de tema, en un mes Lexdo viene a Las Vegas.

—¿En serio? El gruñón de tu padre dejará que su amado sobrino se aleje de él.

Alejandro tiene un amor un tanto enfermizo por el hijo de su amada hija Valkiria, que murió hace años.

—Por más raro que suene si, aunque conociéndolo, también creo que venga.

—¡Oh! Tendremos al gran Alejandro aquí en Las Vegas.

—Deja tus ironías Marc.

—Ya, no será tan malo tenerlo aquí.

—Eso espero.

Génesis

 —Estoy muy cansada —digo tirándome en el sillón de la sala de descanso—. Estamos igual.. todas —dice Karen a mi lado.

He limpiado unas quince habitaciones, y apenas son las dos de la tarde.

—¿Dónde está la traicionera? —digo refiriéndome a Anny.

—¿Quién? —indaga Karen.

Voy a contestar cuando la susodicha entra por la puerta.

—Hola traidora.

—¿No lo olvidarás? —pregunta.

—No.

—¿Me perdí de algo? —Karen nos lanza una mirada inquisitiva.

—Doña Anny me dejó sola con Marcus ¡eso es traición!

—No es para tanto —dice Anny con tono inocente.

—Oh, ¿te quedaste sola con él? —pregunta Karen con picardía.

—Sí, y el muy desgraciado me encerró con él en el cubículo de los utensilios de limpieza. —suspiro recordando el suceso.

—¿Hubo besos? ¿toqueteos? Etc —el entusiasmo de Karen me hace reír.

—Pues.. si, hubo de todo eso —confieso.

Las tres chillamos como adolecentes.

—¡Quiere que cene con él! ¡esta noche en su cuarto! —digo con emoción.

—¡Tienes que ir! —grita Karen.

—Bueno, sí iré. Si no voy Marcus me atosigará hasta que acepte otra cita con él —ruedo los ojos.

—Entonces es una cita —comenta Anny.

—Bueno, cita lo que se diga cita, no es —exclamo.

—Es hora que ustedes dos sepan lo que es un hombre, no puede ser que aún conserven su virginidad —hace una mueca Karen—. Me hacen quedar como pervertida.

Anny y yo nos carcajeamos.

—No es para tanto —Musita Anny, poniendo los ojos en blanco.

—Eso dices ahora, eso mismo dijo Gen hace un tiempo, y mírala —sonrío—. Ha conocido a un hombre que le esta revolucionando las hormonas dormidas.

—No me pasará lo mismo, recuerda que soy miss corazón de hielo —bromea.

—An, no te pasará lo mismo que a tu hermana —le digo.

Lisa, la hermana de Anny, se enamoró de un Italiano, ella quedó embarazada y al parecer el nunca se enteró. Aparte de que era un mujeriego nato.

Lisa murió al dar a luz.

Anny está súper reacia a enamorarse y por ese motivo conserva su manzana verde, como le llama Karen.

—Sabes que no tengo tiempo ni interés, en conocer a ningún hombre —dice ella—. Todo mi amor y dinero son para mis niños adorados.

—¿Cuándo los veremos de nuevo? Extraño tanto a mis lindos sobrinos. —digo.

—Carmen me envió unas fotos, podemos verlas.

Anny saca su celular, y nos enseña las fotos.

—Aww Kylan y Kein son tan lindos —farfulla Karen.

—Recuerdo cuándo todavía eran unos bebecitos, tan pequeñitos y tan igualitos —exclamo viendo las fotos.

—Obvio tarada, son gemelos ¿Qué creías? —se burla Karen.

—Mira Aww —exclamamos al mismo tiempo, cuándo vemos a los niños siendo bañados por Carmen.

—Por ellos es que me mato trabajando —suspira Anny—. Cumplen dos años el cinco de febrero, parece como si fuera ayer que nacieron.

—Si, fue muy duro todo, ¿iremos al cementerio por la mañana? —pregunto.

—Claro, a la misma hora de siempre —confirma Karen.

—Sabes que siempre estaremos juntas —les digo—. Una para todas, y todas para una.

Sonreímos mientras nos abrazos.

Ellas son como mis hermanas, son las únicas a parte de Dimitri que saben mi secreto. Pero si Dimitri se entera estoy frita.

—Ya acabó la hora de descanso, haraganas —la amargada de Laura nos anuncia.

—La odio —sisea Anny.

—¿Por qué? —pregunto entre una carcajada.

Sé porqué la odia, Laura se acostó con el Italiano "novio" de Lisa, se le metió por los ojos aunque, ese Italiano maldito se dejó seducir muy fácil.

Desde entonces, Anny le profesa un odio gigante a Laura.

—Tú odias a Cintia y yo no te digo nada —me empuja.

—Cintia es una perra —digo parándome.

—Te doy toda la razón, Cintia y Laura son las perras más grandes del planeta —nos destornillamos de la risa mientras salimos.

—Nos vemos en un rato —me despido.

{...}

—Gen —me llama Anny.

—¿Uhm?

—Perra Fácil te solicita —me avisa.

—¡Uggg! Esa mujer es increíble —me levanto—. Mi trasero no tiene tres segundos, ¡tres segundos! En ese sillón y ya me está mandando a buscar.

Anny se comienza a reír.

—Parece que sus clientes hoy no la quieren culiar, y le ha dado por molestarme.

—¿Clientes? ¿creí qué era gratis? —Las palabras de Anny hacen que me detenga.

La miro por unos segundos y explotamos en risa.

—Mejor voy a ver que quiere.

{...}

Son las 7:58, me encuentro caminando hacía la habitación de Marcus.

Cintia solo quería decirme que estoy encargada de recibir y atender a unos socios del Hotel que vienen en unas semanas.

Increíblemente, tengo puesto el vestido qué vi en  la habitación del señor Federico Franco.

No me lo quería poner, Anny me convenció.

Llego a la habitación y toco dos veces, al instante Marcus me abre y me pierdo en sus pozos azules.

—Génesis.

—Marcus.


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