—Ahora lo veo mi vida— sonríe y mira a los hombres —es hora de irnos ya la hemos tenido mucho aquí, encárgate de los dos— escuchar eso me altera.
—No puedes hacernos esto, no eres Dios para decir quién si y quién no vive— grito levantándome ¿Cuándo coño llegará Martha? Ella sin prestar atención se va junto a Daniel y Joseline.
—Mierda— escucho que grita Daniel sacando su arma, los golpes en la puerta del almacén me devuelven el alma al cuerpo —vamos de prisa, debemos salir de aquí— les veo desviarse —no hay tiempo para acabar— antes de que puedan salir veo a Martha entrar con varios hombres vestido igual que ella, los disparos no se hacen esperar.
—Rocky debes tirarte al piso— grito desesperada de verlo en la silla sin poder moverse, sin importarme mi bienestar trato de alcanzarlo —Ro
Brasil, Rio de Janeiro 7 años después.—Mamá mira a Stephan...— grita mi hija en su perfecto portugués —no me deja en paz por mis pantalones cortos— entrando a la cocina miro a mis 4 bebés, Stephan que al igual que Mane tienen casi 8 años es adicto a los arándanos, es igual a su padre en todo —eres un tonto— le chilla Manedick.—Esa boca— gruñe Stephan.—Stephan...— digo en tono mimoso —hijo no puedes molestar a tu hermana por su manera de vestir— me acerco a ellos y les beso —¿Qué tal si decoramos el pastel para la boda de su tío Mav?— Sebastián quién es menor por 1 año a sus hermanos aplaude, mi hijo es mi vivo retrato, todo lo tiene de mí, tanto su física como su personalidad.—Yo paso— dice mi imposible.&mdas
—Joder Sebastián es mi jodida boda y quiero estar al pendiente de todo lo que se haga, ya mañana nos casaremos y quiero que todo esté perfecto— mi hombre está igual de imposible, su posesividad y control lo llevó a un extremo que no creí que existiera.—Esa puta boca, no quiero que estés en esos trotes, tus amigas y nuestras madres están con Silvia organizando todo, no tienes porqué ir— le miro furiosa. Silvia la organizadora de bodas es una mujer histérica que quiere la perfección pero nada es perfecto si yo no lo apruebo.—Mira que nuestros hijos me están... Oh Dios... Oh Dios... Estoy creo que...— acaricio mi enorme vientre de 6 meses de embarazo y me doy aire con las manos, mi gesto es de aparente dolor.—¿Qué tienes Catrina?— Sebastián desesperado se acerca a mí —¿Qué... Qué
—No, por supuesto que no cariño— la novia de Mike con su eterna sonrisa me guiña el ojo, ella es tan dulce y comprensiva como él son el uno para el otro, quien diría que la secretaria de Luther estaría en mi grupo de amigos.—¿A dónde vamos para celebrar la despedida de soltero?— pregunta el cabroncete, inmediatamente miro a Sebastián, jamás creí que mis celos me podían dominar pero ahora lo hacen y mucho, me sorbo los mocos.—Ustedes no tendrán despedida de soltero, ustedes la pasaran aquí con nosotras ¿No?— no dejo de mirar a Sebastián, mi chico solo se muerde el labio y los muchachos también le miran.—Increíble ¿No le has dicho?— pregunta Chris en una risa burlona.—Aquí me huele a miedo— se burla Jeff.—No me jodan— gruñe Sebasti&aacut
—¡Hija!— me reprende mi madre —no seas así con la muchacha se nota que le preocupas— miro a mi inocente madre, pobre —además eso que has hecho no fue divertido— me reprende igual de molesta.—¡Eres una jodia!— grita Mikeila.—¿Qué, qué sucede?— Sebastián llega corriendo a mí —¿Por qué los gritos?— nos mira a todos confundido.—Que a tu mujer se le ocurrió la brillante idea de ponernos a prueba de una manera que no esperábamos— gruñe Miriam.—Pero tú has dado la idea, así son las pruebas ¿No? Tenía que ver quién era el que mejor llevara la situación y todos reprobaron— carcajeo, mi hombre se une a mí pero siquiera le miro estoy enojada —además de dolor tener 6 meses de embarazo... creo que veré otras
Doy mil y una vuelta en la cama, no paro de mirar la hora, los chicos no han regresado y es tarde, el reloj marca las 2 horas y aún no llegan, tomo mi móvil.Espero que ya estén de vuelta y no estén ebrios y menos tú SebastiánLe envío un mensaje a mi odioso pero este no llega se queda en una rayita, espero unos minutos pero aún no le llegan, mi desespero es tal que levantándome de la cama le marco una y otra vez pero nada me envía a buzón de voz, los nervios se apoderan de mi <<no puede ser posible que me haga esto, no este día>> caminando de un lado a otro escucho la puerta de la habitación abrirse, de inmediato voy a su encuentro y ahí está, notoriamente pasado en alcohol.—¿Qué haces despierta?— pregunta caminando y pasando a mi lado.—¿Es enserio? Llegas aquí a esta maldita hora ¿Y e
—Dios mi amor para exigirte eso no hacen falta los juegos, hazme tuya y hazme saber quién manda— muerdo sus pectorales con algo de fuerza —te deseo ahora— mi hombre da un gruñido que me estremece de pie a cabeza, mi bajo vientre sufre un espasmo y se humedece de inmediato, me acuesta en la cama y abriéndome de piernas hunde su cara entre ellas, no está teniendo tacto y eso me gusta, esto promete. Su hábil lengua pasea por cada rincón de mi sexo, desde los pliegues de los labios menores hasta el clítoris, mi cuerpo tiembla de una manera brusca, la sensación es tal que mi cuerpo se calienta de manera rápida, mi corazón bombea sangre de manera explosiva, mi hombre me hace saber que tan deseoso está, me devora, me saborea, me succiona y pasa con delicadeza sus dientes atrapando mi botoncito de placer, mi respiración se agita de manera caótica, está intensidad casi es
Cómo cada vez que hay una festividad la casa está de locos, todos eufóricos y los minutos se pasan como si fuesen segundos, no he dormido nada y poco he podido ver a mi futuro esposo, solamente me ha dado que desayunar y desapareció, me ha dicho que no está molesto conmigo por lo de ayer, pero que no volverá a tocarme... Eso me tiene mal.Aun cuando no demuestro mis nervios estos me están consumiendo silenciosamente, mi boda será en unas cuantas horas y ya iniciando el día hemos recibido dos llamadas de Silvia pues algunas cosas están saliendo mal y aun cuando encontramos solución nos retrasan en algunas otras, no estar presente en los arreglos de mi propia boda me pone cardíaca.—¿Qué estás mirando?— pregunto parándome junto a Mikeila quien tiene una cara de lujuria que ni un padre se la quita, desde el altillo mira hacia la primera planta.<
Al entrar por la enorme puerta de la Catedral Metropolitana de São Paulo "Catedral da Sé" observo a todos los presentes, mi corazón late muy deprisa, estoy a solo unos paso de volverme la esposa de Sebastián Miller, de mi odioso mi desequilibrio emocional. Al mirar al frente ahí está mi precioso hombre de pie en el altar, aquel smoking gris claro con camisa blanca y moño del mismo color, le queda preciso, está perfecto. Mi hombre sonríe y aquella emoción que noto en su rostro llenan de emoción el mío, presionando con fuerza el brazo de papá trato de que mis nervios no me dominen, no creí posible que este acto que ahora deseo con todo mi ser me pusieran de esta manera.—Dios...— susurro por aquel nerviosismo que no me deja en paz.—Tranquila pequeña todo está bien— la suave voz de mi padre hacen todo por relajarme pero sus intentos son