Cómo cada vez que hay una festividad la casa está de locos, todos eufóricos y los minutos se pasan como si fuesen segundos, no he dormido nada y poco he podido ver a mi futuro esposo, solamente me ha dado que desayunar y desapareció, me ha dicho que no está molesto conmigo por lo de ayer, pero que no volverá a tocarme... Eso me tiene mal.
Aun cuando no demuestro mis nervios estos me están consumiendo silenciosamente, mi boda será en unas cuantas horas y ya iniciando el día hemos recibido dos llamadas de Silvia pues algunas cosas están saliendo mal y aun cuando encontramos solución nos retrasan en algunas otras, no estar presente en los arreglos de mi propia boda me pone cardíaca.
—¿Qué estás mirando?— pregunto parándome junto a Mikeila quien tiene una cara de lujuria que ni un padre se la quita, desde el altillo mira hacia la primera planta.
—¿Estás viendo lo que yo?— pregunta Luna llegando a nosotras.
—Que culito más redondito y apetecible— comenta Miriam y yo miro a dónde ellas y si, esas vistas que nos ofrecen ¡Santo Dios! Es para comérselo.
—Joder— susurra Joseline uniéndose —siempre lo he visto y siempre produce la misma sensación en mí.
—Ay chicas ustedes son una cosa sería— dice entonces Katherine con su inocencia.
—Por Dios de todo lo bueno y morboso— escucho casi un jadeo de parte de mi abue, todas la miramos con ojos de sorpresa, esa señora es un caso terrible —buena cosa la de tu marido en ponerte semejante guarda espaldas— comenta mi abue y tiene razón.
—Pero miren ese paquete— cuchicheo— ese hombre es todo lo que una necesita para la lujuria y el morbo, miren ese morenazo con esa piel blanca pero ese bronceado que le queda de infarto, esa barba espectacular y ni hablar de esos tentadores labios ¿Pero han visto esa carita de perdona vida que lleva aún bajo esas gafas?— estamos absortas con la belleza de aquel hombre.
—Ese sexyman ¡Dios! ¿Se imaginan como debe ser en la cama?— pregunta Luna extasiada —su carita de mala leche mirándote a los ojos con esa boquita entre abierta y su aliento que ha de ser delicioso chocar contra tu cara, la manera en la que debe menearse ha de ser única, aferrarse a ese culo y hundirlo más y más, a tal punto de querértelo comer por completo ¿De qué color tiene los ojos? Jamás se quita esas malditas gafas oscuras— Luna tiene toda la razón. Daniel mi guarda espalda es un Español alto, moreno, color de ojos desconocido siempre los lleva bajo las gafas oscuras, musculoso de 2 metros de altura, jamás sonríe pero cuando lo hace te dejan cardíaca, te atonta, te hechiza, te hipnotiza, te mojan las bragas y por supuesto he de agarrártelas porque de no hacerlo sé te van a los pies, el tío y esa seriedad que tiene son todo lo que una necesita para querer saber de su misteriosa vida.
—Nunca sonríe, nunca habla más de dos palabras y sin contar que no sé nada de su vida, mucho menos sé el color de ojos, tú lo has dicho Luna nunca se quita las gafas— muerdo mis labios —y está de más decirles que cuando da órdenes y hace un gesto la manera en la que sus músculos se contraen ¡Madre mía! Pero es que ese hombre grita fuego por todos sus lares— no debería decir estas cosas ni lujuriar al jefe de seguridad, pero ante las tentaciones todos somos pecadores.
—Ni mencionarlo tenías, lo estamos viendo y vaya papacito— dice Joseline, no la echo porque ese manjar de dioses no se le niega a nadie.
—¿Chicas?— escuchamos al cabroncete.
—Bien chicas— dice mi abue apresurada, todas nos espabilamos por la pillada —Luna y Miriam vayan con Catrina a la habitación, Mikeila y Joseline vayan a por el vestido a la habitación de mi hija, Katherine tú mi cielo ven conmigo debemos hacer algunas cosas que nos pidió llevar Silvia— todas nos vamos de ahí sin responderle a Maverick quien queda como un tonto parado viendo como todas nos alejamos de él sin decir nada.
—Mierda, un poco más y mi demonio nos pilla, está visto que nunca cambiamos y así hablamos de los hombres— ríe Miriam echándose a mi cama junto a mí.
—Pero si la lujuria es lo mejor del mundo— afirma Luna —¿Cómo puedes tener tal tentación y no pecar?— pregunta mirándome.
—Fácil, amo a mi marido, él también tiene lo suyo— suspiro —aun cuando no quiera tocarme durante el embarazo— estiro mi mano y tomo los Ferrero Rocher que estaban en la mesita de noche y me los como cómo si fuera una muerta de hambre los nervios me están matando —¿Saldrá todo bien?— les miro —digo... ¿Enserio me casaré con Sebastián? ¿Seré la señora Miller desde hoy? ¿Será Sebastián un buen marido?— las preguntas y las inseguridades no me quieren soltar.
—Oye... Cálmate cariño— Miriam se sienta a mi lado —todo estará bien, Sebastián será un buen hombre, lo ha sido todo este tiempo— trato de creerle y convencerme que es así, pero sé que solo es para tranquilizarme, Sebas me ha sido infiel y tengo miedo que caiga nuevamente en el error.
Las horas pasan y llega el momento de vestirnos, todas están listas menos yo, los nervios me tienen vomitando una y otra vez.
—Lo sabía, sabía que tenía que comprar el vestido a solo una semana de la boda— grito con histeria, el vestido no me queda por la panza.
—Tranquila hija aún no lo arreglamos, cálmate— me pide mi madre y yo que soy un manojo de nervios me lo quito y envolviéndome en un albornoz camino a la puerta.
—¿Pero para dónde vas menina?— pregunta mi suegra —es tiempo de arreglarte vamos ven aquí— niego con la cabeza.
—Quiero... Quiero ver a mi marido, debo hablar con él— sin importarme sus negativas voy a la habitación de los chico y toco la puerta con fuerza y desespero.
—Osita ¿Que sucede?— pregunta Rocky confundido.
—Dile a Sebastián que necesito hablar con él por favor, date prisa— mis manos sudan y el nerviosismo se me nota, ya no puedo ocultarlo, el miedo está instalado en mi cuerpo no estoy segura de hacer esto, pero debo hablar con él. Al salir Sebastián me abrazo de inmediato a mi hombre quién está en franela, está listo de cintura para abajo, está demasiado sexy.
—¿Qué sucede gatita?— acaricia mi mejilla y me mira a los ojos, los míos están llorosos.
—Solo necesitaba abrazarte— digo en un susurro —dime que todo estará bien, por favor cariño dime que... Que esto es lo que hay que hacer— mi voz es alterada, mi hombre abrazándome por la cintura me da un beso en los labios, es un beso delicado y plagado de amor, mis dudas se van y el nerviosismo cede, ese es mi hombre calmándome, al separarse me sonríe.
—Todo estará bien nena, serás la señora Miller— sonríe —serás mi esposa y es así como deben ser las cosas— sin decir nada más dejo salir las lágrimas y me lanzo a por otro beso que mi hombre me corresponde sin medirse.
—Ok... Ya debemos alistarte, no puedes salirte cada vez que quieres, mírate el maquillaje...— mi nani me separa de Sebastián y me aleja —él será tu marido y tienen toda una vida para estar juntos, Mikeila se va a enojar— sin dejar de mirar a mi hombre quién también me mira con una preciosa sonrisa instalada en su rostro me alejo de él.
En la limusina con mi madre, mi suegra, mi padre y mis amigas trato de que los nervios no me hagan una mala pasada, la última vez que estuve en una boda las cosas no salieron bien ¿Acaso está vez será distinto?
—Ese Michael Bublé sí que hace milagros— comenta Mikeila —es como si dopara a Catrina— le miro y sonrío.
—Te lo dije, el tío tiene una preciosa voz en la que me pierdo cada vez que la escucho— vuelvo la mirada a la ventanilla.
—Yo solo espero que Sebastián no pegue el grito al cielo por ese vestido, esa fue una mala idea— dice mi madre algo cautelosa —el día que lo escogimos pareció gracioso pero joder— susurra eso último.
—Cariño no deberías decir groserías y menos frente a nuestra hija— le llama la atención mi padre, eso nos hace reír a todos aún me trata como una niña —¿Estás bien cariño?— pregunta mi padre está vez preocupado —recuerda que no podrás estar caminando libremente, debes cuidarte— suspiro, mi despedida de soltera no fue como esperaba, mi boda va por el mismo camino y ni hablar de mi noche sin sexo ¡Puta vida!
—Estoy bien papá, jamás me dio dolor y mis hijos están como siempre, con una fiesta en mi vientre— sonrío para tranquilizarlo.
—Es hora— dice Miriam abriendo la puerta, hacer la boda aquí en Brasil fue una buena idea, el sol es delicioso y el día precioso. Bajamos de la limusina y mis amigas toman la cola del vestido en manos para que no se ensucie, al llegar frente a la iglesia la histérica de Silvia viene a nosotros.
—Por el amor de Dios, llegan 5 minutos tardes, ustedes harán que me dé un infarto— dice esta apresurándonos —jamás había organizado una boda para personas tan locas como ustedes— sonrío, no es fácil tratar con nosotros y menos con el mala leche de mi futuro marido que no quería nada de lo que Silvia decía —bien, pueden entrar, Catrina y el señor White son los únicos que deben quedarse fuera, iré a que pongan la pista— al arreglar la cola del vestido nos deja ahí parados a mi padre y a mí, mi padre con su bastón aquel accidente le dejaron la pierna mal.
Al escuchar la pista que suena bufo ¿Cómo puede ser esto posible? En la iglesia suena la pista de " The Scientist" de coldplay gracias a dios no está la letra de la canción.
—Nuestra entrada hija— me sonríe mi padre —que música más extraña para una boda— comenta mi padre y lo es, pero esa es la canción con la que nos reconciliamos y ha sido un detalle de parte de mi odioso.
Al entrar por la enorme puerta de la Catedral Metropolitana de São Paulo "Catedral da Sé" observo a todos los presentes, mi corazón late muy deprisa, estoy a solo unos paso de volverme la esposa de Sebastián Miller, de mi odioso mi desequilibrio emocional. Al mirar al frente ahí está mi precioso hombre de pie en el altar, aquel smoking gris claro con camisa blanca y moño del mismo color, le queda preciso, está perfecto. Mi hombre sonríe y aquella emoción que noto en su rostro llenan de emoción el mío, presionando con fuerza el brazo de papá trato de que mis nervios no me dominen, no creí posible que este acto que ahora deseo con todo mi ser me pusieran de esta manera.—Dios...— susurro por aquel nerviosismo que no me deja en paz.—Tranquila pequeña todo está bien— la suave voz de mi padre hacen todo por relajarme pero sus intentos son
—Sebastián ¿Qué está pasando?— mis nervios incrementan y los malos pensamientos llegan a mí, esa mujer conoce a Sebastián y está interrumpiendo nuestra boda.—No pasa nada nena, no sé quién es esa— puedo ver su mandíbula tensa aún bajo su espesa barba, miro nuevamente a la mujer y esta está siendo sacada a rastras por los guardas espaldas.—¿Cómo no va a pasar nada?— pregunto intranquila —Sebastián esa tipa ha entrado aquí y a dicho tu nombre, se le
Las horas pasan y llega la hora de tirar el ramo de flores, las chicas se posicionan y sin más lo tiro y me volteo para ver quién lo atrapó, pero lo que veo me hace soltar una carcajada, Mikeila tiene el ramo sostenido como balón de fútbol americano y Luna lista para patear y lo hace, debo agacharme para que no me golpee.—¡Que viva la soltería!— grita Miriam alzando las manos al aire y todas las presentes casadas y solteras chillan, eso me hace reír y más por la cara de los hombres.—Está canción— esc
—Me encanta— confieso, cada caricia, cada contacto, cada aliento que sale de su boca y toca mi piel es una deliciosa descarga de excitación que recorre mi cuerpo. Al sentirlo entrar de esa manera tan mimosa mis uñas se clavan con fuerza en su espalda —es muy grande... Aahhh— jadeo, la excitación tan exorbitante que siento por él y las ganas de sentirlo como un animal es casi dolorosa, este placer que me hace sentir es único, mi amor sabe cómo hacérmelo —me tienes de vuelta y media— me besa y nos tragamos nuestros gemidos, se siente delicioso, sentirlo entrar y salir es lo más placentero que he sentido en toda mi vida, mi hombre como siempre es fuego, cada vez que hacemos el amor nos entregamos uno al otro con una pasión incontenible. Mis gemidos no cesan y sus besos me ponen más ardorosa.—Gatita no sabes cuánto me encantas— lame mi cuello desde la base
Ha paso un mes, mes en que la fiesta no se acababan, mi hombre estuvo de cumpleaños y celebramos una gran fiesta. Sebastián ha cumplido su palabra no me ha tocado y eso me vuelve loca, sin poder hacer nada más debo darme placer a mí misma. Nuestra estadía en Río está siendo perfecta aunque Joseline no se despegue de Sebastián, esos dos solo se la pasan trabajando y mi odioso no me permite ir a los clubes o a los hoteles con él ¡Esta imposible!—No irás al centro comercial sola— me gruñe molesto —Daniel irá contigo y no se apartará de ti ni un segundo— furiosa le miro por el espejo.<
Al terminar el café y una porción de postre que me supo a gloria las chicas se despiden y quedamos para otro día.—¿Está bien?— pregunta Daniel una vez bebe de su botellín de agua.—Cada palabra que dices es más larga— digo con sarcasmo, los bebés me están presionando la vejiga y es incómodo.—¿Puedes dejar de ser tan toca pelotas?&mda
Al llegar a la casa Sebastián está caminado de un lugar para el otro notoriamente desesperado, suspiro, bufo, maldigo y me tiro de los pelos, solo eso me faltaba. Me bajo del auto con ayuda de Daniel y con una sonrisa bastante diabólica me acerco a él para dar inicio a mi infierno, pero lo que le escucho decir me deja descuadrada.—¡Entra!— grita sin ningún tacto, su tono de voz me hacen temblar —¡Que entres he dicho!— grita aún más fuerte, miro a Daniel descolocada pero antes de que Sebas vuelva a gritarme y yo pierda el control obedezco, ya hablaremos y entonces seré yo quien grite. Al subir veo a Joseline saliendo de la habitación continua a la nuestra, no se habrá cambiado ¿No? Sin pensarlo llego hasta ella.—¿Qué haces en esa habitación?— ella notoriamente nerviosa trata de cerrarla pero yo que estoy lo suficientemente c
Noto a mi esposo tenso, su seriedad es alarmante y el terror que reflejan sus ojos me ponen nerviosa. Una vez en el coche Sebastián acelera y sale a toda pista.—Aahhh— grito por otro dolor, las lágrimas salen de mis ojos y no solo por el dolor, mis hijos aún no están listos para nacer y me aterra perderlos, jamás me lo perdonaría.—Tranquila nena ya llegaremos, mantén la calma— su voz no es segura, solo dice lo que tiene que decir y no porque lo sienta.Último capítulo