Perdida Contigo
Perdida Contigo
Por: Ysaris
Prólogo

Retrocedí unos cuantos pasos, la suela de mis zapatos hacían un extraño crujido contra el suelo en el silencio del callejón, solté un suspiro intentando que el dolor de mi cuerpo no me desanimara, y miré hacia el muro que quería saltar; Si lograba cruzarlo, lograba mi objetivo; entrar al barco.

Tu puedes vamos.

Necesitaba respuestas, atraparlo en el acto.

Tomé aire y me impulsé hacia adelante corriendo y salté hacia el muro, mi cuerpo se estampó contra el frio concreto dejándome sin aliento, mis manos lograron aferrarse de la cima, sin embargo comenzaban a resbalarse.

Joder.

JODER.

Mis uñas se incrustaron en los huecos de los ladrillos e ignorando el dolor; recargué mi peso en ellos hasta que logré elevarme y montar la mitad de mi cuerpo en el muro, ahora solo necesitaba elevar mi pie y…

Mi cuerpo se desniveló y caí hacia el otro lado de cabeza, escuché el horrible crujir de una mesa ceder ante mi peso, mierda, había caído sobre una mesa de madera, me levanté con dificultad mirando a todos lados, parecía estar en el depósito del barco, habían muchas cosas amontonadas; sillas, mesas, utensilios, papeles y sobre todo; cajas.

Pero por fin, estaba adentro.

Me escabullí lejos de esa sala saliendo al pasillo oscuro y solitario, subí las escaleras saliendo a la luz absoluta y cegadora, había mucho movimiento, muchas personas vestidas de blanco con delantales y gorros caminaban de un lado a otro con bandejas, el olor a carne guisada drogó mis sentidos y me revolvió el estómago, no había comido nada y al parecer esta era la cocina.

— ¿Qué haces aquí? —dijo una muchacha con uniforme blanco que me imaginaba era parte del personal.

—Yo… Perdí —murmuré, aclaré mi garganta y aparenté parecer ofendida—, no sabía dónde…

—Extranjeros… No. Puede. Estar. Aquí –comenzó a decir cada palabra como si así pudiera hablar otro idioma.

—Baño, ¿está acá? —dije aguantando las ganas de reírme, que tontos podían ser algunos.

La muchacha giró los ojos, negó con la cabeza y tomó mi mano para guiarme hacia la salida de la cocina donde quedaba un enorme restaurante atestado de personas riendo, gritando y pasándola bien con la música en vivo de una banda. La muchacha me señaló la puerta del baño y se dio media vuelta para marcharse.

Bueno, eso fue más fácil de lo que creí.

Ya estaba adentro, ahora solo me tocaba encontrar a Flyn.

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