Capítulo 4

—Hey, Hermosa.

¿Hermosa? ¿Yo?

Me detuve casi cuando estaba por cruzar la puerta y voltee de inmediato sintiendo que la respiración se quedó atascada en mis pulmones cuando vi a Sebastian acercarse a mí por el pasillo, a juzgar por su cabello húmedo y su olor a jabón estaba recién bañado, se había cambiado a una franela rosada, jamás creí que el rosado le podría quedar tan bien a un chico, maldición, era tan sexy, de seguro acababa de salir de las prácticas de futbol.

—¿Te ibas a ir sin esperarme? —comentó con una amplia sonrisa enseñándome el cargador y entregándomelo, tragué pesadamente saliva intentando controlar mi respiración y mi taquicardia porque mi crush estuviera frente a mí, cuando tomé el cargador nuestra manos se rozaron e inevitablemente me sonrojé.

Contrólate Darcey, me das pena.

Aclaré mi garganta separándome de su toque.

—Se me había olvidado por completo —admití—, gracias por estar pendiente.

Él se encogió de hombros en respuesta, ¿debía decir algo o esperar a que él hablara? Tal vez no debería darle tiempo para que me viera y así evitar que pensara que no era tan bonita como sus conquistas, así que me voltee hacia la salida antes de cometer alguna estupidez que me dejara en ridículo, hasta el momento todo estaba saliendo bien.

Cuando de repente sentí que una mano me tomó de la muñeca, voltee de inmediato casi sintiendo que había entrado a un sueño y todo ocurría en cámara lenta en el momento en el que se acercó a mí, creí que había entrado en un sueño, solo faltaba que me jalara hacia él y me besara, pensar en él besándome me hizo temblar un poco cuando miré sus labios.

Enfócate Darcey, ¿Qué pasa contigo?

Lo miré nuevamente a los ojos a la espera de lo que fuera a decirme, él pareció un poco dudoso y para mi decepción me soltó mostrando otra vez esa ligera sonrisa en su rostro.

—¿Vas a tu casa? —dijo—. Puedo llevarte.

En ese momento sentí que me dio un infarto porque no podía reaccionar.

Mi crush se había ofrecido a llevarme, como muchas veces lo imaginé, desde que lo vi hace cinco años atrás metiendo su primer gol ganador y luego los años siguientes ganando los partidos y llegando a ser el capitán, mis fantasías con él donde imaginaba que en algún momento podría enamorarse de mí, casarnos y tener diez hijos. Pero evidentemente nunca me había ni siquiera mirado... hasta ahora.

Afirmé con la cabeza pero antes de abrir la boca y responder, los ojos avellanas de Sebastian fueron a algo más allá de mí, voltee para ver lo que él veía y me encontré con Lide, la nota vino a mi cabeza y la conversación que él había tenido con Pamela y todas las cosas que yo quería decirle vinieron a mi mente. Voltee a mirar a Sebastian, ahora que lo notaba, Sebastian era un poco más bajo que Lide, pero igual de ejercitado.

—De hecho voy a quedarme un rato más, pero igual gracias —dije, Sebastian paseó la mirada de mí hacia Lide y casi quise explicarle estaba soltera y completamente disponible para él, pero no sabía exactamente qué decir si me había quedado para hablar con Lide y de hecho él estaba a mi lado.

—Bien, adiós —se limitó a decir Sebastian y le hizo un gesto a Lide con la cabeza en forma de despedida, pero de repente se detuvo y dijo: — ¿Ana también se fue?

¿Uh?

¿Ana? ¿Mi amiga Ana? ¿Por qué me preguntaba por ella? Lo miré por un momento sintiendo una extraña molestia de que me preguntara por ella, tal vez los mismos celos que Ana sintió antes conmigo cuando Lide me miró, pero esto se sentía peor porque había estado muchísimo tiempo enamorada de Sebastian y creía a Ana mucho más bonita que yo.

—Ella no ve clases extracurriculares —me limité a decir empuñando mis manos por inercia, Sebastian afirmó con la cabeza y me sonrió antes de cruzar las puertas del instituto y bajar las escaleras al estacionamiento.

Ana.

Maldición, había rechazado a mi crush, debía de estar demente, debía aclararle que no estaba con Lide, aunque sinceramente ¿enserio alguien podría creer que alguien tan simple como yo podría estar con semejante tipo sacado de una revista de porno para mujeres?

No es que me creyera poca cosa o fea, bueno, en realidad un poco, pero estaba consciente de que tipos como él no salían con chicas como yo, salían con chicas como Agatha o modelos de Hollywood.

Solté un suspiro y miré a Lide, tuve que alzar la vista por su altura, tal vez yo apenas le llegaba al pecho, él tenía la mirada fija en mi rostro, sus ojos azules verdosos levemente entrecerrados, me estremecí un poco por la intensidad de su mirada y di un paso atrás cruzándome de brazos al sentir que invadía mi espacio personal, era raro, cada vez que estaba a su alrededor sentía un extraño peligro.

—Bien, aquí estamos —dije— ¿Qué ocurrió? ¿Te pegué las alergias?

Lide imitó mi gesto de cruzarse de brazos, su semblante seguía serio, pero no estaba esa mueca de fastidio sino tal vez interés y nuevamente me asombré de lo hermoso que era, Dios al parecer lo quería mucho y le dio "extra belleza irreal y absurda".

—Quiero saber exactamente qué es lo que estás pensando —dijo. Su voz era profunda, me sentí un poco incómoda al notar que se había inclinado un poco hacia mí, intenté cubrir mi nerviosismo y fruncí el ceño.

—No estoy pensando nada ¿qué debería pensar? —dije sintiéndome de repente algo molesta— Además de que pareces estar teniendo una aventura con la secretaria Pamela que de hecho es una mujer casada que intenta renovar los votos con su marido y tú te quieres meter en medio.

Lide se quedó en silencio por un largo rato probablemente procesando mis palabras, tal vez estaba siendo un poco brusca, pero se lo merecía por puto.

—Entonces sí piensas —fue lo único que contestó, pude ver una de las esquinas de su labio estirarse en una media sonrisa, me miró por un momento más antes de voltearse y salir del instituto.

¿Uh?

¿Qué sí pienso? ¿Acaso quería ofenderme? Me quedé completamente confundida, ¿Qué le pasaba a este tipo? Por él cancelé la propuesta de mi crush de llevarme, esta conversación no era nada, no me había dado respuestas.

Fui detrás de él y lo tomé del codo antes de que él pudiera bajar las escaleras principales deteniéndolo, la tela de su suéter era muy suave contra mis dedos y casi podía sentir el frio de su piel, sentí mis pezones endurecerse al pensar en cómo se vería sin esa camisa, ¿Qué pasaba conmigo?, yo nunca fui tan calenturienta, bueno, al menos no con alguien que no fuera Sebastian.

Él volteó hacia mí alzando una ceja, parecía intrigado de que me hubiera atrevido a tocarlo.

—¿En serio estás teniendo una aventura con la señora Pamela? —dije incrédula porque una parte de mi todavía no lo creía— Al menos ten la decencia de defenderte, de negarlo o de decir cualquier cosa que no te haga quedar como todo un puto.

Lide dio un paso hacia mí y se inclinó invadiendo mi espacio personal otra vez, mi respiración se entrecortó un poco ante su intromisión, al parecer le gustaba hacer eso para intentar intimidarme y lo admitía, lo estaba logrando, estaba que orinaba mis pantalones.

—¿Me creerías si dijera que no tengo nada con ella? —preguntó.

No, estaba segura de lo que escuché.

—Sé que tienes algo con ella —refuté.

—¿Entonces ves que no me creerías? —alzó una ceja dando otro paso hacia mí, por más que sentí temblar no me moví— al igual que no crees que Sebastian pueda fijarse en alguien como tú porque piensas que no eres tan bonita como las demás chicas.

Un momento.

¿Cómo pudo saber mi enamoramiento por Sebastian? Solté su codo dando un paso atrás sintiendo mis mejillas sonrojarse.

—¿Qué estás pensando ahora, Darcey? —Lide dio otro paso hacia mí invadiendo nuevamente mi espacio personal— ¿Que cómo lo sé?

Sí, eso era exactamente lo que pensaba.

Un momento ¿cómo sabía mi nombre? A lo mejor lo había escuchado en secretaría cuando Pamela me saludó.

Fruncí el ceño sin poder entender qué estaba ocurriendo aquí, enseguida los libros que alguna vez leí de fantasía invadieron mi mente y algo encajó en mi cerebro, su vestimenta impecable, piel fría y aspecto atrayente, ¿tal vez... un vampiro? ¿Edward Cullen? ¿Lide Cullen?

—¿Quién eres? —Pregunté—, ¿Qué eres?

Su ceja se alzó un poco y una mueca divertida invadió sus rasgos antes de decir:

—¿Qué crees que soy Darcey? ¿Un vampiro?

Mierda, estaba leyendo mi mente.

Di un paso atrás y tragué pesadamente saliva, ¿debía comenzar a correr ahora?

—¿Cómo lees mi mente? —murmuré.

A pensar que sus labios hacían el asomo del inicio de una sonrisa, él no sonreía, su semblante era indescifrable.

—No, solo soy buen observador —respondió—, pero evidentemente no vas a creerme.

No, no le creía, pero no parecía haber otra explicación a menos de que sí fuera una especie de Lide Cullen.

—Creer que eres buen observador es mejor explicación que creer que de alguna manera tienes poderes mentales —refuté.

Su semblante se volvió un poco más serio cuando dijo:

—Y pensar que Pamela sí engaña a su esposo conmigo es mejor que pensar que de hecho no lo hace ¿uh? —dio un paso atrás antes de agregar con algo de desdén:— Pero tú solo crees lo que quieres creer y eso aplica para todo lo que he descubierto de ti.

¿Lo que había descubierto de mí? ¿Qué había descubierto? Él no me conocía y yo no era un libro abierto, me molestaba su arrogancia.

Sentí por un momento un extraño cosquilleo en mi pecho y mis mejillas sonrojarse, es decir si él sabía lo de Sebastian era porque de hecho alguien que me observara podía darse cuenta de que me gustaba mucho. Pero él no podía saberlo todo de mí, más de lo que yo dejaba que otros vieran, era imposible.

Alcé la barbilla y lo miré fijamente cuando dije:

—Aléjate de mí.

Cuando pasé por su lado con la intención de irme, él tomó mi brazo deteniéndome otra vez, me sorprendí nuevamente por su piel fría y noté como en la muñeca de su mano se asomaban marcas, no estaba segura ¿tal vez el asomo de tatuajes?, alcé la vista notando que su mirada estaba fija en la mía, pero esta vez noté una ligera sonrisa en sus labios.

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres Darcey? —se acercó de modo que ahora respirábamos el mismo aire—, porque pareces asustada de que pueda llegar a leer lo que hay guardado en el fondo de tu mente.

Me llené de valor usando la molestia que sentía por esta extraña conversación y me alcé de puntillas para hacerle frente, él pareció completamente confundido por mi arrebato de valentía y respondí:

—Te reto a que lo intentes, Lide.

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