Capítulo 6.

—Lili, estoy muy nerviosa. Mañana es la subasta. ¿Cómo crees que serán los hombres? — inquirió Brenda, la misma chica de mi edad que desde ese día nos hemos vuelto cercanas.

—Solo espero que sea un hombre gentil.

Una de las chicas escuchó mi comentario y soltó una carcajada.

—No entiendo cómo Margaret trae a niñas tan estúpidas a un lugar como este. Pero dejo la sorpresa para que veas con tus propios ojos lo gentiles que pueden llegar a ser — se retiró contoneando sus caderas de un lado para el otro.

—No le hagas caso, solo quiere asustarnos— le dije a Brenda.

Muy en el fondo sé que nada bueno nos puede esperar.

Desperté por Brenda, la única chica que considero como una amiga entre todas las demás víboras que nos rodean. Estas dos últimas semanas ha sido mi compañera de habitación. Caminaba ansiosa de un lado hacia el otro, hasta que cayó en mi cama boca abajo dando un grito frustrado contra la misma.

—Me encantaría decirte que todo saldrá bien, pero ni yo misma sé cómo serán las cosas.

Su padre la obligó a venir, solo por sacar provecho de su belleza. ¿Cómo es posible que su propio padre le haga esto? Me pregunté por enésima vez. Me tiré a su lado y acaricié su cabello para tratar de calmarla.

—Con todos los hombres que me ha vendido mi padre, todos han sido unos... — no pudo terminar de hablar, sus lágrimas no se lo permitieron.

La abracé con fuerza, dándole varias palmadas en su espalda. Es frustrante saber que un padre haga tales aberraciones con su hija.

—Todo estará bien — le susurré.

Que padre tan inhumano le tocó. Mi padre es lo opuesto, pues me ama por encima de todo.

Margaret entró a la habitación y nos asustamos al oír la puerta.

—Chicas, es hora. Vayan preparándose. En dos horas las quiero listas en la entrada.

Entré al baño y me desnudé por completo. El agua tibia cayó en mi cuerpo relajando cada músculo que estaba tenso. A partir de hoy tendré dueño, como si de un objeto me tratase. Dios, ¡qué irónico! Salí de un infierno para meterme de cabeza en otro. Luego de la relajante ducha que no me sirvió de nada, me coloqué el vestido. Una vez ajustado a mi cuerpo, lo toqué con la yema de los dedos. La seda es tan fina, delicada y hermosa. Suspiré y, sin derecho a protestar, terminé de arreglar mi imagen. Me contemplé en el espejo al ver el trabajo finalizado de la estilista. Me vi irreconocible, una persona muy diferente a lo que en verdad soy. Esta chica no soy yo...

Brenda llevaba un vestido plateado acentuado a su cuerpo, dejando su espalda al descubierto. Su cabello perfectamente peinado en un moño alto y un maquillaje muy suave se apreciaba en su delicado y fino rostro. Brenda es una chica realmente hermosa, pero su triste mirada la opaca por completo.

Salimos aferradas una a la otra hasta llegar a la entrada, donde las demás chicas con vestidos extravagantes esperaban para salir hacia el evento.

—El autobús las llevará, no hace falta decir que a partir del primer momento al llegar; ustedes deben darse a conocer. De ustedes depende que los compradores doblen las apuestas.

 Margaret es un lobo en el cuerpo de una oveja. Supo envolverme y como tonta caí en su trampa.

 —Vamos, mis hermosas joyitas.

Subimos al autobús negro y en completo silencio. Al llegar a una casa enorme y muy lujosa, contemplé los autos caros, hombres en trajes elegantes y el dinero por cada centímetro del lugar era visible. Antes de bajar me coloqué el antifaz a juego de mi vestido. Entramos en fila, como vacas directo al matadero.

—Buenas tardes a todos los presentes. Quiero darles la enorme bienvenida a la subasta anual de mujer acompañante. Como saben, diez adquisiciones muy bellas cada una, estarán a su entera disposición durante los siguientes tres meses. Cabe destacar que podrán conocer a su joya predilecta antes de invertir en la misma. Doy por hecho la apertura de la subasta. Disfruten de la velada — Margaret terminó de hablar y el salón estalló en aplausos.

Mis manos sudaban a mares y mi cuerpo temblaba. Miles de prospectos de hombres se cruzaron en mi mente.

—Lili, tú serás la última en pasar. Lo bueno siempre se guarda para el final — dijo ella, muy emocionada y tomándome del brazo—. Dejaré que te conozcan, sonríe y relájate. Ellos no te van a comer.

¿Cómo es posible que diga tal cosa tan tranquilamente? Me dejó cerca de una mesa con bebidas. Sentía que iba a colapsar en cualquier momento, y más cuando una enorme mano se posó en mi espalda baja. Todo mi cuerpo tembló ante ese inesperado toque.

—Hola, princesa. Eres muy hermosa, sin duda alguna apostaré por ti.

Giré mi cabeza lentamente hacia esa voz tan masculina. Quedé aturdida unos instantes asimilando lo que ese hombre mayor me acababa de decir. De mi boca no salió palabra alguna, mientras que él solo sonrió perversamente. Mi cabeza dio muchas vueltas y creí que moriría, pero una voz que me hizo nublar todos los sentidos.

—Richards, sabes que no puedes tocar a las chicas — dijo una gruesa, potente y demandante voz a mi espalda.

El hombre de inmediato me soltó.

—Sr. Jackson. Lo siento, me dejé llevar por tal belleza— se disculpó, aun viendo mi cuerpo.

—Las excusas no valen, ya sabes cómo son las reglas. Vete.

¡Qué hombre! A pesar de lucir tranquilo, utiliza un tono de voz demandante. El señor asintió, dio media vuelta y se marchó, dejándome a solas con este hombre, el cual contempló cada rincón de mi cuerpo con suma atención. Sus ojos acariciaron mi piel, y el nudo de nervios se expandió por todo mi ser. En sus labios se formó una ladina sonrisa que provocó una colisión en mí. Jamás creí ver un hombre tan guapo en mi vida; su cabello negro perfectamente peinado, sus facciones eran perfectas, mandíbula muy fina y cuadrada sin barba. Labios carnosos y unos feroces ojos de color negro; en un traje gris acentuado a su musculoso cuerpo. Tuve que levantar la cabeza para verlo a los ojos, ya que de por sí era demasiado alto.

—Disculpa el atrevimiento de ese hombre. Algunos no podemos controlar los impulsos al ver una mujer tan preciosa como tú.

Y ahí fue donde hice ebullición. ¿Qué tiene su voz que provoca un sinfín de mareas dentro mí?

—No hay problema— susurré nerviosa.

Mi corazón latía con fuerza, a punto de salir despavorido del pecho. Sonrió y estiró su mano tomando la mía con delicadeza. Al sentir sus fríos labios directamente sobre mi piel, infarté, morí, reviví y volví a colapsar ante el suave tacto de ellos. Mi piel ardía, incluso más que mi rostro que estaba a punto de caer por la vergüenza.

—Luego nos vemos, preciosa.

Hechizada por su voz, asentí con la cabeza. Toqué mi pecho y el corazón martillaba fuerte dentro del mismo. Mis pies no reaccionaron hasta que la voz de Margaret me hizo salir de aquel embrujo que causó ese hombre tan atractivo y gentil.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo