Capítulo 5

Ambert Tons

Llamé a mi novio para que viniera a la celebración, no tengo con quien estar ya que mis amigas no vinieron, no me llevo con Sabrina y mis hermanastras y madrastra son muy estúpidas. Además,  prefiero estar en un calabozo con serpientes, cacatúas y ratas y no con ellas. Son muy malas personas  aunque hagan ver otra cosa delante de los demás.

Atravieso la sala que parece de juegos y camino hasta el balcón. Menuda mansión se gasta el señor Stoeber. Las habitaciones están cerradas, pero las áreas sociales están abiertas,  tiene un gimnasio personal y desde el cristal puedo ver todas las máquinas y la hermosa luz azul que ilumina el lugar.

Todo lo de este hombre es pura elegancia.

Y hablando de él, está guapísimo y eso hasta un hombre lo notaría. Tiene esa mirada que hace mojar bragas, lo digo porque me pasó. Su semblante es tentador, su voz derrite hasta el hielo mas congelado y ni hablar de sus millones. Tiene buen aspecto.

Mi teléfono vibra y es un mensaje de Yan. Le digo que suba y guardo el celular en mi pequeño bolso. 

Veo los carros diminutos desde ésta altura, el mar se ve perfectamente, a pesar de estar oscuro.

La brisa llega a mi cabello y rostro y se siente tan refrescante y relajante.

—¿En qué piensa mi muñequita? —dice Yan en mi oído.

—Mi amor —digo dándome la vuelta. Envuelvo mis brazos en su cuello y lo beso.

—¿Ésta es la famosa mansión de Erick Stoeber? —pregunta mirando todo a su alrededor.

—Si, así es —contesto.

—Te extrañé —dice y me enrrolla en sus brazos. Me da besos por todos lados de mi rostro y luego se detiene en mi cuello. Mi piel se eriza, nunca he tenido relaciones con Yan, no me he sentido preparada, aunque no niego que sus besos y caricias me encantan. Toma mi rostro en sus manos y me besa los labios con ternura. Su saliva sabe amarga por mi perfume. Una de sus manos se posa en mi pierna y va ascendiendo poco a poco. Jadeo cuando su lengua recorre mi garganta. Aprieta mi muslo y me pega a él. Está erecto.  Está más caliente de lo normal. Siempre busca llegar a más lejos conmigo, pero aún no he dado el gran paso. Pero si nos tocamos, nos besamos y nos hacemos venir uno con el otro.

Alguien enciende todas las luces del balcón y nos separamos.

Erick se acerca a zancadas y empuja a Yan de mi lado.

—¿A ti que te pasa? —pregunto empujádolo a él.

—Pasa que estás en mi casa, no en un hotel, dentro de poco te irás conmigo de viaje y no quiero cargar con una chiquilla con síntomas de embarazo —dice apretando los dientes —Además, eres tan estúpida al dejar que se aproveche de tí en este lugar, toda chica desea que su primera vez sea en un buen lugar.

—¿Y quién le ha dicho a usted que es mi primera vez? —digo empinándome para estar a su altura.

—No eres nadie para meterte en nuestros asuntos —bufa Yan acercándose a Erick.

—Cállate —dice Erick y me toma del brazo.

—¡Suéltame! —digo tratando densoltarme.

—¿Qué pasa? —pregunta mi padre haciéndose presente.

Lo que me esperaba.

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