Capítulo 3

Erick Stoeber

La fiesta está tal y como lo planié, la cantidad perfecta de personas, algunos que otros adolescentes caprichosos como es la hija de mi amigo Tons. Es muy linda pero caprichosa. Mi amigo ha decidido regalarle un apartamento el cual lo veo muy insignificante. Pero esa caprichosa tiene el poder de conseguir lo que quiere con solo sonreír. 

Tomo un trago y busco a mis amigos. Tengo que viajar a París  en unos días y eso me tiene estresado. Es mi parte menos favorito, el tener que viajar por negocios y no por diversión..

Veo a Tons hablar con su hija, quien lleva un vestido por encima de las rodillas pegado al cuerpo y con la espalda descubierta, camino hasta allá muy seguro de mi. Su cabello negro azabache está recogido con algunos mechones sueltos. Se ve hasta mas adulta.

—Ya pronto seré mayor padre, además ¿Acaso no me queda bien el vestido? —pregunta la chiquilla.

—Fenomenal —susurro muy cerca a su oído.

Me pregunto ¿Qué diablo pasa conmigo? Es una niña de 17 años, es la hija de mi amigo y no debo estar seduciéndola. Aunque creo que lo hago para molestarla, no me gusta en lo absoluto.

Ella se gira quedando muy cerca de mi, me sonríe y su mirada no es ni dulce ni angelical. 

Malicia.

—Amigo —dice su padre acercándose a mi luego de guardar su celular.

—¿Cómo la están pasando? —pregunto dándole un abrazo y saludando a la señorita con un asentamiento de cabeza.

—Aburrido —dice la chica inflando el labio superior.

—¡Ambert! —la regaña su padre.

—Siempre me ha dicho que sea sincera y eso hice, papi—dice papi mirándome con picardía. ¿Qué planea ésta niña?

—No pasa nada —digo a su padre. 

La caprichosa se va y continúo hablando con Marc y los demás que se unen. Veo a Marie acercarse con Flor y Maritza. Marie es la esposa de Marc Tons, Flor y Maritza son sus hijastras. Me caen mal todas. Son tan manipuladoras y regaladas. Es feo hablar así de una mujer, pero la verdad no se puede ocultar.

—Hola papucho —dice Flor acercándose a mi. Acaricia mi hombro y luego me da un beso cerca de los labios.

—Me llamo Erick Stoeber, no papucho —digo quitando su mano de mi hombro.

—Siempre tan elegante —dice Marie dándome un beso en la mejilla.

—Gracias —digo seco.

Maritza solo me mira y sonrie insinuandose.

Debo conseguirle otra mujer a mi amigo o hacer que regrese con la madre de Ambert, éstas mujeres son malas.

—¿Cuándo irás a París? —me pregunta Marc.

—A fin de mes —contesto.

—¿Ambert podría ir contigo? Para que visite su madre, no puedo ir con ella y no la dejaría ir sola.

Demonios.

Esto sería meterme yo mismo al infierno, es evidente que la chiquilla me hará perder la paciencia y algo más.

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