—Alonso...— le miro, ahí está el muy cambiado para bien claro, piel morena, esos ojos verdes que me enloquecían, esa sonrisa de niño bueno y esa mirada tan dulce, cuerpo atlético pero sin músculos, alto y elegante, muy elegante, trajeado con saco y corbata, quién diría que fuera un maldito —pero que bien te trata la vida hombre...— finjo indiferencia, me mira asombrado jamás hablaría así siendo la antigua Cat.
—A ti te a tratado mucho mejor que a mi— no quita ojo y me estoy incomodando horrores, lo conozco sé que me quiere decir algo y rezo por que no sea lo que pienso —muñequita yo...
—¿Es cierto esto señorita?— pregunta el oficial aún sin creer, miro con malicia a Sebastián quien me mira con gesto de advertencia, bien puedo hacer que pase una buena noche en la comisaría, pero también yo la pasaría para declarar, cuando estos me miran con insistencia me obligo a responder con sensatez.—Si oficial, es cierto, soy muy juguetona y traviesa como dice mi sexyman— le sonrío, le doy un apretón de nalga que lo hace gruñir.—Esta bien, pero traten de no
—¿Te han dicho que los dos primeros minutos después de que un hombre alcanza el clímax son los dos minutos más vulnerables para ustedes?— le miro con mucha maldad, debo mirar hacia arriba para verle a la cara, él me mira desde su altura pero no se mueve ni un milímetro, estamos serios, muy cabreados uno con el otro —¿Jamás te han dicho que no desates los demonios si no conoces el infierno?— le hundo mi dedo índice en el pecho —eres lo más estúpido, lo más bajo, lo más desagradable, lo más tonto, lo más cabron que a parido tu madre...—Esa boca— gruñe entre los dientes.—Esa boca mis cojones, eres un gilipollas... ¿Cómo puedes dejarme así? ¿Cómo puedes atreverte? maldita sea... Eso fue muy bajo muy bajo...— estoy furiosa.—¡Esa puta boca! Ya te lo he dicho modera esa manera de hablar una mujer no debe expresarse de esa manera, te advertí que te castigaría y tú pasaste de mi, ignoraste cada unas de mis advertencias y aún así hacías lo que querías, no tienes que recla
Excitación, placer, calor, es delicioso muy delicioso, parece tan real que creo que gimo en voz alta, mis caderas se mueven en busca de más, quiero más de eso que me da, no quiero que se detenga. Arqueo mi cuerpo por el placer, siento una mordida tan deliciosa que me hace abrir los ojos solo para comprobar que no es un sueño y ahí está ese brasileño que me excita en un minuto y al otro me enoja o me hace reír, verlo entre mis piernas me hace sentir más calor. Que bonita manera de despertar. Es bueno, muy bueno con esa boquita, sus lametones, su succión y sus mordidas en mi más que mojado sexo me gustan y mucho, quiero tocarlo hundir mis dedos en su cabello pero no puedo, algo no me lo permite, miro mis manos. —Si...— grito —si serás tú quien domines siempre... No te detengas, no lo hagas...— le ruego, el calor me invade, sus penetraciones son más rápidas cosa que no creí ya posible, pero ahí está él aumentando las penetraciones, volviéndolas más profundas y más salvajes, sin más me corro a chorros, es primera vez que me corro de esta manera, nos miramos a los ojos, esto lo hace más íntimo, mi cuerpo se convulsiona, siento como él me llena por completo de sus cálidos y espesos fluidos mezclándolos con los míos con sus movimientos.Mi cavidad aún lo succiona, lo exprime por completo, él me da todo y yo igual. Cae sobre mí, los dos estamos agitados, sonrojados y sudorosos pero muy satisfechos, se gira quedando a mi lado boca arriba y yo aún sigo esposada —me... me la... me las vas a pagar señor Miller...— le miro, me mira con ese gesto que aun no comprendo pero al final me sonríe, estira la mano en dirección al mueble de noche, toma las llaves y se apresura a quitarme las bichas esas de Capítulo 12
—Creí que te estabas alistando— besa mi cuello.—Te deseo ahora— sin más demora me voltea, besa mis labios con pasión y le correspondo gustosa, este hombre me pone solo con mirarme, está desnudo ya no trae el bóxer Calvin Klein puesto, me toma en brazos lo rodeo con mis piernas y me abrazo a sus hombros, camina hasta que siento el frío de la pared en mi espalda, me mira, joder como me mira, guía su erección a mi cavidad penetrándome de esa manera que me enloquece de una sola estocada, rápida, precisa y profunda, nuestras miradas no se desvían, uno, tres, cinco, diez, veinte veces entra y sale de mí, cada una con mayor fuerza, con más ímpetu y ciertamente más deliciosa a l
—Lo siento es una costumbre, si me cambio de ropa debo bañarme antes— tomo mi bolso y les miro —¿Nos vamos? Es tarde ya nos deben estar esperando— Sebastián no me quita ojo.—Si quedamos en el Mr. panda, comida china para hoy señores— se levanta mi amiga y sale del departamento, siento la mirada de Sebas sobre mí, sigo a Mikeila pero siquiera doy un paso cuando ya tengo mi espalda pegada al pecho de este hombre que me enloquece.—Quítate ese vestido, está muy corto— me volteo y le miro.—No me lo quitaré es mi forma de vestir y así me has conocido así que no me formes un escándalo por esto ¿De acuerdo?— su mirada de cabreo se vuelve más tensa.—Te conocí con ropa de trabajo, con ropa sexy y sofisticada que tapaba todo, no con estas— gruño desesperada ¿Cómo puede ser t
—Corazoncitos... Ya íbamos a llamarlos se han tardado y morimos de hambre.—Lo sentimos Luna, mi chica y yo teníamos que hacer una parada— se disculpa el obtuso de mi obligado novio, yo sonrío como actriz no tengo precioso, reparto besos y abrazos, Mikeila que sabe lo que pasó solo me mira con cara de mofa y yo a ella con cara de asesina a sueldo, me siento junto a Jeff y Sebas del otro lado quedando yo en el medio.—Joder ahora sí que me la ganaron— ríe Chris.
—Por Dios ¿Pero que se creen ustedes? ¿Están locos? ¿Por qué actúan como unas bestias? que decepción dan los tres— les miro furiosa, los tíos se van molidos a golpes y estos solo ríen —son una completa mierda, no me hace nada de gracia y tú— señalo a Sebas— no quiero que te acerques a mi siquiera me dirijas la puta palabra.—¿Ahora los vas a defender? ¿Te gusta que me vean la cara de idiota? ¿Te gusta que te estén dedicando canciones en mis narices? Pues mira que tu deseo de que entendiera el español se te cumplió— me grita en perfecto español, más que el mío —lo que es mío se respeta, ni canciones, ni miradas, ni roce si yo no he dado el consentimiento.—Eres un loco, un celoso compulsivo, si esto será así siempre olvídate de lo que hablamos hoy— le doy la espalda, no pienso irme con él, pero claro me siento retroceder y a los segundo me siento por los aires —suéltame joder... que me sueltes— forcejeo con todas mis fuerzas pero este no me suelta.—Nos vemos en el