Capítulo 7

—¡No!— digo en un susurro, él no da crédito a lo que escucha y yo no me creo lo que digo —¡No! No seré tuya— contra todo pronóstico y con un esfuerzo sobre humano me separo de él dejándolo descuadrado, me mira, mierda esa mira, tan seria, juro que se ve más sexy de lo que ya era, solo puedo pensar en lo gratificante y doloroso que está siendo para mí poder resistirme a él y lo desconcertante que debe ser para él que alguien se le resista, pero para mí sorpresa su expresión cambia de inmediato y me sonríe, ahora mi gesto debe ser el desconcertado.

—Logre lo que quería, me deseas tanto como yo a ti, tu cuerpo me pide a gritos y tú lo sabes, quieres probarme, quieres tenerme entre tu humedad, quieres que te toque y te enloquezca y tarde o temprano no lo soportaras más, además de dejar en claro que tú eres mía, cada persona en este club me conoce y por solo besarte de la manera en la que lo hice saben que me perteneces— ahora le miro incrédula ¿Pero de qué cojones está hablando?.

—No seas pretencioso, te deseo a ti como desearía a cualquier otro, te bese como bese a Jeff en el restaurante, no fue nada especial— eso dolió, vaya que si le dolió, con solo su gesto lo compruebo— vamos que tú orgullo de macho no se vea afectado, por lo menos te dije que te deseaba como a cualquier otro ¿No? Y eso de que soy tuya y te pertenezco olvídate no soy tuya ni de nadie y nunca, escúchame bien nunca seré tuya...— nos miramos, nos retamos, es increíble como pasamos de besarnos arduamente a tener una discusión pero por imposible que parezca, la excitación solo aumenta, las ganas solo crecen, nuestros cuerpos se atraen de una manera que sin notarlo estamos muy cerca.

—Soy lo mejor que te puede pasar en la vida, gatita de garras afiladas, seré tu hombre, seré el que despierte en tu cama, seré yo quien te vea cada noche desnuda, seré yo el que te ofrezca a los hombres o mujeres cuando juguemos, seré yo quien diga las reglas, nuestras reglas, seré yo quien escuche siempre, cariño fóllame o cariño juguemos, eso que has dicho sobre el beso no te creo, este beso fue mucho más allá de querer jorobar a alguien— joder su voz, su seguridad y su egocentrismo me excitan y mucho— no pararé hasta conseguir lo que quiero.

—Eso... Lo que te haga feliz, tu hazte toda una historia— me río en su cara —pero en tu puta vida...

—Esa preciosa boca— me regaña con firmeza.

—Yo hablo a como quiero joder, el caso es que no seré tuya ni en el sexo ni en una relación ¿Pero vez las locuras que dices?

—¿Locuras? Cat nuestras miradas en el restaurante ¿Me vas a decir que no sentiste esa conexión? Y en los aseos nuestro contacto lo confirmó...— carcajeo, carcajeo de tal manera que algunas personas nos miran.

—Joder tío ¿Ya enserio, qué coño te pasa? Tú estás escuchando la gilipolleces que dices ¿Me estás hablando de amor a primera vista? Por Dios hombre te creía más listo— me aparto de él divertida, me piro un trago de vodka a rin palao diría Míriam. Esto no puede estar sucediendo que le pasa.

—Vuelves a decir otro taco y te la verás conmigo...— me gruñe, le miro traviesa ¿Qué puede hacerme el a mí?

—Practico Kick boxing desde los quince guapo, no hagas algo estúpido.

—Te recuerdo que ya te esquivé un golpe gatita— su sonrisa chulesca me cabrea ¿Cómo es que este hombre me excita cómo tan pronto me divierte o me hace enojar y cada una de ellas es un efecto en mí que no comprendo?

—GI-LI-PO-LLAS— conforme las voy diciendo me acerco más a él, y se las digo —en tu puta cara guaperas— sin más me siento por los aires, me desoriento un poco estoy con muchos tragos en la cabeza, me lleva sobre su hombro. ¿Mierda a dónde me lleva? Trato de que me suelte, pero es muy fuerte. Conozco esto, estamos en los privados. ¿Que coño hacemos aquí? Al llegar al final del pasillo abre una puerta dorada, esta no me la mostró antes, entramos una vez ahí me baja yo miro el lugar y joder... Hay una cama enorme un sofá de dos puestos y una sola silla, del techo bajan cadenas, en la pared hay una cruz en roja, hay un sofá todo extraño, también una mesa que gira, a medida que voy viendo camino por el lugar, en una mesa hay muchos juguetes como en la habitación del juego— vaya con esta habitación.

—¿Enserio pasas de mí después de mi amenaza? ¿Te interesa más la habitación que lo que te puedo hacer?— le miro y me encojo de hombros no sé por qué pero tengo plena confianza en él y sé que no me lastimaría o haría algo que yo no quisiera, pero eso no se lo diré.

—Me se defender y estos juguetes sin dudas dan más que placer— tomo en mi mano uno de metal y se la muestro, pero ha de presionar algo por que inicia a moverse —¡Mierda!— la dejo sobre la mesa, se ríe de mí, se divierte como siempre.

—¿Enserio me golpearías con la máquina sexual automática?

—Como con este pene de 50 centímetros— carcajeo y él me acompaña. Se acerca a mí y me explica cada uso de cada juguete y sus respectivos nombres vaya que el sexo es todo un mundo —¿Desde cuando trabajas aquí?— le miro sentada desde el sillón.

—Desde hace muchos años— enarco una ceja.

—¿Enserio no me dirás? Tú sabes todo de mí y yo estoy en desventaja... ¡No me jodas!

—Esa preciosa boca— me vuelve a regañar.

—Si no quieres que diga tacos dime tu nombre, edad y de dónde eres.

—¿Ves que fácil es preguntar?— me dice sarcástico —soy Sebastián Miller, tengo 32 años y soy brasileño— joder que fácil fue ¿Dónde coño tiene esos 32 años metidos? Creí tenía solo un par de años más que yo.

—¿Por qué tu apellido es americano y tú eres de Brasil?— me mira y sonríe.

—Mi padre es norteamericano y mi madre brasileña, ella emigró aquí desde joven, pero yo desde joven emigre a Brasil ¿Que irónico no? Me mudé aquí hace dos años, Seattle me gusta aunque es todo lo contrario a río, acá hace mucho frio— ahora entiendo por qué su tan marcado acento —el apellido de mi madre es Teixeira ese es el que siempre utilizo— le miro interrogativa y él solo se encoje de hombros —me gusta mucho más— asiento, no soy de hacerle tercer grado a las personas cuando las cosas no se tratan de mi —¿Cerveza?

—Si por favor ¿Por qué la palabra que se utiliza es pistacho?— no puedo quedarme con esa duda, ríe divertido con la cabeza metida en el pequeño frigorífico que hay en la esquina de la habitación.

—Por algo muy gracioso que me pasó en Brasil— se acerca con las dos cervezas ya abiertas. Que fresquitas están —estaba jugando con una rusa, era preciosa, un cuerpo operado pero muy sexy, estábamos en plena acción si así se puede decir, la tía era tan sosa que joder me aburrí y yo solo podía pensar en pistachos y dije el próximo club que abra este será la palabra clave— no puedo evitar reír divertida, que malo es.

—¿Me estás diciendo que este lugar es tuyo?— le miro con sorpresa, no parece el dueño de un lugar así, aunque pensándolo bien todos le conocen, lo saludan y hablan mucho con él.

—Si, este y otros tantos en Brasil— asiento, que exitoso es además de sexy y guapo. Estamos relajados, el ambiente me gusta, me entiendo muy bien con este tío y eso es súper extraño, no toco el tema de las pendejadas que dijo en la sala abierta, ni insisto más en cuanto tiempo lleva trabajando en esto de lugares de intercambio de parejas, charlamos por horas, bebemos como dos amigos, confesamos algunas cosas entre esa que solo he tenido un novio y Jeff ha sido el segundo, él se molestó y me causo gracia, por su parte me confesó que jamás en su vida a tenido una relación estable, jamás le ha dado por tener a una sola mujer, que solo las ve como algo sexual que debe y le gusta disfrutar, me quedé incrédula ¿Por qué me dijo esas cosas hace unas horas si jamás pretende tener una relación? no me lo quiso explicar pero le dejé dicho que si me salía nuevamente con eso le sacaría un diente de su perfecta dentadura, carcajeaba burlón claramente no me siente con la fuerza para eso, capaz si pero me faltaría fuerzas eso dice él.

Estamos en la sala abierta mis amigos se ven radiantes, están conversando con las personas que follaron como si fueran amigos y jamás se hubieran tocado, enserio esto es insólito...

—¿Muñequita?— escucho una voz muy conocida a mis espaldas, me quedo de piedra, mis amigos me dedican una mirada y voltean a ver de dónde proviene la voz, cierro mis ojos con fuerzas, no puede ser... ¿Por qué el por qué aquí...? ¿Por qué me habla...? ¿Como me reconoció aún con mi cambio drástico..? Abro los ojos y Sebas al igual que mis amigos me miran con caras de "te hablan pendeja" así que dibujo una muy falsa sonrisa y como si de una diva se tratara volteo.

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