—Te lo dije es un lugar como cualquier otro, aquí estás en la zona del bar, música relajante, ambiente animado, personas comunes tomando y hablando con amigos, en este lugar está prohibido como ya te dije cualquier acto sexual, aquí puedes conocer personas, pasarlo bien y si se agradan pasar a la siguiente sala— me guía, yo lo miro todo alucinada, no hay desnudos, no hay gemidos, ni olor a sexo; al entrar a la siguiente sala de igual manera lo miro todo, esta es un poco más oscura, también hay barra, no hay mesas solo banquillos en la barra y un sofá en la esquina, música más movida, personas besándose, algunas se miran con deseos, otras meten mano —esta es la sala abierta, es el siguiente nivel, es aquí el lugar donde pides agua y te dan una toalla pequeña, mira ahí— me señala y yo miro— ¿Vez como la está masturbando? Pues al terminar puede mojar la toalla y limpiarse o también la puede utilizar para asearla a ella— me lleva a la siguiente sala, esta es oscura solo es alumbrada por la esfera de colores que está en el centro del lugar, aquí todo lo hacen con descaro, a donde miro hay personas besándose, tocándose, desnudándose y joder que me gusta ver esto, estoy sonrojada pero me gusta verlo —aquí todos saben lo que quieren y están cerca del último paso ¿sabes cuál es?
—¿El sexo?— este me sonríe y niega.
—Si pero no, el siguiente paso es este— me toma de la mano está vez y me guía por un pasillo, abre la primera puerta —esta es la habitación de los espejos, el siguiente paso es elegir que lugar utilizar— entro a la habitación y para mí sorpresa hay tres personas follando, los tres son hombres, ¡mierda! de inmediato retrocedo, pero Sebas, creo así le llamó Mikeila, no lo permite —tranquila, si ellos no hubieran querido que los vieran hubiesen puesto un letrero de no entrar y como ves aquí en la puerta no hay nada lo que indica que pueden ver o unirse a ellos— pero que locura con todo esto —estás actuando mejor de lo que creí, fuiste hecha para esto Catrina.
—Cat está bien— le sonrío ni yo me reconozco ¿cómo es qué puedo estar algo avergonzada, pero muy tranquila?
—Bien Cat vayamos a la habitación del juego— salimos de esa dejando a los chicos a lo suyo, abre la puerta de enfrente, en esta hay un sillón de tres puestos que por supuesto está siendo utilizado, una cama redonda enorme y varias camas más, hay una cruz en la pared, junto a esta algunos látigos, esposas, sogas y demás objetos para atar, golpear y castigar, varias cadenas suspendidas del techo, una mesa con muchos juguetes sexuales desde anillos anales hasta otras cosas que en mi vida había visto, mujeres y hombres atados, otros son azotados con fuerza hasta marcarse, a otra le meten la mano completa por la vagina y yo me horrorizo, penetraciones dobles o hasta triples —también practican el sado masoquismo, ya sabes cada uno tiene su forma de jugar y aquí nadie juzga, si te gusta ser observada mientras prácticas sexo o te gusta mirar a los demás jugar la habitación del juego es la indicada, ahora veamos las habitaciones privadas, en estas es igual que en la del espejo, hay letreros por si quieres que se unan mujeres, hombres, varias personas, si quieren que te miren o no, en estas habitaciones como ya te informe hay jacuzzi y baños, también las botellitas de agua y las toallas limpias— salimos del lugar para recorrer las habitaciones privadas, pero al parecer nadie quiere que les moleste, todas tienen letreros de "no entrar" es impresionante la cantidad de personas que vienen a este lugar, estoy muy asombrada de como he recibido toda la información, no me incomoda tanto ver a las personas tener sexo, al contrario me excita, una vez recorremos todo volvemos a la oficina, mis amigos están en la zona del bar y no los vi hasta cuándo iba saliendo —¿Dime qué te parece?
—Perturbador... Y no por lo que vi... Si no por lo que sentí, ¿Cómo es posible qué más que incomodarme me pareció algo tan normal y excitante? Y hoy en la tarde cuando Mikeila me vio con Jeff me quería morir de la vergüenza y ahora que estoy aquí es como si... Como si... Jesús... Como si ya lo conociera todo— digo casi desesperada.
—Tranquila— me habla serio, su gesto cambió de un momento a otro y no lo comprendo ¿Que dije?— esto es así, a algunas personas solo le basta con que le hablen de este mundo y ya se sienten parte de el o también hay muchas otras que simplemente no les gusta, me alegra escuchar tu confusión ¿Eso significa que te nos unirás verdad? Sentirte así solo significa que te gustó— le miro a esos ojos tan atractivos que tiene y dibujando una sonrisa malévola asiento.
—Si... me uniré, pero no seré tuya guapo, vive con la decepción— sonrío con maldad, el gesto le cambia de inmediato, ahora es juguetón.
—Siempre caen en mi red Cat... siempre caen, por cierto, tengo una muy buena ventaja, Catrina White, 25 años originaria de San Francisco... Y créeme cuando te digo que se mucho más— le miro con la boca abierta ¿Cómo se atreve?
—Cabrón... Eso eres un cabrón— le suelto de mala gana —feliz debes estar, esa es la única manera que sepas de mi— me cruzo de brazos —¿Me das mi credencial y me dirás cuál es el costo de la inscripción y la mensualidad o debo obligarte a hacerlo?
—Esa preciosa boca Cat...— me regaña ¿Enserio me está regañando? —a mi jamás se me obliga a nada, te daré la credencial gratis, la mensualidad es de tres mil, el establecimiento de al lado le pertenece al club, cuenta con spa, piscina y restaurante, todo es gratis— Anda ¿tres mil por mes? ¡Joder! A Dios gracias que mis padres tienen dinero y jamás me preguntan para que lo necesito ni en qué lo gasto.
—Bien... está hecho, tres mil serán y por darme la credencial gratis solo puedo decir de nada.
—Ni tanto, es gratis porque eres la cuarta persona que se inscribe en recomendación de una persona.
—Aún mejor entonces, no me debes nada— le sonrío.
—La credencial te la haré llegar después ¿Cuál será tu seudónimo o prefieres tu nombre?— me mira sonriendo ¿Que le causa tanta gracia?
—Por supuesto que no pondré mi nombre, puedes poner Reina, con eso bastará ¿Nos vamos?— sin esperar respuesta salgo del despacho me sé el camino. Antes de subir el primer escalón siento como un jalón me hace retroceder, impacto con algo firme y su perfume el cual no debería reconocer tan bien me estremece —¿Quieres que te dé un escarmiento para que aprendas que a mí no se me hace esto?— me sonríe en el oído, Jesús su sonrisa, su voz tan grave y preciosa me pone el vello de punta, me abraza aprisionando mis brazos y dejándome totalmente inmóvil.
—¿Siempre tan agresiva minina?— su respiración en mi cuello me hace perder toda seguridad en mi —te he dicho que serás mía y cuando yo digo algo se hace— acto seguido besa mi cuello, mi bajo vientre se contrae, este hombre solo con su presencia provoca que todas mojen sus bragas, lo comprobé por la forma en que todas le miraban.
—Regla de oro ¡No!— se tensa al escuchar esa palabra, lo siento, pero no me suelta se niega a hacerlo —he dicho ¡No!— repito lentamente, al fin se decide y me suelta.
—Juegas muy sucio Cat... Pero no te olvides, que lo que quiero siempre lo consigo y esta vez te quiero a ti— me vuelvo con una sonrisa en los labios, la recepcionista me mata con la mirada no comprendo el por qué o bueno si, por el castaño frente a mí, paso de ella y me centro en el egocéntrico hombre.
—No eres el único que sabes jugar guaperas, desde ya te digo pierdes tu tiempo— que buena actriz soy, quiero saltarle al cuello y probar esos labios tan tentadores que tiene pero no, no será cuando él quiera; le miro con descaro desde sus ojos hasta sus pies y de vuelta, una vez me alegro la vista sigo mi camino en busca de mis amigos, este me sigue.
—Vaya... que no has salido corriendo después del recorrido— se mofa Mikeila.
—Te dije que corazoncito era de las nuestras— le recuerda Luna.
—A mí me alegra mucho que se decidiera a formar parte de esto— le escucho decir a Jeff, me siento a su lado y le miro.
—Algo me dice que quieres terminar lo que iniciaste ¿No?— digo con mofa.
—Vaya, vaya, vaya... cuántos secretos de su parte— nos mira Chris.
—No hay ningún secreto— le aclaro, Sebas se sienta a mi lado en el sofá, quedando yo en medio de Jeff y él.
—Mikeila tu sí que sabes traerme buenas cosas aquí...— le habla a ella pero me mira a mí, está loco si cree que yo sucumbiré a sus encantos.
—Por supuesto hombre, ya sabes que yo solo me relaciono con personas interesantes, inteligentes, sexies y dispuestos a jugar siempre— nos guiña.
Entre tragos, sonrisas, burlas pasamos a la siguiente sala, Luna está muy excitada y no se preocupa por disimular, un tío metrosexual como le gustan a ella le plantó ojo y ahí están caminando directo a los privados, Mikeila junto a Chris y otra chica también se desaparecieron, me veo sola con Jeff a quien las chicas se le pegan como chicle, pero luego está Sebas quien no me quita ojo.
—¿Puedes dejar de mirarme así?— le pregunto con el cejo fruncido ya cansada de su mirada, no quiero que me mire, siento que puede convencerme ya que estoy muy vulnerable ante la tentación.
—Eres el centro de atención Cat, mira a tu alrededor y lo vas a comprobar— suspiro, paseo mi vista por el lugar. Joder que es verdad.
—¿Tengo algo? ¡Dime qué hay de malo conmigo! deprisa, dime— este carcajea como si le hubiera dicho algo gracioso— ¿A qué te entro de hostias...?— le miro mal.
—Tranquila... Deja la violencia, Catrina te miran porque eres una mujer sexy, con solo verte nos damos cuenta que contigo podemos pasar un buen rato, eres interesante, bonita, llamativa y ese culo es muy estimulante a la vista, no nos puedes culpar, además...— su mirada se oscurece demasiado —...estoy imaginándome como sería desnudar tu delgado cuerpo, como romper tus bragas por el éxtasis de querer follarte o aún mejor como tocarte hasta enloquecerte, acariciarte mientras te miro a los ojos, estimularte de una manera que te corras sin penetración, ver tu cara de excitación, escuchar como me pides más, oír tus gemidos que han de ser la melodía más hermosa que existe, sentirte vibrar bajo mi cuerpo, ser testigo de tus múltiples convulsiones por un clímax intenso— se acerca a mi lentamente... calor, eso siento mucho calor y mi respiración se agita. ¿Cómo puedo estar respirando de esta manera solo por escuchar esas palabras? Su olor invade mis fosas nasales, sus fuertes brazos me rodean por la cintura y yo no soy capaz de mover un músculo de alejarme, todo él me atrae como si de un imán de tratara, sus ojos esos preciosos ojos me dicen todo lo que me quiere hacer y eso me hace temblar —imagino como te follaría sin descanso de todas las maneras inimaginables hacerte mía una y otra vez— sonríe muy cerca de mis labios. ¡Aaiiss mamá chichis! casi hasta besarme y deseo el contacto ¿Cómo puedo ser tan tonta y débil? —hacerlo de tal manera que con solo verme tu cuerpo reaccione ante mí, que con solo respirar mi olor, todos tus sentidos se activen de inmediato— me acerca por completo a él, sus apetecibles labios acarician los mío invitándome a saborearlos, a disfrutarlos, pero no lo hago, soy muy orgullosa y por muy excitada que esté no seré yo quien lo busque, no puedo le he dicho que no me tendrá —que orgullosa eres— susurra con su voz ronca y sin más me besa, me saborea, me disfruta, nuestras lenguas se encuentran en un baile, se hacen el amor una a la otra, me quita el aliento y me eleva el libido por segundo, su beso es profundo, fogoso, adictivo, quiero más de su beso, más de él, mis manos automáticamente van a su cuello, mis dedos se hunden en su cabello y profundizo ese placentero beso, siento sus manos recorrer mi cuerpo, cada contacto que tiene con mi piel me enciende, me calienta, todo el baja mis defensas, cuando estamos sin aire nos separamos agitados, nuestras miradas se encuentran de inmediato, nos miramos, vaya como nos miramos, deseosos, agitados, jadeantes, mi cuerpo quiere sexo, mi piel quiere sus caricias, mi boca quiere sus besos, estoy ardiendo y no es por la vergüenza de haber faltado a mi palabra, es por ese castaño, alto de ojos cautivadores, de sonrisa arrolladora y de físico de un sexyman. Respiraciones agitadas, bragas mojadas, jadeos, erección más que lista, aquí estamos abrazados, mirándonos a los ojos sin decir palabra, pero claramente hablando con la mirada, nos entendemos ¿Joder por qué nos entendemos?
—¡No!— digo en un susurro, él no da crédito a lo que escucha y yo no me creo lo que digo —¡No! No seré tuya— contra todo pronóstico y con un esfuerzo sobre humano me separo de él dejándolo descuadrado, me mira, mierda esa mira, tan seria, juro que se ve más sexy de lo que ya era, solo puedo pensar en lo gratificante y doloroso que está siendo para mí poder resistirme a él y lo desconcertante que debe ser para él que alguien se le resista, pero para mí sorpresa su expresión cambia de inmediato y me sonríe, ahora mi gesto debe ser el desconcertado.—Logre lo que quería, me deseas tanto como yo a ti, tu cuerpo me pide a gritos y tú lo sabes, quieres probarme, quieres tenerme entre tu humedad, quieres que te toque y te enloquezca y tarde o temprano no lo soportaras más, además de dejar en claro que tú eres mía, cada persona en este club me conoce y por solo besarte de la manera en la que lo hice saben que me perteneces— ahora le miro incrédula ¿Pero de qué cojones está hablando?.<
—Alonso...— le miro, ahí está el muy cambiado para bien claro, piel morena, esos ojos verdes que me enloquecían, esa sonrisa de niño bueno y esa mirada tan dulce, cuerpo atlético pero sin músculos, alto y elegante, muy elegante, trajeado con saco y corbata, quién diría que fuera un maldito —pero que bien te trata la vida hombre...— finjo indiferencia, me mira asombrado jamás hablaría así siendo la antigua Cat.—A ti te a tratado mucho mejor que a mi— no quita ojo y me estoy incomodando horrores, lo conozco sé que me quiere decir algo y rezo por que no sea lo que pienso —muñequita yo...
—¿Es cierto esto señorita?— pregunta el oficial aún sin creer, miro con malicia a Sebastián quien me mira con gesto de advertencia, bien puedo hacer que pase una buena noche en la comisaría, pero también yo la pasaría para declarar, cuando estos me miran con insistencia me obligo a responder con sensatez.—Si oficial, es cierto, soy muy juguetona y traviesa como dice mi sexyman— le sonrío, le doy un apretón de nalga que lo hace gruñir.—Esta bien, pero traten de no
—¿Te han dicho que los dos primeros minutos después de que un hombre alcanza el clímax son los dos minutos más vulnerables para ustedes?— le miro con mucha maldad, debo mirar hacia arriba para verle a la cara, él me mira desde su altura pero no se mueve ni un milímetro, estamos serios, muy cabreados uno con el otro —¿Jamás te han dicho que no desates los demonios si no conoces el infierno?— le hundo mi dedo índice en el pecho —eres lo más estúpido, lo más bajo, lo más desagradable, lo más tonto, lo más cabron que a parido tu madre...—Esa boca— gruñe entre los dientes.—Esa boca mis cojones, eres un gilipollas... ¿Cómo puedes dejarme así? ¿Cómo puedes atreverte? maldita sea... Eso fue muy bajo muy bajo...— estoy furiosa.—¡Esa puta boca! Ya te lo he dicho modera esa manera de hablar una mujer no debe expresarse de esa manera, te advertí que te castigaría y tú pasaste de mi, ignoraste cada unas de mis advertencias y aún así hacías lo que querías, no tienes que recla
Excitación, placer, calor, es delicioso muy delicioso, parece tan real que creo que gimo en voz alta, mis caderas se mueven en busca de más, quiero más de eso que me da, no quiero que se detenga. Arqueo mi cuerpo por el placer, siento una mordida tan deliciosa que me hace abrir los ojos solo para comprobar que no es un sueño y ahí está ese brasileño que me excita en un minuto y al otro me enoja o me hace reír, verlo entre mis piernas me hace sentir más calor. Que bonita manera de despertar. Es bueno, muy bueno con esa boquita, sus lametones, su succión y sus mordidas en mi más que mojado sexo me gustan y mucho, quiero tocarlo hundir mis dedos en su cabello pero no puedo, algo no me lo permite, miro mis manos. —Si...— grito —si serás tú quien domines siempre... No te detengas, no lo hagas...— le ruego, el calor me invade, sus penetraciones son más rápidas cosa que no creí ya posible, pero ahí está él aumentando las penetraciones, volviéndolas más profundas y más salvajes, sin más me corro a chorros, es primera vez que me corro de esta manera, nos miramos a los ojos, esto lo hace más íntimo, mi cuerpo se convulsiona, siento como él me llena por completo de sus cálidos y espesos fluidos mezclándolos con los míos con sus movimientos.Mi cavidad aún lo succiona, lo exprime por completo, él me da todo y yo igual. Cae sobre mí, los dos estamos agitados, sonrojados y sudorosos pero muy satisfechos, se gira quedando a mi lado boca arriba y yo aún sigo esposada —me... me la... me las vas a pagar señor Miller...— le miro, me mira con ese gesto que aun no comprendo pero al final me sonríe, estira la mano en dirección al mueble de noche, toma las llaves y se apresura a quitarme las bichas esas de Capítulo 12
—Creí que te estabas alistando— besa mi cuello.—Te deseo ahora— sin más demora me voltea, besa mis labios con pasión y le correspondo gustosa, este hombre me pone solo con mirarme, está desnudo ya no trae el bóxer Calvin Klein puesto, me toma en brazos lo rodeo con mis piernas y me abrazo a sus hombros, camina hasta que siento el frío de la pared en mi espalda, me mira, joder como me mira, guía su erección a mi cavidad penetrándome de esa manera que me enloquece de una sola estocada, rápida, precisa y profunda, nuestras miradas no se desvían, uno, tres, cinco, diez, veinte veces entra y sale de mí, cada una con mayor fuerza, con más ímpetu y ciertamente más deliciosa a l
—Lo siento es una costumbre, si me cambio de ropa debo bañarme antes— tomo mi bolso y les miro —¿Nos vamos? Es tarde ya nos deben estar esperando— Sebastián no me quita ojo.—Si quedamos en el Mr. panda, comida china para hoy señores— se levanta mi amiga y sale del departamento, siento la mirada de Sebas sobre mí, sigo a Mikeila pero siquiera doy un paso cuando ya tengo mi espalda pegada al pecho de este hombre que me enloquece.—Quítate ese vestido, está muy corto— me volteo y le miro.—No me lo quitaré es mi forma de vestir y así me has conocido así que no me formes un escándalo por esto ¿De acuerdo?— su mirada de cabreo se vuelve más tensa.—Te conocí con ropa de trabajo, con ropa sexy y sofisticada que tapaba todo, no con estas— gruño desesperada ¿Cómo puede ser t