Aquí estoy metida en un vestido de cocktail corto negro corte tipo halter y espalda semidescubierta con acabados de encaje y tocado en dorado, sexy, sutil, llamativo, pero no vulgar, consejo de Mikeila, será mucho más fácil a la hora de desvestirme o de vestirme si acepto jugar. Me ordenó que no llevara bragas pero eso sí que no lo acepté, aún no sé por qué estoy dispuesta a ir a ese lugar estoy muy confundida y turbada, me siento cohibida y hasta sucia ¿Qué tal si las personas se enteran de lo que hago en mi tiempo libre? La realidad es que no sé si podré hacer esto, no me creo capaz de tener sexo mientras me miran o tener sexo con varias personas a la vez, estoy tratando de relajarme pero la ansiedad no me deja, solo de imaginarme el lugar ya veo pechos y pollas al desnudo, personas follando en las esquinas y gemidos como música en vivo, ¿Pero qué cojones estoy haciendo? Las dudas no salen de mi cabeza.
—¿Lista?— pregunta mi rubia amiga vestida con ese precioso vestido corto de noche plateado y brillos, escote pronunciado y espalda descubierta con aberturas en los costados que termina en las caderas, joder que ella si va con todo, es sexy y vulgar pero más sexy que nada.
—Nerviosa sería mi respuesta— bajamos del coche, Jeff viene con nosotras, él está vestido con un pantalón de vestir negro que le queda a la medida, una camisa mangas largas que lleva recogida a tres cuartos en azul cielo, esta va medio abierta dejando a la vista su firme pectorales, joder que me lo como, su castaño cabello despeinado le dan un toque despreocupado que mola, esa barba perfectamente recortada. Jesús como me gustan los hombres con barba.
—Corazoncitos... Han llegado...— aparece Luna en su coche y poco después se une a nosotros.
—¡Mierda! Tuve que dejar el coche en la esquina— bufa Chris acercándose también y aquí está el club de las tres P frente a ese local que desde afuera parece cualquier antro que frecuentamos, con su enorme letrero con luces que pone "pleasure"
—Bien club... Debemos entrar a ese lugar y hacer lo que nos gusta— nos mira Mikeila —recuerden que está vez debemos enseñarle a Cat, esto es nuevo para ella —Sonríe— vamos Cat es hora— todos las seguimos, como soy nueva entro en recomendación de ellos, espero ver personas follando, sentir un potente olor a sexo y escuchar muchos gemidos pero no, es una recepción. La chica pide los resultados de mis exámenes para después desaparecer por una puerta blanca, me hacen esperar.
—¿Catrina White?— me llaman minutos después, pero al escuchar mi nombre mi columna vertebral sufre un escalofrío, esa voz... esa maldita voz la conozco muy bien, mis amigos todos miran a nuestras espaldas ya que es de ahí donde proviene, yo volteo lentamente.
—¡Me lleva el diablo!— maldigo, es aquel tío de ojos claros y penetrantes con cara de peligro, con esa barba que le va como anillo al dedo. ¿Pero tan jodida estoy? Me pregunto a mí misma —sí, soy yo— respondo al cabo de unos segundos, solo su mirada me provoca, él me desnuda y me hace el amor con solo verme. Vamos a ver Catrina contrólate, tú no eres así, después de tanto sin sexo sin más te le entregas a Jeff y ahora estás de calenturienta con un tío arrogante, egocéntrico y pretencioso, pero muy sexy. Me regaño mentalmente.
—¿Puedes acompañarme por favor?— está serio, vaya está siendo muy profesional, no pareciera que él llevara un lugar así —ustedes pueden entrar— les sonríe. Se conocen... ¿Enserio se conocen y no me lo dijeron? —yo la llevaré en cuanto terminemos.
—Bien, creo que después de todo no seremos nosotros los que le enseñarán a Cat lo que se hace— bromea Mikeila —trátamela bien o tendré que hacértelo pagar muy caro... Recuerda es su primera vez y...
—Lo sé...— la interrumpe el castaño— ¿Si sabes que hago esto todos los días verdad? Déjamelo a mí— le guiña y ellos sin más se van riendo, nos miramos, nos retamos, nos jorobamos, joder que este tío me pone de todas las formas y odio eso.
—¿Vas a dejar de comerme con la mirada y decirme a dónde debo acompañarte para terminar con esto antes de que me arrepienta?— estoy muy nerviosa, aún no sé qué hago aquí.
—¿Siempre tan directa y a la defensiva?— me mira divertido y con esa ceja izquierda enarcada.
—Entre más directo sea uno, menos serán los malos entendidos y a la defensiva siempre estoy, nadie abusa ni se pasa conmigo— me encojo de hombros, me sonríe, pero yo a él no.
—Bien eso me gusta, tienes la perfecta actitud para ser socia, ahora entiendo por qué encajaste con ese cuarteto, sígueme por favor— inicia a caminar.
—Momento— lo detengo y este lo hace —no sigo a ningún hombre— me mira sin comprender, camino y me coloco a su altura, rodeo su brazo con el mío, le miro a esos preciosos ojos —ahora si le acompaño— sonrío con cara de zorra como me diría Miriam, este me mira con insistencia, pero poco después hace lo que le pido, vamos hacia la puerta que está justo a la derecha de la recepción, al entrar me encuentro con un despacho y mi cara es todo un poema, lo sé. ¿Se supone que debía haber una recepción y un despacho en este lugar? Este me deja frente a un enorme sofá de cuero para después colocarse tras la mesa, me siento y paseo todo el lugar con la mirada.
—Sé lo que estás pensando, creías que al entrar aquí verías gente follar por doquier, olor a sexo en el ambiente y gemidos incesantes, pechos desnudos, pollas erectas allá donde miraras ¿cierto?— le miro apenada, sé que tengo la cara encendida, me siento estúpida por creer eso —tranquila, no pasa nada, eso piensan todos la primera vez que vienen a un lugar así— me sonríe, se divierte, esa maldita sonrisa tan sexy, maravillosa y arrolladora a la vez me cabrea eso hace, cabrearme.
—Para que negarlo... Si pensé justo eso que acabas de decir— él asiente, no se le borra su sonrisa.
—Ahora ya sabes que no y créeme cuando te digo que a la hora del recorrido te quedarás más asombrada, por ahora te explicaré las reglas y te hablaré un poco de todo lo relacionado al Pleasure— mira los documentos que traje —los exámenes y todo lo demás está bien... esta es la parte más importante. Verás este es un lugar como cualquier otro a diferencia que en este se practica sexo, sexo con respeto, con reglas y precauciones. En este lugar no hay tabúes, hay personas de mentes abiertas que disfrutan de una manera no convencional de este arte, los juegos, el placer, el morbo y la lujuria son claves en esto, pero no todo es sexo, aquí vienen amigos a pasar un buen rato, a tomar algo, a conversar y demás sin llegar a una de nuestras habitaciones privadas o a una de nuestras salas abiertas, desde ahora tienes que borrar de tu cabeza que en todo lugar y momento veras sexo, por supuesto es el fuerte del lugar, de eso se trata al fin y al cabo pero lo cierto es que hay más que sexo; aquí tenemos dos reglas de oro son de suma importancia la discreción y el ¡No!A este lugar asisten personas importantes, actores, cantantes, políticos y demás, debo aclarar que estas personas son como tú y yo, solo quieren un rato de diversión y ya está, una vez fuera de aquí y en sus profesiones es como si nada hubiera pasado y con respecto al ¡No! Solo tú puedes decir si quieres o no, nadie puede obligarte a hacer lo que tú no quieres, ni tú obligar a nadie a hacer lo que no quiere, eso sería expulsión de manera inmediata e irrevocable ¿Me estás entendiendo verdad?— no le quito ojo, creí que todo era sexo, sexo y sexo, jamás creí que habían reglas, Mikeila me lo dijo pero joder que no creí que frecuentaran personas importantes aquí y aún peor joder Reglas ¿Enserio?
—Si... Si... Estoy bien tu continúa por favor— y lo hace.
—Las reglas: La primera, para estar aquí debes querer estar, tienes que sentirte cómoda, te debe agradar el lugar y lo que aquí se hace, si tienes dudas no te metas al juego ¿de acuerdo?— asiento.
Segundo: hablando se entienden las personas, es mejor ponerse de acuerdo desde un principio, así saben que si y que no.
Tercero: en todos los lugares swingers hay una palabra clave, en este lugar es una palabra es pistacho, esta palabra se utiliza para cuando el compañero de juego o un tercero hace algo que no está bien, este escucha la palabra y enseguida notaras que se detiene.
Cuarto: la credencial si lo deseas se te puede hacer con un seudónimo y de igual manera puedes usarlo aquí si no deseas utilizar tu nombre.
Quinto: el aseo y la higiene es algo indispensable en este lugar, en las salas abiertas y en las habitaciones como la del espejo y la habitación del juego hay botellitas de agua selladas y toallas limpias, así como también en las habitaciones privadas, estás también cuentan con duchas y jacuzzi, en las salas abiertas cuando pides agua de inmediato se les facilita una toalla pequeña en el recorrido te explicaré por qué.
Sexto: preservativos, siempre hay preservativos en todo el local incluido la zona del bar aunque está prohibida hacer cualquier práctica sexual en el.
Séptimo: los celos, no se admiten celos, si tienes pareja y vienen aquí es con acuerdo mutuo y saber a lo que vienen, para esto es la segunda regla.
Octava: los exámenes se hacen cada mes y serán hechos por una clínica que otorga el Pleasure. ¿Ahora qué te parece si vamos a ver el lugar te parece?— pistacho... ¿Por qué esa palabra tan extraña para esto? Estoy dándole vueltas a eso pero decido dejarlo estar.
—Me parece bien— digo en un susurro nunca pensé que el sexo podía ser tan ordenado y tan excitante a la vez. Me levanto de mi puesto este se pone a mi altura y me da su brazo, esto me hace sonreír, sin quejas paso el mío al rededor —estoy muy nerviosa...— le confieso.
—Tranquila, es la primera vez que estás aquí, esto es algo desconocido para ti, pero de algo debes estar segura, si estás aquí es porque todo esto te llamó la atención, porque te sientes atraída o solo porque has venido por equivocación— bromea haciendo que ría más.
—Tienes razón, me llamó la atención— me sonrojo.
—Vamos tranquila aquí nadie juzga— salimos del despacho, la recepcionista no me quita ojo, subimos un par de escalones, frente a nosotros se alza una imponente puerta negra, este toma el mango de la cerradura y yo respiro hondo, al abrirla me llega una música relajada, es jazz.
—Vaya...— susurro al entrar, es como cualquier bar súper pijo, una barra, camareros, mesas, sofás, personas de traje, con vaqueros, en camisetas, todos ellos sonriendo, conversando y pasándola bien.
—Te lo dije es un lugar como cualquier otro, aquí estás en la zona del bar, música relajante, ambiente animado, personas comunes tomando y hablando con amigos, en este lugar está prohibido como ya te dije cualquier acto sexual, aquí puedes conocer personas, pasarlo bien y si se agradan pasar a la siguiente sala— me guía, yo lo miro todo alucinada, no hay desnudos, no hay gemidos, ni olor a sexo; al entrar a la siguiente sala de igual manera lo miro todo, esta es un poco más oscura, también hay barra, no hay mesas solo banquillos en la barra y un sofá en la esquina, música más movida, personas besándose, algunas se miran con deseos, otras meten mano —esta es la sala abierta, es el siguiente nivel, es aquí el lugar donde pides agua y te dan una toalla pequeña, mira ahí— me señala y yo miro— ¿Vez como la está masturbando?
—¡No!— digo en un susurro, él no da crédito a lo que escucha y yo no me creo lo que digo —¡No! No seré tuya— contra todo pronóstico y con un esfuerzo sobre humano me separo de él dejándolo descuadrado, me mira, mierda esa mira, tan seria, juro que se ve más sexy de lo que ya era, solo puedo pensar en lo gratificante y doloroso que está siendo para mí poder resistirme a él y lo desconcertante que debe ser para él que alguien se le resista, pero para mí sorpresa su expresión cambia de inmediato y me sonríe, ahora mi gesto debe ser el desconcertado.—Logre lo que quería, me deseas tanto como yo a ti, tu cuerpo me pide a gritos y tú lo sabes, quieres probarme, quieres tenerme entre tu humedad, quieres que te toque y te enloquezca y tarde o temprano no lo soportaras más, además de dejar en claro que tú eres mía, cada persona en este club me conoce y por solo besarte de la manera en la que lo hice saben que me perteneces— ahora le miro incrédula ¿Pero de qué cojones está hablando?.<
—Alonso...— le miro, ahí está el muy cambiado para bien claro, piel morena, esos ojos verdes que me enloquecían, esa sonrisa de niño bueno y esa mirada tan dulce, cuerpo atlético pero sin músculos, alto y elegante, muy elegante, trajeado con saco y corbata, quién diría que fuera un maldito —pero que bien te trata la vida hombre...— finjo indiferencia, me mira asombrado jamás hablaría así siendo la antigua Cat.—A ti te a tratado mucho mejor que a mi— no quita ojo y me estoy incomodando horrores, lo conozco sé que me quiere decir algo y rezo por que no sea lo que pienso —muñequita yo...
—¿Es cierto esto señorita?— pregunta el oficial aún sin creer, miro con malicia a Sebastián quien me mira con gesto de advertencia, bien puedo hacer que pase una buena noche en la comisaría, pero también yo la pasaría para declarar, cuando estos me miran con insistencia me obligo a responder con sensatez.—Si oficial, es cierto, soy muy juguetona y traviesa como dice mi sexyman— le sonrío, le doy un apretón de nalga que lo hace gruñir.—Esta bien, pero traten de no
—¿Te han dicho que los dos primeros minutos después de que un hombre alcanza el clímax son los dos minutos más vulnerables para ustedes?— le miro con mucha maldad, debo mirar hacia arriba para verle a la cara, él me mira desde su altura pero no se mueve ni un milímetro, estamos serios, muy cabreados uno con el otro —¿Jamás te han dicho que no desates los demonios si no conoces el infierno?— le hundo mi dedo índice en el pecho —eres lo más estúpido, lo más bajo, lo más desagradable, lo más tonto, lo más cabron que a parido tu madre...—Esa boca— gruñe entre los dientes.—Esa boca mis cojones, eres un gilipollas... ¿Cómo puedes dejarme así? ¿Cómo puedes atreverte? maldita sea... Eso fue muy bajo muy bajo...— estoy furiosa.—¡Esa puta boca! Ya te lo he dicho modera esa manera de hablar una mujer no debe expresarse de esa manera, te advertí que te castigaría y tú pasaste de mi, ignoraste cada unas de mis advertencias y aún así hacías lo que querías, no tienes que recla
Excitación, placer, calor, es delicioso muy delicioso, parece tan real que creo que gimo en voz alta, mis caderas se mueven en busca de más, quiero más de eso que me da, no quiero que se detenga. Arqueo mi cuerpo por el placer, siento una mordida tan deliciosa que me hace abrir los ojos solo para comprobar que no es un sueño y ahí está ese brasileño que me excita en un minuto y al otro me enoja o me hace reír, verlo entre mis piernas me hace sentir más calor. Que bonita manera de despertar. Es bueno, muy bueno con esa boquita, sus lametones, su succión y sus mordidas en mi más que mojado sexo me gustan y mucho, quiero tocarlo hundir mis dedos en su cabello pero no puedo, algo no me lo permite, miro mis manos. —Si...— grito —si serás tú quien domines siempre... No te detengas, no lo hagas...— le ruego, el calor me invade, sus penetraciones son más rápidas cosa que no creí ya posible, pero ahí está él aumentando las penetraciones, volviéndolas más profundas y más salvajes, sin más me corro a chorros, es primera vez que me corro de esta manera, nos miramos a los ojos, esto lo hace más íntimo, mi cuerpo se convulsiona, siento como él me llena por completo de sus cálidos y espesos fluidos mezclándolos con los míos con sus movimientos.Mi cavidad aún lo succiona, lo exprime por completo, él me da todo y yo igual. Cae sobre mí, los dos estamos agitados, sonrojados y sudorosos pero muy satisfechos, se gira quedando a mi lado boca arriba y yo aún sigo esposada —me... me la... me las vas a pagar señor Miller...— le miro, me mira con ese gesto que aun no comprendo pero al final me sonríe, estira la mano en dirección al mueble de noche, toma las llaves y se apresura a quitarme las bichas esas de Capítulo 12
—Creí que te estabas alistando— besa mi cuello.—Te deseo ahora— sin más demora me voltea, besa mis labios con pasión y le correspondo gustosa, este hombre me pone solo con mirarme, está desnudo ya no trae el bóxer Calvin Klein puesto, me toma en brazos lo rodeo con mis piernas y me abrazo a sus hombros, camina hasta que siento el frío de la pared en mi espalda, me mira, joder como me mira, guía su erección a mi cavidad penetrándome de esa manera que me enloquece de una sola estocada, rápida, precisa y profunda, nuestras miradas no se desvían, uno, tres, cinco, diez, veinte veces entra y sale de mí, cada una con mayor fuerza, con más ímpetu y ciertamente más deliciosa a l