Una triste sonrisa se dibuja en mis labios, también extraño aquel lugar que me hizo lo que soy ahora, gracias a su crueldad, pensar en que Jennifer tiene entre sus garras a Mike me entristece, esa mujer es como una penitencia para todo el que la rodea, ella es como una prueba del señor en donde una persona sabe hasta dónde puede llegar cuando la conoce, la tía es difícil.
Lo sé amiga mía, en cuanto pueda te iré a visitar también te extraño, en cuanto a Mike por favor sálvalo, enciéndele fuego así la plastibruja no se acerca por miedo a derretirse. Debo trabajar hablamos después.
PSD. Aún no tengo sexo!!
Le doy a enviar y enseguida guardo el móvil, no quiero ponerme chípil, mi traslado fue sin pleno aviso, solo Miriam sabía de el antes de que sucediera los demás se dieron cuenta cuando ya no estaba, claro si fue que se enteraron, por lo que le pedí a Miriam que cuando Mike preguntara por mí que no le dijera nada, debía olvidarlo y por fin ahora no pienso tanto en él.
Pasamos toda la tarde trabajando, que bien se siente trabajar de la misma forma que los demás, el trabajo es en equipo y no todo me lo tiran a mí.
—Hora de irnos...— celebra Jeff varias mesas más allá, aquí todos salimos a la misma hora, somos tan buenos en lo que hacemos que jamás nos atrasamos.
—Amén— responde Mikeila, apago mi equipo, recojo mis cosas la ordeno con mismos y mucho cuidado, una vez lista me echo el bolso al hombro y espero a Mikeila, iremos a mi departamento a cambiarnos para nuestra salida.
—Bien estoy lista vámonos... Estoy deseosa por comer lo que prepararas hoy— me sonríe, caminamos hasta Jeff quien nos espera, Joder con su mirada, que coño hice.
—¿Hablamos de comida y no invitan?— enarca su ceja izquierda.
—Creí que saldrías hoy...— le miro.
—Si pero Mikeila nos ha comentado a donde van y todo el club estará ahí— sonríe.
—¿O sea que todos ya conocen el lugar y yo no?— este asiente.
—Si... Pasaré a mi depa y luego las alcanzo— montamos al elevado ¿Por qué jamás me habían llevado a mí ahí?
Ya en el estacionamiento nos despedimos de Jeff, nosotras vamos al deportivo de Mikeila, joder con la gente que no aprecia a mi Rose, mi amiga conduce como una maniática
—Tú tras el volante eres Dios, tú conduces y los demás rezan— carcajeo, estamos en casa en poco tiempo.
—Bien me iré a cambiar, prepararé unas chuletas agridulces con vegetales al vapor ¿Qué te parece?
—Delicioso... Ya quiero probarlos— me sonríe, entramos a mi habitación debo cambiar mi ropa, me coloco un pantalón de andar corto, muy corto y un suéter sin mangas, con pies descalzos me dirijo a la cocina, si me hubiesen dicho diez meses atrás que yo estaría en Seattle vestida con una ropa así me hubiera reído con ganas, una vez con todo lo que necesito me pongo manos a la obra.
El timbre suena y supongo es Jeff y en efecto es él, entra a la cocina y se dirige al frigorífico, saca una cerveza y se apoya a la encimera para mirarme, ya cansada de su insistente y lujuriosa mira pregunto.
—¿Que tanto me miras, en cuántas posiciones me has puesto ya?— le miro sonriendo —¿Dónde está Mikeila?
—Mejor pregunta sería ¿En qué posición aun no me has puesto? Y la locura que tienes por amiga está preparando las cosas ¿Qué cosas? No me preguntes, solo me dijo que le avisaras cuando estaba la comida hecha y por cierto huele delicioso— sonrío, ellos sí que disfrutan de mis creaciones y yo disfruto que lo hagan, siento su cuerpo firme contra mi espalda.
—¿Qué haces?— pregunto sin intentar apartarlo, es verdad lo que dice Mikeila, debo darle una alegría al cuerpo, tanto tiempo sin sexo no es bueno y yo llevo años sin el, se me está prestando la oportunidad y no debo desaprovecharla.
—¿Abrazándote no ves?— sonrío, volteo para mirarle de frente.
—Jeff, sabes que no quiero una relación, no quiero que pienses otra cosa, si te bese hoy en el restaurante fue para que aquel tipo no creyera que tenía posibilidad conmigo— le miro, me mira.
—Lo sé, sé que no quieres una relación, sé que me has besado por aquel chico, no soy tonto, vi sus miradas— sonrío satisfecha y jadeo al sentir sus manos acariciar mi culo, ahora entiendo de que manera le gustaba a Jeff, enserio estoy falta de esto, me besa, se apodera por completo de mis labios, calor, ese beso me provoca mucho calor, sus manos crean una descarga en mi cuerpo que se extiende con demasiada brusquedad por mis nervios, mi bajo vientre se contrae de forma exquisita —estoy dispuesto a que esto sea solo lo que tú quieras... Te deseo Catrina— joder, su voz tan ronca, su respiración tan agitada, tan pesada, me enloquece, me excita. Sin esfuerzo alguno me toma en brazos y me sienta sobre la encimera de la isla, me besa, me toca, se deleita, me mira, me tienta, me seduce y yo me dejo, me dejo hacer. Sin blusa y pechos desnudos, su lengua su ágil lengua juega con mis pezones, su caliente boca los succiona por turnos, joder... que gusto... Mis pezones están tan duros que siento como los rodea con sus labios, una vez se satisface baja por mi cuerpo dejando besos húmedos, pero que bueno es con esa boca, sus traviesas manos se cuelan por el elástico de mis pantalones y mis bragas, sin más de un movimiento los quita, estoy desnuda ante él, se incorpora frente a mi, me mira, muerde sus labios y su respiración es más agitada, estoy tan deseosa que no siento vergüenza, no estoy incómoda, no entiendo por qué, pero solo deseo que me haga suya, que me haga gritar, jadear y disfrutar de esa maneras que ellos dicen.
—Jeff— susurro deseosa— no me hagas esperar— le ordeno.
—Lo que la Reina pida— sonríe y sin más besa la parte interna de mis muslos, mi monte Venus y yo pierdo el control.
—Joder sin mimos— digo deseosa, lo siento sonreír contra mi piel y sin más siento su caliente y hábil lengua a lo largo de mi hendidura —aahhh— chillo, mi cuerpo tiembla, espero nuevamente su lengua pero no, no la siento.
—Estás demasiado deliciosa y muy mojada para mi— sonríe, yo igual, se centra nuevamente en mi sexo y joder que es delicioso, me arqueo, jadeo, gimo, vibro, chillo por el puro placer, que morbo es verlo entre mis piernas.
—Te quiero dentro de mi ahora...— le exijo pero él no pretende obedecerme —te quiero dentro de mí ya mismo— le ordeno con firmeza en medio de mis gemidos, él se aparta de mi, me mira y sonríe, madre mía su sonrisa, de su pantalón saca un preservativos. Que bien preparado viene me gusta, con prisas se quita el pantalón, el bóxer y pone el preservativo, yo estoy jadeante, deseosa, lujuriosa y todo lo que el sexo conlleva, que buen tamaño y grosor tiene, espero que lo sepa usar, se acerca a mí, me abre de piernas y de una estocada se hunde en mí, me hace gritar... Me olvido del mundo incluso de que Mikeila está en casa, solo quiero que me penetre una y otra vez, que se siga hundiendo en mí sin descanso, sin piedad, me gusta, que rudo y salvaje es... Y madre mía si que lo sabe usar.—Que apretada estás... ¿No eras virgen verdad?— le miro a los ojos, solo he tenido un novio y no teníamos relaciones más de dos veces por semana, y terminamos antes de mudarme a New York.—No...
Aquí estoy metida en un vestido de cocktail corto negro corte tipo halter y espalda semidescubierta con acabados de encaje y tocado en dorado, sexy, sutil, llamativo, pero no vulgar, consejo de Mikeila, será mucho más fácil a la hora de desvestirme o de vestirme si acepto jugar.Me ordenó que no llevara bragas pero eso sí que no lo acepté, aún no sé por qué estoy dispuesta a ir a ese lugar estoy muy confundida y turbada, me siento cohibida y hasta sucia ¿Qué tal si las personas se enteran de lo que hago en mi tiempo libre? La realidad es que no sé si podré hacer esto, no me creo capaz de tener sexo mientras me miran o tener sexo con varias personas a la vez, estoy tratando de relajarme pero la ansiedad no me deja, solo de imaginarme el lugar ya veo pechos y pollas al desnudo, personas follando en las esquinas
—Te lo dije es un lugar como cualquier otro, aquí estás en la zona del bar, música relajante, ambiente animado, personas comunes tomando y hablando con amigos, en este lugar está prohibido como ya te dije cualquier acto sexual, aquí puedes conocer personas, pasarlo bien y si se agradan pasar a la siguiente sala— me guía, yo lo miro todo alucinada, no hay desnudos, no hay gemidos, ni olor a sexo; al entrar a la siguiente sala de igual manera lo miro todo, esta es un poco más oscura, también hay barra, no hay mesas solo banquillos en la barra y un sofá en la esquina, música más movida, personas besándose, algunas se miran con deseos, otras meten mano —esta es la sala abierta, es el siguiente nivel, es aquí el lugar donde pides agua y te dan una toalla pequeña, mira ahí— me señala y yo miro— ¿Vez como la está masturbando?
—¡No!— digo en un susurro, él no da crédito a lo que escucha y yo no me creo lo que digo —¡No! No seré tuya— contra todo pronóstico y con un esfuerzo sobre humano me separo de él dejándolo descuadrado, me mira, mierda esa mira, tan seria, juro que se ve más sexy de lo que ya era, solo puedo pensar en lo gratificante y doloroso que está siendo para mí poder resistirme a él y lo desconcertante que debe ser para él que alguien se le resista, pero para mí sorpresa su expresión cambia de inmediato y me sonríe, ahora mi gesto debe ser el desconcertado.—Logre lo que quería, me deseas tanto como yo a ti, tu cuerpo me pide a gritos y tú lo sabes, quieres probarme, quieres tenerme entre tu humedad, quieres que te toque y te enloquezca y tarde o temprano no lo soportaras más, además de dejar en claro que tú eres mía, cada persona en este club me conoce y por solo besarte de la manera en la que lo hice saben que me perteneces— ahora le miro incrédula ¿Pero de qué cojones está hablando?.<
—Alonso...— le miro, ahí está el muy cambiado para bien claro, piel morena, esos ojos verdes que me enloquecían, esa sonrisa de niño bueno y esa mirada tan dulce, cuerpo atlético pero sin músculos, alto y elegante, muy elegante, trajeado con saco y corbata, quién diría que fuera un maldito —pero que bien te trata la vida hombre...— finjo indiferencia, me mira asombrado jamás hablaría así siendo la antigua Cat.—A ti te a tratado mucho mejor que a mi— no quita ojo y me estoy incomodando horrores, lo conozco sé que me quiere decir algo y rezo por que no sea lo que pienso —muñequita yo...
—¿Es cierto esto señorita?— pregunta el oficial aún sin creer, miro con malicia a Sebastián quien me mira con gesto de advertencia, bien puedo hacer que pase una buena noche en la comisaría, pero también yo la pasaría para declarar, cuando estos me miran con insistencia me obligo a responder con sensatez.—Si oficial, es cierto, soy muy juguetona y traviesa como dice mi sexyman— le sonrío, le doy un apretón de nalga que lo hace gruñir.—Esta bien, pero traten de no
—¿Te han dicho que los dos primeros minutos después de que un hombre alcanza el clímax son los dos minutos más vulnerables para ustedes?— le miro con mucha maldad, debo mirar hacia arriba para verle a la cara, él me mira desde su altura pero no se mueve ni un milímetro, estamos serios, muy cabreados uno con el otro —¿Jamás te han dicho que no desates los demonios si no conoces el infierno?— le hundo mi dedo índice en el pecho —eres lo más estúpido, lo más bajo, lo más desagradable, lo más tonto, lo más cabron que a parido tu madre...—Esa boca— gruñe entre los dientes.—Esa boca mis cojones, eres un gilipollas... ¿Cómo puedes dejarme así? ¿Cómo puedes atreverte? maldita sea... Eso fue muy bajo muy bajo...— estoy furiosa.—¡Esa puta boca! Ya te lo he dicho modera esa manera de hablar una mujer no debe expresarse de esa manera, te advertí que te castigaría y tú pasaste de mi, ignoraste cada unas de mis advertencias y aún así hacías lo que querías, no tienes que recla
Excitación, placer, calor, es delicioso muy delicioso, parece tan real que creo que gimo en voz alta, mis caderas se mueven en busca de más, quiero más de eso que me da, no quiero que se detenga. Arqueo mi cuerpo por el placer, siento una mordida tan deliciosa que me hace abrir los ojos solo para comprobar que no es un sueño y ahí está ese brasileño que me excita en un minuto y al otro me enoja o me hace reír, verlo entre mis piernas me hace sentir más calor. Que bonita manera de despertar. Es bueno, muy bueno con esa boquita, sus lametones, su succión y sus mordidas en mi más que mojado sexo me gustan y mucho, quiero tocarlo hundir mis dedos en su cabello pero no puedo, algo no me lo permite, miro mis manos.Último capítulo