Capítulo 3

Una triste sonrisa se dibuja en mis labios, también extraño aquel lugar que me hizo lo que soy ahora, gracias a su crueldad, pensar en que Jennifer tiene entre sus garras a Mike me entristece, esa mujer es como una penitencia para todo el que la rodea, ella es como una prueba del señor en donde una persona sabe hasta dónde puede llegar cuando la conoce, la tía es difícil.

Lo sé amiga mía, en cuanto pueda te iré a visitar también te extraño, en cuanto a Mike por favor sálvalo, enciéndele fuego así la plastibruja no se acerca por miedo a derretirse. Debo trabajar hablamos después.

PSD. Aún no tengo sexo!!

Le doy a enviar y enseguida guardo el móvil, no quiero ponerme chípil, mi traslado fue sin pleno aviso, solo Miriam sabía de el antes de que sucediera los demás se dieron cuenta cuando ya no estaba, claro si fue que se enteraron, por lo que le pedí a Miriam que cuando Mike preguntara por mí que no le dijera nada, debía olvidarlo y por fin ahora no pienso tanto en él.

Pasamos toda la tarde trabajando, que bien se siente trabajar de la misma forma que los demás, el trabajo es en equipo y no todo me lo tiran a mí.

—Hora de irnos...— celebra Jeff varias mesas más allá, aquí todos salimos a la misma hora, somos tan buenos en lo que hacemos que jamás nos atrasamos.

—Amén— responde Mikeila, apago mi equipo, recojo mis cosas la ordeno con mismos y mucho cuidado, una vez lista me echo el bolso al hombro y espero a Mikeila, iremos a mi departamento a cambiarnos para nuestra salida.

—Bien estoy lista vámonos... Estoy deseosa por comer lo que prepararas hoy— me sonríe, caminamos hasta Jeff quien nos espera, Joder con su mirada, que coño hice.

—¿Hablamos de comida y no invitan?— enarca su ceja izquierda.

—Creí que saldrías hoy...— le miro.

—Si pero Mikeila nos ha comentado a donde van y todo el club estará ahí— sonríe.

—¿O sea que todos ya conocen el lugar y yo no?— este asiente.

—Si... Pasaré a mi depa y luego las alcanzo— montamos al elevado ¿Por qué jamás me habían llevado a mí ahí?

Ya en el estacionamiento nos despedimos de Jeff, nosotras vamos al deportivo de Mikeila, joder con la gente que no aprecia a mi Rose, mi amiga conduce como una maniática

—Tú tras el volante eres Dios, tú conduces y los demás rezan— carcajeo, estamos en casa en poco tiempo.

—Bien me iré a cambiar, prepararé unas chuletas agridulces con vegetales al vapor ¿Qué te parece?

—Delicioso... Ya quiero probarlos— me sonríe, entramos a mi habitación debo cambiar mi ropa, me coloco un pantalón de andar corto, muy corto y un suéter sin mangas, con pies descalzos me dirijo a la cocina, si me hubiesen dicho diez meses atrás que yo estaría en Seattle vestida con una ropa así me hubiera reído con ganas, una vez con todo lo que necesito me pongo manos a la obra.

El timbre suena y supongo es Jeff y en efecto es él, entra a la cocina y se dirige al frigorífico, saca una cerveza y se apoya a la encimera para mirarme, ya cansada de su insistente y lujuriosa mira pregunto.

—¿Que tanto me miras, en cuántas posiciones me has puesto ya?— le miro sonriendo —¿Dónde está Mikeila?

—Mejor pregunta sería ¿En qué posición aun no me has puesto? Y la locura que tienes por amiga está preparando las cosas ¿Qué cosas? No me preguntes, solo me dijo que le avisaras cuando estaba la comida hecha y por cierto huele delicioso— sonrío, ellos sí que disfrutan de mis creaciones y yo disfruto que lo hagan, siento su cuerpo firme contra mi espalda.

—¿Qué haces?— pregunto sin intentar apartarlo, es verdad lo que dice Mikeila, debo darle una alegría al cuerpo, tanto tiempo sin sexo no es bueno y yo llevo años sin el, se me está prestando la oportunidad y no debo desaprovecharla.

—¿Abrazándote no ves?— sonrío, volteo para mirarle de frente.

—Jeff, sabes que no quiero una relación, no quiero que pienses otra cosa, si te bese hoy en el restaurante fue para que aquel tipo no creyera que tenía posibilidad conmigo— le miro, me mira.

—Lo sé, sé que no quieres una relación, sé que me has besado por aquel chico, no soy tonto, vi sus miradas— sonrío satisfecha y jadeo al sentir sus manos acariciar mi culo, ahora entiendo de que manera le gustaba a Jeff, enserio estoy falta de esto, me besa, se apodera por completo de mis labios, calor, ese beso me provoca mucho calor, sus manos crean una descarga en mi cuerpo que se extiende con demasiada brusquedad por mis nervios, mi bajo vientre se contrae de forma exquisita —estoy dispuesto a que esto sea solo lo que tú quieras... Te deseo Catrina— joder, su voz tan ronca, su respiración tan agitada, tan pesada, me enloquece, me excita. Sin esfuerzo alguno me toma en brazos y me sienta sobre la encimera de la isla, me besa, me toca, se deleita, me mira, me tienta, me seduce y yo me dejo, me dejo hacer. Sin blusa y pechos desnudos, su lengua su ágil lengua juega con mis pezones, su caliente boca los succiona por turnos, joder... que gusto... Mis pezones están tan duros que siento como los rodea con sus labios, una vez se satisface baja por mi cuerpo dejando besos húmedos, pero que bueno es con esa boca, sus traviesas manos se cuelan por el elástico de mis pantalones y mis bragas, sin más de un movimiento los quita, estoy desnuda ante él, se incorpora frente a mi, me mira, muerde sus labios y su respiración es más agitada, estoy tan deseosa que no siento vergüenza, no estoy incómoda, no entiendo por qué, pero solo deseo que me haga suya, que me haga gritar, jadear y disfrutar de esa maneras que ellos dicen.

—Jeff— susurro deseosa— no me hagas esperar— le ordeno.

—Lo que la Reina pida— sonríe y sin más besa la parte interna de mis muslos, mi monte Venus y yo pierdo el control.

—Joder sin mimos— digo deseosa, lo siento sonreír contra mi piel y sin más siento su caliente y hábil lengua a lo largo de mi hendidura —aahhh— chillo, mi cuerpo tiembla, espero nuevamente su lengua pero no, no la siento.

—Estás demasiado deliciosa y muy mojada para mi— sonríe, yo igual, se centra nuevamente en mi sexo y joder que es delicioso, me arqueo, jadeo, gimo, vibro, chillo por el puro placer, que morbo es verlo entre mis piernas.

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