El misterio detrás de una cortina

El beso llegó tan rápido y tan abrumador que Mary no tuvo tiempo ni tan siquiera de resistirse. Su inexperiencia le estaba ganando y no le permitía apartar sus labios de aquel personaje misterioso que había llegado para reclamarla. Su boca era tan dulce y con un sabor a uvas. Su cuerpo empezaba a derretirse por completo y sus pies le empezaban a temblar. Él la besaba con voracidad, con un instinto oculto que la estaba embriagando. Si seguía así terminaría derrumbada en sus brazos y no podía permitir que aquello pasara.

De repente, ella se separó aunque su cuerpo estaba pidiendo a gritos que hiciese lo contrario. Los dos se alejaron jadeantes y con los rostros colorados de la adrenalina. Él se le quedó mirando como esperando una reacción por parte de ella. Se arregló su traje y al ver que ella lo único que hacía era recostarse en la silla y respirar, se adelantó y se inclinó delante de ella. "No pensé que usted fuese tan exquisita. Mi boda con usted valdrá la pena en todos los sentidos mi querida dama. Es usted tan dulce y tan suave como las flores del campo. Es una lástima que ya me tenga que ir tan rápido, pero antes quisiera entregarle esto. Pensé que era lo apropiado ya que no queremos perder tiempo ninguno de los dos" Sacó una pequeña caja azul oscuro de su bolsillo y cuando lo abrió se percató de que era un hermoso anillo con un zafiro en la punta.

Ella quería arrojarle el anillo a la cara, decirle que no quería continuar con esto, que no estaba preparada. Que era un engreído y un arrogante. Pero por más que abría la boca una y otra vez las palabras se le quedaban enredadas en la garganta y no salía ningún sonido. Christopher, al ver que ella no hacía ningún ademán de tocar el anillo le tomó su mano y se lo puso lentamente "Te queda perfecto querida" aseguró con aire triunfal.

Ella se levantó y sin más fuerzas le dijo decididamente "Ahora le imploro por favor que se marche y solo venga cuando yo le avise, no vuelva a entrar más a mi casa de esa forma en que lo ha hecho. Si ya obtuvo lo que quería por favor márchese" salió con paso rápido de la sala de reuniones hasta sus aposentos. Tiempo después se asomó en la ventana y lo vio marcharse en su carruaje hacia las afueras de su propiedad. ¿Qué acababa de ocurrir??? Se tocó los labios instintivamente, cerró los ojos y empezó a recordar cómo la tocaba y la besaba aquel granuja engreído y posesivo. ¡Nunca había sentido algo así en su vida! Su cuerpo comenzaba a reclamarle caricias y ella solo se había dejado llevar por el momento. Se recostó a la pared tratando de olvidar lo que acababa de pasar. No se creía capaz de tal acto.

Bueno después de todo iba a tomar una decisión. El joven no le había gustado en ningún sentido ¿quizás sí?... pero no estaba decidida a aceptarlo. Iba a llamar al abogado y le pediría que anulara el compromiso, no se sentía preparada para eso y no quería estarlo nunca. Ese hombre le daba miedo y mucha intriga. Una dama nunca debía de permitir situaciones cómo está. Sabe dios que siempre había reaccionado así. Retrocedía al menor intento de acercamiento de cualquier hombre. El conde no se quedaba atrás, pero él había sido tan atrevido y le había cautivado con tan solo mirarla.

En ese momento la ama de llaves Rose tocó delicadamente a su puerta. Era una mujer entrada en años que siempre desde pequeña había atendido todos sus caprichos y heridas cada vez que se tropezaba con alguna rama jugando o alguna piedra en el camino. Su madre como toda duquesa que se respetaba, dejaba el cuidado de su hija a la nana y al ama de llaves ya que veía que era muy unida con Mary. Su rostro marcado por los años y su pelo gris delataban que había vivido muchos años y tenía experiencia suficiente con las cuestiones domésticas.

Rose abrió lentamente la puerta y le dijo "Milady quiere que le prepare ya su baño, casi es la hora de cenar y necesita estar arreglada" Ella se le quedó mirando y le contestó regresando al centro del cuarto "Es cierto hágalo cuanto antes rose y dígale a Wilfred que necesito que le envíen un mensaje a lord Charles Emerson diciendo que necesito verlo con urgencia por favor"

"Como usted desee milady. Enseguida le preparamos el baño"

Ella se le acercó y le tomó las manos "¿Cómo usted es capaz de permanecer en esta casa por tanto tiempo? Nunca se ha marchado desde que tengo uso de razón"

La anciana la miró con cariño a los ojos "No podría dejarla abandonada mi niña, para mi sería como dejar mi alma e intentar vivir sin ella. Usted se a convertido en una hija para mi y siempre la querré. Por eso no veo necesidad de marcharme, a parte de que usted es generosa y no tengo que tener miedo de que algún día por mi edad usted pueda echarme" Ella la abrazó sin más miramientos y le respondió "Eso nunca va a ocurrir, así yo me vaya para otro continente usted se iría conmigo a donde sea"

"Bueno ahora sí me permite regresaré a la cocina, ya le llevó el mensaje a Wilfred" Ella asintió con un movimiento de la cabeza y regresó a recostarse en su cama . Eso seguro ayudaría a calmarla y ponerlo todo en su lugar. Pensando un momento, se le ocurrió llamar a Judith, su única amiga desde siempre. Cuando eran niñas jugaban juntas y hacían travesuras por doquier. Ella la ayudaría a salir de este lío en el cual se había metido. Se levantó de su cama y salió directo al vestíbulo donde estaba Wilfred listo para partir. Al verla allí este le hizo una reverencia "¿Necesita algo más milady?"

Ella lo miró casi sin aliento "Si , quiero también que informe a lady Judith Willmond necesito verla hoy si es posible"

"No se preocupe, así se lo haré saber" dicho esto Wilfred se marchó.

Se giró lentamente y volvió a su habitación para poder tomar su baño. Al entrar al agua sintió como todos sus músculos se relajaban y todas sus tensiones desaparecían, por lo menos en aquel pequeño espacio, su vida era tranquila y normal.

Después de lo que pareció una eternidad decidió arreglarse para la cena. Eligió ponerse un vestido sencillo de color marfil, entallado en la zona del corsé y para abajo con algunas figuras de flores y capas finas de tul. El vestido era un regalo que su madre le había hecho en su cumpleaños número dieciocho. Le tenía mucho aprecio y le daba fortaleza. Bien sabía dios qué la necesitaría para poder explicarle al abogado que no deseaba seguir con el plan.

Al terminar de arreglarse le informaron que Judith había llegado y estaba esperándola en la sala de reuniones. Bajó casi corriendo tratando de disimular su entusiasmo al poder verla después de semanas sin saber de ella. Judith era un muchacha preciosa, rubia y de ojos verdes, pelo lacio hasta la cintura que siempre llevaba recogido en un decente moño. Su cuerpo era delgado pero refinado y su rostro era parecido al de las princesas de sus libros de cuentos de hadas. Se había casado con Lord Wilson, un hombre entrado ya en años pero que se veía a todas luces que había sido un matrimonio de conveniencia como era costumbre en aquella época. Sus padres eran los únicos que ella conocía que se habían casado por amor. Nunca sucedería algo así con ella y mucho menos con ese tal Christopher. No quería estar con ningún hombre aunque eso era impensable para la sociedad londinense que una mujer manejara los negocios sin ayuda de su esposo.

Al llegar la encontró de espaldas parada frente al cuadro del campo Silvestre de Methley Hall.

"Oh, Judith, que alegría me da verte querida" dijo acercándose y dándole un abrazo. "Igual para mi, no sabía nada de ti desde semanas" le respondió con felicidad en sus ojos. "¿Qué es lo qué pasa que has tenido que llamarme así tan urgente? Sé que tenías ganas de verme pero como te conozco muy bien se que ese no es el único problema que te apremia" Ella la invitó a sentarse con un gesto. Al llamar a la criada le pidió que le sirvieran té y unas pequeñas galletitas "Veo que me conoces mejor que yo" dijo con una sonrisa en sus labios. "Años de práctica querida" soltó in risita. Poniendo su mano en la de Mary le preguntó "¿Ahora cuéntame, qué es lo que a pasado?"

"Son muchas cosas a la vez pero voy a tratar de explicarlas una por una" dijo con pesar. Judith asintió y se quedó en silencio. "Bueno" empezó diciendo en un suspiro "Sabes que desde que murieron mis padres en aquel accidente, mi vida cambió repentinamente y no fue para bien"

Judith asintió recordando los sucesos tan tristes por los que su amiga había pasado. Ella la había acompañado en todo y le había brindado su apoyo incondicional en todo momento. Mary solo la llamaba y lo único que hacía era echarse a llorar en su hombro y ella sólo le consolaba y le decía que todo iría bien y que no se preocupara. "Mi situación para poder casarme se redujo a nada. Cuando comencé a darme cuenta del problema en que estaba me quede anonadada con la cantidad de deudas que teníamos y que no teníamos idea de ello" Las mujeres en aquella época no se inmiscuían en asuntos de caballeros y no se les estaba permitido tratar ningún negocio familiar. "Pues bien ahora estoy al borde del precipicio y no tengo otra salida la cual no sea casarme con algún caballero que tenga fortuna para poder salvar mi casa y a todas las personas que habitan en ella" Judith asintió asimilando aquella información.

"Pues hoy por la mañana llego a mi casa un tal Charles Emerson, el cual dice ser un abogado y buen amigo de mi difunto padre. Bastante raro dado que nuestra familia nunca llego a saber de su existencia" Tomó un suspiro para continuar "Pues llego a hacerme una proposición que al principio no creí mal pues veía una posible salida pero después de ...." se interrumpió recordando a Christopher y su beso arrebatador. "¿Después de qué?" le presionó Judith.

"Bueno el problema es que el tiene un pariente que es conde y que ha aceptado la propuesta de ayudarme y casarse conmigo" Su amiga se quedó pensativa asimilando la noticia "¿Qué hiciste, aceptaste la proposición?? Cuál es el nombre del caballero???"

"Al principio si la acepte pero he cambiado de opinión" dijo con pesar a su amiga "Su nombre es Christopher Ainsworth, lord Christopher Wimilton" A Judith se le abrieron los ojos de par en par y a la vez su quijada casi se descolocó. Mary la miró con intriga preguntándose qué había dicho de malo en aquello y con desespero le preguntó "¿Querida qué pasa? ¿E dicho algo malo? Dime que te pasa" Judith la miró con expresión de asombro "¿Has dicho ¿Christopher Ainsworth? ¿El conde de Wimilton?"

"Si, ese mismo caballero, pero qué pasa?" Judith se echó a reír frenéticamente haciendo que Mary se impacientase por alguna explicación a su comportamiento. "¿Me podrías explicar qué ocurre?"

"Nada, solo que te has encontrado con el hombre más deseado, mujeriego y sinvergüenza de todo Londres" le dijo con diversión en su rostro. Mary no podía creer lo que estaba oyendo, ¿había dicho mujeriego? No podía creer tal cosa, bueno, en realidad con la demostración que le había dado le quedaba como anillo al dedo. Judith se volvió a echar a reír y Mary la miró con fastidio "Oohhh por dios amiga, no puedes dejar perder una oportunidad como esa. A pesar de ser un granuja y todo lo que se dice de él; tiene una gran fortuna que te ayudará a salir de tu situación"

"¿Qué estás diciendo?? Acaso estas loca por dios, no puedo permitirlo, ese tipo de hombres va en contra de todo lo que deseo en mi futuro esposo" Ella la miró con diversión y picardía en sus ojos "Aparte de todo, no te podrías negar que con un hombre como ese siendo tu esposo no te vas a aburrir para nada" se echó a reír maliciosamente. Mary al momento se sonrojó de pies a cabeza imaginando el beso que él le había dado "No seas maliciosa Jud, bien sabes que yo no soy ese tipo de mujer con pensamientos tan banales"

"Si, lo sé, por eso te digo que deberías intentarlo y darle una oportunidad, sin mencionar, que es tu única salida de este dilema en la cual te encuentras. Date una oportunidad de vivir algo emocionante por alguna vez en tu vida. Quizás hasta te enamores de él y puedan formar una familia como tu siempre quisiste" Mary suspiró con pesar. Ella sabía que Christopher solo la miraba como un pobre mendigo de la calle al cual tendría que hacer caridad. No la miraba como la mujer que era, ni tan siquiera sentía algo por ella. Eso la mortificaba, no podría aguantar vivir con un hombre así, sabiendo que podría traicionarla en cualquier momento.

Judith viendo la tristeza en su rostro le dijo "Querida, entiendo en lo que estás pensando, pero déjame decirte que al final una se acostumbra y llega el momento en el cual pueden ser amigos. Mírame a mí como ejemplo, mi esposo y yo no nos amamos, pero hemos aprendido a ser amigos, así la relación es más racional y duradera"

"No sé si podré soportarlo, pero gracias por tu consejo. En verdad me hacías falta en este momento tan complejo de mi vida" Judith la tomó de las manos y con dulzura le dijo "Sabes que siempre puedes contar con mi amistad para lo que necesites" Entonces se levantaron para despedirse "Debería irme ya, para una dama es peligroso estar fuera de casa a estas horas"

"Si lo se...."

El mayordomo interrumpió con un toque en la puerta "Milady aquí está el abogado lord Charles Emerson" Su amiga la miró y le dijo "Creo que ya me voy no puedo demorar más, hasta pronto querida nos veremos de nuevo. Recuerda lo que te he dicho, date una oportunidad de experimentar cosas nuevas, te va a venir bien" Mary la abrazó "Gracias por todo amiga te agradezco por escucharme. Nos veremos de nuevo" Se despidieron con un beso en la mejilla. Minutos después tenía al abogado a la sala de reuniones. Charles con parsimonia la saludó "Milady, aquí estoy para lo que usted necesite"

"Gracias por acudir tan rápido a mi llamado lord Charles Emerson" le contestó haciendo una reverencia. "Por favor, llámeme Charles"

"Está bien , Charles. Puede tomar asiento por favor" Ella tomó un momento de silencio y comenzó a hablar "Pues bien, la razón por la que lo he llamado con tanta urgencia es porque debo abordar un tema con usted"

"Soy todo oídos milady"

"Voy a ser directa con usted lord Emerson. Mire, a pesar de la situación en la que me encuentro , yo... yo..." tomó un suspiro y soltándolo lentamente terminó la frase "Yo no puedo aceptar la petición de matrimonio" El abogado se sorprendió ante la noticia "Me permitiría preguntarle a que se debe tan repentina decisión"

"Pues bien nunca me interesó casarme, usted ya conoce acerca de mi y lo que todos dicen. Nos es menos cierto. No quiero unirme a un hombre al cual no le representó nada y al cual no conozco en lo más mínimo. El conde de Wimilton quiere casarse lo más pronto posible, no se por qué pero, no puedo seguir con esta farsa. Le pido disculpas por tantas molestias que le he causado" Él se le quedó mirando un momento y después respondió "No tiene nada que disculpar milady, si realmente no desea casarse con Lord Christopher Ainsworth, yo le haré llegar la noticia. Ya pensaremos en otra solución a su problema aunque no creo que haya alguna otra forma para ser honestos"

"Lo sé. Pero prefiero ser mendiga o vivir del teatro a estar casada con un hombre al que no conozco" Él la miró con sorpresa ante tal afirmación. Ella se quitó el anillo de compromiso que le había dado Christopher y se lo devolvió a Charles "Tome, ya no lo necesito. Hágale saber la decisión por mi se lo ruego"

"No se preocupe, hoy mismo le informaré la noticia" Los dos se levantaron "Ahora necesito descansar, si me disculpa me gustaría retirarme" Charles sonrió "Claro que si milady, ya me marcho, nos vemos pronto y que descanse bien" con una reverencia se retiró.

Ella se dispuso a cenar, no quería seguir pensando en nada. Ahora no tenía más solución a su vida, solo esperar que su suerte acabara. Tenía pensado entrar al teatro y vivir de la actuación. No era un prodigio pero se le daba bien desde niña. A pesar de que era impensable para la aristocracia inmiscuirse en el teatro, tendría que ocultar su identidad por un tiempo. La noche transcurrió en silencio y soledad. Acostada en su cama y con todo estos pensamientos, Mary se durmió.

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