Capítulo 3

A la mañana siguiente nos despertamos, poque el teléfono de Alan comenzó a sonar. Era una llamada de un número anonimo para informarle sobre una terrible noticia. Dos de sus familiares, los cuales eran, sorpresa sorpresa, el malnacido de su primo y la puta de su esposa, habían sido atacados anoche.

Alán se puso a llorar apenas se lo dijeron, y no me gustó verlo así, por lo que lo abraze y le dije que todo estaría bien, sabiendo que no era así. Se vistió lo más rápido que pudo al escuchar que Bryan seguía con vida y se encontraba en un hospital, yo tuve que hacer lo mismo y seguirlo. Fuimos al hospital en donde se encontraba el puto de su primo. Se veía muy tranquilo, Alán, lo saludo y dijo que había venido conmigo a verlo, apenas escuchó mi nombre se sobresaltó de una manera que sólo se podía describir cómo odio y miseria, me encantó.  

-Me alegro tanto de que estes vivo. Siento mucho el haberlo traído, se que te molesta, pero aún así me alegro tanto de que estes vivo.- Decía Alán mientras lloraba al lado de su primo. 

Bryan obviamente no podía hablar, pero tenía una cara de querer matarme por todo lo que había hecho, obviamente desearía poder acusarme, pero no había manera de que lo hiciera. Si fuera yo el que estuviera en su lugar, preferiría estar muerto, quizá regrese a visitarlo más tarde para. Acabar con el trabajo...  

-Dick, sé que el te trato muy mal, pero al menos debes alegrarte de que este vivo, con todo lo que sufrió. Es algo que nadie se merece. ¿Quien pudo haber sido el malnacido que hizo esto?  

-Tienes razón, juro que si lo encuentro lo voy a matar a golpes por lo que le hizo a tu primo, no puedo creer que la policía no se enterara, son unos inutiles.- Debo admitir que se los puse difícil, sin huellas, sin sangre, sin pelos, ninguna cosa que pudiese delatarme se quedo allí, no creo que logren descifrarlo pronto, sin mencionar que, en efecto, la policía solo son un montón de inútiles que creen que tienen poder.  

-Tienes razón, deberían haber hecho un mejor trabajo.- Dijo Alán con rabia.

-Bueno, creo que deberiamos dejar a tu primo descansar, seguro fue una noche larga para el.- No hay nada más divertido que dejar a una víctima viva y tan indefensa, su cara era para morirse de la risa.

Nunca me había divertido tanto, hacerlos sufrir es divertido, pero ver cómo van a seguir sufriendo el resto de su vida. ¡Mierda! Ese sí que es un sentimiento difícil de explicar. Pero bueno, por fin salimos de ese estúpido hospital para regresar a casa de Alán, dónde el se quedo acostado, seguía en shock por lo que sucedió, yo preparé el almuerzo para que él no tuviera que levantarse, volví a abrazarlo y a decirle que todo estaría bien. Luego de comer y quedarnos un rato viendo la tv, le dije que debía ir con mi familia, ya que no había estado con ellos desde ayer, mentí, ya que, a lo que ustedes concierne, no tengo familia.

Salí de la casa y comencé a caminar sin un rumbo fijo, sólo salí a caminar. Empecé a ver a todas las personas que sería tan fácil asesinar en este preciso momento, pero no podía hacerlo, era muy temprano. Fui a mi casa luego de haber caminado unas 4 cuadras, tome otra mochila con varias de mis cosas, como ropa, artículos de higiene personal, y una que otra cosa para divertirme. Necesitaba más cuchillos, los que tenía ya se estaban quedando sin filo, y en casa de Alán no tenía manera de afilarlos.

Ya había caído la noche y  después de que yo recogiese todo lo que quería llevarme para seguir durmiendo en casa de Alán, salí, y la noche aún era joven, hacía frío justo como me gustaba, salí y vi a una mujer joven en el camino.  Era una prostituta, me dije que estaba interesado en comprar sus servicios, y le dije que me siguiera a mi casa, que estaba cerca. Es triste que, su profesión las hace blancos muy fáciles para asesinos seriales cómo yo, confían en cualquiera. Cuando llegamos a mi casa, le dije que habían personas durmiendo arriba, así que debíamos ir al sótano, ella solo me siguió y me dijo que su nombre era Daisy.

-¿Qué es ese olor tan desagradable?- Preguntó ella mientras se tapaba la nariz. 

-Nada importante, solo...- Dije lentamente mientras le ponía llave a la puerta y encendía la luz. -Un montón de cadáveres en descomposición.

-¡Qué horrible! ¡Sacame de aquí! ¡Por favor, que alguien me ayude!- Gritaba Daisy horrorizada.

-Tranquila, no quiero matarte, al menos no antes de divertirme un poco contigo.

-¡Ayuda! ¡Ayuda por favor!- Seguía gritando Daisy lo más fuerte que podía.

-No lo intentes querida, construí este cuarto para que fuera indetectable en todos los sentidos. Esta insonorizado, así que nadie te escuchará gritar aquí Daisy, y nadie podrá oler tu cuerpo en descomposición cuando mueras aquí.- Le amarre los brazos y las piernas a un tubo.- Quédate aquí hasta que consiga unas cadenas y una mordaza, hablas demasiado para mi gusto.

-Por favor no hagas esto, tengo un hijo. No dejes que se quede solo, es por él que debo hacer esto, debo pagar sus estudios. No es nada fácil, aquí no hay escuelas gratuitas, por favor debo cuidarlo.- Decía Daisy entre sollozos. 

-Con que tienes un hijo… Cuentame más de él. ¿Cómo se llama? ¿Cuantos años tiene? ¿Cómo luce? 

-¿Piensas que te lo diré? ¿Para que puedas ir a buscarlo y asesinarlo a el también? Prefiero que se quede sin madre antes de arriesgar su vida.- Dijo Daisy firmemente, aún en la situación en la que se encontraba.

-Pensé que tenías muchos ánimos de hablar sobre él, en mejor que empieces a hablar.- Dije mientras le daba un golpe en la cara. O uno de tus dedos se va, tu decides.

-Nunca te lo diré.

-Tres.

-Hazme lo que quieras, eres una mierda.- Dijo mientras le escupía en la cara.

-Dos.

-Vamos, si en verdad eres un hombre, hazlo de una vez.

-Uno.- Le corte el dedo meñique de su mano izquierda. -Ese es el que menos necesitas.

Sus gritos retumbaban en la pared, sin tener ningún lugar a dónde ir, sonaban una y otra vez.

-No necesito que me lo digas, puedo buscarlo y te aseguro que lo encontraré, pero por ahora...- Agarré un martillo. -Como dije antes, te haré sufrir. Espero que disfrutes tú estadía aquí.- Dije antes de romperle ambas piernas.

Tomé un pañuelo del suelo y se lo puse en la boca para que no pudiera hablar, ni gritar, aunque ya había gritado bastante, y seguía intentándolo aún con el pañuelo, pero ya no se escuchaba. Salí del sótano y tranque con llave para luego salir de mi casa, y trancar también la puerta delantera, me lleve mi bolso con mis cosas y me encamine a casa de Alán, cuando llegué me abrazó.

-¿Por qué tardaste tanto?- Preguntó Alán.

-Tenía unas cosas que hacer, pero ya estoy completamente disponible para ti, por hoy, al menos.

-Eso me gusta. ¿Pero por qué solo por hoy?- Preguntó Alán.

-Bueno resulta que hay alguien a quien debo buscar mañana.

-¿A quién?  

-Oh, nadie importante, el hijo de una amiga, debo llevarlo a la escuela y cuidarlo.- Dije sonriendo.

-Muy bien, entiendo. ¿Quieres comer? Acabo de terminar de hacer la cena. 

-Eso me gustaría.

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