CAPÍTULO 6: Complicaciones

Carlos 

―¡Definitivamente Chanel es mi color! ― Expresa mientras se ve un conjunto frente al espejo. 

―Eso dijiste cuando te pusiste tus otros colores que se traducen en Alexander McQueen y Prada. 

―Me gusta una amplia gama de colores ¿qué puedo hacer? ― Contesta coqueta mientras se acomoda la falda tableada.― Me gusta este color, es muy formal. 

―Esa será parte de tu ropa del día.

―De noche tendrá que ser un vestido más formal y largo, de colores rojo, azul, negro. 

―Me encanta.― Se acomoda la blusa. 

Me pongo de pie y escojo un vestido largo de color rojo.― Ponte éste, quiero ver como se te ve. ― Le pido y ella lo toma y sonríe. 

―Si señor.― Responde en tono divertido y se mete al cambiador del que ha estado entrando y saliendo una y otra vez. 

―¿Te puedo hacer una pregunta? ― Escucho mientras tomo un poco de té que me acaban de traer. 

―Dime. 

―¿Cómo se supone que debo decirte? ¿Amor? ¿Rey? ¿Mi señor? ¿Carlitos? ― y con el último me hace reír. 

―Hmmm… no lo había pensando ¿crees que sea indispensable? ― Pregunto y de pronto ella saca la mano y me da la blusa en el gancho tapando su cuerpo con la cortina. 

―Digo, se supone que nos conocemos desde hace rato ¿no? Y si nos vamos a casar es porque estoy muy enamorada, así que algún mote debería de decirte. 

―¿Se te ocurre alguno? 

Ella vuelve a sacar la mano para esta vez darme la falda tableada haciendo que esquive la mirada un rato porque puedo ver parte de su cuerpo. 

―No sé ¿cómo te decía tu ex? 

―Hmmmmmm…. 

―¡Guau! Tan grande era el amor. 

―Bueno, es que hay personas que expresan su amor de otra forma, no precisamente con motes… así que creo que debes sólo llamarme Carlos. 

―Perfecto Car-los.― Escucho adentro como se le complica ponerse el vestido.

Bebo otro sorbo de té mientras escucho como reniega al no poder alcanzar el zipper del vestido. 

―No te apures, en mi casa tendrás a alguien que te ayude a vestirte. ― Le aliento. 

―Si no me preocupa que me ayuden, si no que pueda respirar en esto.― Ella sale del cambiador luciéndolo.― Supongo que tenías muchos problemas quitándolo un vestido así a tu ex cuando tenía sexo. 

En eso escupo el sorbo del té sobre el suelo y Larry inmediatamente me da un pañuelo para que me limpie. Luisa al ver eso se ríe. 

―Lo siento ¿excedí mis límites?― Se disculpa. 

―No, simplemente que eres bastante directa, es todo.― Contesto de inmediato.― No creo que debamos de tocar esos temas personales, es mejor dejar las cosas a la imaginación. 

―Y ¿Cómo anda tu imaginación Carlos? ― Dice coqueta y me cierra un ojo para después caminar en frente del espejo y verse el vestido rojo, de pliegues desiguales y un hombro descubierto que hace que luzca espectacular. 

Cuando se refleja frente al espejo, sonríe y después se muerde un labi.Yo la observo por detrás y sin que yo me percate también sonrío junto con ella. No cabe duda que es otra persona diferente y, aunque a veces habla de más, podría pasar por una verdadera joven nacida en la realeza. Me acerco a ella y con cuidado le tomo el cabello y se lo subo para hacerle un pequeño moño con el cabello. 

―Si te peinas así, podrás lucir tus hermosos aretes o la joyería que lleves en el momento.― Le murmuro. ―Le pido a la chica que nos atiende que se acerque con una bandeja llena de frascos de perfumes.― Escoge uno.

Luisa se voltea y toma una Coco Mademoiselle. Se lo quito de la mano y con toda delicadeza  roció un poco sobre el cuello bajo su hermosa y profunda mirada que me ve atenta, ese aroma tan delicioso me llega de inmediato.― Ahora estás lista para la gran gala.―Ella se sonroja y deja de verme a través del espejo. 

―¿Lo apruebas Larry? ― Pregunta. 

―Aprobado señorita De Sade.― Contesta. 

Ella se toma el dije que le di hace rato y se lo acomoda.―Iré a cambiarme. 

―Sí, que todavía nos faltan ver otras cosas. 

Luisa se mete de nuevo al cambiador, volteo y veo a Larry frente a mi que me levanta la ceja―¿Qué pasa Larry? 

―Nada señor, nada.― Contesta y luego se hace para atrás para dejar que la señorita que nos atiende comience a tomar todos los conjuntos y la ropa que nos llevaremos de esta tienda. 

Momentos después Luisa sale acomodándose la camiseta, amarrándose el cabello y moviendo la mano como si tuviera calor. 

―Si me hubiesen dicho que con las compras hacías tanto cardio, me hubiera dedicado a esto.― Bromea.

Ella va y se sienta en uno de los sofás de la pequeña sala donde toma uno de las revistas para leerla mientras el staff prepara todo. Yo me volteo a ver uno de los tantos anaqueles con bolsas de todo tipo de diseño cuando la escucho. 

―¡Ah! Me mentiste. 

―¿Qué? ― Volteo. 

Luisa se pone de pie y viene hacia mí con la revista y me la enseña y al ver la foto de la modelo que hice pasar por mi ex. Cierro los ojos rendidos

―Luisa.― Trato de hablar. 

―¡Me dijiste que era tu prometida! ¡Pero es  modelo de las revistas! ¡Me engañaste! 

―Luisa. ― Repito y volteo a ver a Larry que simplemente encoge los hombros, ella toma su bolsa y sin decir más sale de la tienda dejándome solo―¡Diablos! ― Expreso. 

―Señor le dije....

―Ahora no Larry.― Comunico molesto y la sigo.―¡No! Espera… Luisa ven.― Repito mientras corro atrás de ella  por toda la acera tratando de no resbalar con los zapatos formales que traigo en este momento.― Escúchame. 

―¡No! ¿Cómo te atreves a aprovecharte de mi situación? ―Expresa enojada. 

―Pues no te veía sufriendo en Chanel. 

―Pues yo no sabía que era mentira ¡Dios! ¿Cómo pude ser tan tonta? Seguro ni siquiera eres un Marqués haz de ser un engañador de chicas. 

―¿Engañador? ¿Eso es una profesión? ―Le pregunto y ella hace los ojos para arriba y se da la vuelta, la tomo del brazo― No te puedes ir, yo ya cumplí mi parte de pagarte una deuda. 

―Sí claro, pero yo no sabía que me estabas metiendo en un engaño…. Y ahora de nuevo le debo dinero y esta vez es a ¡ti!― Exclama preocupada.―Estoy segura que ni te llamas Carlos. 

―Si me llamo Carlos, pero déjame por favor explicarte, después de todo tengo permiso de réplica ¿No? ― Le imploro y ella clava su mirada en la mía.― Creo que me lo merezco, sé que me vas a comprender.  

―¡Cinco minutos! ― Exclama enojada.― Y se da la vuelta para ir y sentarse en una de las tantas cafeterías que hay por la zona. 

Luisa se acomoda en la elegante mesa que hay en el lugar y luego ve la carta y expresa un ¡Guau! Que hace con la mímica de los labios. 

―¿Tomará algo? ― Dice el mesero

―Creo que un vaso con agua. 

―Traigan dos whiskies por favor y la recomendación del chef, creo que ya es hora de que comamos algo ¿no crees? ― Le veo y ella suspira. 

―¿Qué necesitas estar ebrio para decirme la verdad? 

―No, pero creo que ambos vamos a necesitar el whisky.― Comento y ella aparta su mirada de la mía. 

―Sí, te mentí. 

―Y fue una mentira muy grande. 

―Sí pero estaba desesperado Luisa, mucho muy desesperado, al igual que tú con tus deudas. 

―Pero al menos yo las pagaba sola, de propinas del bar pero era honesto. 

―Y hubieses tardado como mil años en pagar una.― Digo exagerando. 

Suspira profundo y cuando le ponen el whisky sobre la mesa le da un buen sorbo.― Más vale que tu explicación sea buena porque en realidad no quiero deberle dinero a un marqués. 

Sonrío, en verdad me encanta el carácter de Luisa, fuerte, decidida y sin filtro.―Hace seis meses salí de mi casa familiar con la promesa de que encontraría a una mujer para casarme y poderle presentar a mi madre como mi prometida ya que mi hermana mayor Teresa insiste en casarme con una persona que no quiero. 

―Típico.― Contesta en tono sarcástico y tomando un sorbo. 

―Es verdad, eso existe, por eso hay muchos divorcios en la realiza. En fin, no le di mucha importancia por un tiempo, incluso me olvidé un poco, pero mi madre empeoró de su enfermedad y prácticamente debo regresar para estar ahí con ella sin embargo, me avisó diciendo que me esperaba con mi prometida y yo por idiota dije que sí, que no se preocupara, por lo que me puse a pensar ¿Cómo regresaría a mi casa sin una mujer a mi lado? 

―¿Y tu mejor plan era una modelo de catálogo? 

―No, pero aproveché el parecido para hacer que todo coincidiera, mira en realidad que yo entrara al bar fue mera coincidencia pero que tú te parecieras a la foto para lograr convencerte ¡era destino! 

―Deja de hablar del destino, simplemente tengo el perfil promedio de una modelo, ya lo sé.― Habla más relajada y bebe otro poco de whisky. 

Ambos nos miramos a los ojos y yo me tomo el atrevimiento de tomarla de la mano.― Tú me necesitas, yo te necesito, tal vez debí decirte la verdad pero no podía arriesgarme a que me dijeras que no porque ya no tengo tiempo de encontrar a alguien más y mucho menos si mi madre está a punto de irse. Literal eres mi única y última esperanza Luisa, tengo toda la confianza en ti y en lo que podemos hacer juntos para que esto funcione. Te prometo que a partir de aquí ya no hay más secretos entre los dos y que ya no tengo nada más que contarte ¿vale? Pero en verdad necesito tu ayuda. 

Mi mano aprieta la suya, sus ojos ven los míos y de pronto quisiera saber qué es lo que está pasando por su mente en estos segundos que ella no dice nada, porque quiero que me lo diga.

―Jamás me había rogado un Marqués.― Habla y hace un gesto tan sexy que me desconcentro por un segundo.

―Supongo que no hay vuelta atrás.― Murmura.― Todos los vestidos que me compraste son de mi talla y sería una lástima devolverlos.― Esbozo una ligera sonrisa.― Está bien, sólo porque me agrada Larry. 

―No es lo que espera pero tomo esa respuesta como un sí y me es más que suficiente.― Contesto y ahora ella es la que sonríe. 

―Pero, no más mentiras ¿cierto? 

―No más mentiras.― Prometo y de nuevo los dos volvemos a cerrar el trato. 

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