Capítulo 2

Sentí algo caliente bajar por mi cuello, la hoja del cuchillo había cortado mi piel cuando grité. Empezaba a perder la consciencia, no sabía que tan profundo había sido el corte, pero al parecer era lo suficientemente grave como para desmayarme. Pude ver como la sala de estar se iluminaba, parece que mis captores decidieron encender la luz, pensé. Luego, escuché como la ropa se rompía. No podía creerlo, iba a ser violada y no podía hacer nada para deternerlo, a duras penas podía moverme y se me hacía casi imposible abrir los ojos. Escuché muchas voces y gritos. No entendía que decían. Intenté ver lo que sucedía una vez más y vi algo parecido a unas alas blancas. Una voz en el fondo dijo algo, pero apenas pude escuchar. Un olor familiar llegó a mi nariz y justo antes de quedar inconsciente podría jurar que vi la cara del Dios griego 1.

Desperté en mi cama al sonido de la alarma, con la cabeza que se me rompía del dolor. Cogí el celular y lo apagué—Nunca más volveré a beber—dije, mientras me tapaba de pies a cabeza. La luz no ayudaba en nada a mi dolor de cabeza. Me quedé unos momentos acostada de esa manera, hasta que los recuerdos de la noche pasada volvieron a mi cabeza. Me toqué el cuello, instintivamente, pero no tenía nada, solo estaba la cadena que mis padres me habían regalado. Recordé la cara del Dios Griego 1 y los tipos en la casa. Me levanté de golpe, no sin antes maldecir, por el dolor palpitante. Busqué en mi mesita de noche un par de pastillas y me dirigí a la cocina con cautela. Todo estaba en orden. Cogí un vaso y lo rellené con un poco de jugo de naranja que había comprado hace unos días. Metí las pastillas en mi boca y bebí el contenido del vaso. No entendía. Si no eran recuerdos, entonces ¿todo había sido un sueño?

—Genial Charlie, ahora estas teniendo sueños con dioses, alas y ladrones.—me regañe. Fui a inspeccionar la sala y todo estaba en orden, la puerta estaba cerrada con seguro, no había señales de que la hubiesen forzado ni nada.

—Estás volviendote loca, eso es lo que sucede.—dije en voz alta, mientras me dirigía al baño. Me ví en el espejo y ví como todo mi maquillaje estaba regado, hice una nota mental de no dormir con maquillaje. Siempre olvidaba sacarmelo o como anoche, no podía hacerlo porque estaba algo borracha. Me quite la blusa roja que llevaba y el jean negro. Pude observar como dos moretones asomaban en mis piernas. No recordaba haberme golpeado anoche, pero bueno, no recuerdo ni siquiera como llegué a mi cama. Me miré al espejo por unos momentos. Mi cabello liso de color negro caía sobre mi hombros. Tenía la tez pálida, lo que hacía que los moretones que estaban apareciendo sean muy visibles. Mis ojos violeta claro, estaba rodeados por una bola negra, lo que era normal ya que me había aplicado algo de delineador y el rimel, ayer. No solía maquillarme, pero debido a que ayer fue una celebración, no estaba de más. Recordé a los dioses de la noche pasada, mientras suspiraba. Tomé una ducha mientras intentaba cantar una de las canciones que habiamos escuchado en el bar la noche pasada.

Salí del baño unos 15 minutos después. Tenía al menos 1 y media hora, para llegar al campus. Encendí mi celular y vi un mensaje de Katie. "Te veo a la 1 para almorzar". Bueno, parece que tengo 30 minutos. "Ok" , respondí. Comencé a responder el resto de mensajes, la mayoría era de amigos de la Universidad. Sonó el celular y un número desconocido apareció en la pantalla. Contesté la llamada.

—Charlotte Walter, buenos días.—dije, modulando un poco mi voz.

—Buenos días, senorita Walter. Le habla Piper Clark, la llamo desde Bufete Rolland&Black. Revisamos su expediente, y nos gustaría hacerle una entrevista para la pasantía, esto debido al alto número de solicitantes.—respondió la voz de una señora desde el otro lado.

—Claro, señora Clark.—respondí, tratando de ocultar la emoción en mi voz.

—Mañana a las 9:00 a.m, en la sede central, esperamos puntualidad— respondío ella

—Muchas gracias, ahí estaré—añadí antes de que se cortara la llamada.

—"YEEEEES"- grité, mientras daba un salto en el aire, razón por la que casi termino desnuda. No es que importara, vivía sola. Cogí el primer jean claro que encontré en la cómoda y una camiseta negra. Me puse unos deportivos negros y salí de la casa, juego de coger las llaves del carro y amarrar mi cabello en una coleta. Tenía que contarle a Katie sobre lo que había pasado ayer. Busqué los números recientes y noté que tenía un par de llamadas perdidas del abogado Martínez. Le envié un mensaje rápido haciendole saber que estaría libre a las 5 de la tarde y que lo llamaría entonces. El abogado Martínez había sido el abogado de mi madrina, ella me había dejado la casa y el auto. Lamentablemente, la casa estaba hipotecada y era la garantía de un préstamo que ella hizo en algún momento y no pagó. Tenía el presentimiento de que el Sr. Martínez quería hablar sobre eso. Había intentado bajar la deuda durante estos años, con trabajos de medio tiempo, pero parecía imposible, tenía que pagar mis estudios, pagar los impuestos, alimentarme y todo. Mis padres habían ahorrado algo de dinero para mi universidad. Sin embargo, me vi obligada a usarlo cuando fallecieron y durante los primeros años. Llegué al parqueadero de la universidad y pude divisar a Joseph saliendo se su carro, una sonrisa se estiró en sus labios mientras observaba mi carro acercarse. Parqueé el auto en un lugar libre que encontré, metí mi celular y las llaves en un bolso que solía cargar en el carro y salí. Joseph caminaba en mi dirección sonriendo. Él era un amigo increíble, lo había conocido hace casi un año y desde entonces, nos habíamos llevado de maravilla.

—¿Y cómo esta pasando su cumpleaños la abogada más inteligente de la facultad?—dijo Joseph justo antes de alzarme y empezar a darme vueltas en el aire. Siempre que estaba feliz solía hacer eso. Solo pude reirme, mientras le pedía que me bajara.  

— Feliz Cumpleaños, Charlie.—dijo él bajandome.

—Gracias Joseph— respondí con una sonrisa —voy a comer con Katie en el comedor ¿quieres acompañarnos?—añadí.

—Me encantaría, pero ya estoy llegando tarde a clases. ¿Nos vemos a la salida?¿Hoy sales a las 5, verdad?—preguntó.

—Sí—afirmé, envidiando su buena memoria. Lo observé por un momento, mientras él se despedía moviendo la mano en el aire y se alejaba. Miré la hora en el celular y noté que ya era la 1, por lo que me apresuré a nuestro restaurante usual. Katie odiaba almorzar sola y al parecer su novio estaba algo ocupado, últimamente. Mientras caminaba, pude sentir la mirada de alguien en mí, regresé a ver pero no había nadie, asumí que estaba siendo paranoica. El sueño de añoche me había dejado un sentimiento raro. Ingresé al restaurante y pude ver el cabello rojo de Katie resaltar en la mesa de la esquina del comedor, estaba mirando su celular con el ceño fruncido. 

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