CAPÍTULO 03

"Lo

más

raro

de

este

y

cualquier

otro

mundo"

—¿Como que no soy tu Ares?— pregunta molesto y se coloca en pie. —¿Tenias a alguien más?.

Ignoro por completo el echo de que Ares está celoso en un momento muy pero muy raro y me dejó llevar por mis pensamientos, ¿y si este no es mi mundo?, ¿si en realidad estoy en un mundo paralelo donde yo estoy muerta pero él esta vivo y cruce la linea cuando traspase la puerta?, eso tiene más sentido que el punto de que en realidad jamas murió.

—Si tuve otro Ares.—comento y su rostro se contrae lleno de ira, patea y arroja las cosas al suelo y entonces lo dejo salir sin importar que este chico me crea loca. —Tuve otro Ares en mi mundo, en ese mundo del que vengo mi esposo murió en un accidente de transito. —se detiene y me observa atento.— al parecer cuando encontré esto —señalo en collar y lo frotó con felicidad.— hubo algo que lo activo y abrió una especie de puerta que cruce hasta acá cuando escuche tu voz llamar por mi nombre, justo el día en que perdí la custodia de mis hijos y estaba pensando en embriagarme hasta perder la razón.

Se sienta en la esquina de la cama mirándome como si me hubiera salido una cabeza extra o algo por el estilo, busco mi ropa y me visto lo más rápido que puedo. Me siento incomoda de tan solo saber que acabo de estar con un extraño, porque sí, este Ares es un extraño para mi.

— Eso explica porque tienes cabello. —dice y me detengo de colocarme el suéter.—mi Eva murió de Cáncer, tenia cinco años luchando contra la enfermedad pero al final perdió la batalla. —suspira y una lágrima cae por su mejilla.— me emocioné tanto de creer que estaba aquí que no noté los detalles que nos hace diferente.

—Yo tampoco.—  termino de vestirme y me acercó con sumo cuidado hasta él, quien me mira con cierto anhelo.

—Así se habría visto ella hoy, pero ... —le doy un beso en los labios porque siento que eso es lo que deseo en este momento y el frota mi mejilla. —le diagnosticaron la enfermedad luego de tener a Ethan, no dejaba que nadie le bajara el autoestima y siempre se reía por cualquier tontería. Era una mujer muy fuerte, días antes de caer en cama me propuso ir de paseo por la ciudad como regalo de aniversario.

Nos fundimos en un abrazo donde ambos lloramos para desahogarnos, él por la mujer que perdió y yo por él gran hombre que perdí.

—¿Donde están los niños?— pregunto luego de un buen rato de lágrimas y fluidos innecesarios. Ares se viste y me observa por sobre su hombro, para luego entrar al baño y lavar sus dientes antes de responder.

—Están de viaje con mi madre, querían ver a tus padres digo, a los padres de Eva.

Es algo confuso hablar con alguien que se parece tanto al hombre que amas pero debo aceptar que solo siento felicidad luego de haber llorado sobre su pecho y saber que escuchó todo lo que he querido decirle a mi Ares.

—¿Tienen café o chocolate?—me ve con una sonrisa ladina que saca a relucir el hoyo en su mejilla y me hace señas con la cabeza.

—Si, que sea otro mundo no quiere decir que le falten cosas ¿o si?.— se detiene a mitad de las escaleras y me ve esperando que diga algo que es lógico que no se.

—Yo que se, hasta hace una hora creía que eres mi esposo. Supongo que no deben faltar cosas aquí ni allá. —asiente y sigue su camino a la cocina mientras yo lo sigo a él, en mi casa en el otro mundo la sala tiene innumerable cuadros con fotos de Ares por donde mira y coloque todo como el solía dejarlo pero aquí es algo muy diferente.

Este Ares solo tiene fotos de los niños y una que otra de si mismo en la juventud, también cambio los muebles por unos más escasos de feminidad y coloco una pequeña lampara en la esquina donde yo tengo una vitrina solo para los premios que mi esposo gano en sus deportes.

Entro a la cocina y lo veo moverse con gracia, saca un vaso rosa colocándolo en la mesa y llenándolo con chocolate recién echo. Babeo mentalmente por el olor que entra por mi nariz, luego toma unos panes y los rellena con cosas que saca de la nevera.

—Sientate, debes tener hambre al igual que yo. Te va a gustar el pan relleno que hago las personas dicen que jamas habían comido antes algo tan bueno.— ríe y me siento buen de verlo tan alegre, tomo asiento y él también dándome lo mio.

Luego de darle dos mordisco no puedo evitar gemir de placer, es algo tan bueno y deliciosos que no creo haber probado, Ares sonríe complacido y bebe de su café caliente mientras yo bebo de mi chocolate.

—Por Dios, Ares es lo mejor que he probado.

—Gracias. —sonríe y me da una salsa que busca en la Lacena. — siempre desee escuchar eso de Ev, pero ella no podía comer cualquier cosa fuera de su dieta. A pesar de que me esmere por aprender a cocinar todo tipo de comidas nunca pude hacerle algo que degustara.

—Que raro.— me observa y su mirada melancólica me golpea fuerte. —Yo no dejaba que Ares cocinara, a parte de porque se le daba muy mal que incluso incendiaba el cereal —ríe y le saco la lengua. —Pero, en parte es porque me gustaba mimarlo mucho jamas deje que lavara un plato, su ropa o hiciera los quehaceres de la casa.

—Eso no estaba bien, como hombre nos gusta brindar apoyo siempre y no solo en cosas como derribar una pared o colocar un bombillo. Nos gusta sentirnos útiles para nuestra mujer sin importar lo que digan nuestros amigos, total al final la opinión que cuenta es la de la persona que dio a luz a nuestros hijos y lleva el anillo en su mano.

Por instinto bajo la mirada a mi dedo y sonrió al ver el anillo por el que mi esposo gano varias noches de insomnio en el trabajo, luego busco con la mirada el de Ares y noto que él no lo tiene... Tan solo tiene la marca de que alguna vez hubo algo allí.

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