Capítulo 2

Después de hablar con Alfred, el hombre que es el jefe del hospital obtuvo ayuda de caridad de todos los doctores y enfermeras involucrados en el caso de la niña así como la misma clínica le donó todo los insumos para lo que la niña necesitara. Nefertari no sabía cómo agradecer tanta ayuda de esas personas que se han convertido en su familia.

—No sé cómo agradecerles, realmente están haciendo tanto por mi hija— Isabella sonrió con cariño, esa joven frente a ella junto a su hija le roban el corazón a cualquier persona.

—Es un placer para nosotros ayudarte, lo sabes.

—Mira, ahí está mamá— Nefertari sonrió al ver a su niña con un peluche de Minnie Mouse, es su favorita, adora a esa ratoncita.

—Hola mi amor— la tomó en brazos y se la comió a besos.

—Aquí están los resultados doctora— enfermera y doctora cruzaron una mirada que Nef no logró ver por estar mimando a su hija —nos vemos después rayito de luz— se despidió, la niña no correspondió, está muy ocupada mostrándole su peluche de Minnie a su madre.

—Vamos Nefertari, es hora de hablar— esas palabras pusieron rígida a la joven madre, pero sin decir nada siguió a la doctora —Nefertari, la cirugía pasada como te dije solo ayudaría a que la niña pudiera aguantar un poco más— dijo Isabella después de echarle una ojeada a los documentos en su mano —la HLHS de la niña está empeorando y la insuficiencia cardiaca por la cirugía que acaba de tener está empeorando las cosas— intentó mirarle a los ojos pero Nefertari la está ignorando, no quiere escucharla, no quiere hacerlo para que no fuera cierto —Nefertari, mírame— le pidió Isabella, cuando Nef la miró sus ojos están rojos —lo lamento tanto… realmente lo siento. La niña es una de las primeras en las listas de donación, si hay un corazón disponible será para ella— Nefertari abrazó a su hija con fuerza y sollozó conteniendo las verdaderas ganas de llorar.

—¿Debe quedarse verdad?— susurró besando la cabeza de su hija.

—Lamentablemente ya no podrá salir del hospital, no sino es con un corazón nuevo. Su corazón puede fallar en cualquier momento y estar fuera de aquí puede ser…— solo negó, no hace falta terminar la frase.

—De acuerdo… de acuerdo… ella siempre sale, sí… mi bebé siempre sale— contrajo la cara y trató de no llorar.

—Vendrán a buscar a la niña para llevarla a su habitación. Puedes ir a casa por sus cosas, la cuidaremos bien— en ese instante Nef recibió una llamada. Al ver que es la directora del colegio de ballet para el que trabajaba respondió.

—Hola señorita Simmons— saludó ocultando el dolor en su voz.

—Hola Nefertari, necesito que vengas al colegio. Las niñas no pueden quedarse sin otra clase, ven por favor querida, si traes a la niña me comprometeré a cuidarla, pero no puedes faltar o lamentablemente serás reemplazada— Nefertari cerró los ojos con fuerza, se supone que solo venía a una cita, solo a eso y ahora su hija está mucho peor que hace una semana.

—Yo…— el manotón de Isabella provocó que se callara, Nef miró a su amiga quien le mira con advertencia, sabe que significa eso —de acuerdo señorita Simmons, voy para allá— al colgar miró con reproche a la mujer. 

—Qué aquí debas llamarme doctora y tratarme con respeto no significa que no me comportaré como tu mejor amiga que soy. Haré doble turno y cuidaré de la bebé, ahora despídete de mi niña y largo de aquí— Nef miró para todos los lados para asegurarse de que nadie las escuchara, no quiere que piensen que tiene ventajas porque la pediatra más respetada de Roma es su amiga.

—Estás loca, loca… estábamos actuando bien… deberías ser más profesional… más profesional oíste— se echó a llorar —yo quería estar con mi bebé, no quiero estar ni un solo segundo lejos de ella— Isabella se colocó junto a ella, no va a actuar, no ahora, ella la necesita.

—Lo sé, pero necesitas el trabajo cariño, lo sabes. Despídete de la bebé y ve a dar las clases, te estaremos esperando aquí— Nefertari sin más que hacer se despidió de su hija y salió a la academia de ballet donde da clases.

***

El día para Nefertari fue una tortura, siempre que baila danza clásica se olvida de todo, se libera y siempre sale mas optimista, pero ese día no fue así. No estuvo centrada en sus clases y por primera vez no disfrutó enseñarles a sus estudiantes.

Finalizada las clases cómo siempre la señorita Simmons la deja a cargo de cerrar el estudio, pero ella necesita liberarse, necesita sacar lo que tiene dentro y expresar ese dolor ahora que no está con su hija así que se quedó.

La música es alta y sus movimientos expresivos, gira tan rápido como puede, salta tan alto como llega y se arquea de manera sutil para liberarse, pero nada es suficiente para aliviar su dolor y su angustia, nada es suficiente para su corazón.

—Mierda— escuchó una voz masculina en su oído. Aquel hombre la ha estrellado y ella se ha aferrado a su cuello mientras él la sostiene por la cintura contra su cuerpo. Ambos se miraron a los ojos por unos segundos que fueron suficientes para alterar sus corazones.

—¿Quién eres?— reaccionó Nefertari apartándose del intruso que irrumpió justo cuando ella se desahogaba de la mejor manera que conoce —está cerrado. Puede irse— le miró con gesto ceñudo. Andrew Ferrugia miró a la mujer frente a él presenciando su desden, mismo que jamás le ha permitido a nadie. ¿Acaso no sabe ella quien es? Se preguntó incrédulo. 

—Si me voy de aquí nos matarán a ambos— Nefertari lo miró alucinada, ¿De qué está hablando ese loco de traje frente a ella? —debes esconderme, ahora— ella se limitó a cruzarse de brazos.

—Largo… las drogas son malas, debería buscar ayuda— le sonrió con falsedad y se dio media vuelta para apagar el estéreo, pero una fuerte presión en su nuca y el giró que dio con brusquedad la desorientaron hasta que se centró en los ojos rasgados de aquel hombre que la sostiene por la nuca y la mantenía cerca de su cuerpo y cara.

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