Capítulo 7: El principio del fin

–...tu hijo–.

Las palabras de la barbie que estaba enfrente de nosotros fueron como un balde de agua fría, sentí a Demian tensarse como un resorte a punto de saltar.

–Una puta mentira, eso es lo único que estás diciendo Isadora–. Escupe con rabia mi marido.

La mujer no se deja de intimidar por la mirada de enojo de él, solo se cruza de brazos y le da una mueca trastornada.

–¿Realmente crees que de haber podido no hubiera evitado todo este embrollo?, a mí tampoco me complace estar atada a un hombre con dueña–.

La irritada voz de la rubia suena increíblemente honesta a mis oídos, y mi corazón se llena de dolor, rabia, traición, decepción.

–Si lo que dices es verdad...–.

–No puedes estar hablando en serio–. Me interrumpe Demian, pero yo le doy una mirada de muerte que hace que se quede callado.

–Como decía, si lo que dices es verdad, haz tenido ocho largos años para venir y contarnos esto, que no lo hayas hecho significa que ahora quieres algo en específico, así que ahórranos todo este drama y ve directa al grano ¿Quieres?–. Mascullo con la rabia contenida, mi motero intenta tomar mi mano pero me hago a un lado para evitarlo.

–No quiero nada para mi si eso es lo que estás pensando, desde que el bebé nació mis padres me han ayudado a mantenerlo, aparte de conseguí trabajo como una mesera, pero mis padres fallecieron hace poco más de un año y mi salario no alcanza, apenas tengo lo suficiente para pagar la renta del lugar donde vivimos y la comida–. Dice cansada la barbie.

Realmente parece una muñeca en vida, su pelo rubio cae hasta su cadera, es liso y pálido, sus ojos eran de un azul profundo, la piel dorada besada por el sol, no media más de metro sesenta y tenía unas buenas curvas. Si lo que afirmaba era cierto y Demian la había dejado embarazada hace tiempo, entendía la razón  por la que mi marido se había acostado con ella.

Eso no quitaba que quisiera arrancar cada hebra de su abundante cabellera, también quería castrar al tatuado. Y sacándome de mis sádicos pensamientos Demian comenzó a reírse fríamente.

–Dinero, porque no lo pensé antes, por supuesto que eso es lo único que un culo dulce como tú busca–.

Isadora enrojece de ira y abre la boca indignada con las palabras de mi esposo, pero la vuelve a cerrar y respira hondo varias veces para tranquilizarse.

–Te estoy pidiendo que me ayudes a mantener económicamente a tú hijo, no quiero que me des nada a mí, aparte de que lo necesita, hace una semana que está resfriado y por pagar el alquiler no he podido llevarlo al médico, ocho años de deslindarte de esa responsabilidad son suficientes–. Soltó con los dientes apretados.

–Yo no te pedí que tuvieras al pequeño mocoso, ni siquiera me habías dicho que estabas embarazada, solo desapareciste de un momento a otro, además, aún no me creo el cuento de que el bastardo es mío, pero en dado caso que si lo sea, no me puedes reclamar nada acerca de mi ausencia en este tiempo, pues la única culpable de eso aquí eres tú–. Dijo furioso Demian.

–No te dije nada porque no tenía la menor idea de que fuera tuyo, aunque sabía que existía la posibilidad, cuando me enteré de que estaba embarazada tú ya estabas reclamando a Kore como tu VD ante el club, aparte de decirnos que estaba esperando un hijo tuyo, ¿Qué cojones esperabas que hiciera?, no fue hasta que mi hijo nació que entendí que tú eras el padre, pero ya tenías una familia formada, y no quería exponer a mi bebé al desprecio del club por ser un hijo de un hombre tomado–.

–¡Ajá!, así que estás admitiendo que el niño podría no ser mío, no me haré cargo de un hijo de otro idiota que no te quiso apoyar cuando te dejo con el estómago lleno–.

–¡Te estoy diciendo que es tu hijo idiota!–.

Isadora resoplo molesta como un toro y con su talón golpeó con fuerza el piso.

–¡¿Y cómo demonios puedes estar tan segura?!–. Exclama ya cansado de todo Demian mientras lanza sus brazos al aire.

–Porque tienen los mismos malditos ojos esmeralda, y esa marca de nacimiento de tu cuello–. Dice con una mirada triunfante la barbie, mi marido abre la boca para gritar más improperios pero me adelanto y me pongo en medio para que dejen de discutir.

–Si tan segura estás de lo que afirmas, no te opondrás a traer al niño aquí, mañana, para que podamos ver con nuestros propios ojos que es verdad lo que aseguras–.

Mi voz suena autoritaria y mis ojos reflejan el acero que me está recubriendo las heridas del corazón, Isadora asiente muy seria cuando me ve.

–No tengo ningún problema en hacer eso, es más, si quieren también pueden hacer una maldita prueba de ADN si siguen creyendo que miento, pero prométame que si sale positivo me van a ayudar, no puedo seguir viendo a mi hijo enfermo–. En la última parte su voz pierde intensidad y se corta por la preocupación, siendo yo misma una madre puedo entender perfectamente cómo se siente, la impotencia de no poder ayudar a tu hijo es horrible.

–Te juro que si ese niño es hijo de mi marido, yo misma me voy a asegurar que no le falte nada y tenga las mismas oportunidades que mi hija–. Le prometo.

–Kore...–. Protesta el motero.

–Cállate, Hades, en este momento, solo cállate–. Lo fulmino con la mirada, cuando mi atención regresa a la rubia esta me da una mirada llena de agradecimiento antes de asentir, después solo toma su bolsa de la barra y se encamina a la salida y desaparece como si no hubiera destruido mi vida hace unos minutos con solo unas cuantas palabras.

Mi esposo abre la boca para defenderse pero alzo la mano para indicar que guarde silencio.

–Solo dime una cosa Hades, invariablemente de lo que dice esa mujer quiero que tú me lo repitas en mi cara, y ten mucho cuidado con tu respuesta moya lyubov', porque las palabras que salgan de tus labios definirán el curso de este matrimonio, ¿Existe la posibilidad de que ese hijo que ella tiene en verdad sea tuyo?–. Coloco mis manos en mis caderas mientras lo miro dolida.

El abre la boca inmediatamente para negarlo, pero bajo mi dura mirada titubea, gira su rostro con molestia y sus ojos pasean por el piso.

–Tal vez–. Murmura entre dientes segundos después, el aire se atora en mi garganta y las lágrimas empiezan a escurrir de mis ojos, mi cuerpo reacciona ante la confesión y sin pensarlo mi mano se descarga con fuerza en la mejilla del motero.

Él me ve muy asombrado por mi reacción y con su mano acaricia la zona lastimada, pero el golpe solo activa un interruptor en mí, y sin más, vuelvo a golpear su hermoso rostro, lo golpeo en el pecho, una y otra vez mientras lloro como loca, él toma mis muñecas y me atrae a su pecho para encerrarme en un abrazo.

–Perdóname Anabella–. Susurra en mi oído y me hace estremecerme.

–Todos estos años Demian, me has mentido todo este tiempo, si ese hijo resulta ser tuyo, significa que tiene la misma edad que Tasha, joder, ¿Cómo le vamos a explicar a nuestra hija que tiene un hermano pero que viene de una madre diferente?, ¿Qué hay de mis padres?, ¿Cómo les explico que mi esposo ahora tendrá que mantener a su otro hijo también?, O ¿tú padre?, ¿Qué crees que dirá cuando se enteré que es abuelo otra vez?–.

Mi voz sale cargada de rabia y de dolor. Pero antes de Demian conteste los celulares de ambos empiezan a sonar. Cuando veo el nombre de la niñera le lanzo una mirada muy seria al tatuado.

–Esto está muy lejos de terminar,... ¿Bueno?–. Le advierto antes de contestar, él me da un asentimiento antes de contestar también.

–Señora–. La voz llorosa de la mujer que nos ayuda a cuidar a Tasha hace saltar mis alarmas.

–¿Qué pasa?, ¿Tasha está bien?–. Pregunto con miedo y preocupación.

–Unos hombres han intentado entrar y llevarse a la señorita Tasha, por suerte no lo han logrado pero sí que dejaron un gran destrozo a su paso–.

–¿¡QUÉ?!, pero, ¿Mi hija está bien?, ¡¿Tasha está perfectamente verdad?!–. Grito con desesperación.

–SSSS–i, si, señora, la señorita Tasha está muy bien, estaba durmiendo la siesta mientras todo pasaba–.

–Quédate con ella, voy en para allá en este momento–. Cuelgo sin dejarla contestar, me volteo para decirle a Demian acerca de Tasha, él también finaliza su llamada en ese momento y me ve muy serio, ambos soltamos de golpe la información.

–Atacaron la casa club–.

–Intentaron secuestrar a Tasha–.

Yo suelto un grito horrorizada cuando escucho sus palabras, Demian por otro lado pierde la cordura, pues de una patada destroza una mesa que estaba cerca.

–¡¿QUÉ INTENTARON QUÉ?!–. Ruge como un león.

–Ella está bien, la niñera dice que no han logrado llevársela y está descansando en su cama, pero quiero comprobarlo con mis ojos así que voy a la casa–. Lo intentó tranquilizar, pero el temblor de mi voz y mis manos delata mi preocupación.

–Voy contigo–. Dice muy serio, y yo niego con la cabeza.

–Tú tienes asuntos que atender en el club–.

–Joder Anabella, es de mi hija de la que estamos hablando, mi sangre, los asuntos del club pueden esperar, ustedes están antes que todo–.

Dice con decisión, sé que lo dice en serio, y eso hace que le dé una sonrisa temblorosa.

–Lo sé, pero dudo que ambos ataques hayan sido una casualidad, fueron demasiado directos, prefiero que vayas a la casa club y busques a los hijos de puta responsables de todo esto, yo iré a casa con nuestra hija y te mantendré informado de todo–.

–Pero...–. Me acerco a besarlo para quitar las dudas de sus ojos.

–Ya no eres cualquier miembro moya lyubov', eres su Prez, tienes una responsabilidad con ellos también, ve y resuelve lo que tengas que resolver, nosotras estaremos esperándote al final del día–. Susurro sobre sus labios, la traición el dolor y la rabia que me tenía presa hace unos minutos desaparecen ante el inminente peligro que nos acecha.

Amo a mi caliente motero, aunque sea un idiota que continua cagandola aún después de ocho años de matrimonio.

Él me besa de regreso.

–De acuerdo, pero mandaré a unos prospectos para que se queden con ustedes hasta que yo llegue, y no quiero oír pero alguno, su seguridad está en peligro y no pienso arriesgarlas más, ¿Quedó claro?–. Yo asiento.

–Está bien–. Accedo, le doy un último beso y ambos nos dirigimos a la salida, cada uno sube a su moto y nos despedimos con un movimiento de cabeza antes de tomar caminos diferentes.

En el camino a mi casa un mal presentimiento me recorre entera.

Joder, joder, joder, joder.

Me da miedo pensar en que mi hija corra peligro.

Ella y Demian son mi vida entera, si algo les llegará a pasar yo me muero.

Vaya día de mierda.

Me detengo en un semáforo en rojo mientras que un suspiro escapa de mis labios.

Muevo mi cabeza y veo mi reflejo en la ventana de con carro.

Hay algo en todo esto que me huele muy mal, y temo mi familia sufra las consecuencias.

Cuando la luz se pone en verde regreso mi atención al camino y acelero la moto para llegar pronto con mi princesa.

Todo este asunto va a terminar muy pero muy mal...

Y desgraciadamente, no me equivoque.

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