Capítulo 2: La primera cita

–No crees que muestro mucha piel, es solo la primera cita, no quiero mandar el mensaje equivocado y piense que solo soy como una más de las chicas que se quitan las bragas y se abren de piernas para él–.

Le digo con voz preocupada a Cara, la única amiga que había hecho en todo el mes que llevaba en este país, la castaña que estaba sentada en mi cama mientras revisaba su celular lo dejo de lado mientras me veía con una ceja alzada y una sonrisa ladeada.

–Pequeña rusa, Hades nunca les pide a las chicas una cita, solo les pide una sesión de sexo caliente y duro, joder, si ni siquiera he visto que le invitara un trago a alguna, así que no importa si vas vestida solo con juego de lencería, ese hombre siente por ti algo más que solo deseo–.

Frunzo los labios no del todo segura de sus palabras y analizo en el espejo el vestido corto negro que deja ver casi todas mis piernas, el escote no era profundo, y el encaje abrazaba mis generosas curvas sin llegar a ser vulgar o hacerme sentir incómoda, lo único que no me gustaba era el largo de la falda.

–Basta, deja de pensar tanto, estás caliente y preciosa, Hades va caerse con su saliva cuando te vea, además de que estoy segura de que no podrá mantener sus manos lejos de ti mucho tiempo–.

Ruedo los ojos mientras le lanzo un zapato.

–Exactamente ese es mi punto, es solo la primera cita, hace casi un mes que lo conocí y solo ayer logro que accediera a que saliéramos, no me he estado haciendo la difícil todo este tiempo solo para llevármelo a la cama una noche, los rollos de una vez no me van–.

Intento sonar tranquila, pero una nota de inseguridad se filtra en mi voz, haciendo que mi amiga se pare de su lugar y me abrace.

–Tranquila, ya verás que toda saldrá bien, es obvio para todos los del campus no eres solo una chica del montón para el sexy hombre al cual todo el mundo teme, además de que no tienes que hacer nada que no quieras, y si intenta propasarse contigo me avisas para golpearle las pelotas y dejarlo sin descendencia–.

Su comentario me hizo reír y me relajo considerablemente, ya más tranquila busque en mi armario y me puse unas sandalias doradas sin tacón que hacían juego con mis accesorios.

Una vez lista me acerque al espejo para ver el resultado, admire las hermosas ondas y el asombroso maquillaje que me había hecho Cara, realmente me sentía guapa esa noche, y justo cuando me decidía por cambiar mi vestido por algo más largo el timbre del departamento sonó indicando que Demian ya estaba ahí por mí.

Mi amiga me guiño un ojo antes de salir de mi cuarto para abrirle la puerta mientras yo me terminaba de alistar.

Un suspiro tembloroso salió de mis labios, tome un pequeño frasco que tenía mi perfume favorito, rocié un poco en mi cuello y muñecas, después metí mi celular al bolso color oro y con una última mirada al espejo salí de mi cuarto y me llene de valor para volver a ver al hombre que me estaba volviendo loca desde el momento en que lo conocí.

Él estaba en la sala dándome la espalda mientras esperaba pacientemente por mí con mi amiga, Cara por el otro lado tenía una mano en su cintura mientras que con la otra lo señalaba muy acusadoramente, y lo veía con una expresión seria.

–... te cortaré los huevos si le pasa algo, no me importa si eres Hades, Lucifer, o el mismísimo demonio de Tasmania, más te vale tratarla bien–.

Solté un grito ahogado mientras exclamaba indignada.

–¡Cara!, aunque agradezco tu interés no es necesario que lo amaneces de esa manera–.

Le digo a mi amiga, el caliente hombre que está en mi departamento me voltea ver por fin y puedo ver cómo me come con la mirada, una gran sonrisa aparece en su cara y no pierde el tiempo en venir hasta donde estoy y volver a tomar mi mano para besar el dorso.

–Esta exquisita, seré el hijo de puta más afortunado de la noche por tenerte a mi lado–.

Todas mis dudas desaparecen en el momento en que sus palabras llegan a mis oídos y su cálida mirada abraza la mía, le regalo una sonrisa avergonzada.

–Gracias, tú también te ves muy bien–.

Sin exagerar, era el hombre más guapo que había conocido en toda mi vida, vestía unos pantalones negros y una camisa gris que le marcaban los poderosos músculos, con sus infalibles botas de combate y su chaleco de cuero hacía que a las mujeres de la calle se les cayeran las bragas cada vez que lo veían.

–Vamos, tenemos toda una velada por delante–.

Me dijo caballerosamente mientras se hacía a un lado para dejarme pasar primero.

Cara se despidió de nosotros con una sonrisa socarrona y un claro te lo dije en la mirada. Ella se quedaría en el departamento para engañar al encargado de la recepción de mi edificio y que él no les informará a mis padres de que me vio salir con Demian esta noche.

Por los mismos motivos le pedí que saliéramos por una de las salidas de emergencias en lugar de la puerta principal.

–Cómo la dama lo desee–.

Me dijo con su voz ronca que me calentó la sangre del cuerpo en un segundo.

Salimos de mi edificio y lo rodeamos para llegar a la moto de él, que estaba estacionada en la calle, Demian se apresuró a ponerme un casco para protegerme antes de ponerse el suyo. Se subió primero a la moto y después me ayudo a subir detrás de él, me paso una chamarra y le lance una mirada cargada de duda.

–Es para que te cubras y no muestras de más en el camino hermosa, no quiero matar a todo idiota que no valore su vida y desvíe sus ojos a esas infinitas piernas que tienes–.

Había perdido la cuenta de cuantas veces me había sonrojado por su culpa.

–Gracias–.

–No hay de que–.

Acomode la chamarra en medio de mis piernas para cubrir todo lo que pudiera y después me acerque todo lo que mi valentía me permitía a la espalda de Demian, en ella se podía ver el dibujo de un cuervo en pleno vuelo con las palabras Black Ravens arriba de él, debajo también se podía apreciar el nombre de Vicepresidente.

–Pon tus brazos alrededor de mi torso– Obedecí rápidamente, y me tense al sentir el fuerte cuerpo del tatuado pegado al mío– ¿Lista para la mejor noche de tu vida?–.

Una gran sonrisa apareció en mis labios aunque él no pudiera verla.

–Si es contigo, siempre estaré lista–.

Su contestación fue hacer rugir su moto antes de salir disparados hacía la noche.

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