Capítulo uno

Me despierto por el incesante ruido de alguien golpeando mi puerta, gruño por el dolor de cabeza y me paro abriendo poco a poco los ojos porque la luz del Sol me lastima. Escucho una leve protesta y me giro para ver a una chica rubia desnuda enredada en mis sabanas, ruedo los ojos y me dirijo a mi puerta para abrirla de un tirón.

–Buenos días a ti también–.

–No estoy de humor Noel, me duele la cabeza como los mil demonios como para soportar estupideces a esta hora de la mañana–.

–¿Mañana?, Jason, son las cuatro treinta de la tarde–.

Gruño de nuevo haciendo una mueca.

–Después de la fiesta de anoche no debería pararme antes de las siete–.

–Pues lamento decirle Alpha que no puede seguir durmiendo, tenemos cosas que hacer, así que mueve tú trasero, date un baño, vístete y baja al despacho–.

–A veces me pregunto quién es el Alpha aquí–.

Noel hace una mueca ante la idea, pero no comenta nada solo sacude la cabeza y me empuja dentro del cuarto.

–Apúrate, y despide a quien sea que está en tú cama–.

Sonrió levemente.

–Me conoces perfectamente–.

–Sí, también te escuché perfectamente anoche–.

Me dice con las cejas levantadas a lo que yo río, pero me detengo de inmediato y hago una mueca por el dolor pulsante en mis sienes.

–Hazme un favor y espérame en mi oficina con un par de aspirinas–.

Él asiente y cierra la puerta, yo camino a mi cama y sacudo levemente a la chica para que se despierte, ella abre los ojos y al verme sonríe engreídamente.

–Buenos días–.

–Vete–.

–¿Qué? –.

–Me escuchaste, tengo asuntos que atender–.

– ¿Cómo puedes decirme eso después de...?–.

–¿De qué?, ¿Acaso te prometí algo?, ¿Acaso te dije que estaríamos juntos y serías mi Luna?, no, no lo hice, así que hazme el favor de levantarte he irte de una buena vez si no quieres que le ordene a uno de mis hombres que te saque a rastras–.

La chica se para con la barbilla en alto muy digna y camina hacia su vestido que esta tirado, se lo pone para girarse he irse cerrando la puerta de un portazo.

Ni siquiera me inmuto, voy a mi baño y dejo que el agua se lleve todo rastro de alcohol y sudor. Cierro los ojos ante la sensación que me llena, y las comisuras de mis labios se elevan levemente ante la aparición de unos ojos azules en mi memoria.

–Feliz Aniversario mi amor, espero que tengas todo lo que deseas–.

Susurro levemente, y deshago la imagen de Ana antes de que mis recuerdos me arrastren y me hundan en mi pasado.

Cierro la llave del agua y salgo de la ducha para secarme el cuerpo, en mi armario me pongo unos boxers y elijo unos jeans desteñidos y una camisa color vino con unos zapatos negros.

No me preocupo por peinarme pues no lo necesito, estoy seguro que mi cabello se acomodará el solo una vez se termine de secar, dejo la toalla en mi cama y bajo en dirección a mi despacho.

Abrí la puerta para ver a Noel en su escritorio leyendo unas hojas con atención.

–Las aspirinas y un vaso de jugo están en tú escritorio–.

Me dice sin levantar la vista de lo que está haciendo.

–Gracias–.

Camino a mi escritorio y me siento en la silla, me tomo las dos aspirinas y apuro el jugo para acabármelo.

–Bien, ahora, ¿Cuáles son los asuntos qué necesitan prioridad?–.

Digo mirando todos los contratos que están esparcidos por la mesa.

Noel me ve alzando una ceja y me responde con tono arisco.

–Todos son prioritarios, si no lo fueran me encargaría yo, lo sabes–. Bufo exasperado.

Mi Beta es el único al que permito que me hable así, si alguien más lo hiciera no dudaría en mandarlo a encerrar a las mazmorras por su insolencia.

–¿Alguna urgencia?–. Pregunté de nuevo.

–La petición de las manadas contra los grupos rouges y vampiros–. Respondió después de considerarlo por unos segundos.

Asentí buscándola entre todo el desorden.

–Bien la leeré de inmediato–.

El documento trataba de las medidas preventivas en caso de algún ataque en contra de un aliado y los riesgos que supone una guerra o invasión a otro territorio.

–Noel, no me gusta tratar estas cosas mediante unas hojas de papel que se pueden romper, organiza una cena he invita a cada uno de los Alphas y a sus familias, quiero escuchar sus palabras–.

–¿Qué día?–.

–Lo más pronto posible, un día más sin resolver este asunto es un día más que les damos para atacarnos sin tener suficientes defensas–.

–Son alrededor de 10 manadas, tendríamos que triplicar la seguridad, solamente a los Alphas y a sus Lunas, será un verdadero caos–.

–De acuerdo, espero un informe cuando lo tengas arreglado, iré a entrenar a los guerreros más jóvenes y observar los alrededores, contáctame por el vínculo si necesitas algo–.

Noel asiente con la cabeza y empieza a organizar la cena con las manadas.

Me encamino al centro de entrenamiento y me dirijo a la parte donde están los más jóvenes, tienen entre 10 y 12 años.

Tal vez suene un poco cruel que los hagamos trabajar desde una edad tan temprana, pero en estos años solo les enseñamos a sobrevivir, encender una fogata, escalar árboles, esconderse en cualquier lugar, ser sigilosos, etc.

Era un grupo pequeño comparado con los años anteriores, 15 o 20 cuando mucho. Ninguna mujer, no, ellas empiezan a entrenar hasta los 15 o 16 años y voluntariamente.

Los niños me ven con una mirada de miedo y algunos bajan la cabeza en señal de respeto, sonrío al pensar que será una gran generación de guerreros cuando crezcan.

(...)

Me pasé toda la tarde entrenando a los niños, incluso logré que no me tuvieran miedo y nos lleváramos bien, ahora se mostraban con más confianza y relajados en mi presencia sin perder el respeto por mi cargo.

Regreso a la casa alrededor de las 6:00 p.m. Me voy directo a la ducha porque siento el cuerpo pegajoso del sudor por haber hecho ejercicio bajo el Sol toda la tarde y me tomo mi tiempo bajo la lluvia artificial que recorre mi cuerpo para limpiar cada centímetro de mi piel.

Solo por esta vez me permito recordar, me permito ser débil, me dejo llevar por mis pensamientos hasta dónde una imagen de una hermosa chica de ojos azules y sonrisa traviesa me inunda con nostalgia. Ahogándome con melancolía que me asfixia la garganta y me llena de lágrimas los ojos.

–No sabes cuánto te extraño amor...–. Susurro en voz alta tratando de tragar el nudo de emociones.

Una lágrima traicionera baja y se confunde con el agua de la llave, tomo un par de respiraciones mientras me ordeno a mí mismo recomponerme.

Termino de bañarme y me visto con mi ropa interior y un pants, con el cabello todavía húmedo bajo a la cocina donde mi cocinera la señora Bridget, (una agradable señora italiana de 43 años), me está esperando.

–Buenas tardes signore, ¿Desea cenar algo? –.

Francamente adoro su acento.

–Por favor, Bridget–. Le pido amablemente.

–En seguida signore–. Me da una sonrisa con una inclinación antes de ir por mi comida.

Me siento en la mesa mientras espero a la señora Bridget, realmente amo como cocina, si pudiera me casaría con su pastel de chocolate.

Después de unos cuantos minutos me trae un plato lleno de pasta con queso derretido y pan recién hecho, una de sus especialidades, no me decepciona pues esta d–e–l–i–c–i–o–s–o.

Mi lobo gruñe al comer el manjar.

Esto está riquísimo.

Lo sé.

Me casaré con esta mujer.

Ni se te ocurra, ese es el puesto de nuestra mate y solo de ella.

Entonces me quedaré solo toda mi vida por tú capricho.

Me quejo mientras pongo los ojos en blanco

No es un capricho, tengo un presentimiento.

¿Me vas a decir de qué se trata?

Lo siento cosas de lobos.

¡Pero...!

Noel quiere hablar contigo.

Ni creas que esta conversación se acaba aquí. ¿Dónde está?

Al otro lado de la puerta decidiendo si tocar o no.

De acuerdo hablamos luego.

Corto el vínculo con mi lobo para hablar en voz alta.

–Solo pasa Noel–.

Él abre la puerta e inclina la cabeza al verme.

–Alpha–. Casi bufo por su tono formal.

¿Acaso no me estaba sermoneando en mi oficina hace unas horas?

–Por dios, no sé cuántas veces te pediré que me llames por mi nombre–.  Le digo arqueando mis cejas.

Él se cruza de brazos lanzándome una mirada de desafío.

–A la señora Bridget le permites que te llame signore–.

–La señora Bridget no es mi Beta y no me conoce de toda mi vida–. Lo regaño y el macho tiene las agallas de rodarme los ojos antes de contestar.

–En fin, te venía a avisar que la cena que querías se realizará mañana en la noche, todos los Alphas han confirmado su asistencia con sus Lunas, o al menos los que tienen una–.

Asiento mientras doy un bocado a mi comida antes de preguntar.

–¿Qué manadas siguen sin Luna? –.

–Quieres decir aparte de la nuestra–. Me pincha con tono de reproche.

No puedo evitar gruñir, él levanta las manos en señal de derrota.

–Vale vale, guarda las garras lobito, son 8 los Alphas que aún no proclaman a su Luna–.

–¿Alguna de la que debamos preocuparnos?–.

Noel sacude con la cabeza mientras sonríe divertido.

–Winter Fall, pero nada nuevo, conoces a Christian, esta atrás de cada una de tus conquistas esperando la oportunidad de robarse a tú Luna–.

–Bueno, en ese caso se quedará solo el resto de la eternidad, al igual que yo–.

Él suspira borrando su semblante divertido y me lanza una mirada que dice, no tiene que ser así. Pero es que él no lo entiende, Noel tiene una bella mate que lo ama desde hace 3 años, ¡Y ya esperan cachorros incluso!

Así es, Lissa tiene 1 mes de embarazo, mi Beta no podía estar más alegre y orgulloso de que su pareja por fin este llevando a su descendencia. Y no me malinterpreten estoy feliz por ellos, pues se lo merecen, pero en lo que a mí respecta, mi turno en el amor llego a su fin hace años y he aprendido a aceptarlo.

–Los Alphas llegan a las 10:00 p.m., es algo formal, no llegues tarde–. Me saca de mis pensamientos y hago una mueca repasando mi agenda de mañana en mi mente.

–Haré lo que pueda–.

Él asiente y se va dejándome solo, yo sigo su ejemplo retirándome a mi habitación ya que ya había terminado mi cena, unos omegas se acercaron para llevarse lo que había ocupado y limpiar la mesa.

Una vez dentro de mi cuarto me dejo caer en la cómoda cama y me convenzo a mí mismo de que estoy en lo cierto, el amor ya no está hecho para mí, ni yo para él. Una mirada miel vacía y rota me asecha y me cubro la cara gimiendo para borrar la imagen de mi cabeza.

¿Realmente me odias tanto?

Fue mi pregunta a la diosa Selene antes de caer dormido.

Esa noche soñé por primera vez con unos ojos plateados tan brillantes como la Luna que me cazaban en la profundidad del bosque. Haciéndome sentir por primera vez desde hacía muchos años como una presa en lugar del cazador.

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