Capítulo 4. Arthur el Ruso

Mi nombre es Arthur, tengo 31 años, me gusta hacer carreras ilegales, pero lo que más me chifla es el boxeo. Realmente este deporte me gusta desde bien pequeño. Si no recuerdo mal, ya con 6 años hacía mis cositas. Soy de origen ruso, de ahí mi sobrenombre.

 

Con 5 años mis padres se fueron de Rusia porque a mi padre le salió un muy buen trabajo. Así que nos vinimos a vivir a España, concreta mente a Barcelona. Cuando cumplí los 16 años poco tiempo antes de acabar el instituto, nos volvimos a mudar. Esta vez nos fuimos a Madrid. Pasaron años hasta que una tragedia nos asoló. 

Me quedé con mi madre puesto que me daba pena dejarla sola ya que la muerte de mi padre la dejó bastante tocada.

 

Fui haciendo mis competiciones de boxeo y no me iba del todo mal. Aunque claro eran peleas ilegales. 

Una noche como otro cualquiera, un hombre se puso a hablar con mi entrenador. Le dijo que era muy bueno en lo que hacía. Y que si quería avanzar le llamará al teléfono que aparecía en la tarjeta que me entregó mi entrenador. 

Tras darle muchas vueltas decidí decírselo a mi madre. 

Ella lo entendió, le dije que se veniera conmigo, pero no quiso hacerlo. No quería volver a esa ciudad. Todo le recordaba a mi padre. 

Cuando termine la llamada con ese hombre, me indicó donde me tenía de dirigir. Y que no me preocupara si no tenía alojamiento puesto que ellos se podían encargar de ponerme un piso para mi. 

Puesto que no hacía falta porque tenía una casa de propiedad de cuando vivíamos ahí. 

Habían pasado 11 largos años desde que pise Barcelona y no hace falta decir que también durante esos años no pise nuestra casa.

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Llevaba ya unos meses en Barcelona. 

Cobra ha sido siempre muy amable conmigo. Me recuerda a mi padre, en algunas cosas se asemejan, sobre todo en la forma de ser. Amable pero contundente. Siempre está ahí si lo necesitas, pero no te da nada hecho, te lo tienes de currar tu. Para tener 50 años Furia se mantiene muy bien. Claro que los acaba de cumplir. 

Por lo que me comentó, al llegar, no eran tiempos muy buenos para el gym, si se podía definir así puesto que eso era como una escuela de alta rendimiento para profesionales de alto nivel.  

Me comentó que el dueño y su mejor amigo, no estaba del todo bien de salud, así que en el primer mes no tendría mi rutina establecida.  

Cuando ya me dieron las hojas con el horario las tomas y los alimentos permitidos ya estábamos listos para empezar.  

Furia es decir el Sr. Hernández, es muy bueno en lo que hace, estoy aprendiendo movimientos que no conocía... Y eso que yo luchaba ilegal. 

Una de las tardes que tenía de ir a entrenar, me llamaron desde el gym.  

Y lo que me dijo Sam la recepcionista, me dejó mal cuerpo. 

El Sr. Hernández había sufrido un accidente muy grave por culpa de un conductor ebrio, y tuvo un choque frontal, que no da muchas esperanzas a que salga del quirófano. 

Cuando llegue al Vall Hebron, ya estaba ahí Cobra. Su semblante lo decía todo. Era grave pero aún estaban operando. 

El Sr. Hernández no lo pudo superar, sus graves lesiones no se lo permitieron.  

El gym permaneció cerrado toda esa semana. Tenían de hacer todo lo correspondiente para tenerlo todo bien atado. Es una pena que con sólo 50 años muriera de esa manera. 

Una semana más tarde Sam me volvió a llamar para informarme de que el gym estaría ya a pleno funcionamiento, y que podía pasarme cuando quisiera. Acto seguido, llamé a Marcos, Toni y Luis para informarles de que el gym estaba a pleno funcionamiento. 

Empezaríamos el lunes, así que como nos pusimos en contacto, decidimos ir a cenar. Era viernes y teníamos el fin de semana libre y sin obligaciones. 

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Dos horas después. 

Ya estaba en el restaurante mexicano en donde íbamos a cenar, y de aquí nos iríamos a una fiesta que se había montado en un polígono industrial donde también se hacían carreras ilegales. Y eso me gusta, soltar la adrenalina de esa forma.  

A las 12 de la noche, ya habíamos llegado a la zona de las carreras y yo me apunte a la última de la noche. La de mayor bote. Nadie podía ganarme ni en la arena ni en el asfalto.  

Las apuestas estaban altas 5000€ para que ganará un tal Sped contra 2000€ que llevaba yo... Sería una buena noche. 

Al finalizar la carrera, nos embolsamos todo el bote acumulado, puesto que la gane yo.  

Fuimos a celebrarlo en la zona de la fiesta.

  

Cuando estábamos en la barra pidiendo las bebidas, alguien se tropezó y un poco más y nos tira le bebida. Y como no, Marcos no tardo en contestar.... 

¡¡¡OYE TÚ NIÑA, MIRA POR DÓNDE VAS, UN POCO MÁS Y LO TIRAS TODO ENCIMA DE MI!!!  

La chica solo agachó la mirada y susurro un perdón. 

Mientras nos íbamos a sentar, me roce con una chica joven, seria de mi edad aproximadamente. Era alta, aunque no tanto como yo, le sacaba perfectamente una cabeza a la chica. Era castaña clara y tenía el pelo largo y unos ojos marrones que me hechizaron...  

Cuando por fin reaccioné gracias a Luis ya no la volví a ver. Nos acabamos las copas y a las 03:30 de la mañana nos retiramos del lugar. Me fui directamente a buscar mi moto y me fui a casa. Había sido un día largo y solo pensaba en pillar mi cama. 

Al llegar a mi casa, me di una ducha rápida y me tiré en la cama solo con mi bóxer negro.  

Y me quedé dormido pensando en esos ojos marrones y ese cuerpo tan trabajado y sexy con el que me cruce esa misma noche. Y con esa imagen me dormí. 

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