Capítulo 12.

Los siguientes días fueron los peores para la rubia. Markus la trataba como si fuera una simple mercancía.

Gracias a Dios ya su martirio había acabado aunque sea por unos pocos días en los cuales Markus después de haber regresado a su casa pasaba más tiempo con su esposa o eso imaginaba.

Y ahí se encontraba como cada día desde que comenzó a trabajar para Markus comprando el café.

— ¡Santa mierda! ¡Esto quema! —gritó histérico, la persona que estaba enfrente de ella.

— ¡Lo siento! —gritó también—. No fue mi intención hacer eso. Venía distraída, enserio lo siento —mordió su labio inferior mirando

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