Capítulo 8.

Mirando la hora otra vez en la computadora soltó una tremenda maldición cuando dieron las siete de la noche y Markus aún no salía de su oficina. Todos ya habían salido hace dos horas, menos ella.

Sintió su cara arder cuando las fresas se burlaron de ella después de que Markus le había dicho que tenía que quedarse horas extras.

Apoyó su cabeza sobre el escritorio cerrando los ojos, tenía un sueño horrible. No había podido dormir desde el sábado después de que el banco le había llevado esa carta con la cantidad de dinero que su padre debía.

El sueño fue tan pesado que no se dio cuenta cuando se quedó dormida sobre su escritorio justamente como hacía cuando iba a la escuela y le to

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